A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

EL PASEANTE [Mi poema]
Antonio Gamoneda [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

(soneto inglés)

Robándole a la vida el pasaporte
trancando va el futuro a cada paso,
no hay nada que le ocupe o que le importe,
sabiendo, con temor, llegó su ocaso.

De vez en cuando sopla y mira al cielo
buscando descubrir si él le sonríe,
hallando la respuesta a su desvelo,
se cuide, no tropiece o se extravíe.

De tanto caminar tiene las suelas
gastadas, con las grietas ya raídas,
y arrastra de la vida las secuelas
obseso de sus idas y venidas.

Así es la historia. Hoy, triste, el paseante
mendiga alguien le quiera o que le aguante.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Antonio Gamoneda

(Premio Cervantes 2006)

Blues del cementerio

Conozco un pueblo –no lo olvidaré–
que tiene un cementerio demasiado grande.
Hay en mi tierra un pueblo sin ventura
porque el cementerio es demasiado grande.
Sólo hay cuarenta almas en el pueblo.
No sé para qué tanto cementerio.

Cierto año la gente empezó a irse
y en muchas casas no quedaba nadie.
El año que la gente empezó a irse
en muchas casas no quedaba nadie.
Se llevaban los hijos y las camas.
Tenían que matar los animales.

El cementerio ya no tiene puertas
y allí entran y salen las gallinas.
El cementerio ya no tiene puertas
y salen al camino las ortigas.
Parece que saliera el cementerio
a los huertos y a las calles vacías.

Conozco un pueblo. No lo olvidaré.
Ay, en mi tierra sin ventura,
no olvidaré a mi pueblo.

¡Qué mala cosa es haber hecho
un cementerio demasiado grande!

Existían tus manos

Existían sus manos
Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.

Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.

Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.

*
Yo me callo, yo espero
hasta que mi pasión
y mi poesía y mi esperanza
sean como la que anda por la calle;
hasta que pueda ver con los ojos cerrados
el dolor que ya veo con los ojos abiertos.

Propongo mi cabeza atormentada…

Propongo mi cabeza atormentada
por la sed y la tumba. Yo quería
despedir un sonido de alegría;
quizá sueno a materia desollada.

Me justifico en el dolor. No hay nada;
yo no encuentro en mis huesos cobardía.
En mi canto se invierte la agonía;
es un caso de luz incorporada.

Propongo mi cabeza por si hubiera
necesidad de soportar un rayo.
No hablo por mí solo. Digo, juro

que la belleza es necesaria. Muera
lo que deba morir; lo que me callo.
No toques, Dios, mi corazón impuro.

Blues para cristianos

Antes algunos hombres se sentaban a fumar
y a mirar la tierra despacio.
Antes muchos hombres se sentaban a fumar
y poco a poco comprendían la tierra.
Ahora no se puede fumar cuando viene la noche.
Ahora ya no queda tabaco ni esperanza.

Ya han debido de pasar el cielo y la tierra
y todas las casas están vacías.
Han debido de pasar el cielo y la tierra
porque todas las casas están vacías.
La madre ya no quiere volver a sus cazuelas.
Aquí toda la gente está muy triste.

Ahora vendrá Dios con su madero.
Dicen que viene Jesucristo con su madero.
Bien, que venga con su madero.

Cuando venga Jesucristo con su madero,
vamos a verle la chaqueta vieja.
Cuando venga Jesucristo a vivir con nosotros,
habrá que verle el corazón cansado.

Aquí ya no hay otra majestad que el dolor.
Sí, buen amigo, ya no hay más en la tierra.

MÚSICA DE CÁMARA

I
Si pudiera tener su nacimiento
en los ojos la música, sería
en los tuyos. El tiempo sonaría
a tensa oscuridad, a mundo lento.

Mezclas la luz en el cristal sediento
a intensidad y amor y sombra fría.
Todavía silencio, todavía
el sonido no tiene movimiento.

Pero llega un relámpago; se anudan
en los ojos lo bello y lo potente.
La fría sombra se convierte en fuego.

La belleza y el ansia se desnudan.
La música se eleva transparente.
Oh, sonido de amor, déjame ciego.

II
Yo, sin ojos, te miro transparente.
En la música estás, de ella has nacido;
de este grito de luz, de este sonido
a mundo amado luminosamente.

Y yo escucho después ¿agua creciente?
a la música en ti: todo el latido,
todo el pulso del aire convertido
a tu belleza, a tu perfil viviente.

Tumba y madre recíproca, del canto
orientas a tus venas la agonía,
y tus ojos asumen su potencia.

Oh prisión de la luz, después de tanto,
ya veo en el silencio: la armonía
es tu cuerpo, tu amada consistencia.

Incandescencia y ruinas

I
Yo invoco la cabeza
más sagrada que exista
debajo de la nieve.

Mi corazón azul
canta purificado por el silencio.

II
Vándalo de pureza,
hostígame. Si hablas,
yo bajaré mis labios
hasta el agua salvaje.

De aquella gruta donde
abrasa la frescura,
ha de surgir un rey
sucio de profecías.

Oh corazón que ves
en toda oscuridad,
cuándo estaremos ciegos
en luz, cuándo hablarás,
habitante del fuego.

III
Un perro milagroso
come en mi corazón.

Ceremonia salvaje:
mi dolor se incorpora
al perro enamorado.

IV
En la cavidad que sabes,
suena una voz. Lengua fría,
tú, que silbas en la noche,
metal vivo de palabras,
dime, loco ruiseñor
del invierno, dime, tú,
que quizá participas
de una materia luminosa,
a quién anuncias ya
además de a la muerte.

V
Anticanto de amor,
quién te beberá, quién
pondrá la boca en esta
espuma prohibida.
Quién, qué dios, qué
enloquecidas alas
podrán venir, amar
aquí.

Donde no hay nada.

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LA VIDA GAJO A GAJO [Mi poema]
César Antonio Molina [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo nunca fui a Madrid, me dijo un día
un tipo valenciano
entrado ya en edad, más bien anciano,
que al ver que en un asiento yo leía
me vino a dar la mano.

Me habló que de sus tierras regresaba
volviendo muy afligido,
pensando en lo que tanto había sufrido
y hoy viendo abandonado como estaba,
su esfuerzo haber perdido.

Que había trabajado noche y día
y hoy todo era un barbecho.
Escúcheme, señor, que no hay derecho
que aquello que logré, lo que quería,
se encuentre sin provecho.

Traté de convencerle que la vida
no solo es el trabajo
y no hay por qué aplicarte a él a destajo.
La vida una naranja es que es comida
gustando gajo a gajo.

Después cuando se acaba ya se tira
la piel al basurero.
Si crees, deberás buscar al clero.
Que al fin han de quemarse en una pira
tu esfuerzo y tu dinero.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOCésar Antonio Molina

(Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno de Francia).

A filo de obsidiana

Al borde del antiguo bosque o del lago desecado,
en agosto, tanta lluvia, al atardecer.
Sombras que huyen.
El pájaro carpintero sin llegar.
La calle serpentea lentamente.
Pasé junto con la calle.
Al otro lado la tapia colorada.
Los árboles se movían como antepasados.
Montículos y colinas que fueron.
Quién sufría bajo cascos herrados.
La calle se detuvo frente a destinos cruzados.
¡Nadie!
Sólo una gran plaza esbelta y otra y otra.
Una balsa de piedra.
Todo en el orden de las proporciones.
Terrazas, tiendas, oficinas y hasta el Parnaso cerrado.
Una gran fuente. Coyotes abrevando.
La calle te llevaba.
Entonces salió un grito del bosque:
dos, tres, hasta cuatro veces.
¡Un grito!
No sé quién sufría a filo de obsidiana.
Ninguna luz se encendió.
La lluvia y el viento borraron todas las huellas.
¿Del grito o del sueño?
Y así, al margen, en esta calle
al margen del tiempo y de la vida,
sobre la sombra del mundo
la cama sin hacer.
Los gritos de pájaros oscuros
en medio de la llanura
que amanece de nuevo a filo de obsidiana.

La Soufrière

Sacudidas.
Rocas y cenizas desde la pasada madrugada.
El lodo hirviente. La caldera. El mar.
El sueño en la agonía de los espejos estrellados,
de las velas fracturadas hasta las primeras horas de la tarde.
El rumor de labios cobijados
sin saber a quién besar en este mes de despedidas.
Y pronto la lluvia, el viento, el granizo sacudido
como un grano en los cráteres de nuestras casas barrenadas.
Hasta cien metros de altura el vuelo del pichón,
el resplandor herido en las cenizas.
Y ya el invierno arreciado por fumarolas.
Y las palabras acompañadas de lodo hirviendo
en los surcos abandonados de ríos apagados.
Y las citanias de nuevo abiertas a las velas.
Y los geiseres iluminados como fuentes de colores.
Y la salida del vapor que se perfila con la urgencia de un correo nocturno.

Olvido necesario

Lugares que me guardan de un olvido necesario.
Palmeras, geranios, sauces que suspiran sobre la
Los días como el óxido que anilla rapaces sobre
Nunca estuve más unido, más próximo a aquella higuera que planté,
ahora que flota en las olas, libre de puntales.
Recuerdo estos caminos dejados en el abandone
las piedras heridas por un desierto de azabache,
tan negras como mi corazón.
¡Ah, qué paisajes se te han escapado!
Y todo se cubre de imágenes que anhelan ser res
El faro convoca a la tormenta, la ilumina,
la convierte en sonoro instrumento, la reverbera
y alza su breve fuego sin memoria
como la luz que, desde el pasado,
ilumina a los cargueros chorreantes de espumas
Lugares que me protegen de un olvido necesario
del sueño sobre el musgo, mientras se abren las sol,
de las alertas en las murallas,
del resbalar del caballo sobre la blanca sal,
del afilado dedo que desgaja otro gajo
en la tibia alcoba de brocado.
En la oscuridad del pabellón solitario
arden las hojas y las plumas de las aves
que se pierden en el bosque de la noche.
Lugares que me guardan de todos los regresos.
¡Una ausencia te hace!
¡Una ausencia te deshace!
Y en el barco que atraviesa filos de agua,
los perros sólo comen carne fresca.
Lugares que me guardan de un olvido necesario.
Insepulto en la pira de los astros,
nunca tan altivo como a la hora del hundimiento.
Y en el denso silencio nocturno, el leve ruido de tijeras
rasgando los cordajes de trampas para huir.

