A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

EMBUSTEROS [Mi poema]
Elvira Hernández [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Porque tiene en los ojos dos goteras
que desprenden sus llantos y lamentos,
porque sabe contarte algunos cuentos
para al fin ya salir por peteneras
de tantos esperpentos.

Porque finge que tiene sentimientos
y en sus labios se advierten torrenteras,
y se aviene a saltarse la fronteras
derribando a las mismas los cimientos
que amansan a las fieras.

Porque todo a su rédito se aviene
y a su mente y razón no le hace caso,
no se adapta ni a hacer un buen repaso
aplicado siempre a lo que conviene,
su honor es muy escaso.

A ese mismo, farsante y fariseo,
que te oculta que engaña y que te miente,
el que se hace pasar por confidente
y le pones a prueba y te hace un feo
pues que es un delincuente.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Elvira Hernández

(Premios Círculo de Críticos de Arte de Chile 2018, Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, 2018)

Compacto

A esta hora tengo una confusión mental.
Como un televisor que no deja de retransmitirse.
No sé si soy protagonista de alguna película o de un sueño de otros.
Hoy tenemos borrón y no más cuenta nueva.
No hay ese paso adelante ni esos dos atrás.
Ni siquiera derecho a pataleo mínimo.
Prueba son los tábanos en los animales enfermos.
Los que persiguen la herida.
No sé si estoy en tiempo real en este condenado baile.
Tal vez borrada del mapa.
Me asomo a esta ventana como a una letra muerta.
El río de la vergüenza es el único que debiera ser navegable.
Pequeñas cosas flotan todavía en el aire.
No es asunto de gendarmes que el idioma esté ensangrentado.
No es asunto.
Y ya no escucho nada más.

Mantención del seto vivo

La ligustrina se mantiene en pie —compacta—
inamovible. Yo soy la que llegó a su lado a pasar el peine
por las hojas. A cortar con escalpelo sueños de grandeza.
A extraer el quiste de la tinta.

Si ella fuese Sileno ya me arrostrara el enigma
y no iría yo frente al espejo para rastrillar la cabeza roída.
A pasar el arado por esos pantanos que humean
líquido mental y de los que rara vez se sale.

En la raíz de todo está mi madre

En la raíz de todo está mi madre
como un manto de tejido bajo tierra
un sombrío huerto de hierbajos tósigos
un vuelo de mariposillas terrosas.

Los años han contribuido a su alacrán
círculos que ciñen mis días
a sus caricias púas y cruces
rastrillándome el cerebro.

Es tierra que espera por mí
tras haberme soltado la jauría
de células que me prohíjan.

Tantas noches que quise cortar mi cuello
aserruchar mis cervicales
descuartizar mis imágenes
pero a cambio me contenté
con restregar plumas
llorar tinta y otros mendrugos
y seguir ese dictado —una vez más—
meticuloso de las venas.

NO TODO LO QUE VUELA

No todo lo que vuela
es pájaro.
A veces lo que piensas
alcanza una pequeña altura.

ESTOY SACANDO ALAS

Estoy sacando alas
que no es lo mismo que
estar criando patas.

Algo más que una sutileza.

Espero algún día
por el sueño de Ícaro.
En otra dirección
un vuelo nocturno.

RELÁMPAGO ALADO

Algo cruza
algo pasa por mi cabeza
algo está en algún lado

de aquello no queda nada
ni aire vibrando en el aire.

EN LOS BAJÍOS

(Valdivia, abril)

En un pie
la garza
sostiene la tarde.

EN UNA GOTA DE AGUA

En una gota de agua
los pájaros se sacian
se refrescan
se miran.

Debemos transformarnos
se dicen.
Alguna vez fuimos dinosaurios.

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PELILLOS A LA MAR [Mi poema]
Concha García [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Escucho con frecuencia que ha muerto fulanito,
y espero si apostillan a ver qué edad tenía,
después se me aparece la pena o la alegría
según, como y el cuando del cielo el requisito
a mi me tocaría.

No sé por qué será que siempre me comparo
y así que sea de tontos me sirve de consuelo,
me pongo en su lugar y yo que soy ya abuelo
a veces me arrodillo pidiendo a dios su amparo,
la estima por el suelo.

Que ha muerto el Presidente y el General se ha muerto
y el que era un presidiario y el que era un inocente,
y aquel que se reía de cuerpo está hoy presente,
pues todos pasajeros de un vuelo que es incierto
iremos de repente.

Y tú y el de la esquina y aquel que es más amable
sin distinciones todos haremos ese trecho,
iremos sin excusas el cuerpo ya maltrecho,
caído hecho pedazos pues que eso es indudable
destino hacia el desecho.

Y puesto que es seguro que hay que cruzar el charco
mejor tomar impulso y del tiempo disfrutar,
que en lo que ha de tocarte mejor es no pensar
y cuando llegue la hora de abandonar el barco
pelillos a la mar.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOConcha García

(Premio Jaime Gil de Biedma)

Heladas por el presente

Soy una mujer que se alejó del mar.
El pequeño fin, como dije.
Ponerse la toalla, el pequeño
trozo de pared, pon la mano
y échate sobre mí, un poco lejos,
el pecho es piedra. Sobre mí
deja la cal un rastro de tres dedos,
debió apretar más con el pulgar
que con el índice. Luego esa porquería
de libro y la camarera que nos trajo
la bandeja oxidada el amor
no cabe en fuente alguna tumbas
tierra adentro ondulaciones
de tierra raíces secas brotes
de ramas retorcida hiedra
tierra adentro la mano, la cal,
la bandeja, la camarera,
el mar.

Retrato fingido

Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aún
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable:
sacrifica partículas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y fría: poco tocable. Se siente
masticadora enervante y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzón si salida
es tener hipo con asco o si mira,
con un deshilvanado interés, la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre su tez
con los dedos; es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sílabas. Tampoco mora.
Ni habitaría.

Anomalía

No paseo. Ni ando. Voy a casa.
Cayó del monedero el bono-bus
y tengo cinco duros. Ni para
cerveza me queda. Te amé
escrupulosamente. Iba
a charcuterías y te invitaba
a cenar. Eso era una muestra
evidente de mi ternura. No
tengo nada. Nada.

La derrota da pruebas de que estamos vivos

Recuerdo dos horas seguidas.
Luego un abatimiento. Se filtraba
la luz, pero anochecía. Yo era otra.
¿Dónde estará aquella ropa?
Era la misma que soy ahora.
Menos cosas que recordar
menos vida, o más vida, o poca
vida. O ninguna vida por delante
ni hacia atrás. Mi vida. ¿Qué es mi vida?
Estaba sentada en otra silla: lo recuerdo,
estructura de madera recubierta de lona.
Sobre una mesa con el cristal resquebrajado
escribí un poema, ¿o era el mismo
poema? Un ansia de recordar
lo invade todo y decido escribir
cinco o seis poemas más. Me llevan
a raros lugares donde estuve. No sufro.
Sufría. ¿Mejor o peor? Abatimiento
porque recuerdo la misma soledad.
La misma soledad no me convierte en otra persona.
Será ése el hilo, mi fantasma, mi amor,
el que me eleva y me deshace, pero no
me perturba. Sería cuestión
de sentir distintas soledades. Varias soledades.
Que muchas soledades se agolpasen de pronto
para ir al supermercado, o sintiendo
deseos de ir al mar. Que todas las soledades
se dispersaran para confundir ésta: tan real.
Y al ser tantas, podría elegir matices,
colores, estelas: varios poemas para varios estados
y no escribiría el mismo poema
al repetir esta exhalación que sólo oyen
ciertas solitarias al chafar la colilla
con la punta del zapato.

Cansancio

Sentada es como si bebiera largos tragos de playa,
pócimas de tonterías y me cortase las uñas,
sin compañía. Es un cuento más, una residencia
cara. Piso el suelo con bocados de ansiedad
y me lleno de reliquias el cuerpo, salgo
asustando. Repito en larguísimo silencio
abulias y taconeo deslizándome sin prisa
por las avenidas buscando un no sé qué, aquello
que no se nombra porque no se sabe y acapara
gran parte del día ponerme bajo una sombra.
La que sea, a estas alturas elijo la que sea.

Las proximidades

Requiere
zambullirse
en la ciénaga
de lo que todavía
no está lejos.
Mira, ¿los ves?
son del tiempo
de las ciudades
sin nostalgia,
resisten
como una pared
cargas pesadas
de días repetidos,
los distingo
de quienes pasean
con el destino
aquí abajo, en otra parte.

Esto está muerto

Ha sonado alrededor de los aconteceres
una silueta que no estaba prevista
pero que existía. Tiene sombra.
Se cubre de tus órganos principales
y elabora un porvenir onírico
forjado en el centro de tu alma.
Pero a eso que tú llamas alma,
llámalo fumar un poco más, detenerse
en más bares.

Testamento

Amor mío dos puntos, se cayó
la voluntad de seguir siendo, salgo
enhebrada de tu saliva aún y me
aturde dejar de perseguirte, tú que fuiste
llama en la ojera y calidez de un dedo
locura de apuñalamiento certero, ensayo
noble que se caracterizaba por la insistencia
del tema con un fondo alegórico,
certerísima me quedo donde estoy, ¿qué
está más lejos? ¿Lo que sigue
permaneciendo? Me diseco las manos
para no tener que hacer escrutinios
con las caricias insentidas. Tengo
que escribir aún otro poema
mi sentencia y un método
para olvidarme de tu lengua

Retrato fingido

Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aún
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable,
sacrifica partículas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y fría, poco tocable. Se siente
enervadora y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzón si salida
es tener hipo con asco o si mira
con un deshilvanado interés la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre tu tez
con los dedos. Es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sílabas. Tampoco mora.
Ni habitaría.

Hábiles rescates

En los retratos
de hace tiempo
expuestos
como mercancía
en negocios
de la avenida
más transitada,
una mujer de mil novecientos
veintiocho, me mira
junto a su esposo
hierático. Ella
perturba el salón
tras el decorado.
La prueba es
que nos atravesamos
y la velocidad no resiste
un detenerse
tan cercano.

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CAÍA, CAÍA, CAÍA LA NIEVE [Mi poema]
Claribel Alegría [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Caía la nieve, lenta, suavemente,
sobre los bordillos, sobre las iglesias,
los huertos desnudos y los cementerios,
caía sin ruido, volando indolente,
saltando al vacío, cubriendo alopecias,
las cúpulas grises de los monasterios,
pidiendo clemencia como un penitente.

Caía, caía, pues no se cansaba,
sin nadie evitara, sirviendo de adorno,
llenando de copos, brindando caricias.
Caía la nieve, nevaba y nevaba
pintando de blanco a todo el entorno
calcando el atuendo de albinas novicias,
mirando a la tierra que se resignaba.

Y la carretera cubría de nieve
sobre los barrancos y las torrenteras,
sin prisa, indolente, dejando sus huellas,
y entre los arbustos, matando el relieve,
se iba aposentando firme en las praderas
desnuda sin ropa cual bellas doncellas
a cuya mancilla ni el viento se atreve.

Caía, caía, con su fantasía,
que, fértil, baldía, la tierra inundaba,
cual fuera la imagen de tapa de un cuento.
Yo a solas mostraba tristeza, alegría,
de aquella belleza que allí contemplaba
a dios dando gracias. Acontecimiento
que duró un momento de melancolía.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOClaribel Alegría

(XXVI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional de España.

Carta al tiempo

Estimado señor:
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce
y sus zapatos.
Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.
El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohíbo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.
Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.

Ars poética

Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiaría
por la Venus de Milo:
mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo
yo descubro el sol
todos los días
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.

Ausencia

Hola
dije mirando tu retrato
y se pasmó el saludo
entre mis labios.
Otra vez la punzada,
el saber que es inútil;
el calcinado clima
de tu ausencia.

Autorretrato

Malogrados los ojos
Oblicua la niña temerosa,
deshechos los bucles.
Los dientes, trizados.
Cuerdas tensas subiéndome del cuello.
Bruñidas las mejillas,
sin facciones.
Destrozada.
Sólo me quedan los fragmentos.
Se han gastado los trajes de entonces.
Tengo otras uñas,
otra piel,
¿Por qué siempre el recuerdo?
Hubo un tiempo de paisajes cuadriculados,
de gentes con ojos mal puestos,
mal puestas las narices.
Lenguas saliendo como espinas
de acongojadas bocas.
Tampoco me encontré.
Seguí buscando
en las conversaciones con los míos,
en los salones de conferencia,
en las bibliotecas.
Todos como yo
rodeando el hueco.
Necesito un espejo.
No hay nada que me cubra la oquedad.
Solamente fragmentos y el marco.
Aristados fragmentos que me hieren
reflejando un ojo,
un labio,
una oreja,
Como si no tuviese rostro,
como si algo sintético,
movedizo,
oscilara en las cuatro dimensiones
escurriéndose a veces en las otras
aún desconocidas.
He cambiado de formas
y de danza.
Voy a morirme un día
y no sé de mi rostro
y no puedo volverme.

Barajando recuerdos

Barajando recuerdos
me encontré con el tuyo.
No dolía.
Lo saqué de su estuche,
sacudí sus raíces
en el viento,
lo puse a contraluz:
Era un cristal pulido
reflejando peces de colores,
una flor sin espinas
que no ardía.
Lo arrojé contra el muro
y sonó la sirena de mi alarma.
¿Quién apagó su lumbre?
¿Quién le quitó su filo
a mi recuerdo-lanza
que yo amaba?

Cada vez que te amo…

Cada vez que te amo
vida y muerte
están presentes:
amanecer
y noche
paraíso
sepulcro.

Carta a un desterrado

Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Itaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estas tú donde estas.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.

Tu discreta Penélope

Carta al tiempo

Estimado señor:
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce
y sus zapatos.
Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.
El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohíbo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.
Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.

Círculos

Otro círculo
amor
que hemos cumplido
¿será este el último
en cerrarse?

¿Cómo será el encuentro?

¿Cómo será el encuentro?
Descarnados los dos
sin tu mirada
sin mis labios
posándose en los tuyos.
Partículas de luz quizá seremos
que se atraen
se buscan
se amalgaman.

Conjura

Desde tu ausencia
llamo
de tu exilio
desde este viento sur
que te convoca
y se asemeja a ti.

Creí pasar mi tiempo…

Creí pasar mi tiempo
amando
y siendo amada
comienzo a darme cuenta
que lo pasé despedazando
mientras era a mi vez
des
pe
da
za
da.

Dame tu mano

«Hoy me gusta la vida mucho menos
pero siempre me gusta vivir»…
César Vallejo

Dame tu mano
amor
no dejes que me hunda
en la tristeza
Ya mi cuerpo aprendió
el dolor de tu ausencia
y a pesar de los golpes
quiere seguir viviendo.
No te alejes
amor
encuéntrame en el sueño
defiende tu memoria
mi memoria de ti
que no quiero extraviar.
Somos la voz
y el eco
el espejo
y el rostro
dame tu mano
espera
debo ajustar mi cuerpo
hasta alcanzarte.

Deshoras

A veces
pienso en ti
en lo que pudo ser
en tu ternura presa
en las deshoras.

Desahogo fugaz

Soy una chispa
en la tierra
un desahogo fugaz
del corazón que nos piensa.

Día de lluvia

Nunca más esta lluvia
ni esa mancha de luz
en el peñasco
ni el borde
de esa nube
ni tu inmóvil sonrisa
fugitiva.
Nunca más este instante
que ya me dice adiós
desde tus ojos.