Vienes en la noche de Cuzco con el humo fabuloso de tu cabellera

Mi mano está sobre el desnudo papel de la mesa
y yo a kilómetros de distancia
en tu túnica de tela real finísima,
transparentes ambos cuando al estar mojados
de tinta o mar se dejan ver preformes,
voluptuosos por la oblicuidad del oleaje.

Mis días están plenos en el resollar fatídico del océano.
La sal, la nube, la amarga espuma, el cielo brocado
boya en el adiós.

El poema y tú estáis en la otra orilla.
Una extensión líquida media entre nosotros
y un cocodrilo aguarda en la playa
como tintero, ojo, ombligo, áspid fosfórico
que guía la sed de mañana.

Mi mano aspira al encuentro.
Todo en ella está preparado,
jaula y cebo,
para las garras llenas de bálsamo.

Mi noche es ahora día,
mi día es ahora noche.
¿Quién nos caza?

Mi mano está sobre el desnudo papel de la mesa,
y mi deseo a kilómetros de distancia
te sale al encuentro.
Tu cabellera ondula la escribanía como una vegetación.
Rueda humeante en las mareas,
desea morir y renacer.
Sus pies son un torbellino y su cuerpo está aéreo
como mi mano de cazador que sigue pasos,
aquella huella alzada contra las frondas.

La voz del poema clama como el ánsar o la llama cogida en su celo
y es tu imagen quien me aprisiona en el mismo vibrar.

Mi mano está sobre la desnuda piel de la
el ámbito interior crea un espacio de silencio,
en la línea de papel,
por donde el viento seca esta tinta simpática.

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MIS VERSOS TE LOS REGALO [Mi poema]
Francisco Trejo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Los versos que aquí publico
son tuyos, te los regalo,
si ves que alguno es muy malo
me lo indicas, te suplico.
Que así que a mi esfuerzo aplico
posible es yo no consiga
que el pan se adorne de miga
saliéndome más bien duro,
ni existe ningún conjuro
si el numen no se prodiga.

Pues creo soy medianillo
y a veces ya me aturullo
y en medio tanto barullo
no logro sacarle el brillo.
Hay quien dice que es sencillo
y en esto no he de opinar.
Que a la hora de juzgar
lo hicieras tú lo prefiero.
y me digas, sé sincero,
si escribir debo olvidar.
©donaciano bueno
(… y sus poemas de medio pelo)

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MI POETA SUGERIDO:  Francisco Trejo

(VIII Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2012 y el XIII Premio Internacional Bonaventuriano de Poesía 2017 y el Paralelo Cero)

Principio exiliar

La poesía es lenta
en algunas ocasiones,
apenas un gusano que demora
sus alas
suspendido y mudo en el zarzal,
como la lengua de un hombre
en la horca
con el sonido disecado.
Debe madurar el tiempo
para que la boca
hable su dolor
como madura la pupa
antes de abrirse
y mostrar
los élitros plateados
de un coleóptero
que es primero de la tierra
y luego funda
su casa en el aire.
Basta el silencio, mientras tanto,
porque ya dice mucho
sobre la vida,
como un vuelo de moscas
sigiloso
sobre el cadáver de un colibrí
o un trébol erguido
en la banqueta
orinada por los ebrios.

Exordio

Todo amor se recuerda con canciones
y se fragmenta en ritmos, pequeñas partículas
que nos habitan el páncreas,
el corazón y el resto de las vísceras.

Las canciones suenan desde siempre,
como el viento al chocar en la cobija del campo
y el húmedo golpe que une a los amantes.

Juzgue el lector, Flora, el amor nuestro,
este drama jocoso,
esta ópera de humanos aguijones.

Oración por el amor de Flora
Señor, tu que tomaste a la mujer de otro
e hiciste posible el perdón de los pecados,
concédeme asir a la mujer ajena
—dame el título del más grande pecador
antes de que puedas perdonarme—.
Oh, Señor, si me dejas amarla
que no sea en la forma del Espíritu Santo
—las aves son breves—;
mejor en la forma de un perro
para montarla por doquier
y ladrarle al oído
mis poemas indecentes.

Juegos funerarios

Al principio, cuando nada sabía de ella,
le escribí una oda y dos canciones.
Cuando supe que era casada
escribí su epitafio.

El parricida

A Carlos Humberto López Barrios

Uno nunca sabe cuándo saldrá de casa
para encontrarse con la poesía
como quien encuentra la muerte en una conversación

Lloré hoy, Humberto, al recordar nuestra charla
sobre Santiago, el hijo que trajiste a la vida
como un libro de piel amorosa.
Hablaste de lo que significa tenerlo cerca,
porque lo miras con los ojos de un Cristo
y te aferras a los maderos de su cuna,
desde donde no existe otra cosa distinta del amor
por el que descubres tus costillas
y recibes cualquier lanza de este mundo.
«Que un padre entierre a su hijo es,
absolutamente, antinatural», dijiste, y te creo.
Pienso ahora en tu madre, la que ?lo sé por ti?,
no dormía por esperar a sus hijos hasta las 4 de la madrugada
para darles de cenar, porque la vida es hambre
y la tuya ha sido siempre
la de la libertad que buscas, desde niño,
en los platos pobres de tu país con las piernas rotas,
el mismo que llevas como elegía en tu cabello encanecido.
¿Qué sería de ella cuando te exiliaste?
¿Qué trabajo le costó venir a México para verte de pie?
Debes saber que en tu madre veo a la mía,
porque todos los ojos de las madres se despabilan
sobre las mismas ojeras
y sobre el mismo mentón tembloroso por la desesperanza.
Aquí confieso mi crimen encubierto, como mi propia sangre,
el alud de mi voz que sepulta los bosques más bienquistos.
Ayer le lancé flechas a mi madre
y cruzaron su pecho sin coraza
cuando le confesé, entre rabia y lamentaciones,
la gran aspiración de todo ser atormentado:
salir pronto de los huesos
-apando natural y deleznable.

Patria verdadera

A Saúl Ibargoyen

El poeta no muere una vez:
se despide, en cada verso, de las cosas del mundo,
como un Midas que pierde lo que toca.
Sin embargo, hay un epitafio en común
para los poetas del exilio
en el país como mancha de tinta:
Murió de pie, con el pañuelo de la amada,
para que alguien amarre sus huesos al rosal de la existencia,
porque vendrán a la espina otros pájaros migrantes
con el mismo hueco en la elegía.

El mito de la lluvia

No se explican mis padres cómo hicieron el amor
para que yo naciera enfermo del más peligroso de los bienes.
Han de turbarse cuando pronuncie sus nombres
con una fuerza de viento inusitado
y cuando descubran que mi amor, siendo lluvia,
prefiere caer, cual bálsamo,
sobre la carne adolorida de los yermos,
antes que acabar en el fondo de la copa
donde el mundo reserva su cicuta.

Cajón

y escondo como tú, soberbio y mudo,
bajo el negro jubón de terciopelo,
el cáncer implacable que me muerde
AMADO NERVO

¿Y qué si alguien se oculta en las esferas de sí mismo?
¿Qué si se guarda en sus enigmas para siempre?
¿Nos veremos obligados a salir, no sólo de la vida,
sino también de la mudez —nidal adentro—?

El cajón de la poesía
es lugar para guardarse armadillo
del mundo y de sus perros.

Si alguien entrara aquí, a mi estancia de aire,
si corriera la puerta y diera un paso hacia mi sombra,
descubriría que mi sueño de ánsar
pesa en el vuelo lo que pesa cualquier vida.

Acaso le sorprenderían, ocultas en él,
las mismas plumas del dolor
que levantan el polvo de estos versos.

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SERÁ LO QUE DIOS QUIERA [Mi poema]
Amalia Iglesias [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Quiera dios que yo me haga millonario,
quiera dios que tu madre sea abuela,
quiera dios que te enseñen en la escuela
a escribir como dice el diccionario,
quiera dios no te saquen una muela.

Quiera dios que la vida te sonría,
quiera dios que la herida no te hiera,
que los malos se quemen en la hoguera,
que la sombra no se haga más sombría,
que tu madre no sea una cualquiera.

Quiera dios que un buen día salga el sol,
no te subas a un tren y descarrile,
que tu vida se anime y te espabile,
ni te ocurra cantar el Cara al sol,
no te tachen de ser correveidile.

Quiera dios te susurre un pajarito
y te insista en lo guapo que tú eres,
no desprecies hacer bien los deberes
valorando aquello que está escrito,
quiera dios que tú seas lo que quieres.

Quiera dios no te ahogues en la duda
no te saltes la vida a la torera,
tu experiencia se muestre más sesuda,
nunca digas que a mi eso me la suda,
quiera dios, que ha de ser lo que dios quiera.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Amalia Iglesias

(Premio de poesía Adonáis en 1984,  Alonso de Ercilla del gobierno Vasco 1995, con el accésit del Jaime Gil de Biedma en 1996 y el Premio Francisco Quevedo de poesía 2006)

Cavar una fosa…

Cavar una fosa.
Edificar una casa.

Sobre las ruinas de las ruinas,
ahora y siempre por los siglos de los siglos,
la vida siempre en obras.

Un basurero atesora
la indiferente memoria de los días.
Quién reciclará nuestros despojos,
quién regalará fascículos
con nuestra colección de instantes,
qué teletipos darán noticia
de la simulación de un sueño,
quién archivará cuidadosamente nuestros nombres
y hará el penúltimo inventario,
en qué autopista o hiperespacio habitaremos.

Qué Internet hacia Dios por si lo escucha.

Entre derribo y derribo,
cavar una casa,
edificar una fosa.
De «Dados y dudas» 1996

Ceniza

Sólo aguas en tregua
nacidas para ser ceniza múltiple del viento.

Ya ves qué paradoja
amor, qué despropósito,

quería ser ave fénix,
amor, qué engaño,
qué fraude sustentaba mi proyecto,

quería volver como un corcel glorioso,
como un crepúsculo de llama
recurrente
y amanecer contigo en lo absoluto.

Me he muerto tan despacio como el humo
y mis alas de barro no sabían volar.
De «Un lugar para el fuego» 1985

Certidumbre de ausencia

Regreso al mismo café.
Las horas lentas que pasaron en vano
atraviesan conmigo la puerta giratoria.
Y al fondo, entre las mesas,
una sonrisa tuya me mira como entonces.

Pero otra vez esos labios extraviados
tampoco son tus labios,
no hay sonrisa y el mármol de esta mesa
certifica en mis manos un mensaje de frío.

Cuando quise leer la caligrafía de las brasas…

Cuando quise leer la caligrafía de las brasas,
las palabras sin certezas hacían un ruido de celofán
entre los dedos, ya entonces alguna brecha abierta,
arrugas que no supe interpretar. Las manos de un
alfarero loco modelaban mi sombra y el orfebre puso
a secar mi corazón encima de la empalizada.
De «Dados y dudas» 1996

De luna acuática y ballenas

A Unica Zürn
y Luisa Castro

Noche profunda de luna acuática y ballenas.

Escuchas
cómo nutre a las piedras esta luz aturdida;
el viento tiembla
-tremor de lecho sobre el lomo del mar-
entre sus lentas fauces
otras voces rozan apenas tu pozo de ansiedad,
leve murmullo.

Profunda luna de noche acuática y ballenas.

La claridad renace como una grieta en la penumbra,
tal vez desciende del otro lado
de unas manos abiertas para ti,
la densa irrealidad que tibia ondea
tu sueño más anónimo.

Y aún seguirás en la playa
a la hora en que se duerman los albatros,
predestinada a recoger eternamente la lujuria del agua
y un laberinto de algas ascendiendo a tus sienes
cuando toda la sed es muerte inaplazable.

Oyes tu desnudez,
oyes nadar más lejos su imperio ensimismado
-la luna está besando sus grandes ojos tristes-
y susurras un nombre: «Moby Dick»
con el agua en los labios,
ahora que todavía sabe a sal su piel de luna

más profunda de noche acuática y ballenas.
De «Memorial de Amauta» 1988

La sed del río
I

La inquietud sin la respuesta,
el río,
la costumbre de saber precipitarse
y dejarse arrastrar hasta la espuma
como quien quiere llegar a su retorno.
Un mapa yace enterrado en su sangre.
te he visto huir de la multitud para buscarlo.
Un cuerpo quiere escribirse solo,
en las afueras,
para ignorar las sombras que adelgazan.

II
La sed  del río
y la inquietud sin cauce.
El viento cambia de dirección,
sin sur ni norte,
se contradicen las veletas.
Cerca, todavía,
insaciables surtidores de versos,
otro poema que apague la penumbra
aunque nada pueda detener
su médula de lluvia y madriguera.

III
Alzas los ojos para no ver tu sombra,
vuelan pájaros, nubes…
y a su lado…su lado oscuro,
vuela también su sombra.

Los recuerdos acechan
como liebres que duermen
con los ojos abiertos.

IV
La sed  del río,
la sed que arrastra y precipita los nombres
cuando vas a decir las voces que te quedan
y su espiral confunde tu paraíso intacto.
Un mar de trigo se mece en tus venas,
injerto de nadador y náufrago,
fugaz el cuerpo
que nunca vuelve a ser el mismo en ese instante.
Para que pueda amanecer en tu frágil memoria
el aire frío de este invierno cicatriza los versos,
su herida sabe que va a beber al mar,
se abisma su azul
en el azar del horizonte.

V
Cada letra retumba, voraz desasosiego,
la alarma del corazón suena a granizo
huye sin equipaje
hacia un viaje en vía muerta.

Sin embargo, entre los labios del insomnio
aún arde la grama del atardecer,
cada puente es una manera de estar juntos
y de escribir las huellas que habitamos.

La vida es este estanque transparente
y tu mano, la mano que la enturbia,
solo las nubes saben
morir en su remanso sin ruido.

VI
Entro en la casa de un tiempo que no existe.
Ausculto sus rincones, metáforas, cigüeñas,
praderas, juncos, ciervos,
guarida de las horas.

Entro, como el forense entra en sus raíces,
En un limbo de postigos,
purgatorios.

Entro en un fértil refugio,
improvisados túneles me esperan.
Los tejados de este invierno
se me llenan de gárgolas.

Entro y no sé salir
De este cielo imantado.

VII
Entro en la casa de un tiempo consumido,
entre su muros crecen tumbas salvajes.
Cada destino es un sendero oculto en la maleza,
el roce que en la escarcha despierta sus semillas.
La belleza narcotiza a la muerte,
en la quietud del musgo
hormigas en hilera por los caminos de la infancia
te escriben las certezas de aquel bosque encantado.

VIII
Después, piensas, no sabes,
la brasa dulce apaga el vacío,
entre los brezos, la grana de mañana,
el día que no llega,
paradoja futura,
la ceniza que perdura en las huellas.

En cada verso que escribes
los paraísos nos deshabitan desde entonces,
hay goznes del desierto
que acechan en las lindes.

Del aire sin voz al aire,
del aire sin luz al aire,
del aire sin cuerpo al aire,
del aire sin raíz al aire.

En las horas desnudas
arcoíris fecundo al aire.

IX
La sed del río,
el poema de ser
contracorriente.
El labio atado
a su pequeña memoria,
entre delta y manantial, su torbellino.
Sus voces
no dejan de correr
por todas las páginas en blanco.

X
Ahora, cuando cierro los ojos,
puedo escuchar sus pasos
y el ruido sordo
que hacen los árboles al crecer.

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ME REGALÓ UNA FLOR [Mi poema]
Abel Robino [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Vivía yo en Madrid. Cada mañana
me daba algún paseo,
distrito Chamartín, La Castellana,
después de alguna noche de jarana
o algún que otro jaleo.

Recuerdo, cada paso que allí daba
se hallaba un pordiosero,
los ojos de tristeza en que miraba,
la jerga imperceptible mascullaba,
poniendo su sombrero.

Venidos desde el Este, ciudadanos,
buscando hacer su vida,
lavaban la conciencia a los paisanos
que apenas les miraban cual gusanos,
soltando una parida.

Verás me dijo un día, yo, tu amigo,
mendigo soy de amor,
pues no es solo comer lo que persigo.
Y en prueba, se acercó, de lo que digo
me regaló una flor.

Detrás de cada cual hay una historia
que nadie ha de juzgar,
y aun menos de tratar como a la escoria,
pues todos, cangilones de una noria,
vinimos por azar.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Abel Robino

Naufragio de un gato negro

Hacia aquel lugar
para que rebalse de dolor el costado izquierdo,
acarreamos a una fosa fresca un gato muerto
(o para mejor anunciarlo, caído en aguas desconocidas).
Hacia aquella abertura estrecha y en su honra
arrojamos cartas, dibujos, jardines
(todo el sin sentido del amor, costumbres y peripecias).

Hacia aquel lugar
donde aun se explican lo hechos
con palabras, se habla de un misterio ágil
que entra en un misterio que detiene.
se habla de las extrañas causas de la vida
cobrando ardor ante la ingravidez de este cuerpo menudo.

Hacia aquel lugar
por esta cercana pasión ahogada,
por un amanecer sin uñas, sin elasticidad ;
cuando nadie previó en nuestro cariño
una oportunidad doméstica;
en esta emboscada de presa
sin suerte, a flor de piel.

Hacia aquel lugar,
siempre nosotros, los de la tristeza cultivada,
los de la pausa al hablar a solas,
los de esa manera de acariciar con los recuerdos.

Hacia aquel lugar.

Extraído del carnet de las reencarnaciones

Como cuervo: atravesé algo sin límites
el cielo y los augurios, en un ridículo
mecanismo emplumado, menudo, cerrado;
dispuesto a seducir al mundo como víctima
de una belleza negra, de un pasajero temor.

Como lobo: creí poder nacer de mis dientes
y de mi baba, descansar en una garganta abierta,
correr con algunas vísceras, sorprendidas, humeantes
y nunca morder el corazón que ama,
repleto de llanto de opaca enfermedad.

Inserto en cada porción mortal desgrané
uno a uno los días del escuerzo, la liebre y el cerdo.
Pronto mi destino será un residuo de cosa viva
que desde las ávidas sombras del planeta espera
una certeza más del desamparo.

Ahora, como liendre, aspiro a recalentar mi sangre
en otra sangre, a poner fin a mi aventura en el más
dulce de todos los venenos.

Arte poética

Lo invisible es fácil de ver y yo diré la verdad :
en mi juventud, escudriñé el cielo con un ojo fanático
mitad cólera, mitad estupor
esperando que de lo alto se anunciase el día
y me descubriese así la boca abierta al infinito.