El muro de las sonrisas

Cuando el amor se aja
se marchita
se te vuelve amarillo
no hay remedio
sólo te queda
la sonrisa.
Cuando te sientes sola
entre sus brazos
y tu piel es frontera
y no te brota el llanto
sólo te queda
la sonrisa.
Cuando te sientes sola
entre sus brazos
y tu piel es frontera
y no te brota el llanto
sólo te queda
la sonrisa.
Cuando el canto se oxida
y el paisaje
y todo lo vivido
es un espectro
tu único refugio
es la sonrisa:
ese muro cerrado
impenetrable
sin ayeres
sin hoy
y sin mañanas
donde todos los sueños
se hacen trizas.

Epílogo

…existen los barrotes
nos rodean
también existe el catre
y sus ángulos duros
y el poema río
que nos sostiene a todos
y es tan sustantivo
como el catre
el poema que todos escribimos
con lágrimas
y uñas
y carbón.

Eres recuerdo

No sé si con tu muerte
has quedado a la zaga
¿eres recuerdo?
o has dado un salto
repentino
que yo tendré que hollar
hasta alcanzarte.

Ese beso de ayer…

Ese beso de ayer
me abrió la puerta
y todos los recuerdos
que yo creí fantasmas
se levantaron tercos
a morderme.

Estás vivo en mi pecho…

Estás vivo en mi pecho
y sólo yo te siento.
Eres el alquimista
que transforma en poesía
nuestro llanto.

Extraño huésped

Es extraño este huésped
este amor
cuanto más me despoja
más me colma.

Florecen los almendros…

Florecen los almendros
en Mallorca
y no estás para verlos.
De mi balcón anoche
los vi fosforecer.
Te llamé por tu nombre,
conjuré tu fantasma,
te perfilé de pétalos caídos
y una ráfaga de aire
te rasgo.

Fronteras

Fui la nube
y la lluvia
y el mar
y quiero ser la tarde
y la muralla
y tú.

Hoy es noche de sombras…

Hoy es noche de sombras
de recuerdos-espada
la soledad me tumba.
Nadie que aguarde mi llegada
con un beso
y un ron
y mil preguntas.
La soledad retumba.
Quiere estallar de rabia
el corazón
pero le brotan alas.

Insomnio

Digo amor
y lacera mi cuerpo
el desamparo.

Instantes

Sólo éste ahora es mío
este momento
el pasado escapó
y no vislumbro el rostro
del futuro.

La mariposa

Ya la ceiba no existe
derrumbaron mi ceiba
se hicieron añicos los espejos
eché a secar mi Río
y se escondió la luna.
Estoy vacía de deseos
mi espada
en su estuche de satén.
¿Por qué ahora
por qué
busca seducirme
la poesía?
Entró por la ventana
y se posó en mi mano
la miré con nostalgia
se entreabrieron mis labios
y con un leve soplo
la alejé.

Lamentación de Ariadna

No te pierdas, Teseo
vuelve a mí.
La playa está desierta
tengo los pies sangrientos
de correr en tu busca
¿será que me engañaste
dejándome dormida en esta isla?
Perdóname, Teseo
¿Recuerdas nuestro encuentro?
amor eterno me juraste
y yo te di el ovillo
y volviste a la luz
después de haber destruido
al minotauro.
¿Te secuestró algún dios
sintiéndose celoso?
No me inspiran temor
ni Poseidón
ni Zeus
es de fuego mi ira
y se alzará
desde estas aguas
hasta el cielo.
Vuelve,
vuelve, Teseo
no te pierdas
en los laberintos
de la muerte
anda suelto
el ovillo de mi amor
atrápalo, Teseo
vuelve a mí
soy tu tierra
tu luna
tu destino.
Clava en mí tus raíces.

Mi laberinto es circular…

Mi laberinto es circular
voy cavando en el aire
con los ojos clavados
en la muerte
que me bebe
y me bebe
en cada vuelta.

Muero de a poco, amor…

Muero de a poco, amor
no es la muerte sorpresa
que deseaba
la que libera
y lanza
es la otra
la lenta
la que corta en pedazos
da estocadas
y de perfil se escurre.

No pienses en mañana…

No pienses en mañana
ni me hagas promesas
ni tú serás el mismo
ni yo estaré presente.
Vivamos juntos la cima de este amor
sin engaños
sin miedo
transparentes.

No preciso conceptos…

No preciso conceptos.
No más divagaciones
ni teólogos discursos
que anestesien mi herida.
Tus palabras preciso,
la imagen de tu rostro
entre las sábanas,
tu último estertor
en mis oídos.

No puede

No puede conmigo
la tristeza
la arrastro hacia la vida
y se evapora.

Nuestro amor

Es simple nuestro amor
sin estallidos
como una de esas casas
con helechos
y alguna que otra rana
intempestiva.

Otoño

Has entrado al otoño
me dijiste
y me sentí temblar
hoja encendida
que se aferra a su tallo
que se obstina
que es párpado amarillo
y luz de vela
danza de vida
y muerte
claridad suspendida
en el eterno instante
del presente.

Pequeña muerte

Fue una pequeña muerte
tu partida.
Una muerte pequeña que me crece
cuando imagino
a veces que estás cerca
y me obstino en dar vueltas
por las calles
y regreso a mi casa
con la lluvia
cayendo
y me asalta tu voz
en la noche
sin horas.

Poema

¿Qué fue de ese poema
que no pude atrapar
el que pasó rengueando
frente a mí
con las alitas rotas?

Por las noches…

Por las noches
en sueños
más de un amigo muerto
resucita
al despertar
me pregunto
si ellos también
me han soñado.

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HAY RATAS Y RATAS… [Mi poema]
Rafael Morales [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Comprendo, yo no sé, nunca he sabido,
debajo la ciudad si hay muchas ratas,
entiendo, si es así, que andan a gatas
y salen siempre en medio de un descuido
sobre sus cuatro patas.

Mas cuentan, yo no sé si será cierto,
que abundan muchas más en superficie,
se mueven en su salsa en la molicie,
fingiendo han de llevarte hasta aquel puerto,
que el viento lo propicie.

Las ratas, esos bichos roedores
que evitan el guardar las apariencias,
cobayas que al amparo de las ciencias
a muchos nos provocan los temores
y nuestras penitencias.

Precisan de crear más hamelines,
que arrastren malolientes sus raleas,
sus formas de gozar en las peleas,
abrojos revestidos de jazmines
del diablo sus obleas.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDORafael Morales

(Premio Nacional de Literatura de 1954)

Cántico doloroso al cubo de la basura
Tu curva humilde, forma silenciosa,

le pone un triste anillo a la basura.
En ti se hizo redonda la ternura,
se hizo redonda, suave y dolorosa.

Cada cosa que encierras, cada cosa
tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.
Aquí de una naranja se aventura
la herida piel que en el olvido posa.

Aquí de una manzana verde y fría
un resto llora zumo delicado
entre un polvo que nubla su agonía.

Oh, viejo cubo sucio y resignado,
desde tu corazón la pena envía
el llanto de lo humilde y lo olvidado.

(Canción sobre el asfalto, 1954)

A unos labios sin amor

¿Para qué tanto fuego y tanta loca
plenitud de color y lozanía,
si tan sólo tenéis por compañía
la soledad de vuestra misma boca?

Buscasteis el amor y se hizo roca.
¿Para quién esa llama, esa porfía,
si vuestra roja y prieta valentía
al aire más ajeno desemboca?

Esa vibrante luz desordenada,
tras la doliente piel en la que brilla
se quedará en sí misma sepultada.

O ha de quedarse pálida, amarilla,
desmayándose lenta, calcinada,
y soñando el amor desde su orilla.

Poema del cuerpo amante

Se ha inundado mi cuerpo de un anhelo constante,
ríos de espesa sombra circulan por mis sienes,
un galopar me lleva, me arrastra no sé a dónde.
Mi carne se ha poblado de mágicos corceles.

Si me acerco a la piedra olvidada y silente,
siento latir la nada en su entraña sin nadie,
siento el mundo vacío como una ausencia inmensa,
siento una soledad hondísima en la carne.

Si reposo mi mano sobre la yerba helada,
siento que apreso un grave misterio inconfundible.
¿Quién me llama del hondo de esta sordera extraña
que el árbol sube al cielo soñado en sus raíces?

Lo desierto responde, responde eternamente
a mi anhelo de hombre, a mi llamada amante.
(La tierra, indiferente, va girando y girando
mientras los hombres siembran su ya gastada carne.)

La nada la llevamos sembrada entre las venas,
por eso nos halaga la noche sorda y grande;
pero también la vida llevamos en la frente,
que huye de la tierra para buscar el aire.

Qué terrible es, amantes, esta oquedad del mundo
cuando está llena el alma de un ansia que la colma,
y ver que un inclemente destino va poniendo,
en la amorosa carne, silencio y sombra y sombra.

Tan sólo el amor puede colmar estas ausencias
cuando la carne es grito para el amor nacido.
Tan sólo el amor colma la soledad inmensa
que siente el hombre y siente a través de los siglos.

Por eso aquí a tu lado, mujer, es cuando siento
que se inunda mi carne de celestes corceles
y que todo se puebla de tu clara presencia.
Ahora rebosa el mundo su fuego entre la nieve.

Aquí a tu lado siento que mágicos ramajes
se van abriendo lentos por mi carne de amante;
felices en su vuelo me hunden y me hunden
en la honda llamada de la carne a la carne.

Las amantes viejas

¡Ay, carne de destierro, ayer amante,
reseca carne vieja y apagada,
recuerdo ya del tiempo caminante,
desierto de ilusión, rama tronchada,
flor de la ausencia pálida y constante!

¿En dónde aquella luz de la mirada
escondió su fulgor y su hermosura?
Acaso boga ya, deshabitada,
por un cielo lejano, dulce y pura,
perdida, amor, herida y olvidada.

¡Ay, los pechos de nieve, casi vuelo,
de suave vientecillo y de manzana,
montecillos de amor, temblor de cielo!…
Como mis flores muertas en la vana
ausencia caen para buscar el suelo.

¿En dónde está la púrpura templada
de aquellos labios de mojado fuego?
Entró en ellos la noche despiadada
y todo lo dejó desierto y ciego,
todo destierro y sombra de la nada.

Beso

Mi sangre se me puebla de un ardor inefable
y en las manos me laten incomprensibles pájaros,
altas nubes oscuras, atormentados mares,
cuando acerco a tus sienes rumorosas mis labios.

Todo mi ser se inunda de infinito y hondura,
me fundo con el cielo, con la luz, con los campos,
y las piedras inertes y el arroyo tranquilo
se me acercan y tiemblan, venturosos y humanos.

¿Qué misterio celeste entre tus venas fluye?
¿Qué Dios omnipotente me llama entre tus labios?
¿Qué mares increíbles me llevan poderosos
entre adelfas y estrellas, entre nubes y astros?

Arrebatado, enorme, como huracán perdido,
mi corazón se evade y va hacia ti sangrando.
¡Ay, corazón herido de pasión y locura,
pájaro sordo, inmenso, que va ciego volando!

Apasionada esperanza

Para ti tuve sueños. Yo quería
darlos forma, color, límite exacto,
realidad absoluta, línea, tacto,
felicidad para entregarte un día.

Puse toda mi fe, la vida mía
en cada pensamiento, en cada acto,
y sin cejar y sin ningún retracto
firme seguí por si lo conseguía.

Y ya lo ves, mintió mi pensamiento
porque burla el destino a quien se empeña
en doblegar su mar, su rudo viento,
su pecho helado, su maciza peña.
Mas el amante corazón violento
aún sigue, esposa, firme en lo que sueña.

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A CUESTAS CON LAS EXCUSAS [Mi poema]
María Domínguez del Castillo [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Suponga que es usted un tarambana,
sin fuerza voluntad, por consiguiente,
un tipo al que le puede la galbana,
despierta, va y se asoma a la ventana
y ve que está nublado y se resiente.
Y dice para sí, ¡vaya mañana,
qué día tan horrible! no apetece
tener que levantarse con desgana,
me importa un pito juana ni su hermana
y al día que le den como merece
que yo quiero dormir, vuelvo a la cama.

Suponga, que esto es harto suponer,
que se ha pasado en vela media noche
y cree debe hacerse algún reproche
al tiempo que no para de toser
por culpa de un exceso en el beber
sin pausa, a discreción, a troche y moche.
Y dice para si ¡vaya resaca,
qué mal cuerpo que tengo, qué ladrona,
preciso un rato más dormir la mona,
y a faena que la zurzan por bellaca
por ser tan exigente y por mandona.

Que excusas, tú bien sabes son excusas
de un falso pagador, mas su insistencia
se avienen a aplacar a la conciencia,
la misma de a sabiendas que tú abusas
tratando de fingir que son confusas.
Y dices para ti, vaya modorra,
mañana es otro día, que mañana
haré lo que hoy no hago con la gorra.
Si no, yo puedo hacerlo otra semana,
ni dios hoy me levanta con la porra.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  María Domínguez del Castillo

ANTIPOÉTICA PARA EL SIGLO XXI

Lo que prosiguió a la caída
finisecular
fue una tierra llena de cadáveres de plantas
una cama de hojas secas que empezaban a quebrarse bajo los dedos
las semillas de ambos sexos el abono más hermoso

Pero el terrible temor

de que los ojos del mundo habían contemplado ya
todas las especies
de que los labios del mundo habían sentido
el aroma de todas las flores

Y la terrible certeza

de que los padres del siglo habían creado ya
con las hojas de los muertos
las flores nuevas.

(Inédito)

TEXTURAS Y EL SILENCIO

Y el amor por las texturas, por las
texturas del viaje,

del trayecto,

la textura de los campos,

los campos verdes,
los olivos,

la tierra seca,

las piedras que se deshacen, el polvo, el árido sur.
El óxido de las vallas vendando los cementerios,
la fugacidad de las nubes,
las curvas de las nubes empujadas por la luz.
La intangibilidad del vuelo de las palomas,

del vuelo geométrico de las aves,

las hojas redondas y las afiladas
y el cabello de un anciano que pasea entre los olivos,
y la nieve que agoniza, aún, en las cumbres templadas
o las alas de un avión que desgarra el cielo.

Dime, y las texturas, quién las llama

quién las llama, quién

las nombra,

quién es capaz de evocarlas.

(NADIE NADIE NADIE)

Y las texturas, quién.

Las texturas pertenecen al mundo del silencio.

(Presente y el mar, 2017)

Ha de colocarse un pie precisamente frente al otro
obedecer escrupulosamente a la política de las líneas
conformarse con la luz de las farolas soportar la sombra del acero

entre los canales

por donde escapa el aire,

de un espacio a otro,

buscando unos pulmones

Viento te cortas en las

esquinas

en cada ventana en cada

ángulo de cristal

Han de aplicarse tres gotas de colirio en cada ojo
retirarse cuidadosamente el polvo la ceniza
cada cinco minutos
Dónde está la cal de las paredes
La fuente el adoquín el azahar

El rayo herido por la torre
Shard of Glass qué hiciste del rayo lo ocultaste con tus luces
En los márgenes del río muere una rata
cada vez que aterriza un turista.
Sol dorado cubierto de andamios Big Ben órbita letal
First a warning llama al hombre then the hour irrevocable
se acumula en la ribera un manillar de bicicleta condones colillas jeringas usadas
En Trafalgar Square se han lanzado las naranjas amargas contra los semáforos
Ahora indican Alerta Alerta Alerta un charco en el suelo no es sueño la vida
Una ardilla aplastada contra el asfalto tirita de frío las palomas

tienen muñones en las patas de tanto tropezar con los alambres y los cristales rotos
El río abre la boca y dice voy a dejar de ser y dice
lo dijo Stephen Hawkins hace no sé cuánto hace
el hombre blanco con su enjambre alzará los pies separará sus manos de la tierra

pisará otra tierra

que llenará también de manillares condones colillas jeringas usadas

pisará otra tierra

A través de su ojo que gira y gira
Londres no verá la resurrección de las mariposas disecadas
de los ojos amarillos de las vacas

En el lado del sol y del mar
el barrio de azahar y jacaranda
dormirá bajo las aguas.