En la edad sin razón, siguiendo consejos llegué a probar
con un escorpión sobre la lengua,
qué otra cosa que unas pocas tinieblas a descubrir
se le puede pedir a la delicada virtud de un aguijón.

Con los años y las ruinas de la ilusión intenté
vislumbrar algo, arrancando de mi mente todo convencimiento
de lo real y tan solo agité la cabeza en un largo sí,
en un largo no.

Desahuciado visité la muerte en la fosa de los elefantes
donde oí decir de nada sirve venir a enumerar huesos
perdidos mientras lo singular y desconocido,
como una pulga, salta entre nosotros.

Lo invisble es fácil de ver y yo diré la verdad :
solo es necesario desinfectar el misterio
y larga vida a las promesas,
y larga vida a sus inocentes.

(De Hiel por hiel, 1997)

Gota a gota

Y ahora soy la gota de agua,
por siglos caigo sobre el mármol,
lo que digo ya a sido por otros dicho,
lo repetido tantas veces repetido.
Atravesar el bloque un día es mi destino
y no ser la huella, la incisíon, la marca,
palabras frecuentes entre todos,
sino lo que ha escapado de la piedra :
infinito, desperdigado, impossible.

Extraído del carnet de las reencarnaciones

Como cuervo: atravesé algo sin límites
el cielo y los augurios, en un ridículo
mecanismo emplumado, menudo, cerrado;
dispuesto a seducir al mundo como víctima
de una belleza negra, de un pasajero temor.

Como lobo: creí poder nacer de mis dientes
y de mi baba, descansar en una garganta abierta,
correr con algunas vísceras, sorprendidas, humeantes
y nunca morder el corazón que ama,
repleto de llanto de opaca enfermedad.

Inserto en cada porción mortal desgrané
uno a uno los días del escuerzo, la liebre y el cerdo.
Pronto mi destino será un residuo de cosa viva
que desde las ávidas sombras del planeta espera
una certeza más del desamparo.

Ahora, como liendre, aspiro a recalentar mi sangre
en otra sangre, a poner fin a mi aventura en el más
dulce de todos los venenos.

Seco ramillete de lilas

Ninguna fresca voluntad reparó su dilatada plenitud
mientras desprendía en su perfume la perfecta convicción
de un sentimiento para todos ;
el apacible desafío de un violeta enfermizo.
Hasta tropezar con su formato seco,
las filosas migajas de una sombra paralela.
los tallos gomosos, el sufrimiento ocre
y toda esa apariencía deshilachada
que tanto se parece a nuestra dignidad y a nuestra fortuna.
Ahora, la pérdida excita la imaginación a destilar
un aéreo y sin culpa estuche de lilas,
un cambio estratégico de la ilusión,
servirse de los inevitables dientes podridos
de un justo porvenir
para merecer el derroche de cualquier esplendor.

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MI POETA INVITADO:  Cruz Díaz Marcos

VIVIR

Compartir emociones,
ilusiones, deseos,
abanicos de vidas
en colores de sueños,
caminar de la mano
por el mismo sendero,
levantar la mirada
y salir al encuentro
del sol cada mañana
para vivir de nuevo.
Ser feliz como el aire,
ser libre como el viento
y encontrar, caminando
bajo el azul del cielo,
a gente que nos deje
la dicha de un recuerdo.

HAY DÍAS PARA ABURRIRSE [Mi poema]
Verónica Aranda [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Hay días ya lejanos que estarías
contento de no haberte conocido,
o acaso que hoy hubieras bendecido
consciente por entonces que existías.

Hay días presumiendo de pacatos
y hay días que has subido a los altares,
y hay otros que anotar, lloviendo a mares,
te hicieron padecer su malos ratos.

Aquellos que anduviste de visita
y que te resultaron contrariados,
y aquellos tan repletos de pecados
o, simple, los que fuiste un eremita.

Que días tú has tenido aquí a montones
andando resignado con tristeza,
o aquellos disfrutando la belleza
debieron de aparcar a las razones.

Aquellos en que tú eras incipiente,
pasados, presumiendo de maduro,
saliendo a pasear con aire puro,
con viento que tornóse maloliente.

Algunos revestidos de misterio
sacándole de cuajo a los temores,
los mismos que, recuerdos son amores,
tan solo de pensar te ponen serio.

Que hay días con sus noches a destajo
y algunos que anduviste con reproches,
durmiendo con tus miedos por las noches
y hay otros que te importan un carajo.

Mintiera si aquí digo que son pocos
así que en un tris-trás hayan pasado,
te arrastren sin pudor hacia otro lado
haciendo que sufrieras de sofocos.

Jornadas que anduviste de turista
o aquellos diseñando los renglones,
tratando apaciguar a las pasiones
fingiendo ser allí corto de vista.

Y días, días, días y más días
que intentas atrapar y se te escapan,
los miras y hay algunos que derrapan
y arrastran su existencia en cañerías.

Pues días dispusiste pa’ aburrirte,
los llantos para ti ya hoy te los guardas,
preñadas de recuerdos las albardas
recuerda que has de atar antes de irte.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Verónica Aranda

(Premio Miguel Hernández, Ciudad de Salamanca y el Accésit del Adonáis)

Oficios

Pasaban las muchachas con cestas de granadas;
supe de los oficios más humildes.
Y abrazarte en la aurora
fue perder la partida de ajedrez,
sacrificar la sombra del baniano
donde estaba el asceta sosegado en sí mismo.

Te sostuve, insegura, bajo el cuarto creciente,
y amarte fue también mi oficio más humilde,
como trenzar el mimbre o moler el centeno,
cuidar de los rebaños, picar piedras,
ser barquero en un río caudaloso.

Y amarte fue también mi oficio más humilde,
como el del mercader de marionetas
en un poblado árido o el lastre
de los porteadores de estación.

SANTORINI

¿Dónde empieza la piel
y dónde acaba el agua?

Acaso la existencia
es esta forma lenta
de bajar los peldaños
y divisar volcanes;
la multiplicidad del amarillo.
Te acercas
y el furor es una herida
que sangra en el azufre.

FOLEGANDROS

 Nado a crol
y me alejo de la orilla;
me pierdo en la corriente
primitiva del mar.
Soy una nadadora ensimismada.
Hago el muerto y desplazo
la herida entre la espuma.
Virtud en la infección
y en el pez globo,
donde acaba el reproche,
desde una vacuidad acompasada.

SÉRIFOS

Qué interfiere en las islas,
en qué salitre esparces
tu deseo de tierra.
Anticipas el viento
entre los tamarindos
y la herrumbre en las quillas
es señal de naufragio.

Entra arena en los ojos
y nombras a los cíclopes.
Una aguja de pino
se apropia de tu miedo.

SKÓPELOS

Elegimos senderos
donde crecen las matas de alcaparras,
y la luz es tan blanca
que nos torna elocuentes.

En esta isla existen los ciruelos
y los caminos escarpados.
Existen monjas ortodoxas
que hacen jabón de olivas
y en invierno se quedan
aisladas por la nieve,
pálidas manos de supervivencia.

Al borde del abismo,
el verano concede
una pequeña tregua,
oratoria en los barcos.

ÍTACA DESDE EL AIRE

Sobrevolamos Ítaca.
Penélope se arropa con dos sábanas.
Un viejo mapamundi
reposa sobre el lado
vacío de su lecho.

ANTIPAXOS

No recuerdo
la forma de la isla,
sólo el sabor del vino de Antipaxos,
sólo tus hombros tensos
en ese paraíso diminuto.

Mapas

Consultaba los mapas
con un bosque lluvioso en la retina
y dejaba su huella
en las contraventanas.
Si fallaban las brújulas,
si en un ardor de cal le cegaba la luz,
ella asumía el riesgo de quedarse atrapada
en una ciudad ajena.

Selva (XI)

Bajo el ventilador desvencijado,
en cada imperativo
había incertidumbre,
máscaras esculpidas
entre el fulgor y la aniquilación.

Al nombrar, sin premura,
caléndula, deriva,
luz de granja en silencio,
primer té negro al alba,
labios abstemios demandaban himnos.

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LA VIDA AL FINAL DE LA VIDA [Mi poema]
Manuel Francisco Reina [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

Pintado el pelo en blanco, su apariencia
ajada por el paso de los años
llevaba en su mirar los desengaños,
del río de la vida la impaciencia,
de sueños los engaños.

Jugaba a despistar los sentimientos
haciendo garabatos por el aire
cuidando no infringir ningún desaire
a aquellos más cercanos, sus cimientos,
que no le traen al paire.

Consciente que su historia se acababa
trataba de agarrarse a la memoria,
momentos más felices de su historia,
que aquí ya se acabó lo que se daba,
con paz y después gloria.

Su vida consistía en caminar
sin norte, sin destino y sin los sueños,
in prisa y sin tener por qué el llegar
pensando en que muy pronto iba a parar
cediendo en sus empeños.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:   Manuel Francisco Reina

Límites

Alguien nos puso coto al paraíso;
marcó fronteras a la dicha,
castigos al placer,
vetos al conocimiento,
penas a la verdad.
Luego confundieron las lenguas,
los dioses en silencio fueron interpretados
para justificar la muerte, el genocidio,
la cruzada o la guerra santa.
Fue la verdad a medias
-rostro más perverso de la mentira-
al fin entronizada
como sol de nuestros días.

Todos aceptamos la fe del yugo, del límite,
contradicción sintiente de los vivos
que al amarse, anulan las lindes de los cuerpos,
la extrañeza de entregarse,
el tabú de entrar en otro,
la comprensión por la piel de un idioma ajeno.

Patria recurrente

Cuando la vida aprieta su lazo por mi cuello,
un nudo corredizo e invisible
que al intentar desatar anudo aún más fuerte,
como trampa perversa de los hados adversos,
cierro los ojos, respiro profundo,
echo a volar mis sueños con sus séxtuples alas,
y por el aire incineran las sombras,
aletean como libélulas de luz pura,
y no hay cepo de pesar que trunque mi alegría.

Patria de la lengua

Hélices y espirales de un código genético
los signos, morfemas y lexemas, inflexiones,
la voz que nos modula y nos traduce el mundo
desde la noche cavernaria de nuestra especie;
esa es mi patria verdadera: maternal, mía,
reconocible como el olor primero del cachorro
al ser alumbrado por nacimiento.
Tengo en la palabra mi bien más preciado,
mi país irreductible, presente,
libre de apriorismos y banderas,
en la lengua la herencia y el legado futuro.

La Vida en las Trincheras

Para Guadalupe Grande

La risa es tan sólo una trinchera.
Una de esas zanjas, improvisadas,
donde aguardamos juntos el momento
de saltarle al cuello a la injusticia.
Hay otras zanjas, sí: la poesía.
Ese espacio habitado en el vacío,
que tinta de emociones la blancura
más helada e inhóspita del silencio.
O la alegría; esa enorme chispa
que sin remedio prende en nosotros,
y anida inquieta como los gorriones
que rompen el aire con su gran ruido.
La risa es tan sólo una trinchera.
Es como un refugio abierto en la cara
a la esperanza de todo el mundo.
Es como una bandera sin más bandos
que reunirnos en la risa de otros.
Es como una cueva de maravillas
donde los niños llevan su inocencia,
sin saber que esta es oro incalculable,
joya que brillará en sus recuerdos.
Pero así, y sin grandes estrategias,
la risa nos cumple su labor de salvaguarda,
y nos mantiene vivos en tiempo de metralla,
en horas del hastío más oscuro.

La risa es tan sólo una trinchera,
pero es un surco roto por la vida,
latente de impaciencia por lo bueno
que espera su señal para el asalto.

La voz de Asfalto

La ciudad tiene en su entraña sirenas varadas.
Mujeres centenarias que vinieron nadando
en el líquido del mito, inmersas del amor
de hombres que ya no recuerdan,
deshechos en la brea del tráfago de siglos.
Extinto el deseo, sus cuerpos menguan;
tan sólo la excusa, la coartada de la urbe
les quedó como asidero posible
y ahora son el alma de sus calles.
Apenas un hilo de voz les queda,
traslúcidas al humo y a su propia sustancia
que es el sueño, y el canto, y el reclamo loco
de marineros náufragos del mundo.
Por eso llegamos con las mareas,
a tus puertos ajenos marineros perdidos,
buscando en tus escollos la patria del regreso,
atraídos por el hechizo
de la voz del asfalto.

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José Ángel Buesa

POEMA FINAL

Yo cantaré algún día la angustia verdadera,
y, así lo que otros callan lo iré diciendo yo,
pues la mujer que amamos sin que ella lo supiera,
sin saberlo nosotros, acaso nos amó…

Aunque el tiempo nos lleva por un camino triste,
mientras tu cuerpo avanza, tu alma puede volver,
porque, en tu amor de ahora, tu amor de ayer subsiste,
y en la mujer que hoy amas sonríe otra mujer.

Y es que el amor más grande nos parece pequeño
mientras haya otra boca que podamos besar,
y el corazón no sabe la medida del sueño
como nadie ha sabido la medida del mar.

Porque el alma inconforme pide más a la vida,
que en cada don que otorga nos arrebata un don,
y así nos mata un sueño con cada despedida
y nos cuenta una muerte cada resurrección.

Pero el amor sonríe como un niño dormido,
y el mañana es la sombra de la luz del ayer;
y así se va la vida, sin saber que se ha ido,
como se van las nubes en el atardecer…

Y ahora, yo, que he hecho mía toda esa angustia ajena,
que canté sonriendo lo triste del azar,
comprendo que he cantado también mi propia pena,
y que he dicho las cosas que quería callar.

UN NIÑO LO HACE CUALQUIERA [Mi poema]
Juan Carlos Mestre [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Un niño lo hace cualquiera,
¡un niño qué maravilla!
es la cosa más sencilla
pues se engendra en la pernera.
Si germina en primavera
es posible al fin de otoño
que aparezca ese retoño
y poderlo disfrutar,
y de tanto oír llorar
que termines hasta el moño.

Pues los niños son muy guapos,
son aviesos y alevines,
te despiertan en maitines
y se ensucian como sapos.
Si les das unos sopapos,
siempre si se portan mal,
llega allí el municipal
acusando de maltratos,
a la infancia desacatos
y a tildarte de animal.

Yo propongo en el futuro
que ya nazcan bien formados,
listos, limpios y educados,
que el cuidar no se haga duro.
Y a los padres en apuro
que los hagan sin costuras
y al venir no anden a oscuras,
que cambiarles de pañales
lo hagan los municipales
y si no que sean los curas.
©donaciano bueno

#Qué es eso de que les aguante su padre...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan Carlos Mestre

(Premio Jaime Gil de Biedma, Visor, 1992 y Premio Jaén de Poesía, Hiperión, 1999)

LOS POETAS

Para Rafael Pérez Estrada

Recorrimos los suburbios,
anduvimos juntos entre la maleza,
dormimos en los cobertizos.

El poeta barba de maíz roedor de los sembrados,
el poeta bobina de hilo de las cometas.
El que bajo los párpados de lino del verano
es la voz ronca del vendedor ambulante,
la mirada del viento que seca la tierra mojada.

Lo que el poeta dice,
lo que dice el poeta a la adivina,
al solitario de boina gris,
al que oye sus palabras como relato de un robo.

El poeta vidrio de los cuatro colores de la atmósfera,
el poeta oscuro llave de las alacenas.
El que está sentado a la diestra del padre
junto al jugador de baraja que lee la fortuna,
el que le dice a la vida, oye vida,
y se acuesta con ella.

Lo que dice el poeta,
lo que el poeta dice
al que se cree dueño de algo,
propietario del reflejo de algo,
amo de la discordia de algo.

El que deambula de noche por los cercados,
el poeta amigo de las hormigas
que construye una casa de harina.
El que guarda en su artesa cuero de tambor
y pan nublado del sábado.

El poeta cera amarilla de las iglesias
que baila con el agua de las pecadoras,
el poeta barco de papel
que duerme con la muchacha sin labios.

Sus manos escriben el rótulo de las mercerías,
saludan en la iglesia al dueño del alambique.
El que se llama Niebla, Pelirrojo Crepúsculo,
el que no sabe a quién besarán ahora los ojos de Triste Boca de Nuez,
el que silba como el pájaro de las colinas,
el hijo del panadero que conversa con el martín pescador.

Lo que el poeta dice,
lo que dice el poeta a la muchacha con calcetines blancos
y pequeños ojos de colibrí.
El viejo pastor comensal del otoño,
el poeta ruido de las semillas, carpintero del Arca de los animales.
El delirante bajo el filamento de las bombillas
para el que aún tiene sentido seguir dándole vueltas.
El que vive en la patria de una mujer desnuda,
el hijo de la locura que llora médula de caballos
sumergido en el humo de su choza de adobe.

El que vino a barnizar con leche la jaula de los cantos,
aquel cuya cabeza ha rodado como una peonza
por la tarima de los burdeles
y ha recorrido todos los templos
pidiéndole favores al crucificado.
El consentido por el vínculo de las zurcidoras,
el que padece una enfermedad inmortal
y levita en los parques tumbado de espaldas.

El poeta que cruza en ambulancia los campos de girasoles,
el poeta ángel de los pesebres,
brizna de los acantilados.
El poeta reloj de lluvia de las epidemias,
vapor de los harapos hervidos contra la peste.
El que ha hipotecado la hacienda de varias generaciones
y ahora es el ánima de un bolchevique embriagado de vodka.

El patriarca que abrió una tienda de ultramarinos
y compra por cuatro centavos un ramito de sífilis,
el que conoce el comercio de especias y el tráfico de resinas,
el compadre de los anarquistas
con su escarabajo negro ante el eclipse de mar.
El que rodeado de profecías y pájaros
vive en las manos de una arpista,
el que tiene dedos de trébol y cerillas,
aquel cuyas cenizas alimentarán las carpas de los estanques.

Recorrimos los suburbios,
anduvimos juntos entre la maleza,
dormimos en los cobertizos.

Lo que el poeta dice,
lo que dice el poeta a la adivina,
al bisabuelo judío que dormía en la comuna
y aún vaga con su barba blanca por ahí
proclamando su consigna a las abejas:
Las estrellas para quien las trabaja.

PÁGINA CON PERRO

Los carabineros detuvieron a mis amigos,
les ataron las manos a los raíles,
me obligaron como se obliga a un extranjero
a subir a un tren y abandonar la ciudad.

Mis amigos enfermaron en el silencio,
tuvieron visiones en las cercanías de lo sagrado.

No la herida del inocente,
no la cuerda del cazador de reptiles,
en mi pensamiento la crueldad tiene nombre.

Me llamaron judío,
perro judío,
comunista judío hijo de perro.

Este no un asunto que se pueda solucionar con tres palabras,
porque para cada uno de nosotros
esas palabras tampoco significan lo mismo.

Yo he tenido un perro,
he hablado con él,
le he dado comida.

Para alguien que ha tenido un perro
la palabra perro es fiel como la palabra amigo,
hermosa como la palabra estrella,
necesaria como la palabra martillo.

Lo que sé de mí

Yo he nacido aquí junto a las altas lilas del verano
y los verdes racimos amargos de la aurora.

Yo he nacido entre las rosas que han muerto
y el mustio follaje de los jardines de un sueño.