(Inédito)

DE LA TIERRA

Hoy las sirenas han amanecido chillando

con no sé qué insectos en la garganta
con no sé qué serpientes en el cuello
con no sé qué escorpiones en los ojos

y la aspereza de un café demasiado fuerte

pero con sus cabellos cortados.

Hoy las ventanas han amanecido de nuevo
sin un mar
que nos calme y nos alivie de la prematura consciencia
con que fuimos bautizados unos pocos

de que nada es y nada vale y nada
(de que nadie es y nadie vive y nadie)

sin un mar
que nos cante y nos recite dulcemente, sereno,
las palabras atroces del tiempo.

Las aguas de los bajantes

extienden como una plaga

sus toses por la pared.

Nadie pintó las puertas con sangre de cordero.
Nadie.

(Sin un mar)

Si hay (algo),

hay un centenar de antenas
invocadas hacia el cielo, sujetando
los alientos de las fábricas

hay varios enjambres de viviendas

en que nadie vive. Habitaciones
en que nadie habita. Cuartos
cuarteados que cuartean
nuestras voces, nuestros días.

Pero existe también un jardín
vallado, donde el asfalto
va tiñendo de negro
las flores nuevas.

(Presente y el mar, 2017)

ÚLTIMO TREN DESDE LONDRES

La espera del tren bajo los suelos de Londres
hay un reloj que olvida el ciclo de las horas
que marca en rojo la cifra precisa antes del próximo tren

Bajo los suelos de Londres
existe un
gusano que surca que busca en lo oscuro
la carne indigesto alimento las canas los huesos las uñas
gusano bulímico reclama la carne su único
fin medio inicio motivo en la tierra
Caribdis de cable y acero vomitas los miembros los cuerpos
ensamblados de tal forma falda corbata maleta
mano ahuecada vacía desechos biológicos de las estaciones

En este tiempo extraño en que transcurren
los cuerpos
quietos en la sucesión geográfica
efímera quietud siempre constante dinamismo de pies quietos
[que cada mañana
vértigo conceptual no ha de pensarse en ello busca lo concreto
[mírate las manos una inmigrante
se acerca a la línea amarilla observa el reloj
se frota las manos del frío de la noche en Saint Pancras
de todas las noches los sueldos debajo de Londres

La nieve no alcanza los túneles
y sí los suburbios los barrios lejanos las gasolineras

En cada estación
londinense
el viento recorre los túneles grita recuerda
a todos los hombres, al hombre, que ocupan su espacio.
Existe un vértigo dulce y extraño en el límite el borde
más allá de la línea amarilla.

Y todos los hombres que sueñan pisar ese extremo
rezan a quién rezan a un charco un tropiezo un despiste
La pantalla marca el número exacto
en rojo los cuerpos elevan el rostro se abren las puertas
sutura imperfecta rezuma los cuerpos
desprende un olor
sonámbulos tienen la flecha clavada en la frente
La inmigrante aúpa a su cría con el brazo derecho
y deja de ser a este único lado del tren esta vía
El día cadena de números rojos que van sucediéndose
en una pantalla electrónica, un nido de insectos
debajo del suelo de Londres.

Please mind your heads, please mind your hands
Please mind your lives
If you notice something suspicious, well, you have reached the
level of consciousness ignored by so many, this side of the truth,
my unfortunate ones
Un punto de fuga barras amarillas que cruzan el aire
de un extremo a otro se cierran las puertas.

Ahora no existe otro cuerpo
hay ausencia de manos
El resto es recuerdo de nieve y ventanas oscuras.

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LA CASA POR EL TEJADO [Mi poema]
David Acebes Sampedro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

He soñado, mas dudo si he soñado.
Y ¡qué importa saber si ha sido un sueño!
Que empezamos la casa en el tejado,
y hoy la misma ya se ha desmoronado
y hemos muerto los dos en el empeño.

He soñado. Y hoy sé que no he soñado
pues que a mi me lo dijo un adivino.
Que el terreno ya estaba muy embarrado
y quisimos seguir, y hemos pagado
recogiendo los posos de aquel vino.

He soñado que vino un viento suave
intentando sacarnos del hechizo
atrancando la puerta con su llave.
Y antes ya que el desánimo socave
del amor nuestro lazo se deshizo.

Que otro gallo quizás nos cantaría
con los pies apoyados sobre el suelo
y evitando el volar, nuestra osadía,
aceptando que somos noche y día,
que lamentos no sirven de consuelo.

He soñado. Parece que fue ayer
que intentamos subirnos a una cima
y hoy hay niebla y empieza anochecer
contemplando que nada ya hay que hacer,
solo queda la bruma y la calima.
©donaciano bueno

#Soñar, es lo que único que nos queda? Share on X

MI POETA SUGERIDODavid Acebes Sampedro

(X Premios Literarios convocados por el Ateneo Blasco Ibáñez de Valencia)

Enigma» Infantil 

Puede ser un inconsciente
y, de paso, muy valiente.

Con su lámpara brillante
y su ingenio desbordante,
ay de aquél que lo desplante
y lo tosa en el turbante.

No parece que se obceque
el que vive como un jeque.

Pues, pensando en el presente,
el que tira “pa’ delante”,
tiene todo menos cheque.
[Aladino]

Enigmas» Infantiles 

Por comer una manzana,
descuidé la dieta sana.

¿Quién será la que me empuja?
¿Una Reina o una bruja?
Es, tal vez, una granuja
con tacones de maruja.

Venga, pues, este consejo:
«No te mires al espejo».

Pues, aparte de una cana,
al romperse la burbuja,
te florece el entrecejo.
[Blancanieves]

Enigmas» Infantiles 

En un pueblo, junto al Rin,
se ha reunido el sanedrín.

Y un alcalde, inconformista,
con ratones a la vista,
ha llamado a un flautista
tan villano como artista.

Con sus notas y sus guiños,
se ha largado con los niños.

Pues, vestido de arlequín,
nada tiene de bromista
quien no sabe de cariños.
[El flautista de Hamelín]

Enigmas» Infantiles

Los tres somos muy gorditos,
mas, por suerte, rapiditos.

Uno pillo, otro listillo,
y al tercero, por soplillo,
le decimos: «tú, pardillo,
a limpiar el corralillo».

Buenas tardes, señor lobo,
¿a qué viene tanto robo?

Pues, plagados de mosquitos,
no vendemos solomillo
ni costillas en adobo.
[Los tres cerditos]

«Enigmas» Infantiles 

¿Qué es aquello que se lanza
desde el cielo de tu panza?

A las pruebas me remito,
es un niño pequeñito
con complejo de chiquito
y cabeza de chorlito.

¿O es que acaso no lo notas?
De allí viene con sus botas.

Pues quién sabe si no alcanza
-con un mínimo saltito-
la más alta de las cotas.
[Pulgarcito]

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A UN FANTASMA DE BIGOTE [Mi poema]
Juan Gelman [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

¿Qué veis? pues no soy yo, todo es postizo,
las gafas, el bigote y el sombrero,
que el pelo no se vé pues lo prefiero,
confieso que no tengo el de un erizo
mas no me desespero.

Invito a que os fijéis ahora en mi frente,
ya sé que aquí el apósito la tapa,
lo mismo que hace el viento y que solapa
la escasa inteligencia de mi mente
que a veces ya derrrapa.

Pues solo soy la sombra de un fantoche,
la imagen de un fantasma truculento,
apenas el inicio de un mal cuento
que empieza y que se acaba con la noche
en medio de un lamento.

Fijaros que por dentro no soy nada,
las tripas y un estómago maltrecho
que pronto sin dudar será desecho,
por culpa de algún hacha y de una azada,
y aquí a lo hecho pecho.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOJuan Gelman

(Premio Miguel de Cervantes 2007) 

Ausencia de amor

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.

Certezas

A ver cómo es.
Estaba quieta la inquietud por una vez.
La desazón en sazón y
¡cómo se parecía el mundo a Gerarda
envuelta en sensaciones de encaje!
Las palabras chocan contra la tarde
/y no la descomponen.

La furia no me deja solo conmigo.
Habrá que recortar la sombra militar.
¡Camaradas especialistas en esperar cansancios:
apaguen el amor dudoso
que baja humilde y despacito!

Hasta el revés del cosmos morirá!

El juego en que andamos

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

Fábricas del amor

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.

La rueda

El arco o puente que va
de tu mano a la mía cuando
no se tocan, abre
una flor intermedia.
¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
solas en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca , sí.
¿Por qué este horror?
En la página de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.

La secreta dulzura del dolor…

la secreta dulzura del dolor
es transparencia/sale
de la furiosa resignación del sueño/
suena en la boca del perdido

en su origen/en su
rumor de existencia que
le clava la cabeza al gran espanto/
al doble andar/al doble hilo/a la

no verdad del estar como no estar/
el vuelo torpe que los cría/
lo que rompe la luz/memoria

confusa por sus números/
pecho que dura como huella/
la nada que te ama/

Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

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AMOR TEMPORERO [Mi poema]
Andrés García Cerdán [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ayer bajé a la playa, el camarero
del bar donde solíamos comer
me dijo al saludar, no has de creer,
que amor no hay quien lo compre con dinero.

Al ver que estaba solo habló de ti,
no supe responder que, temporero,
así fue nuestro amor, y hoy no te espero,
lo siento, fui cobarde y le mentí.

Después me fui a la orilla y en la arena
mirando al mar me puse a meditar
dudando entre mi angustia controlar
o echándome a nadar, calmar mi pena.

Pensé decirte adiós, mirando al mar,
a nuestras confidencias con las olas.
No puedo acostumbrarme a estar a solas
atado a mi tristeza y mi penar.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Andrés García Cerdán

(Premio internacional San Juan de la Cruz, Alegría, Ciudad de Pamplona, Oliver Belmás o Barcarola.)

GRECIA (HUESOS)

Ya no les duele el golpe a las columnas
ni el invierno, a pesar de todo.
Sorprende la apostura de la piedra
en lo alto del monte. Su arrogancia
escapa, traducida en misticismo,
al odio entre los pueblos, al escarnio.
De la abrasión, del frío, del desgaste
procede tanta espiritualidad.
De su profanación y su saqueo.
Ha sido profanado su alto enigma
dórico. Que Pericles así honrara
a los dioses por su victoria
contra los persas ya se ha olvidado.
Que Fidias condujera la excelencia
de Ictino y de Calícrates. Los restos
dicen la desintegración de un mito.
Esta piedra es el diente de otro dios
al que le han reventado la boca
mientras el oro se fundía en sucias
fundiciones sin nombre. Ni siquiera
Venecia se acordó de sus orígenes:
disparó los cañones sin piedad.
Descerrajó los frisos Thomas Bruce Elgin
y aquel despojo de amazonas, guerras
de Troya, cántaros, gigantes es
—muchos siglos después— la piel de Grecia,
el esqueleto blanco de los sueños.
A la intemperie, expuestos a la luz
y a las palabras vanas de los hombres,
los huesos de los dioses se oxidan.
A veces canta un pájaro muy cerca
de allí. Su canción pura desafía
la vulgaridad, deslizándose
entre las ruinas, dulce, inacabada,
llegada desde el fondo de las fuentes
que un día estuvieron y ya no están.

B MINOR

En aquel tiempo, Kurt enchufó la guitarra,
se inclinó hacia su izquierda, habló
con el lenguaje de los ángeles
y, de un zarpazo,
cambió el curso del río Wishkah.

Cayeron catedrales. El mundo fue vendido
como si no importara nada.

Nosotros aprendimos a no pedir perdón,
a no tenerle miedo al ruido,
a revolcarnos en el suelo eléctrico.
Y aprendimos a enloquecer con calma
y a amar a aquella chica rubia
que —como todo— aún estaba por llegar
y ya se había ido.

FIGURA

Como un imán,
el poema.
.        A su paso
arrastra todo, nos arrastra.
Cedemos a su empuje,
a su reclamo
salvaje. Como el hierro
nos doblamos, como la espiga,
en su presencia.

Tratado del enemigo.

Ven, si quieres.
Hay aquí tanta noche para nosotros
que no hará falta ya más cielo,
ni más hambre,
ni más andar sobre las olas para nada.
Juntos podremos darles la vuelta a los ojos
que miran, al revés, los árboles.
Juntos tendremos tiempo para esta dulce
desesperanza que nos pone nombre
y nos lanza al vacío.
Ven, si quieres. Aquí te amo,
en el ruido de los sueños
y en el dolor inmediato de la amapola. Los ríos
se han volcado definitivamente
en las calles y en nosotros
están las cosas imprescindibles
para anunciar la vuelta de la sed.
Nuestro es el principio
de los viajes. Nuestro es hasta el final
el origen de los viajes. Nuestras
las promesas y las palabras
que llenan las carteleras del mundo.
Ya sabes que aquí hay noche
para que andemos juntos a oscuras.
Ya sabes que podemos sentirnos místicos
por delante del alma. Ven, por eso.
Habrá vodka con naranja y poemas
humanos para todos y enemigos
y, sobre todo, deseo. Ven,
ven, si quieres.
Hay aquí tanta noche para nosotros.

Verde.

Las cosas van muy bien últimamente.
La casa está ordenada. El corazón
late a un ritmo brutal. Tus sueños tienen
el desenlace ágil que quisieras.
Has encontrado algunos libros nuevos
y aprendes y descubres y despiertas.
Disfrutas de tu tiempo. Te dedican
canciones en los bares y te buscan
para sitios de culto. Desayunas
en Londres o en Venecia. Te protegen
de la desdicha y de la soledad
las musas, que además pagan las copas.
Tú lo agradeces todo. Las palabras
se presentan sin avisar y dicen
esas cosas hermosas de la vida.
Y la gente te quiere. También tú
te entregas a los otros como nunca.
Hay una chica que te ama y vas
a esa orilla del mar como una ola
de alegría. Te ven llegar las calles,
se echan a tus pies sin ningún límite.

El olor a pólvora.

Si no estuviéramos ya tan lejos de nosotros,
si supiéramos con certeza lo que hay detrás
y lo que no existe tampoco delante, en medio,
podríamos hablar tranquilamente de cosas
sin importancia e inventar seudónimos o trajes,
o maneras de no morir o lavarse el pelo.
Fácil –créeme–, si no fuéramos otros
los que vuelven a los nombres en imperfecto
y las escaleras comunes, si no la lluvia
y si no el nunca cotidiano y la sombra ajena;
si sólo alguna vez fuera posible acercarnos
a la ciudad íntima, en la que hicimos un día
una casa para sembrar nuestro dios azul
y nuestra muerte. Créeme si te digo ahora
que te odio un poco por ser tú y no quien respira
mientras escribo este poema, que me han dolido
en otro tiempo las bicicletas con que te vas
y el instante para el que no queda sino un dos
con su punto amarillo. Admite
que sería feliz jugando al póquer o ardiendo
en el fondo de un gin-tónic, porque nos quedamos
vacíos y nos falta audacia para salir
de nuevo al aire y encender nuestro olor a pólvora.