En las transparentes alamedas que canta el ruiseñor
y abre el rocío con su cuchillo de cristal en la mañana.

Como la hoja que cae sobre un sepulcro
yo he pisado al nacer esta piedra y su luz me ha salpicado.

Como el que nace para la música y talla la madera o la roca
y escucha su voz crujir bajo el cincel y no pregunta.

Yo he nacido duro de corazón y equivocado,
pero vosotros me habéis dado la tierna mano de la primavera.

El que sopla las estaciones y hace reverdecer al árbol muerto
ha mirado esta rama joven que no ardía.

Al consumido en su luz y al que el amor destierra
mis días por igual se han parecido.

Como aquel que al entrar en su casa se encuentra con la mar
y goza y es feliz y se queda con ella para siempre.

Yo he nacido aquí antes de que mi corazón se diera cuenta
y una dulce mujer se acercara a mi sombra como madre.

Desde entonces he sido melancólico y triste
porque he contado los astros y la lluvia y la arena.

De lo ajeno he tenido la bondad de la tierra
y de lo mío la nada en su infinita certeza.

He visto a los hombres mirar hacia el cielo
como buscando la vida que junto a ti se les niega.

Y he padecido con el dolor entre todos
y no he cerrado la puerta al florecido en su odio.

Al que marcado con saliva se esconde de los muchos
lo he elegido más cerca de mi corazón que a los otros.

Y he contemplado a los pájaros
resolver en el vuelo el misterio del aire.

Yo he nacido aquí junto a la piedra de Cluny
donde brota el mirto su tallo en la maleza.

Pero no he sido feliz,
mi memoria se ha cansado de llover y esperarte.

Nada pudo la abundante espiga del dolor contra nosotros,
cuanto más me iba, más tu amor me aprisionaba.

Y así he sido claro bajo el sol y también fuente
donde vienen a beber desde el fondo del mundo las estatuas.

Y un día, un día como hoy resplandeciente y puro
rozado tal vez por el deseo se acercó a la ventana mi figura.

Y al ver todo transido de pétalo aquel cuerpo
salí como siguiéndola y me perdí en su calle.

Yo te he amado pequeño pueblo entre dos ríos
donde supo mi corazón el don de la palabra y las alondras.

Memoria de la noche

Esta noche y no en otra noche más cercana o desnuda
voy a empezar a vivir
es que ha pasado un hombre alto como un eucalipto
y no soy yo
cuando pregunta por el dueño de las carnicerías
y entonces entra y clausura todas las sangres
y los clamores del mundo mugen tan gozosos
ya de la vida toda y de la muerte ninguna.
Esta noche y no en otra noche más doliente o profunda
voy a empezar a nacer
es que ha pasado un niño con más fusiles que risas
y no soy yo
cuando pregunta por el dueño del hambre
y la esperanza general de la tierra se conmueve
ya de venganza o de ira.
Esta noche y no en otra noche más triste y obscura
voy a empezar a creer
es que ha pasado una mujer parecida a mi madre
y yo también soy
cuando pregunta por mí y yo me reconozco
ya de dolor o vergüenza.
Esta noche y no en otra noche más cruel o suicida
voy a empezar a morir
es que me ha saludado el que me odia
y no soy yo
cuando pregunta mi oficio terrible de dulzura
y ya una bala me sueña.

Esta noche y no en otra noche más deseada y querida
voy a empezar a cantar
es que el silencio recorre mis cosas
y no soy yo
cuando se callan en el miedo las estrellas
ya sentencia o castigo.
Esta noche y no en otra noche más ciega y oculta
voy a aparecer de repente
es que a tantos han ido reduciendo a la sombra
que ni soy yo
cuando estábamos todos y ahora no existes
ya desolación y miseria.
Esta noche y no en otra noche más bella y sentida
voy a preguntar por el pan
es que ha pasado la muerte toda encendida de trigo
y no soy yo
cuando responde la lluvia cayendo en la nada
ya paciencia o trabajo.
Esta noche y no en otra noche más incierta o mentira
voy a confesarme del miedo
es que han encendido una hoguera
y soy también en la llama
cuando arde el deseo prohibido
ya diferencia o pecado.
Esta noche y no en otra noche más confiada y amiga
voy a rendirme con pena
es que una caricia me acusa
y no soy yo
cuando apuntan mi nombre en el aire
ya condenado o alegre.
Esta noche y no en otra noche más fría o ajena
voy a marcharme hacia siempre
es que nunca la muerte termina
y no soy yo
cuando maltratan el beso con ira
ya religión o fracaso.

Esta noche y no en otra noche más noche y eterna
voy a pensar que respiro
es que una palabra se ahoga en un libro
y no soy yo
cuando aplauden lo horrible del mundo
ya consagración o veneno.
Esta noche y no en otra noche más desolada y perdida
voy a escribir al tirano
es que pasa mi abuela con flores, con vida
y no soy yo
cuando llora vacía ante el cielo
ya letanía o milagro.
Esta noche y no en otra noche más escondida y lejana
voy a quedarme contigo
es que ocurre un monstruo en las selvas del alma
y no soy yo
cuando claman heridas y heridas
ya gobiernos o leyes.
Esta noche y todas las noches del día
voy a decirte mi amiga culpable
es que está pasando la vida
y yo no soy
cuando un hombre se sienta y nos habla
ya destrucción o poesía.

Poema del lejano

El que desterrado por la pobreza
vive sin corazón en lo lejano,
y a nada atiende como suyo
y es lóbrego y cansado bajo el cielo.
El que sale vencido de su casa
y lo arrastra la gente en su murmullo
y transcurre vacío por la calle
y se sienta delante de una máquina.
El doloroso de razón frente a la vida
que muere en la esperanza y no regresa.
A este que nadie ha despedido
y toma el tren un día hacia la aurora.
Nadie lo sabrá, su historia es triste
como un mar que nadie ha descubierto.
No ha querido mirar la primavera,
trabaja por volver, brotar un día
como el árbol florecido que en su huerto
daba sombra y destino a la mañana.
Pensaréis que el cielo habrá de perdonarlo,
pensaréis que el amor,
ciudad y pájaros y torres
sonará de nuevo campanas en sus ojos.
Pero él, que perdido en lo lejano
fue escombro de alameda, ha muerto.
No lo lloréis,
junto a aquel leño oscuro
brotaba un manantial honrado.
De «Antífona del otoño en el valle del Bierzo»

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A QUÉ TANTO BUSCAR [Mi poema]
Nicanor Parra [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Yo te busqué
entre las palabras raras de un crucigrama,
las salidas imposibles de un laberinto,
hurgando en los muros medievales de la catedral de Burgos,
las casas de hombres y mujeres desafectas
donde el puro placer tiene su altar,
los pernios oxidados de puertas trancadas a cal y canto,
los bajos fondos donde se trafica con el lavado de cerebros,
la droga y con la plata de los siglos venideros,
las historias que nunca se han contado,
o se encuentran debajo de los sueños,
debajo de la razón de las guerras frías,
allí donde los abrazos se pierden,
se entierran las ilusiones,
en la bazofia putrefacta de algunos restaurantes
y en bares de carreteras secundarias,
y en la paz pactada de los cementerios,
donde todo se ignora,
donde el mal y el bien empiezan y se acaban,
en las intensas emociones de un balón de fútbol,
en las rendijas por donde entran y salen las sabandijas
e incluso en las notas musicales que saltan al cantar.

Juro que te busqué.
Allí donde la tarde se pierde en la lontananza,
en los cantos rodados de un río sin agua, desangelado,
en el alma de los que no tienen alma,
que están a punto de morir en el cadalso,
de los que saben que el sueño es la píldora de un placebo,
un sucedáneo de la realidad,
una mentira piadosa,
una lágrima en los ojos de aquellos a los que ya se les secaron,
y en fin, en los pedazos rotos de un espejo partido en mil pedazos
en que me quise mirar, todos ellos con mi cara,
todos con la misma mueca
burlándose
repitiéndome
si nunca has de encontrar
a qué tanto insistes en buscar, ¡so lelo!
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Nicanor Parra

(Premio Nacional de Literatura (1969) y el Premio Miguel de Cervantes (2011)

Manifiesto.

Señoras y señores
Ésta es nuestra última palabra.
-Nuestra primera y última palabra-
Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores
-Y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.

Además una cosa:
El poeta está ahí
Para que el árbol no crezca torcido.

Este es nuestro mensaje.
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
Al poeta Barata
Al poeta Ratón de Biblioteca.
Todos estos señores
-Y esto lo digo con mucho respeto-
Deben ser procesados y juzgados
Por construir castillos en el aire
Por malgastar el espacio y el tiempo
Redactando sonetos a la luna
Por agrupar palabras al azar
A la última moda de París.
Para nosotros no:
El pensamiento no nace en la boca
Nace en el corazón del corazón.

Nosotros repudiamos
La poesía de gafas obscuras
La poesía de capa y espada
La poesía de sombrero alón.
Propiciamos en cambio
La poesía a ojo desnudo
La poesía a pecho descubierto
La poesía a cabeza desnuda.

No creemos en ninfas ni tritones.
La poesía tiene que ser esto:
Una muchacha rodeada de espigas
O no ser absolutamente nada.

Ahora bien, en el plano político
Ellos, nuestros abuelos inmediatos,
¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!
Se retractaron y se dispersaron
Al pasar por el prisma de cristal.
Unos pocos se hicieron comunistas.
Yo no sé si lo fueron realmente.
Supongamos que fueron comunistas,
Lo que sé es una cosa:
Que no fueron poetas populares,
Fueron unos reverendos poetas burgueses.

Hay que decir las cosas como son:
Sólo uno que otro
Supo llegar al corazón del pueblo.
Cada vez que pudieron
Se declararon de palabra y de hecho
Contra la poesía dirigida
Contra la poesía del presente
Contra la poesía proletaria.