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MI POETA INVITADO: Pablo Romero

Niño y luna

Están sentados.
Uno al lado del otro, corazón adentro.
El amor arde porque está vivo
y el cuerpo es el martirio
de un cáncer insufrible
precioso.
No hay fuerza para mí
en las palabras
incapaces de condenarnos
a la pérdida o al olvido.
Están sentados.
El niño dirá una palabra
para temblar la noche:
su nombre.
Va a escribirlo en una piedra.
Con el tiempo a eso va a llamarle
perdurar
sin percatarse de que todo se borra
incluso este recuerdo.
Sin entender que crecemos
en la medida en que aprendemos
a no morir
y que ninguna palabra basta
para plantarnos de cuajo
en la memoria.
Un día están sentados.
Al siguiente nunca más.

(de La jaula del hambre, inédito)

CAMPO SANTO [Mi poema]
Carlos Pellicer Cámara [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

De corral tiene forma el cementerio,
para muchos su pista aterrizaje,
un recinto marcado en el paisaje
en que el hombre se muestra siempre serio.

Homenaje al recuerdo y al olvido,
según dicen que habita allí el pasado,
el silencio se encuentra acomodado,
del reloj las manillas se han caído.

Tierra extraña rellena de misterio,
para aquellos, creyentes, Campo Santo,
abonado terreno para el llanto,
el divino lugar del beaterio.

¿Trascendente? quizás o intrascendente.
Lo que es cierto es que nadie a gusto acude.
¿Eludirlo? Perdonen que lo dude.
así afirme el que es Rey o el Presidente.

Y es que Dios demostrando su egoísmo
de un plumazo excluyó la competencia.
Inhumano, no atiende a la clemencia
del que sabe desliza hacia el abismo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Carlos Pellicer Cámara

Discurso a Cananea

No he de hablar de la sangre
ni de su prodigioso contenido;
ni del puño cerrado que gobierna
del lado izquierdo el regadío exacto
para que todo el cuerpo se alimente
sin que órganos o músculos carezcan
de cuanto equilibrando necesitan.

No he de hablar de la sangre,
viajera silenciosa,
el invisible y entubado pez,
vivo millón de gotas líquidamente augusto,
disciplinado al ritmo aparatoso
de un pequeño universo,
origen de razón y poesía.

La sangre,
la de los vasos siempre generosos,
la energía circulante a cada instante,
la que hereda zafiros, lodazales,
crepúsculos llorados en recuero
de amanecidos truenos militares.

No he de hablar de la sangre,
la aurora injustamente derramada
como el vino que espera al invitado
que va a llegar, pero que no ha llegado
porque un tzentzontle ha muerto en su ventana
cuando él iba a salir…

No he de hablar de la sangre
con que el niño al nacer mancha
su acto de nacimiento.

La sangre oculta en la mirada
del hombre socavón que circula en la mina,
la sangre que suda todos sus minerales.

La sangre oculta en la mirada
del hombre derrotado
en el salón de vidrio de la “justicia” humana.

La sangre oculta en la mirada
del minero dilapidado como riqueza anónima,
razonado por la avaricia
glóbulo empobrecido
en la arterioesclerosis de la mina.

La sangre oculta en la mirada
del que después de la protesta inútil
—los niños, la mujer, la calandria y el perro—
regresa al tiro envuelto en sombras miserables,
en trombas minerales,
en laringe de gases
y entre gallos de amanecer
así arrastrados como perros muertos
al rico basurero de la mina.
Dentro del gran oído de la mina
se escucha el rito de los hombres
que necesitan ocio y poesía;
hombres fragmentos de escombros,
hombres mendrugos
debajo de la mesa de capital jauría.

Canana, Cananea,
de tus tiros partieron
los primeros alientos de una aurora
que no ha dado la luz que necesito
para decir, de pueblo en pueblo,
que ya no hay tuberculosis producida por hambre
ni banquete de bodas de ciento diez mil pesos;
que ya no hay grandes puercos
que hocean entre la sangre y la traición
—¿verdad, Señor y Dios mío Jesucristo?—
que así Pérez Jiménez y Trujillo y Somoza y Batista
y Rojas Pinilla y Castillo Armas
—el inefable “azul” de Guatemala—
(¡sean, pues, más bandidos pero menos ridículos!)
me impiden con su estiércol caminar por mi América.

Canana Cananea, ¿imaginas el día
en que venga a decirte a tu oído de cobre,
que no habrá más reuniones con visos de naufragio
en Panamá, donde el primer Roosevelt
cometió el panamá
que dejó sin su brazo glorioso a Colombia?
¿Allá, donde Bolívar llora más aún que en Caracas?

Tu sangre y tu protesta son el árbol que aguarda
su banderín de pájaros,
rodeados girasoles de salud y belleza
poblados de palabras que convengan al hombre.

Canana Cananea,
tu nombre suena a arenas movidas por el agua
en que se baña el día surgido de tu pecho,
joven como el tumulto que agrupa tu escultura
apretada de brazos con que abrazas a México.

Sobre muros que duelen pintó Diego Rivera
la entrada y salida de la mina.
Chorrean dolor y rabia y vergüenza. Yo vi
pintarlos, cuando el día brotaba de mis manos
y entre huracanes de águilas rompí mi corazón.

Para encumbrar luceros tengo la voz a ti.
Tus noches minerales acarrean relámpagos
que abren en un fulgor las tormentas del mundo.
Llevo la cuenta de túneles de avaricia y cansancio
y en el rayo de sol que de Tabasco tengo,
he de contar un día, cuando vuelva a Tabasco,
lo que pesa el diamante que arrancaste al subsuelo:
huelga de Cananea,
¡alborea! ¡alborea! ¡alborea! ¡alborea!
De: Cuerdas, percusión y aliento

ELEGÍA NOCTURNA

Ay de mi corazón que nadie quiso
tomar entre mis manos desoladas.
Tú viniste a mirar sus llamaradas
y le miraste arder claro y sumiso.

(El pie profundo sobre el negro piso
sangró de luces todas las jornadas.
Ante los pies geográficos, calladas,
tus puertas invisibles, Paraíso.)

Tú que echaste a las brasas otro leño
recoge las cenizas y al pequeño
corazón que te mueve junta y deja.

Alguna vez suspirarás, alguna
noche de soledad oirás mi queja
tuya hasta el corazón como ninguna.

Al dejar un alma

Agua crepuscular, agua sedienta,
se te van como sílabas los pájaros tardíos.
Meciéndose en los álamos el viento te descuentan
la dicha de tus ojos bebiéndose en los míos.

Alié mi pensamiento a tus goces sombríos
y gusté la dulzura de tus palabras lentas.
Tú alargaste crepúsculos en mis manos sedientas:
yo devoré en el pan tus trágicos estíos.

Mis manos quedarán húmedas de tu seno.
De mis obstinaciones te quedará el veneno,
flotante flor de angustia que bautizó el destino.

De nuestros dos silencios ha de brotar un día
el agua luminosa que dé un azul divino
al fondo de cipreses de tu alma y de la mía.

Amor sin nombre

Amor sin nombre, ámbito destino
de ser y de no estar. Tu pronto asedio
sostiene mi dolor y anula el tedio
de copa exhausta o apretado vino.

En un alto silencio, un aquilino
palmo azul de silencio, vivo. En medio
de la infausta paciencia de tu asedio
abro las jaulas y desbordo el trino.

Por ti cuelgo coronas en los muros;
por ti soy más fugaz y en los maduros
soñares aligero tus canciones.

Y te llevo en mi ser y has recogido
la actitud que en Florencias o Bizancios
consagra sus palomas al olvido.

Canto destruido

¿En qué rayo de luz, amor ausente
tu ausencia se posó? Toda en mis ojos
brilla la desnudez de tu presencia.
Dúos de soledad dicen mis manos
llenas de ácidos fríos
y desgarrados horizontes.

Veo el otoño lleno de esperanza
como una atardecida primavera
en que una sola estrella
vive el cielo ambulante de la tarde.

Te amo, amor, y nada estoy diciendo
para llamarte. Siento
que me duelen los ojos de no llorar. Y veo
que tu ausencia me encuentra
como el cielo encendido
y una alegría triste de no usarla
como esos días en que nada ocurre
y está toda la casa
inútilmente iluminada.

En la destruida alcoba de tu ausencia
pisoteados crepúsculos reviven
sus harapos, morados de recuerdos.
En el alojamiento de tu ausencia
todo lo ocupo yo, clavando clavos
en las cuatro paredes de la ausencia.

Y este mundo cerrado
que se abre al interior de un bosque antiguo,
ve marchitarse el tiempo,
despolvorearse la luz, y mira a todos lados
sin encontrar el punto de partida.

Aunque vengas mañana
en tu ausencia de hoy perdí algún reino.

Tu cuerpo es el país de las caricias,
en donde yo, viajero desolado
-todo el itinerario de mis besos-
paso el otoño para no morirme,
sin conocer el valor de tu ausencia
como un diamante oculto en lo más triste.

Discurso por las flores

A Joaquín Romero

Entre todas las flores, señoras y señores,
es el lirio morado la que mas me alucina.
Andando una mañana solo por Palestina,
algo de mi conciencia con morados colores
tomó forma de flor y careció de espinas.

El aire con un pétalo tocaba las colinas
que inaugura la piedra de los alrededores.

Ser flor es ser un poco de colores con brisa.
Sueño de cada flor la mañana revisa
con los dedos mojados y los pómulos duros
de ponerse en la cara la humedad de tos muros,

El reino vegetal es un país lejano
aun cuando nosotros creámoslo a la mano.
Difícil es llegar a esbeltas latitudes;
mejor que doña Brújula, los jóvenes laúdes.
Las palabras con ritmo —camino del poema—
se adhieren a la intacta sospecha de una yema.
Algo en mi sangre viaja con voz de clorofila.
Cuando a un árbol le doy la rama de mi mano
siento la conexión y lo que se destila
en el alma cuando alguien está junto a un hermano.
Hace poco, en Tabasco, la gran ceiba de Atasta
me entregó cinco rumbos de su existencia. Izó
las más altas banderas que en su memoria vasta
el viento de los siglos inútilmente ajó.

Estar árbol a veces, es quedarse mirando
(sin dejar de crecer) el agua humanidad
y llenarse de pájaros para poder, cantando,
reflejar en las ondas quietud y soledad.

Ser flor es ser un poco de colores con brisa;
la vida de una flor cabe en una sonrisa.
Las orquídeas penumbras mueren de una mirada
mal puesta de los hombres que no saben ver nada.
En los nidos de orquídeas la noche pone un huevo
y al otro día nace color de color nuevo.
La orquídea es una flor de origen submarino.
Una vez a unos hongos, allá por Tepoztlán,
los hallé recordando la historia y el destino
de esas flores que anidan tan distantes del mar.

Cuando el nopal florece hay un ligero aumento
de luz. Por fuerza hidráulica el nopal multiplica
su imagen. Y entre espinas con que se da tormento,
momento colibrí a la flor califica.

El pueblo mexicano tiene dos obsesiones:
el gusto por la muerte y el amor a las flores.
Antes de que nosotros «habláramos castilla»
hubo un día del mes consagrado a la muerte;
había extraña guerra que llamaron florida
y en sangre los altares chorreaban buena suerte.

También el calendario registra un día flor.
Día Xóchitl, Xochipilli se desnudó al amor
de las flores. Sus piernas, sus hombros, sus rodillas
tienen flores. Sus dedos en hueco, tienen flores
frescas a cada hora. En su máscara brilla
la sonrisa profunda de todos los amores.

(Por las calles aún vemos cargadas de alcatraces
a esas jóvenes indias en que Diego Rivera
halló a través de siglos los eternos enlaces
de un pueblo en pie que siembra la misma primavera).

A sangre y flor el pueblo mexicano ha vivido.
Vive de sangre y flor su recuerdo y su olvido.
(Cuando estas cosas digo mi corazón se ahonda
en mi lecho de piedra de agua clara y redonda).

Si está herido de rosas un jardín, los gorriones
le romperán con vidrio sonoros corazones
de gorriones de vidrio, y el rosal más herido
deshojará una rosa allá por los rincones,
donde los nomeolvides en silencio han sufrido.

Nada nos hiere tanto como hallar una flor
sepultada en las páginas de un libro. La lectura
calla; y en nuestros ojos, lo triste del amor
humedece la flor de una antigua ternura.

(Como ustedes han visto, señoras y señores,
hay tristeza también en esto de las flores).

Claro que en el clarísimo jardín de abril y mayo
todo se ve de frente y nada de soslayo.
Es uno tan jardín entonces que la tierra
mueve gozosamente la negrura que encierra,
y el alma vegetal que hay en la vida humana
crea el cielo y las nubes que inventan la mañana.

Estos mayos y abriles se alargan hasta octubre.
Todo el Valle de México de colores se cubre
y hay en su poesía de otoñal primavera
un largo sentimiento de esperanza que espera.
Siempre por esos días salgo al campo. (Yo siempre
salgo al campo). La lluvia y el hombre como siempre
hacen temblar el campo. Ese último jardín,
en el valle de octubre, tiene un profundo fin.

Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea;
esa frase sería una frase lapídea;
mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano
saldrían las palabras perfectas de mi mano.

Que la última flor de esta prosa con flores
séala un pensamiento. (De pensar lo que siento
al sentir lo que piensan las flores, los colores
de la cara poética los desvanece el viento
que oculta en jacarandas las palabras mejores).

Quiero que nadie sepa que estoy enamorado.
De esto entienden y escuchan solamente las flores.
A decir me acompañe cualquier lirio morado:
señoras y señores, aquí hemos terminado.

En el silencio de la casa, tú…

En el silencio de la casa, tú,
y en mi voz la presencia de tu nombre
besado entre la nube de la ausencia
manzana aérea de las soledades.

Todo a puertas cerradas, la quietud
de esperarte es vanguardia de heroísmo,
vigilando el ejército de abrazos
y el gran plan de la dicha.

Yo no sé caminar sino hacia ti,
por el camino suave de mirarte
poner mis labios junto a mis preguntas
-sencilla, eterna flor de preguntarte-
y escucharte así en mí ¡y a sangre y fuego
rechazar, luminoso, las penumbras…!

Manzana aérea de las soledades,
bocado silencioso de la ausencia,
palabra en viaje, ropa del invierno
que hará la desnudez de las praderas.

Tú en el silencio de la casa. Yo
en tus labios de ausencia, aquí tan cerca
que entre los dos la ronda de palabras
se funde en la mejor que da el poema.

En una de esas tardes…

En una de esas tardes
sin más pintura que la de mis ojos,
te desnudé
y el viaje de mis manos y mis labios
llenó todo tu cuerpo de rocío.

Aquel mundo amanecido por la tarde,
con tantos episodios sin historias,
fue silenciosamente abanderado
y seguido por pueblos de ansiedades.

Entre tu ombligo y sus alrededores
sonreían los ojos de mis labios
y tu cadera,
esfera en dos mitades,
alegró los momentos de agonía
en que mi vida huyó para tu vida.

Estamos tan presentes,
que el pasado no cuenta sin ser visto.
No somos lo escondido;
en el torrente de la vida estamos.

Tu cuerpo es lo desnudo que hay en mí
toda el agua que va rumbo a tus cántaros.
Tu nombre, tu alegría…
Nadie lo sabe;
ni tú misma a solas.

Esta barca sin remos es la mía…

Esta barca sin remos es la mía.
Al viento, al viento, al viento solamente
le ha entregado su rumbo, su indolente
desolación de estéril lejanía.

Todo ha perdido ya su jerarquía.
Estoy lleno de nada y bajo el puente
tan sólo el lodazal, la malviviente
ruina del agua y de su platería.

Todos se van o vienen. Yo me quedo
a lo que dé el perder valor y miedo.
¡Al viento, al viento, a lo que el viento quiera!

Un mar sin honra y sin piratería,
excelsitudes de un azul cualquiera
y esta barca sin remos que es la mía.

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CABEZA DE CHORLITO [Mi poema]
Balbina Prior [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un pájaro he plantado en mi escritorio
no sabe ni cantar, decir ni pío,
posible es que el terreno esté baldío,
se encuentre aun sin preñar en paritorio
o acaso tenga frío.

Parece como un pollo sin cabeza,
de la cacharrería un elefante,
no canta y ya no encuentra quien le cante
con su medicación que es la pereza
de un paso que es rasante.

Quizá es que se ahoga o se atraganta,
no acierta a digerir, que es principiante,
o finge que él se muestra un gran farsante
marchando a a la deriva con la manta
de un sueño, el muy tunante.

O acaso es que no existe quien le escriba
se siente en esta vida prisionero
al ver como se abrasa en el caldero
lo mismo que el salvado que se criba
la tinta en el tintero.

Se encuentra como un mono de Larache,
maestro el que firmaba de Siruela,
que dicen que jamás él fue a la escuela,
de tanto masticar algún guirlache
se le partió una muela.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Balbina Prior

Barco latino sobre el Támesis

¿Qué habría yo de buscar en este barco,
en medio de tanto cuerpo de salsa encendido,
desesperado en un país hostil a la cumbia,
que nunca baila con el tercer mundo y cerrados sus pubs
borrachos ninguna campana para nadie suena?

Londres, como si nada, flota sobre el Támesis,
inmune al pesticida derramado por todas las razas,
pero es una patera con inmigrantes sin dirección ni puerto,
como hinchado pez ilegal muerto sobre las aguas,
como petrolero a punto de vertido,
reventados ya sus tanques y a la deriva.

Desde siempre sin pasaporte como Joseph Conrad,
nada busco en esta inasible oscuridad,
nos vemos siempre obligados a avistar puerto,
y resabiados, acudimos a cualquier lengua,
cualquier alma, cualquier sexo para no estar solos.
Todos los indocumentados hemos encontrado siempre hostal
en la piel bordada del traficante, en los ásperos parques urbanos,
en la doble jornada en restaurantes griegos como Spiro,
incluso en los ojos dorados del sajón y su xenofobia,
abuso vetusto y perfumado de poder egregio.

(De En los Andenes de la Era Heisei)

Unos pocos minutos en América

aún entre la magia negra del jet lag
y la búsqueda del hotel en calle Veinte Art Decó.
Honestamente, como todo siglo un exceso,
demasiado pronto para situarse entre lo desconocido,
no queda sino la defensa propia contra el titán imposible,
del miedo una huida desesperada que me desborda.
He venido de lejos y sola, no hace falta que lo jure,
únicamente veo un agujero bruno en la pared,
librando nervioso su batalla entre los cuadros
de independencia, que nada aportarán a la historia ni al arte.

Me asomo apoyada en el quicio del Veintiuno,
me marea el violeta del drug store en la esquina,
acera izquierda y derecha, no hay paso de cebra,
y caigo en esta colcha ajada por tantos cuerpos y sus temores.

Hallaremos nuevos luminosos que nos aturdan
apoyados en el quicio del XXI, derroche ciego de lo mismo,
de frente a la nueva realidad que llegará con el alba.

Revisiones a la duda

Ayer me descubrieron un leviatán silencioso
que se ha alojado en mi más deseado trofeo,
aquel que desatara envidias por igualarlo,
el que despertó la codicia por poseerlo,
el que ofrecí por entero a ese amigo
y enemigo con el que comparto un solar
de sueños afiliados a lo imposible.
Y allí en el interior de mi estancia desolada,
al calor de mi seno se ovilla,
y ha decidido no marcharse si no a la fuerza.
No se irá a menos que le envíe
un bisturí de resplandeciente fuego,
obligándole a huir contra su voluntad de cobarde.
Habremos de luchar en desigual contienda:
contra su malignidad, mi fortaleza casi intacta;
contra su virulencia, toda constancia disponible;
y mi paciencia evitará su viscosa furia.
La lucha es a muerte y lo sé,
pero los tiempos han cambiado mucho,
ya hemos vencido aquellos tabúes,
intentamos construir andamios al maltrato,
estamos superando la exclusión milenaria
de la esfera pública y con suerte,
y mil revisiones a la duda,
acabaré con su mortal cabeza.

Casi intacto el amor

Llegado septiembre tendrá fecha nuestro contrato,
debo un par de letras al banco de la fidelidad
y tú, que el deseo te ha prestado hipoteca,
no pareces darte cuenta que el amor se hunde
como las pinzas de la ropa caen
aullando por mi patio interior.

Dejamos hace tiempo de intentarlo,
cuando la costumbre como el polvo
se había posado sobre nuestro mobiliario,
cuando la desidia se acumulaba
por el suelo como vacías botellas,
y para colmo se anegó el apartamento
por las mismas goteras siempre.

No soporto que te rindas
sin condiciones, que te cruces
de brazos como si ya el agua hubiera
llegado al cuello de la última ruptura.
No me dejas alternativa,
morir en los caninos del incierto destino,
probablemente soledad afilada,
o disparar con el fusil de mi abuelo
nuestra cómoda vida diaria;
morir al grill de un amor casi intacto,
o matar por dichas más imaginadas que ciertas.

Te has empeñado ciegamente
en arrastrarme atada a tus noventa
caballos, hirviendo mis manos y mi espalda,
por ti, desabrido amor.
Doy por seguro que despertaré a balazos
y todos estos años como sesos
esparcidos por la pared.

Una oficina propia

Nuestra tarea no es ya recolectar madura fruta
con trampa mortal que se muerda.
Ahora que en la casa dejamos atrás las naves hundidas,
sin olvidar la flor en el cabello
que nos perfuma desde generaciones,
no seremos más
púgiles en un ring sexual de barro,
superdotadas para el teatro del amor,
aficionadas al abalorio antes de iniciar la pubertad,
al ritual de cuerpos engastados en aceites nocivos
para que resbalen todas las enemigas.

No soy cobarde si eso me llaman,
desafío las etiquetas pasajeras de verde disputa
y negro fango, y no gritéis al viento parciales victorias,
si quisiera también hubiera ascendido
por el puente de plata que al deseado trofeo conduce.
Pero si frotamos bien el siglo Veintiuno,
nos permite formular un único sueño:

Él ya no será más mi oficina.
No será su cuenta bancaria,
ni una VISA ORO, corazón de plástico en su cartera,
el ansiado puesto de trabajo.
Él nunca más será nuestra oficina,
el sólo tragaluz para un sótano sombrío,
la única hiedra por la que escalar
el muro a un despacho propio.
Si aún queréis zurcir, cosed líquido valor a vuestras hijas,
en un top Delacroix de pecho desnudo y caminad, caminad.

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EL JUEGO DE LA PENA Y LA ALEGRÍA [Mi poema]
Vicente Huidobro [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Jugando van la pena y la alegría
buscando cada cual si a la otra gana,
zurrando la una a la otra la badana,
tratando destacar en la porfía.

La pena lleva arrastras su condena,
al ver que se ha olvidado del pañuelo
las lágrimas rebotan por el suelo
temiendo ser sujetas de la trena.

En esto entra en escena la sonrisa
un órdago lanzando al contrincante,
mostrando a la asistencia un buen talante
que el cuerpo no le llega a la camisa.

Comienza la somanta de reproches,
haciendo una defensa de atributos,
los dos así pasando los minutos
igual que hacen los días y las noches.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Vicente Huidobro

Noche

Sobre la nieve se oye resbalar la noche.
La canción caía de los árboles,
Y tras la niebla daban voces.

De una mirada encendí mi cigarro.

Cada vez que abro los labios
Inundo de nubes el vacío.
En el puerto,
Los mástiles están llenos de nidos,

Y el viento
gime entre las alas de los pájaros.

LAS OLAS MECEN AL NAVÍO MUERTO

Yo en la orilla silbando,
Miro la estrella que humea entre mis dedos.

Ella

Ella daba dos pasos hacia adelante
Daba dos pasos hacia atrás
El primer paso decía buenos días señor
El segundo paso decía buenos días señora
Y los otros decían cómo está la familia
Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo

Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza

Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla

Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma

Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas.

Camino

Un cigarro vacío

A lo largo del camino
He deshojado mis dedos

Y jamás mirar atrás

Mi cabellera
Y el humo de esta pipa

Aquella luz me conducía
Todos los pájaros sin alas
En mis hombros cantaron

Pero mi corazón fatigado
Murió en el último nido

Llueve sobre el camino
Y voy buscando el sitio
donde mis lágrimas han caído

Días y noches te he buscado

Días y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde cantas
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo
Te has perdido entre las lágrimas

Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado

Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro
Lo haces rey coronado por tu mano

El célebre océano

El mar decía a sus olas
Hijas mías volved pronto
Yo veo desde aquí las esfinges en equilibrio sobre el alambre
Veo una calle perdida en el ojo del muerto
Hijas mías llevad vuestras cartas y no tardéis
Cada vez más rápidos los árboles crecen
Cada vez más rápidas las olas mueren
Los récord de la cabeza son batidos por los brazos
Los ojos son batidos por las orejas
Sólo las voces luchan todavía contra el día

Creéis que oye nuestras voces
El día tan maltratado por el océano
Creéis que comprende la plegaria inmensa de esta agua que cruje
Sobre sus huesos

Mirad el cielo muriente y las virutas del mar
Mirad la luz vacía como aquel que abandonó su casa
El océano se fatiga de cepillar las playas
De mirar con un ojo los bajos relieves del cielo
Con un ojo tan casto como la muerte que lo aduerme
Y se aduerme en su vientre

El océano ha crecido de algunas olas
El seca su barba
Estruja su casaca confortable
Saluda al sol en el mismo idioma
Ha crecido de cien olas

Esto se debe a su inclinación natural
Tan natural como su verde
Más verde que los ojos que miran la hierba
La hierba de conducta ejemplar

El mar ríe y bate la cola
Ha crecido de mil olas

Fatiga

Marcho día y noche
como un parque desolado.
Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos;
miro el cielo y su hierba que aprende a cantar;
miro el campo herido a grandes gritos,
y el sol en medio del viento.

Acaricio mi sombrero lleno de luz especial;
paso la mano sobre el lomo del viento;
los vientos, que pasan como las semanas;
los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre;
las luces, que pasan como los meses;
cuando la noche se apoya sobre las casas,
y el perfume de los claveles gira en torno de su eje.

Tomo asiento, como el canto de los pájaros;
es la fatiga lejana y la neblina;
caigo como el viento sobre la luz.

Caigo sobre mi alma.
He ahí el pájaro de los milagros;
he ahí los tatuajes de mi castillo;
he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós.

Caigo de mi alma.
Y me rompo en pedazos de alma sobre el invierno;
caigo del viento sobre la luz;
caigo de la paloma sobre el viento.

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SI TE HE VISTO NO ME ACUERDO [Mi poema]
Roberto Bolaño [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

(2 Sonetillos)

Me encuentro con mi pasado,
le guiño y no me saluda,
presiento, no tengo duda,
que el muy tuno me ha olvidado.

No piensen que me ha enfadado,
¿que él me ignore? me la suda,
pues me he cambiado de muda
y del lastre liberado.

No me permuto por nada,
como soy yo estoy contento
con la vida parrandeando.

¿El remedio? una pomada,
le aplico un poco de ungüento
y al ayer le vayan dando.

Mas si a nacer yo volviera,
lo que no creo es probable,
mostraría más amable
a mi cara y mi cartera.

La cara, la puñetera,
-que ahora no es nada sociable-,
que el amor fuera palpable
si se observa desde fuera.

Y ¿qué decir del dinero
que a la fecha no hayan dicho?
Que fuera más generoso.

Mas, ya puestos, lo primero,
si he de darme algún capricho,
escribir algo gracioso.
©donaciano bueno

#Y tú, tienes ya esa pomada...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Roberto Bolaño

(Premio Herralde en 1998 y Premio Rómulo Gallegos en 1999)

Godzilla en México

Atiende esto, hijo mío: las bombas caían
sobre la Ciudad de México
pero nadie se daba cuenta.
El aire llevó el veneno a través
de las calles y las ventanas abiertas.
Tú acababas de comer y veías en la tele
los dibujos animados.
Yo leía en la habitación de al lado
cuando supe que íbamos a morir.
Pese al mareo y las náuseas me arrastré
hasta el comedor y te encontré en el suelo.
Nos abrazamos. Me preguntaste qué pasaba
y yo no dije que estábamos en el programa de la muerte
sino que íbamos a iniciar un viaje,
uno más, juntos, y que no tuvieras miedo.
Al marcharse, la muerte ni siquiera
nos cerró los ojos.
¿Qué somos?, me preguntaste una semana o un año después,
¿hormigas, abejas, cifras equivocadas
en la gran sopa podrida del azar?
Somos seres humanos, hijo mío, casi pájaros,
héroes públicos y secretos.

Los detectives perdidos

Los detectives perdidos en la ciudad oscura.
Oí sus gemidos.
Oí sus pasos en el Teatro de la Juventud.
Una voz que avanza como una flecha.
Sombra de cafés y parques
Frecuentados en la adolescencia.
Los detectives que observan
Sus manos abiertas,
El destino manchado con la propia sangre.
Y tú no puedes ni siquiera recordar
En dónde estuvo la herida,
Los rostros que una vez amaste,
La mujer que te salvó la vida.

El mono exterior

¿Te acuerdas del Triunfo de Alejandro Magno, de Gustave Moreau?
La belleza y el terror, el instante de cristal en que se corta
la respiración. Pero tú no te detuviste bajo esa cúpula
en penumbras, bajo esa cúpula iluminada por los feroces
rayos de armonía. Ni se te cortó la respiración.
Caminaste como un mono infatigable entre los dioses
pues sabías -o tal vez no- que el Triunfo desplegaba
sus armas bajo la caverna de Platón: imágenes,
sombras sin sustancia, soberanía del vacío. Tú querías
alcanzar el árbol y el pájaro, los restos
de una pobre fiesta al aire libre, la tierra yerma
regada con sangre, el escenario del crimen donde pacen
las estatuas de los fotógrafos y de los policías, y la pugnaz vida
a la intemperie. ¡Ah, la pugnaz vida a la intemperie!

La griega

Vimos a una mujer morena construir el acantilado.
No más de un segundo, como alanceada por el sol. Como
Los párpados heridos del dios, el niño premeditado
De nuestra playa infinita. La griega, la griega,
Repetían las putas del Mediterráneo, la brisa
Magistral: la que se autodirige, como una falange
De estatuas de mármol, veteadas de sangre y voluntad,
Como un plan diabólico y risueño sostenido por el cielo
Y por tus ojos. Renegada de las ciudades y de la República,
Cuando crea que todo está perdido a tus ojos me fiaré.
Cuando la derrota compasiva nos convenza de lo inútil
Que es seguir luchando, a tus ojos me fiaré.

Lluvia

Llueve y tú dices es como si las nubes
lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras
el paso. ¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?
Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,
esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?
La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos
en el Misterio, su hermanastro. Así esta tarde
que consideras similar a una tarde del fin del mundo
más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo
una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida
en la memoria: el espejo de la Naturaleza. O bien
la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos
que resuenan en el camino del acantilado importan;
Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya
en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo
del Paseo Marítimo. Pero no puedes perderte.