Aceptemos que fueron comunistas
Pero la poesía fue un desastre
Surrealismo de segunda mano
Decadentismo de tercera mano,
Tablas viejas devueltas por el mar.
Poesía adjetiva
Poesía nasal y gutural
Poesía arbitraria
Poesía copiada de los libros
Poesía basada
En la revolución de la palabra
En circunstancias de que debe fundarse
En la revolución de las ideas.
Poesía de círculo vicioso
Para media docena de elegidos:
Libertad absoluta de expresión.
Hoy nos hacemos cruces preguntando
Para qué escribirían esas cosas
¿Para asustar al pequeño burgués?
¡Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
Sino cuando se trata del estómago.

¡Qué lo van a asustar con poesías!

La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.

Nada más, compañeros
Nosotros condenamos
-Y esto sí que lo digo con respeto-
La poesía de pequeño dios
La poesía de vaca sagrada
La poesía de toro furioso.

Contra la poesía de las nubes
Nosotros oponemos
La poesía de la tierra firme
-Cabeza fría, corazón caliente
Somos tierrafirmistas decididos-
Contra la poesía de café
La poesía de la naturaleza
Contra la poesía de salón
La poesía de la plaza pública
La poesía de protesta social.
Los poetas bajaron del Olimpo.

Es olvido

Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,
No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
Ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
Supe de la su muerte inmerecida,
Nueva que me causó tal desengaño
Que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
Por la gente que trajo la noticia
Debo creer, sin vacilar un punto,
Que murió con mi nombre en las pupilas.
Hecho que me sorprende, porque nunca
Fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
Relaciones de estricta cortesía,
Nada más que palabras y palabras
Y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
Sólo queda un puñado de cenizas),
Pero jamás vi en ella otro destino
Que el de una joven triste y pensativa
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
Con el celeste nombre de María,
Circunstancia que prueba claramente
La exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
Sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
Que comprendan que yo no la quería
Sino con ese vago sentimiento
Con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
Lo que a esta fecha aún me maravilla,
Ese inaudito y singular ejemplo
De morir con mi nombre en las pupilas,
Ella, múltiple rosa inmaculada,
Ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
Que se pasa quejando noche y día
De que el mundo traidor en que vivimos
Vale menos que rueda detenida:
Mucho más honorable es una tumba,
Vale más una hoja enmohecida.
Nada es verdad, aquí nada perdura,
Ni el color del cristal con que se mira.

Hoy es un día azul de primavera,
Creo que moriré de poesía,
De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.

Cronos

En Santiago de Chile
Los
días
son
interminablemente
largos:

Varias eternidades en un día.

Nos desplazamos a lomo de luma
Como los vendedores de cochayuyo:
Se bosteza. Se vuelve a bostezar.

Sin embargo las semanas son cortas
Los meses pasan a toda carrera
Ylosañosparecequevolaran.

Cambios de nombre

A los amantes de las bellas letras
Hago llegar mis mejores deseos
Voy a cambiar de nombre a algunas cosas.

Mi posición es ésta:
El poeta no cumple su palabra
Si no cambia los nombres de las cosas.

¿Con qué razón el sol
Ha de seguir llamándose sol?
¡Pido que se llame Micifuz
El de las botas de cuarenta leguas!

¿Mis zapatos parecen ataúdes?
Sepan que desde hoy en adelante
Los zapatos se llaman ataúdes.
Comuníquese, anótese y publíquese
Que los zapatos han cambiado de nombre:
Desde ahora se llaman ataúdes.

Bueno, la noche es larga
Todo poeta que se estime a sí mismo
Debe tener su propio diccionario
Y antes que se me olvide
Al propio dios hay que cambiarle nombre
Que cada cual lo llame como quiera:
Ese es un problema personal.

Hay un día feliz

A recorrer me dediqué esta tarde
Las solitarias calles de mi aldea
Acompañado por el buen crepúsculo
Que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
Y su difusa lámpara de niebla,
Sólo que el tiempo lo ha invadido todo
Con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
Volver a ver esta querida tierra,
Pero ahora que he vuelto no comprendo
Cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
Ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
En la torre más alta de la iglesia;
El caracol en el jardín, y el musgo
En las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, éste es el reino
Del cielo azul y de las hojas secas
En donde todo y cada cosa tiene
Su singular y plácida leyenda:
Hasta en la propia sombra reconozco
La mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
Que presenció mi juventud primera,
El correo en la esquina de la plaza
Y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!; nunca sabe
Uno apreciar la dicha verdadera,
Cuando la imaginamos más lejana
Es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
Que la vida no es más que una quimera;
Una ilusión, un sueño sin orillas,
Una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
La emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
Cuando emprendí mi singular empresa,
Una tras otra, en oleaje mudo,
Al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
Y cuando estuve frente a la arboleda
Que alimenta el oído del viajero
Con su inefable música secreta
Recordé el mar y enumeré las hojas
En homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
Como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
Me detuve delante de una tienda:
El olor del café siempre es el mismo,
Siempre la misma luna en mi cabeza;
Entre el río de entonces y el de ahora
No distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
Que mi padre plantó frente a la puerta
(Ilustre padre que en sus buenos tiempos
Fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
Era un trasunto fiel de la Edad Media
Cuando el perro dormía dulcemente
Bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
No podría decirlo con certeza;
Todo está igual, seguramente,
El vino y el ruiseñor encima de la mesa,
Mis hermanos menores a esta hora
Deben venir de vuelta de la escuela:
¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo
Como una blanca tempestad de arena!

No creo en la vía pacífica

no creo en la vía violenta
me gustaría creer
en algo pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
no creo ni en la Vía Láctea.

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ME MUERO POR SABER [Mi poema]
Marialuz Albija Bayas [Poeta sugerido]New

MI POEMA…de medio pelo

 

Me muero por saber si el firmamento
se encuentra allí tan alto como dicen,
o en cambio que es mentira, que es un cuento
es algo que no tiene fundamento
y no llevan razón quienes bendicen

tamaña zafiedad. Nunca han subido
y aun menos agarrado con la mano,
más propio es de un bribón que anda bebido
y ve lo que no existe en un silbido,
confunde con un burro a un buen gitano.

Le reto aquí me muestre esa escalera
tan larga que sería interminable,
que elija la pistola o saque el sable
y aquel que la porfía la perdiera
que pida aquí perdón al respetable.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDOMarialuz Albija Bayas

TIERRA

El cigarrillo quema su papel de arroz
al consumirse en el fracaso de las hojas.
Así, los que desearon a mi madre se diluyen
bajo el manto de la piel
como tragados por un delta.
Ellos no saben que este olor a palo santo
es ella
que el ojo de agua en la pared
es ella
que el fuego oculto bajo el lodo
es también ella entre los jeroglíficos del humo.

Los que desearon a mi madre no sospechan
que en el caudal de todo río va su sangre
y puede más
y los destroza.

RECODO

Tú siempre al filo del infierno
de obsesión en obsesión. Siembras.
Incubas. Despedazas.
Vas a rasgar, dices, mi foto
quieres volver al tiempo blanco en que no existo.

Ya ven, mamá, llora en mi pecho
la sal ardiente cerrará tus cicatrices.
No existe nada más allá
salvo una hendija que sucede por sí sola:

recordarás cómo se puede armar un ojo
recuperar un par de piernas
tal vez nada
algún lunar, el estrabismo, la ceguera.

Intuiré cómo es la muerte
recordarás cuánto el hastío.
Quizá podamos estrecharnos un segundo
recuperar un par de piernas
tal vez todo.

JACULATORIA

Sea mi cuerpo el alimento de los peces
cuando no pueda verme más en tu regazo
muy lejos ya del graderío que ocultaba mi secreto
donde mi amor no podrá redimirte.

Pude haber sido Ulises

Helena
Juan Bautista.

O esa mujer que baja despacito
abrazada a la canasta de penas.
O el payaso trapecista
con su caja de sorpresas.

O una loca de atar.
O un astillero.

O la Línea Equinoccial.
O algún planeta…

Pero me fue dado ser yo
y me estoy convirtiendo en serpiente.

Rózame con tus alas para saber que existo

aunque no sé de coordenadas
y he perdido las señales que podrían ser el mundo.

Siento la leche caliente a punto de saltarme del pecho
pero no puedo ver.
No encuentro los orificios que me permitan atisbar la luz.

Intuyo el vientre habitado
a punto de bailar con la música
que sólo yo escucho hacia adentro
pero no puedo ver.

Espero en la calle vacía
bajo la mirada omnisciente de la ciudad.

Rózame con tus alas
con tus manos alivia mi fuego
para saber si aún existo.
Para saber si acaso debo seguir esperando.

El mar acarrea tu nombre.

Lo trae hasta mí
como un día trajera la lengua
con que ahora descifro el dictado del agua.
Escucho en sus sílabas otro cantar
aquél que de niña me hiciera intuirte.
Pero hoy sólo pides silencio.

No puedo, aunque quiera,
borrar la humedad que has dejado en mi piel con tu atraco.

Escucho tu nombre
murmullo que rompe memorias y tiempos
sonido que sigue llegándome desde la lejana prehistoria del amor

cuando sus manos
tus manos
aún no tocaban mi vida.

Hoy sé que de nada me sirve nombrarte.

Te has ido temprano
y el sol, bajo el agua, se deja morir.

Fantasma que me acaricias la cara

y te vas.
Esta noche no huyas de mí.
No te lleves el cuerpo que ansía la brevedad
la ligera noción de tu carne.
Déjame lo que me pertenece
la desnuda manzana en que habito
la piel
que perdida en el aire
desea arrastrarse
y al fin
existir.

Te arrojaré al cielo más sucio.