I

He soñado labios
(¿Solitarios y abiertos? ¿Partidos por el viento?)
Labios como corazón de ornitorrinco
Se mueven entre las ramas Nada se escucha
(¿Han quitado el sonido? ¿El sonido bajo los árboles?)
Labios húmedos que sonríen al final de mi sueño
Sobre un fondo de hojas El empapelado
de esta pieza de hotel Dibujo tenaz
Rumor del medievo

II

Los floreros disimulan
La puerta del Infierno
Con cierta clase de luz
Y a determinada hora
De repente te das cuenta
Ese objeto es el terror

III

Escribe el sexo rojo atravesado por palmeras grises.
Similar es este eclipse a tus lentes que caen al abismo.
En la sala de lecturas del Infierno.
Con los hombres concretos y los hombres subjetivos
y los buscados por la ley.
Poemas seleccionados de su poemario Poesía reunida.

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CUANDO SUENAN LAS CAMPANAS [Mi poema]
Melchor López [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Cuando suenan de la iglesia las campanas
me recuerdan a otros tiempos muy lejanos
en que el mundo se abarcaba con las manos,
que los sapos convivían con las ranas
y hasta dios solo era el Dios de los cristianos.

Las fronteras las marcaban los caminos,
ignorando más allá de las montañas,
los paisanos, cada cual con sus migrañas,
a los otros les trataban de vecinos,
y mentiras eran trucos o artimañas.

Donde todo se movía en la familia,
de la paz marcaba el juez sus discrepancias
cara a cara sin tener que echar instancias,
sin remilgos se oficiaba la vigilia
pues que a nadie le arrendaban sus ganancias.

En que el sitio de jugar era la plaza
y el lugar para estudiar eran escuelas,
los maestros nos llamaban sanguijuelas
y que pan no había pan, solo la hogaza,
ni dentistas y eso sí, dolor de muelas.

Y hoy que el mundo he descubierto que es tan grande
yo me siento cada día más pequeño,
me pregunto si es que aquello no fue un sueño
del que nunca he conseguido liberarme
como antaño el picadillo en un bargueño.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOMelchor López

LUGAR DEL BASILISCO

(Para Sergio Barreto)

Se petrificó el curso
señalado del sol.

El mefítico aliento
resquebrajó las piedras.

Los arbustos malditos se desploman
en las raíces yermas.

En la penumbra fósil del aljibe,
se vislumbran las mondas osamentas
de onagros y pastores,
entre un nimbo de polvo subterráneo.

No debes probar nunca de esa agua,
de ese líquido infecto
que el mismo sol desdeña.

Protégete del fuego con un velo,
guárdate del ojo que fulmina
la entraña con su rayo.

El caballero de la armadura de espejos
se extravió en los desiertos
dilatados de Libia.

Cada mañana,
con menguada esperanza,
a la sombra lacónica
de los muros de toba,
aguardamos el canto del gallo de leyenda
que aniquile a la bestia.

MÉDANO

Para Néstor y José Miguel Cuenca

¿Resurgirá aquel médano,
aquel inconcebible monstruo
de arena y ululante viento,

tragaldabas voraz
que sepultara
poblados y cisternas,

impelido por qué ira
de la tierra emanada

-¡cómo aullaban los perros,
cómo, abandonados,
gemían los tullidos
en sus pobres jergones!- ,

aquel médano,
azuzado por una turba de Berbería,
emanación malévola
del desierto
que engullera la ermita de Mozaga
y las inermes tallas de los santos?

¿Resurgirá aquel médano,
aquella duna
que avanzara implacable
como una fiera
de fauces espumosas,
acosando las sombras
repudiadas de las rameras?

¿Será acaso ese médano
la inusitada fuerza, el ávido señor
que, de una orilla a otra,
devastándolo todo, -escorias y castillos-
de todo al fin se adueñe,
el médano de médanos?

El dios Oro

Te busqué inútilmente
en mi extravío por las salas
del Museo Británico, dios Oro.
Quería tenerte ante mí,
no en la lámina oscura
de una enciclopedia,
frente a frente los dos mirándonos.
Quería ver tus ojos maliciosos
y tus brazos de basta soga,
tu cuerpo de cordones y madera,
ridículo y terrible.
Te busqué acaso
siguiendo tu llamada.

Dios Oro, pobre
dios, muñeco de palo, tosco ídolo,
en qué vitrina en qué sala cautivo,
lejos de tu isla aguardas
el día del rencor y la ira,
la hora del hacha,
del incendio y su llama desatada.
Dios Oro, dios
tahitiano de la guerra,
ay del día que te liberes
en tus fuerzas malignas,
en tus potencias sin gobierno,
en los tifones de tus climas.
El horror cegará entonces los ojos
del guardián abatido,
en el silencio de las salas
se oirá un estruendo grande
como si un furibundo cíclope
derribara los muros de su celda,
y un resplandor extraño,
con la forma temible de tu cuerpo,
ascenderá en la noche.

Dios Oro,
dios Oro,
estos versos que ahora escribo
responden quizá a una orden tuya,
a un mandato secreto, a un conjuro
que somete a mi mano. Estos versos
acaso anuncian ya tu despertar,
el final del letargo,
la amenaza cercana, la venganza
contra aquellos que ríen
irreverentes, hacen chanzas
ante tu burda
imagen destructora.

Ante unos cuadros de Mark Rothko

Sí, usted fue, Mark Rothko,
el último dios vivo. Sí, el último
dios. O su enviado.

Sentado ante sus cuadros, conmovido,
oyendo ahora en esta sala
la música que suena, mueve
silenciosa las cuerdas, los colores,
las franjas paralelas
de su pintura,
con mi espíritu al fin
hallando su reposo, sosegándose,
ya aquietada mi carne
en su pobre materia,
vencidos los deseos,
las ansias doblegadas,
postrado como en una iglesia
levemente alumbrada
donde apenas se oyesen en el eco
algunos pasos, siento
que, si me concentrara,
si mi mirada se abriera, cerrándose,
ciega en sus ojos, hacia adentro,
lograría llegar
allá donde usted, Rothko, pintaba,
lograría pasar
sin dolor, casi sin esfuerzo, sí,
al otro lado.

Catacumbas de San Francisco

Para la calavera de Juan Llampallas

Aquí yace Manoel Gomes dos Santos.
Aquí yace Maria Albina de Sá Nasareth.
Aquí yace Custódio Luiz de Miranda.

Los enterrados próceres de Oporto
ya no lucen sus finas galas,
abajo, en las tumbas coronadas
por huesos y macabros coros de calaveras.

Los enterrados próceres de Oporto
ya no pueden oír, arriba,
en el templo, el canto de los ángeles
declarando la gloria de la vida
que todavía fluye, poderosa,
entre profusos oros vegetales.

Aquí yace Thomas Leite Ferreira.
Aquí yace Maria Emilia Braga.
Aquí yace.
Aquí.

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José Luis Giménez-Frontín

El vecino exigente

Oh vecino exigente,
que en la página he puesto,
pero bien sé que apenas
he sabido ser fiel y ser constante
a tu extraño mandato.

Cansada está mi vista para las tenues letras
que escribes cuando duermo.
Cerrados mis oídos al susurro
por el ruido constante.
Ando como un anciano por las noches,
y hay vértebras roídas
que con dolor humillan mi cintura
y me alejan de ti,
oh voz que escucho a veces
y a quien siempre traiciono
cuando vuelvo a ser joven.

Oh vecino inquietante.

Es tuya la mirada del lector
que estos versos recuerda.
Es tuyo su apiadado pensamiento,
la lengua que le forja
y la contemplación
que siempre le contempla
desde el vacío, clamoroso y denso

VOSOTROS TAN DADIVOSOS [Mi poema]
René Mauricio Gordillo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Vosotros, los que sois tan buena gente
que hacéis un lado a parte a la razón,
propensos a morir de compasión
si os pide una limosna un indigente
y os toca el corazón.

Vosotros tan humanos, dadivosos,
de un alma que se os cae hecha pedazos,
que andando vais brindando los abrazos,
mostrando a los demás que sois viciosos
del bien, unos buenazos.

Vosotros tan sensibles, tan amables,
tan llenos de impecables sentimientos,
que al mundo no guardáis resentimientos,
deseosos de mostrar que sois culpables,
tan llenos de aspavientos.

Vosotros, pregoneros mentirosos,
que alarde hacéis por dar golpes de pecho,
que siempre recordáis que no hay derecho,
los mismos que altruistas, generosos,
soltáis que a lo hecho pecho.

Vosotros sois los mismos egoístas,
que al niño antes de hacerse habéis matado,
o hipócritas, miráis hacia otro lado,
haciendo que no veis como turistas
que no se han enterado.

Vosotros, como yo, vivís atados,
los toros disfrutando en la barrera,
viviendo lo mejor, como cualquiera,
la pena y los temores aplacados
pensando en la cartera.
©donaciano bueno

Vosotros #mentirosos presumir, de qué? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  René Mauricio Gordillo

(Premio nacional de Poesía Paralelo Cero del Ecuador)

VI

El fuego cedió ante la sombra.
La palabra siguió su camino,
los ecos rasgaron el mármol.
En sus pupilas se dilató el mundo.
En la tierra, el peso de ser tierra,
en el hombre, el peso de ser hombre.
A veces regresar a la caverna
es mirarse en el asfalto:
la imagen primer lienzo,
la tierra y luego el pensamiento.

COMO UNA HOJA

Caer al piso de crepitante espera,
el árbol lleva la paciencia
de lo creado.
Morir en un día de viento
desde un tronco inmenso
desprenderte al único momento
que tienes para amar.

Me he preguntado cómo las hormigas

tan pequeñas salen de un agujero diminuto
en el concreto.
Si no tienen dientes ni pinzas de estaño.
Han hallado su refugio ellas o sus abuelas.
Tal vez la primera hormiga vino de otro patio.
Hoy todas creen que el mundo se ha hecho para ellas.

La llave del tanque de lavar

está abierta.
Y no es una cascada porque no hay altura
Y no es un río porque no fluye
Y no es mar porque no respira
Y no es laguna porque no descansa
Es una llave abierta sobre una piedra
y la piedra tampoco es inmensa como las cascadas
ni fluye como los ríos, ni respira como el mar y tampoco
descansa como la laguna y sin embargo esta agua y esta piedra
siempre serán una sola canción.
Su sonido cabe en la lágrima.

Un lugar

El agua tiene un Agua que la conduce, el espíritu tiene un Espíritu que lo llama

-Rumi-

Si yo fuera un lugar
sobre esta carne
sería seguramente
un estuario.
Y si fuera una balsa mi corazón
y un par de remos mi manos
navegaría hacia mi mismo.
La tierra es una esfera,
pero vivir a veces es la medida
plana entre dos acantilados.
Amanece a uno y al otro lado
de la roca, anochece desde todos
los lados de la luz.
Dentro del agua hay otra agua
que rige el recorrido del retorno.

Ente amar y mar

se interpone una a,
parece un ancla
que nos fija sobre la ola
una llamada aterrizada
sobre la arena.
En el mar la letra a
puede ser un barco a kilómetros
o una niña esperando que no suba la marea,
su castillo es demasiado frágil,
una a es un pescador que retorna en
la madrugada,
una a nunca está sola en el mar
incluso cuando esperar es el tronco
viejo y apolillado en la orilla,
diremos el horizonte se une como
la letra a con lo inmenso del mar.
A veces me llega una nostalgi-a
y quisiera mandar a las a tan lejos
si es posible a China,
pero son necesarias para amar
aunque el mar olvide a cada hombre
cada hombre quisiera zarpar
con una a sobre la garganta y una h muda
en el corazón.
Los barcos arrullan al insomnio de esos hombres
Y cuando duermen, en ocasiones sueñan
en una clara, ensimismada y enorme letra e

Parques

Hallé un corazón en el parque,
no de vaca ni de persona ni de león
solo un corazón rojo y pequeño,
frágil hierba asentada.

Las moscas caminan por las venas
y el sol hace que brille a kilómetros,
como el reflejo plateado de las carreteras.

Ahora vienen los perros
lo olfatean, lo lamen
pero no se atreven a morderlo.

Yo lo recojo y lo lavo,
lo agarro con mis manos
y me lo guardo en el bolsillo.

A veces lo contemplo en la vitrina
donde están los restos que encuentro
en aquellos parques
y en esa quietud lloro
por el único corazón puro
que ha tocado la tierra,
por el ángel que observa la ciudad
desde una resbaladera.

Cometas

Vencidas por los veranos,
acurrucadas sobre los cables,
ya no alzan vuelo.
Alas de Ícaro quemadas
bajo el sol.
Las colas de aquellas cometas
rozaron demasiado cerca la felicidad
Y como somos ángeles caídos
solo queda contemplar
los restos de aquella eternidad
que solía aguardar por nosotros
y que por lo menos nos hacía
mirar al cielo.

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DEL COMER Y OTRAS HIERBAS [Mi poema]
Josefina Soria [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Como la mayor parte, de pequeño
yo era un niño goloso, glotón y muy egoísta.
Mi madre, la gran santa,
con frecuencia insistía en que a mi me comía a besos,
para ver que poco después
con rabia me reprendía:
¡hijo, ya está bien!
¿otra vez comiéndote los calcetines?
¡cuántas veces te lo tengo que decir!
o, ¡a ver cuándo, diablos, se te quita la fea costumbre de comerte los mocos!
(al percibir dos lamparones en mis gélidas narices),
y, ésta que era otra,
¡deja de meterte el dedo en la nariz, mocoso!
(al ver como lo introducía a modo de barrena),
que éste era otro de sus sonsonetes.
O, en fin, donde comen dos, comen tres.
¡Comer para engordar!

Después, de joven,
(tú, come y calla;
la comida entra por los ojos)
cuando ya empecé a soñar,
(sin conocer aún que todo en ese mundo era mentira
ni tratar de evitar el riesgo de atragantarme),
yo me quería comer el mundo
y apostillaba, con patatas.
E incluso no me importó tragarme,
así fuera injustamente,
muchos sapos.

Y hoy, ya mayor o viejo,
(para qué andarnos con eufemismos),
me he convertido en pan comido.
Me he vuelto más dadivoso e inapetente.
¿cómo será que a veces,
muchas veces,
hasta devuelvo,
(aquí entra en escena la herencia)
lo poco que pude comerme
o incluso aquello que aún no me he comido?
©donaciano bueno

#Engordar para morir...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Josefina Soria

LA MAESTRA

Cada día la vida desvelaba
el pudor escondido
en las hermosas voces.
Descubrir que doña Amparo, la maestra, no era
la torre fuerte, endurecida y fría
que pensáramos siempre.
Aquel jueves, cuando los aviones
en círculo volaron a la hora del recreo
y calleron las bombas al lado de la escuela…
Perdió la compostura la maestra.
Nos buscaba llorando
y abrazaba con fuerza cada cuerpo,
gozosamente incrédula.
Delicadamente palpaba las cabezas
y reía besándonos
como si su premio fuera estar ilesos.
Esa mañana supe
que era de carne y lágrimas
como las otras madres. Y descubrir aquello
me puso un nudo amargo en la garganta.
Es decir ya estábamos
en medio de la calle, igual que muchos.
Sin un muro,
sin una mujer grande
que fuera a protegernos de la guerra.
Que, doña Amparo, la maestra, era leña para
quemar, igual que todos.
De La oscura Gente. Ediciones Torremozas

VENDRÁ LA PRIMMAVERA

Se llenarán los árboles
de hojas y de pájaros.
Vendrá la primavera
con sus voces de trinos y savia.
Nosotros miraremos
absortos el paisaje,
sin ninguna prisa:
que ya seremos dueños de las horas.
Cuando nada pregone
la bulliciosa sangre
el tiempo será nuestro.
Nos dejarán estar
verdaderos y profundos
y no nos dolerá
que grite la arboleda,
que el astro sea hielo,
que yazga derramado
el nido de las águilas.
Sobrevendrán resueltos
los espacios inmensos,
los nuncas, los mañanas.

HORA PRIMA

Un mar lleno de peces me navega.
Abro a la vida sus compuertas altas
y en resplandor me anego.
¡Soy yo la que amanece!
¡Contempladme!
Han nacido palabras en mis labios
soñando hacerse verso.
El viento mañanero
músicas va poniendo en mi garganta.
Es temprano.
Ahora mismo
el horizonte estrena una alborada
de primorosas luces.
A esta hora no se hacen reproches.
Las falaces promesas
no han comenzado a oírse todavía
dispuestas van las horas
a dejarse llenar por la hermosura.

ABRIL

Venid conmigo, entrad. Esta es mi casa.
Sobre el húmedo césped abril camina
adensando el aroma de los pinos.
Quizás queráis llegar hasta el almendro
y preguntarle qué soñó esta noche
o volver a la higuera y convidarla
a una taza de té con yerbabuena.
¿Oís esas palomas cuyo zureo escucho?
Parece que trajeran en sus alas
aromas de azahar.
¡Son hermosas las mañanas de abril!
Contemplad como vienen pintando el horizonte.
Con su perfil convoca gorriones
en el viejo tejado.
Este es el momento de encontrar
esa dicha infinita que buscamos.
Antes que alguno se levante
abra la radio
y preso ponga el tiempo en los relojes.

OIGO TU VOZ

Oigo tu voz y llego
al delirante mundo de las rosas.
Deletreo tu nombre
y las jaras se yerguen
con su salvaje aroma
y florece el aloe
sin memoria de acíbar
y azules se perfilan
los genios de la noche.
Te acercas a llamarme
y se llenan los aires de arrebatadas voces.
El espino permite
que emerja su ternura
y su ruda presencia el cierzo guarda.
Tú y yo nos encontramos
y surge la canción definitiva
su tonada llevando hasta los astros.
Para colmar de gozo
los umbrosos caminos de la noche.

VEHEMENCIA

Y luego, un día
llegaron los deseos
a ceñirme las sienes y tus manos,
tus manos cual magnolias
ocuparon mi sangre.
Estelas que marcaron los caminos
con cauces deslumbrantes.
Qué inusitado gozo fue aprenderte.
Nunca me dijo nadie
que tan hermosa fuera
esta entrega total.
Caminar
sin saber dónde llevan los caminos.
Te seguí fascinada a donde dispusiste.
Donde Dios quiere el mundo
enhebrado en su fuego.
Sin tener más noticia.
Y encontrar que ya era
tan hermoso el amor.

ASALTO A MEDIANOCHE

Cual furiosa avalancha
que invadiera mis sueños
se acerca a despertarme
un alud de palabras.
Se apoyan en mi almohada
sugerentes, impúdicas, soberbias.
Se columpian en mis pestañas.
Danzan ante mis ojos,
que apenas pueden mantenerse abiertos.
Se arrojan en tropel hasta mi frente.
Las nombro levemente
desde mi duermevela. Las acaricio
y ellas se apoyan en mis labios
que arden.
Finalmente me levanto
tomo pluma y papel
y las voy anotando en mi cuaderno.
Ya rendida
las cito para mañana
y lo hago apresurada. Antes
de que alguien despierte
abra la puerta y se pregunte
qué nueva orgía
organicé esta noche.

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SIN TRAZABILIDAD [Mi poema]
Ángeles Mora [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Cual rana que no encuentra ningún charco
se cuelga de un arnés y se suicida,
se tira a consolarse en la bebida
y acaba como adorno para un marco.

Se sube a los tejados, llora y grita
y empieza a sospechar nadie hace caso,
decide despertarse a cielo raso
lo mismo que si fuera un eremita.

Y mira al horizonte al infinito
creyendo ser el rey de la manada,
y ve tras la montaña que no hay nada,
e incluso se ha perdido el apetito.

De pronto se da cuenta esa mañana
después de haber tomado agua bendita,
que así fuera de orujo se vomita,
que sombra apenas fue con forma humana.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOÁngeles Mora

(Premio Nacional de Poesía de España, Rafael Alberti y el Internacional de Poesía Ciudad de Melilla)

Aquel calor

Si esta noche la sombra
cayó sobre la sombra,
y el silencio su sello puso
sobre labios ya mudos,
qué puede sorprenderte.

Si aquel calor es una historia antigua
y sus cenizas las esparce el viento.

Qué puede sorprenderte,
si ya tanto llovió sobre mojado.
De «Pensando que el camino iba derecho» 1982

Buenas noches, tristeza

La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve
nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.

No sé por qué agradezco todavía
el beso frío de la calle
esta noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.

Pero acaso me calma una tibia tristeza
que ya no me apetece combatir.

Todo sucede lejos o se apaga
como los pasos que no doy.

La vida siempre acaba mal.
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que termina?
De «Pensando que el camino iba derecho» 1982

Casablanca

As time goes by…

Entre todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.

Y cómo me hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.

Manías de la ausencia y tus nostalgias.
Te noto tan cansado…
Quiero dormir contigo. Busca sólo
un poco más de sueño y de tabaco.
Quiero morir contigo.
¿Por qué no me prometes un cumpleaños más?
Las arrugas ahí sí que son cosas serias
o el paso de los días,
con mis pechos que bajan a acariciar tus manos.
Y luego cuando un labio nos elude
en la piel de las ingles, ay, no muerdas,
y nos brinca por dentro…
Pero ahora llega el tren
como un viejo caballo del National
qué diestro en los obstáculos,
qué sucia su taberna,
qué mediodía oscuro al despedirte.
Te veo tan delgado
con tus causas perdidas,
tus canas en la llama de la copa,
mi amargo luchador, .
sonriendo lentamente, como si te murieras.

Como al decirme adiós.
De «La canción del olvido» 1985

Contra ti

(Y en elogio de L. F. de Moratín)

Y si tú fueras un hombre de bien
(que no lo eres)
vendrías a mezclarte conmigo en las afueras
de Argel o de Venecia
para besar «insieme il sacro piede
e admirare le spaventose meraviglie
superbe della antichitá…»
como cantar solían los poetas.
Pero no eres hombre de bien.
Oh, si lo fueras.
De «La canción del olvido» 1985

Contradicciones, pájaros

Las verdades son la única verdad,
esas pequeñas huellas
de nuestra historia.
Si las verdades dijeran la verdad
mentirían.

Aunque las verdades
también mienten con su verdad:
la contradicción,
ese nido de pájaros crujiendo.

Las contradicciones parecen insufribles
en nuestro mundo.
Pero uno intenta
huir de ellas
como los pájaros:
huir quedándose.
De «Contradicciones, pájaros» 2000

El espejo de los espías

Estamos al fin hechos
a cierta imagen y semejanza vana
de esta violencia que se ha llamado vida.
Que cada día
nos arrastra de nuevo
para llevarnos siempre
al mismo sitio.

Así el lenguaje
acaba siempre siendo un animal
herido, un topo que no zapa,
mudo,
helado espejo de los espías.
De «Contradicciones, pájaros» 2000

Elegía y postal

No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
No es fácil deshacer las maletas un día
en otra lluvia,
cambiar sin más de luna,
de niebla, de periódico, de voces,
de ascensor.
Y salir a una calle que nunca has presentido,
con otros gorriones que ya
no te preguntan, otros gatos
que no saben tu nombre, otros besos
que no te ven venir.
No, no es fácil cambiar ahora de llaves.

Y mucho menos fácil,
ya sabes,
cambiar de amor.
De «Elegía y postales» 1994

En vano

En vano te he buscado.
Atrás quedan las horas
que tanto fueron tuyas.
Murieron.
Se fueron para siempre
con tu beso,
tu beso perdido en la cuenca
de mi mano,
roto de frío,
mientras que aquel portal sigue en su sitio,
y la casa se cae,
me dicen.
¿Sabremos algún día
por qué no merecimos tanta dicha?
De «Pensando que el camino iba derecho» 1982

La chica de la maleta

Esta fría mañana tan cerca de diciembre
no tomé el desayuno, no he leído el periódico,
no me metí en la ducha después de la gimnasia
(esta oscura mañana no quise hacer gimnasia)
no subí la persiana para asomarme al cielo
ni he mirado en la agenda las promesas del día.
Esta dura mañana con su duro castigo
he roto algunas cosas que mucho me quisieron
y salvé algunas otras porque duele mirarlas.
Me estoy haciendo daño esta mañana fría,
quisiera destruirme sin salir de la cama
o encontrar la manera de dormir un momento.

Cuando menos lo esperas, suele decir la gente,
la sorpresa aparece con sus dientes de anís.
Cuando menos lo esperas, si te fijas un poco,
verás que el aire lleva gaviotas y mensajes…
mas ya no van conmigo esos viejos asuntos.
El aire arrastra lluvias y tristezas heridas
y yo no quiero verlo cruzar como un bandido
tan guapo y tan azules sus ojos venenosos.

Esta fría mañana tan cerca de diciembre
cuando rozan los árboles de puntillas las nubes
junto a tanta miseria, tan helada ternura,
yo dejo mi impotencia, mi personal naufragio
entre estos blancos pliegues olvidado…
Aunque mi cuerpo caiga doblemente desnudo
en ese traje roto que luego es un poema.
Aunque otro sueño baje su luz por la almohada
y ya no te despierte mi voz en el jardín.
De «La guerra de los treinta años» 1989

La chica más suave

Perteneces -lo sabes- a esa raza estafada
que el dolor acaricia en los andenes.
Medio mundo de engaño conociste
y el resto fue mentira.
Has llegado hasta aquí
huyendo de mil días
que pasaron de largo.
Has llegado hasta aquí
para mostrar a todos tu inefable pirueta,
ridículo equilibrio,
ese nado a dos aguas,
piedra de escándalo,
ese triste espectáculo que ofreces,
esas gotas de miedo que salpican
tus insufribles lágrimas.
Aparta.
De «La canción del olvido» 1985

La cólera de un viento

Dormir algunas veces cuesta mucho.
Lo digo por el whisky doble
y por los calcetines que preciso
y por cómo arrancaste mi foto de tu cuarto,
con aquella amargura en los labios crispados.
Desde entonces yo trato de imitarte:
pongo cara de cínica, troceo tu corbata,
y vuelvo indiferente la almohada.
Vano intento. Guardarte en un capítulo.
Como meter el mar en un pobre agujero.
Y aquí sigo en la playa, con mi pala, mi cubo…
tan sola ya, tan roto el uniforme…
De «La guerra de los treinta años» 1989

Las hojas muertas

Igual que me sostiene
la tibia sensación de estar cayendo
por la ladera dulce del otoño
de mi vida, y acaricio
despacio –como vuelan las hojas-
mi cuerpo que ya lleva
el olor de la tarde,
así cae este poema
en el papel dorado de tu carne
y así –voluptuosa-
su letra breve te acompaña.
De «Contradicciones, pájaros» 2000

Los desastres de la guerra

Escrito está en mi alma vuestro gesto
Garcilaso

Ya no tengo virtudes públicas.
No me quedan vicios privados.
Sólo en mi corazón se agravan
las lesiones…
me dijiste riendo,
yo no sé si llorando.

Y aquí vine a escribirlo en mi cuaderno.
De «La guerra de los treinta años» 1989

Poética

Yo sé que estoy aquí
para escribir mi vida.
Que vine poco a poco
hasta esta silla.

Y no quiero engañarme.

Sé que voy a contártela
y que será mentira:
Sobre la mesa sucia
una gota de tinta.
De «Contradicciones, pájaros» 2000

Primeras soledades

Atardeceres rojos de otra edad,
Quemándome sin arder.
Ya no sabía qué decir, qué hacer.
Me pesaban las horas como lentos relojes
Que se llevara el sol en su caída.
Sabía
Que aquella luz rabiosa me llamaba desde lejos:
Algo tengo que ver con ese fuego
Que me enciende los ojos,
Mientras los árboles oscurecen
Como barcos perdidos,
Y las casas parecen blanquear un momento
Antes de convertirse en sombras, con la mía,
Recostadas en los picos de la sierra.
Lo quería entender.
Como quería saber quién era yo.
Cuántas veces le preguntaba al aire
Por sus promesas, aquello que escondía
Tan sutilmente como se deshoja la tarde
Bajo su escalofrío.
Una ráfaga helada me recorre por dentro.
Desde la baranda, mirando el horizonte,
La vi apagarse, infieles,
Extraños días que murieron sin mí
Guardándose el enigma de un nombre y su destino.
Luego el tiempo -que todo lo cura o destruye-
Me hizo fotografías de frente y de perfil
Para representarme en sociedad, darme carácter.
Y como siempre nos mide a su capricho,
Me regaló también estrellas risueñas,
Nocturnos que ardieron felices, conmigo
Llameando en otros ojos.
O crepúsculos tristes, como puertas arrancadas
De golpe, tiradas al mar sucio
Del olvido.
Y así escribí mi historia, día a día,
Sin paz en esta guerra, rojo y negro.
Aquellas primeras soledades, sin embargo,
Nunca me desvelaron su secreto:
Hermosas y crueles,
Prolongándose,
Las puedo recortar todavía
En el viejo papel del corazón,
Justo en la línea
Donde prohíbo el paso a la nostalgia.
De «Bajo la alfombra» 2008

Se piange, se ridi

Te diré que no supe si reír o llorar
después de todo
pero estaba feliz,
demasiado feliz, sospecho ahora.
Recuerdo que me hablaste
de que empezaba a amanecer,
el cielo parecía algodón sucio.
Lo más inolvidable será siempre
el aire fresco y dulce que crecía,
igual que una caricia, entre dos luces.
Yo estaba sola
y tú quisiste ser mi amigo:
que esto no rompa la amistad, dijimos.

Pero fue hermoso más que un sueño,
mucho más inquietante que un puente entre la bruma
y aquel coche sin duda más maravilloso
que un bosque de la Alhambra
y tu corazón más hondo y más extenso
que el manto de la aurora
cuando llorando me asomé al balcón
de tus ojos.

Por eso ahora escuece la distancia
como ella sola y el deseo -cruel-
asoma cada minuto
-con el peligro que eso entraña
para una sencilla amistad-
ahora no puedo menos que aceptar
lo que fue un verdadero error de cálculo:
esta suave tristeza insoportable
con la que no contábamos.
De «Cámara subjetiva» 1996

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PUSILÁNIME [Mi poema]
Alejandro Pedregosa [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Los toros no me gustan, lo confieso,
¿matar para comer? me causa pena,
la flor cuando marchita es mi condena
e incluso cuando miro y veo a un preso
el alma se me encoge, a mi me apena.

Ignoro de los gatos su lenguaje,
tampoco si los perros tienen psique,
preciso de quien sepa que me explique
a qué se debe hacer tal sabotaje,
la muerte de otro ser que justifique.

Sensible, soy sensible, tan sensible,
que a veces de pensarlo me atraganto
e intento convencer no es para tanto,
mas surge cual si fuera un sumergible
y vuelve a mi a invadirme el desencanto.

Prefiero no mirar, volverme ciego,
quisiera ser tapón en vez de oídos
echando de mi vista los sonidos,
matando hasta morir la vida, y luego
rogar a dios que no haya desvalidos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Alejandro Pedregosa

ATARDECER EN LA PLAYA DE RIANXO

La tarde era sombría
y una playa minúscula
como yo nunca habría imaginado
nos ponía de acuerdo en lo más básico:
el ruido de las olas guarda un bosque
y era verde el color del horizonte.

Yo me quedé dormido
porque a veces la vida te concede un deseo.

Tus muslos me aguantaban la cabeza
porque sabes sin la altura de mis sueños.

Entonces el invierno hizo un amago
y el bar se quedó sólo
como aquellos dos cuerpos en la orilla
que ya no eran los nuestros.

DIME ADIÓS A LA ORILLA DEL RÍO

Desde la otra orilla, justo enfrente
de nosotros,
la ciudad y sus luces
como un manto de niebla derretida.

A lo lejos el ruido de los barcos,
enormes cíclopes de vientre huero,
y una lluvia sutil y persistente
nos moja sin tocarnos.

Tal vez nunca volvamos
a la trinchera abierta de los sueños
ni a este invierno de frío apaciguado:
siempre tienen razón las despedidas.

El coche nos aleja
por carreteras bellas y escarpadas,
una música endulza los silencios,
las luces largas,
los abedules junto al río.
Del Libro Inútil Frontera

SOBRE LA VOCACIÓN LITERARIA

No todo lo que surca el aire vuela.
Observemos por ejemplo esta piedra
que abandona la mano
robusta del muchacho
para impactar en un escaparate
o en el cráneo marchito del poeta
que eres tú.

Volar requiere un punto de destreza
y una exquisita vocación de cielo;
por descontado va la valentía
de mantenerse solo,
suspenso, aleteando,
en la clara conciencia de que abajo
–espino y barro–
se apostan a millar
los tiradores.

ONG

(Elegía 1)

La chabola está al fondo, no varía
con el paso de los años: puerta de chapa,
uralita y ladrillos descarnados.
El niño sin embargo –primer plano–
sigue creciendo en cada nueva foto y sigue
con la sonrisa a medio hacer
como si la infancia –gallinita ciega–
no le hubiera alcanzado todavía.
Va creciendo este niño palmo a palmo
sin que nadie consiga arrebatarle
esa tristeza andina de los ojos,
siempre idéntico, siempre distinto, el niño,
en la dureza mineral de unos pies
entregados al barro.

Y luego está la niña
amparada en Ceilán o Bangladés,
y el grupo de arquitectos –admirables–
que brotan agua y levantan pozos
en la penuria negra de Burkina,
y la rica Cruz Roja que no es nada
si la mides con aquel
misionero comboniano y solitario
que ha montado una escuela en la mitad
del corazón azul de las tinieblas.
Y los enfermos de riñón de España,
y la eterna malaria de Guinea,
y la guerra, siempre la guerra,
allá donde se diera.

A todos hace tiempo que escribí
una carta sencilla, desflorada,
para anunciar, papá, que ya no eras,
que un cáncer había cesado para siempre
tu larga filiación
con la piedad humana.
Y todos, uno a uno, comprendieron
–porque trabajan a un palmo de la muerte–.
Y todos, uno a uno, dejaron
de mandar correspondencia.
Todos, papá, menos el niño
que testarudo crece, curso a curso,
fotografía tras fotografía,
sin resignarse a entender –igual que yo–
que tú ya no lo miras.

Se llama Yosmi y te cuenta
en su última carta que quiere
de mayor ser ingeniero
o futbolista.

CERO DIECISÉIS

La mujer de Lot –que se llamaba Edith–
y la Dafne de Ovidio y Garcilaso,
y la Bella durmiente de Perrault,
y del Shakespeare gigante la Julieta.

Y ese empeño remoto, no extinguido,
por congelar el pulso
de todo cuanto alcanza a ser mujer.

DIECIOCHO GALLETAS

(Elegía 2)

Hace más de un millón
y medio de años,
en un lugar llamado Dmanisi,
ligeramente al sur
de Tiflis –capital de Georgia–
un hombre fue a morir
sobre un lecho de tierra
que quiero imaginar verde y porosa.

Se saben de aquel hombre
apenas dos detalles que el azar
travestido de fósil nos legó
en la curva molar de su mandíbula.
Se trataba –esto es seguro– de un anciano,
como tú, papá,
pero también como yo
pues frisaba a lo sumo los cuarenta.
No poseía dientes –¡La gran revelación!–
y sin embargo sabemos
por notables arqueólogos
que consiguió vivir –limpia la encía,
desdentada– un tiempo no menor.

El único sentido, el más sublime,
de esta historia de barro que te cuento
nos lleva a concluir que estamos
ante el hombre primero que alumbró
la compasión ajena,
el primer homínido degradado,
inútil, inservible
que recibió el amor de una comunidad.
Porque alguien, papá, tal vez agradecido
por quién sabe qué avatares
de fuego, de sequía y precipicio,
masticó veinte, cuarenta, cien veces
las hebras secas de un animal remoto
e introdujo el engrudo salvador
en la boca del viejo para así
mantenerlo a su lado
otro ciclo de luna.

Es por eso, papá, –solo por eso–
que yo cada mañana te migaba
dieciocho galletas
en leche hervida. Porque el amor
se hereda a través de los siglos
como se hereda una casa
o una deuda ancestral –así la mía–
por quién sabe por qué avatares
de fuego, de sequía
y precipicio.

EN BURDEOS

Camino por el centro de Burdeos,
como en el cuadro de Murillo una muchacha
se asoma a la ventana y es hermosa
la tarde, la muchacha y la ventana,
porque todo en Burdeos es hermoso
y burgués y civil.

Acaso el paseante despistado
achaque el bienestar
de tanta arquitectura a la gestión
de dignos y prudentes mandatarios. No tal.
Este edificio pulcro, esta ventana y todas
las ventanas de Burdeos
con hermosas muchachas volcadas en su alféizar
son producto del látigo y la muerte,
del puerto y los más duros comerciantes
de esclavos de la historia,
que fueron, si no reyes,
reputados burgueses de su tiempo
y señores de orden, y de ley.

Se prueba aquí la trampa de Platón
cuando invita a creer que la belleza
es trasunto del bien, de la armonía
y la justicia. Platón –ingenuo, bobo griego–,
los mártires del mundo te saludan
en todas las ventanas de Burdeos.
«Barro» de Editorial Sonámbulos

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VIVIR SIN RESPIRAR ES IMPOSIBLE [Mi poema]
Andrea Cote [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Me acerco hasta mi hogar. Tomo aire fresco.
La vida se me escapa a cada paso.
Me pongo a recordar. Hago un repaso.
No sé qué pinto aquí que nada pesco
y nadie me hace caso.

Intento disfrutar. Tomo un refresco.
Recurro cual un ciego a su alegato.
Mis nietos miro y veo en su retrato.
Percibo un panorama harto grotesco,
ya solo paso el rato.

Me doy la media vuelta. Al cielo miro.
Y el cielo tras la nube va y se esconde,
le grito al muy ladino y no responde.
De qué sirve vivir si hoy no respiro,
ni hay nadie que me ronde.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOAndrea Cote

Llanto

(Premio Mundial de poesía joven «Puentes de Struga», otorgado por la Unesco)

María,
hablo de las montañas en que la vida crece lenta
aquellas que no existen en mi puerto de luz,
donde todo es desierto y ceniza
y es tu sonrisa gesto deslucido.

Allí es Enero el mes de los muertos insepultos
y la tierra es el primer cadáver.
María, ¿No recuerdas?,
¿No ves nada?
Allí nuestras voces son desecas
como nuestra piel
y se nos queman los talones
por no querer saber
de las casas incendiadas.

Hablo María
de esta tierra que es la sed que vivo
y el lecho en que la vida está enterrada.

Piensa niña,
en que esto no es vivir
y la vida es cualquier otra cosa que existe
húmeda en los puertos donde el agua sí florece,
y no es hoguera cada piedra.

Acuérdate, María,
que somos
pasto de perros y de aves,
hombres calcinados,
cortezas vacías
de lo que éramos antes.
¿De qué estás hecha? niña mía,
por qué crees que puedes coserle la grieta al paisaje
con el hilo de tu voz,
cuando esta tierra es una herida que sangra
en ti y en mí
y en todas las cosas
hechas de ceniza.
En nuestra tierra,
los cuervos lo miran a uno con tus ojos
y las flores se marchitan
por odio hacia nosotros
y la tierra abre agujeros
para obligarnos a morir.

PUERTO QUEBRADO

Si supieras que afuera de la casa,
atado a la orilla del puerto quebrado,
hay un río quemante
como las aceras.

Que cuando toca la tierra
es como un desierto al derrumbarse
y trae hierba encendida
para que ascienda por las paredes,
aunque te des a creer
que el muro perturbado por las enredaderas
es milagro de la humedad
y no de la ceniza del agua.

Si supieras
que el río no es de agua
y no trae barcos
ni maderos,
sólo pequeñas algas
crecidas en el pecho
de hombres dormidos.

Si supieras que ese río corre-
y que es como nosotros
o como todo lo que tarde o temprano
tiene que hundirse en la tierra.

Tú no sabes,-
pero yo alguna vez lo he visto
hace parte de las cosas
que cuando se están yendo
parece que se quedan.

FERVOR DE TIERRA

Que este hambre propio
existe,
es la gana del alma
que es el cuerpo.
Blanca Varela.

Yo digo
fervor de tierra,
y es la maleza
que es el tiempo
y es la maleza
que es Dios
creciendo en descampado,
la maleza de Dios,
que es el cuerpo.

Pero nadie se ocupa del fervor
del sagrado corazón,
sagrado pulmón,
nuca,
falange,
costilla
del sagrado húmero ya no se ocupa nadie.

Yo digo
fervor de tierra
y es la rabia que cosecha el cuerpo
que lo taja
y lo hunde en la maleza de los días.

Tenemos un fervor ufano,
profano,
fervor desde arriba,
desde abajo
y en la tierra
que es donde ponemos la herida que nos hizo la mano de Dios:
el cuerpo.

Yo digo
fervor de tierra
y es la maleza
la rabia que nos siembra
en la tierra del fervor.

HISTORIA

Mi confesión tiene miedo
aún así,
deja que pase
que esto que escribo no es como hablar,
niño,
sólo es dejar de hacerlo
y la que nada puede
es la que dice que no
que me tapo el vacío con el cuerpo
y lo que oigo
no es el sonido
de lo que viene a instalar la madrugada rugiente,
los estíos
las pérdidas,
sino la voz
de los que no te dejan dormir
cuando dicen
que hay que pagar por el sueño
y acordarse de lo peor
que es Dios resbalando
en las mejillas
de los niños
que saben que van a morir.
Mi confesión tiene miedo
pero esto que escribo
no es como hablar, te digo,
sólo es dejar de hacerlo
me tapo el vacío del cuerpo
que es lo que como
y rompo
y malgasto
en la trastienda del amor
y la palabra
que es la que nada puede
es la que dice
que no guardes mi tiempo plisado
en tu baúl de escolar
mientras confieso
que no hago otra cosa que mirarte
y que esto que escribo no es como hablar
que me tapo con vacío el cuerpo
que es lo que tomo
y rompo
y reclamo
en la trastienda del amor.
Mi confesión tiene miedo
y dejas que pase
y los que no nos dejan dormir son los que dicen
que Dios resbala en la mejilla de los que
van a morir temprano
y se acuerda de lo peor,
de que esto que como
y rompo
y malgasto
es la trastienda de mi amor.
Y los que no nos dejan dormir
saben
que hay que pagar por el sueño
y doblarlo
y temerlo
arrugado
en tu baúl de escolar
que es lo que nada puede
pero dice
que me gusta saber que estás cerca
y que escribo para no hablar
de los días
y de lo que urgente
se prepara para pasar.

LABERINTOS

Sé que caminamos por vías paralelas
hacia el centro de algo.
Pero mientras anochece en ti y en mí
ya no hay retorno.
No ignoras que para Ariadna
el hilo era una forma de llegar adentro.

DESIERTO

La tierra que jamás quiso tocar el agua
es el desierto que al norte está creciendo como un estrago de luz.
Pero los hombres que han visto el despoblado
-su amplitud sin sobresaltos-
saben que no es cierto que la tierra esté reseca por capricho,
o sin ninguna bondad;
es nada más su manera de mostrar
lo que transcurre bellamente sin nosotros.

2.

Es para el dios de lo deshabitado
que se alzan templos invisibles
en la borrasca del desierto.
Es para él
que los árboles enanos inclinan en la arena
sus ramas
humildes,
fervorosas.
Es para que no te aferres
que existe un dios de la ausencia,
un señor del desierto
que sabe
que
como la sombra
hay cosas que existen
por la fuerza de una luz
que las rechaza.

Quiero saber qué es la piedra
que tanto me conmueve
qué es en verdad,
la ruina que nombro.
Ya sé
también
escribir es derrumbarse

3.

Nuestra tierra es desigual
abre surcos
avanza,
se interrumpe.
Sabe romperse.
Nuestra tierra
tiene brevísimos puntos
en que la luz
se colma
o se deshace
y una grieta
brillante
y despoblada,
en donde tiembla

UNA MUJER

que sabe
que todo será el desierto
un día
al fin
desierto,
señor de los marchantes.
Verás,
yo no digo que el paisaje
fuera eso
pero supe de una tierra desprovista
en la que todo hacía ruido
e incluso
la existencia discreta de la rama,
pretendía un rumor,
un sonido,
un traqueteo vegetal.
Digo que he oído,
que dijo
que las cosas no existen en la tierra;
existen como ella
que todo
al fin,
un día,
será el desierto
y
Sabrá romperse.

LECCIÓN ÚNICA SOBRE COSAS VIEJAS

Ya dije

no sé quién inventa el olor de las casas,

no sé.

Más aún si lo que te gusta es mirar desde arriba
la vista ruinosa de los tejados
y la pared deslucida
y los muros
y las sucias puertas de las casas viejas de aquí.
Más aún,
si ya no recuerdas que
no es el olor
sino la bondad de la cosas
al exhibir su derrota.

CENTER

A las cuatro de la tarde,
entre los viajantes de Chinatown
le digo:
Yo sobreviví al terremoto y al agua.
Soy 1979 partiéndose en dos
y lo que usted piensa ahora mismo,
también lo soy.
Soy una muchacha suave
-soy china-
Como esa
que cree usted
se vería mejor callada
y despeinada
en otra parte
y no aquí,
que se vería muy bien desnuda
y estirada
en un cuadro de Modigliani.
Soy ella
Claro, Sí.

Y, por supuesto,
señor,
yo soy Modigliani.
Soy la punta de la estrella,
y la cosa de papel que cae desde el aire en los aniversarios,
el autor de la teoría
de que el espíritu
es el hueso que no se puede roer.
Soy las ganas de romperse y de decir algo.
No puedo pagar la entrada al cine,
pero salgo en todas las películas
y por eso estoy sucio
y cansado
y más triste que dios.
A esta hora
soy el cartón
y la masa
y la muchacha ideal,
la esterilla de papel
y la esquina morada
y lo que dejaste en la estación.
En el ano de 1979
yo le doy la vuelta a mi casa
y la hago explotar.

Soy el pie en el estribo
y la última cosa en que pensó Paul
y soy capaz de decir cualquier cosa porque estoy sucio
y no puedo pagarme la entrada al cine.
Soy el autor de la teoría del espíritu
y soy un lado del espíritu
y soy la muchacha ideal.
En verdad,
señor,
yo soy Chinatown.
A toda hora
y en demasía,
Tengo una calle en cada esquina del mundo
y soy,
naturalmente,
lo único que nos queda.

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