Serás un papel arrugado
en esa isla de rascacielos
donde perdimos el hilo.
Serás un cartón de jugo
bajo la rueda del autobús…

Intentaré recogerte del polvo
y besaré tus heridas una por una.
Seré Magdalena, Verónica,
la que tú quieras.
Imprimirás en mis manos
tu cara desierta

y creeré que te has ido.

GUILIN, AÑO DEL CABALLO

I.
Aunque ya sólo queden palabras
aún hay música en mí

aquella música de la lluvia
que me envolviera entre niebla y agua
la vieja herencia que en el Oriente
se deslizó por mis palmas
cuando intenté rescatarme una noche
cuando perdida
traté de hallarme y fluyeron notas de la maleza
sonido a selva
vestigios míos.

Aún queda música
espesa
envuelta
lista a fluirme cuando la llame desde el Oriente Lejano
lista a fluirme cuando retorne a su nacimiento
cuando la roce con lo que vive de sus inicios
cuando la pueda sacar del polvo
para mirar en su fondo líquido aquel reflejo de cercanía
aquel instante que en otra tierra se convirtiera en identidad.

Aunque mis manos ya no la toquen
aunque mis labios ya no la canten
será caricia
pozo
poema
húmeda huella bajo mis párpados
agua vertida sobre los montes
música oculta tras los confines deshilvanados de la que fui.

II.
Con nada más que los ojos
apartamos el velo de agua
que cubría la tierra esa tarde
y oscuro
desde los templos
se deslizaba a besarla.

Así, entre los dos,
el inquieto caer de la música.

III.
Venía cantando el río.
Traía la primavera en sus aguas.
La repartía sobre la orilla.
De los vestidos la levantaba.

Toda la música revolvía
su leve cuerpo transfigurado.

Orillas se estremecieron.
Lloraron nubes.
Nació el caballo.

SIMULTÁNEAS ALREDEDOR DEL MUNDO

Recibo la llegada de la noche.
Golpeo el teclado
este hermoso piano de vocales y consonantes que lanzan su música inaudible
dejando que la ciudad se me escape lentamente por el oído izquierdo
mientras por el derecho me invade la tierra cruda que está del otro lado
los chaquiñanes detrás de mi casa…
Si los seguía me llevaban a la autopista
que sin saberlo rompe los montes
separa el campo

y mi madre
en su pequeño escarabajo por el camino empedrado
mientras yo, en la Gran Muralla,
bajo la luna llena
me recuesto.

Anochece y me entrego.

Quisiera atrapar con mis manos la China del Norte
sus restos fragmentados por la memoria
que no sabe cómo volver al portal
donde una joven asiática vendía bebidas frente a los sumideros de la ciudad.
La ciudad que detuve en fotografías
sin la locura de su realidad descomunal
sin el olor de sus esquinas inundadas de basura
sin el concierto de sus plazas y veredas.

Me entrego al velo de la nostalgia.
Una caricia de copos blancos me roza
como una nieve de fantasía cubriéndome los ojos.
Me dejo besar por las flores que caen.
Soy una flor estropeada por las lágrimas.
Llevo un anillo de bodas en la mano izquierda
pero me siento más sola que nunca.
Pedaleo entre los autobuses y miro mi sombra reflejada en el asfalto.
La veo fragmentarse sobre los bordes de las alcantarillas
y me pregunto quién se la traga.

Jamás podré ser como antes.
No escribiré ya las mismas palabras.
No leeré los mismos poemas en un libro
se me habrán extraviado entre las páginas
y otros ocuparán su lugar
como hay otra que ocupa mi cuerpo.

Debajo de la tierra descansa la intensidad que un día se me desbordó.
La busco entre los transeúntes del Asia Lejana.
La sigo buscando este instante
acaso perdida en la línea final de la noche.

Pero amanece.
Y estoy de regreso.

Les temo a las palabras porque no me sirven

porque ignoro de sus intenciones lo voraz
lo prematuro.
Porque me niego a suplicarles
y soy, sin embargo, la esclava que les besa las sandalias.

Le temo a la llegada del poema
porque viene rodeado de ausencia
porque sus bordes quebradizos amenazan con desaparecer entre mis manos
porque si lo miro a la cara se deshoja.

¿Qué hiciste, madre, para llenarme de palabras?
¿Por qué ya no es posible el silencio?

Le temo al cuerpo que no entiende lo que digo.
A su lenguaje atroz le tengo miedo.
A la amenaza persistente de una muerte que no me abandona:
pájaro revoloteando alrededor de las naranjas de la carne
hermosa golondrina que endulzará su lengua con mi néctar.

Mi cuerpo se parece al tuyo, madre.
Pero siempre seré hija para ti.
La hija mayor.
Primera en desgarrarte
y en dejarte
nido abandonado a medianoche
descanso en el enorme graderío que no termina
que no calla
que no escribo.

Le temo al final del poema
a la súbita desdicha en sus ojos
a los vacíos que lo perforan como balas atravesadas en un tronco a punto de caer
a las imágenes mudas que aprietan su cuello
y pululan en mi entorno que no logra desprenderse de ellas.

Le temo, madre, a tu angustia
y a las palabras que me enseñaste
porque no son las que quiero.

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COPIAR NO ES PERMITIDO [Mi poema]
José Ángel Valente [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Escribir cada día es un suplicio,
escribir cada día es placentero,
la forma de sacarte a ti de quicio,
dejando a tu relajo sin resquicio,
igual que un pordiosero.

¿Escribir para quién?, para ti mismo,
haciendo dejación de otros placeres,
lanzando tu esperanza hacia el abismo
consciente que lo tuyo es ateísmo,
no tienes tal poderes.

Mejor copiar. ¡Copiar no es permitido!
¡Copiar es actuar cual sanguijuela!
Robándole al que mucho habrá leído
su esfuerzo para luego haber reído
clavándole la espuela.

¿Plagiar?, delito, es falso, es un engaño.
Quien plagia es que no tiene sentimientos,
no encuentra en dios perdón, es un apaño,
que a aquel al que es honesto le hace daño,
sin su consentimiento.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Ángel Valente

El crimen

Hoy he amanecido
como siempre, pero
con un cuchillo
en el pecho. Ignoro
quién ha sido,
y también los posibles
móviles del delito.

Estoy aquí
tendido
y pesa vertical
el frío.

La noticia se divulga
con relativo sigilo.

El doctor estuvo brillante, pero
el interrogatorio ha sido
confuso. El hecho
carece de testigos.
(Llamada de portera,
dijo
que el muerto no tenía
antecedentes políticos.
Es una obsesión que la persigue
desde la muerte del marido.)

Por mi parte no tengo
nada que declarar.
Se busca al asesino;
sin embargo,
tal vez no hay asesino,
aunque se enrede así el final de la trama.

Sencillamente yazgo
aquí, con un cuchillo…
Oscila, pendular y
solemne, el frío.
No hay pruebas contra nadie. Nadie
ha consumado mi homicidio.

El temblor

La lluvia
como una lengua de prensiles musgos
parece recorrerme, buscarme la cerviz, bajar,
lamer el eje vertical,
contar el número de vértebras que me separan
de tu cuerpo ausente.

Busco ahora despacio con mi lengua
la demorada huella de tu lengua
hundida en mis salivas.

Bebo, te bebo
en las mansiones líquidas
del paladar
y en la humedad radiante de tus ingles,
mientras tu propia lengua me recorre
y baja,
retráctil y prensil, como la lengua
oscura de la lluvia.

La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta.

Materia

Convertir la palabra en la materia
donde lo que quisiéramos decir no pueda
penetrar más allá
de lo que la materia nos diría
si a ella, como un vientre,
delicado aplicásemos,
desnudo, blanco vientre,
delicado el oído para oír
el mar, el indistinto
rumor del mar, que más allá de ti,
el no nombrado amor, te engendra siempre.

Oda a la soledad

Ah soledad,
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Escúchame tú ahora
Cuando el amor
Como por negra magia de la mano izquierda
Cayó desde su cielo,
Cada vez más radiante, igual que lluvia
De pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto, y quebrantaron
Al fin todos sus huesos,
Por una diosa adversa y amarilla
Y tú, oh alma,
Considera o medita cuántas veces
Hemos pecado en vano contra nadie
Y una vez más aquí fuimos juzgados,
Una vez más, oh dios, en el banquillo
De la infidelidad y las irreverencias.
Así pues, considera,
Considérate, oh alma,
Para que un día seas perdonada,
Mientras ahora escuchas impasible
O desasida al cabo
De tu mortal miseria
La caída infinita
De la sonata opus
Ciento veintiséis
De Mozart
Que apaga en tan insólita
Suspensión de los tiempos
La sucesiva imagen de tu culpa
Ah soledad,
Mi soledad amiga, lávame,
como a quien nace, en tus aguas australes
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
bajar en esta noche,
en esta noche séptuple del llanto,
los mismos siete círculos que guardan
en el centro del aire
tu recinto sellado.

Cuando el amor

Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo solo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.
Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que solo el amor
abra tus labios a la luz del día.

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Rodrigo Sancho Ferrrer

ESTACIONES

Un poema de Vaho.

Que el otoño fuera descosiendo
como cada año los árboles
uno ya lo imaginaba.

Falta, acaso, la otra parte.
De qué manera y por qué –cuál es su espera–
tejen y destejen las estaciones
los paisajes.

Qué decisión postergan,
a qué pretendientes engañan
cuando nadie mira por las noches.
A qué viene la nieve, la lluvia,
el viento que desenhebra las madejas.
Cómo de bello será ese infinito manto cuando esté terminado,
cómo de grande el amor
que alimenta
tanto esfuerzo.

Si, al consumarse,
será necesario también retrasar la aurora
de rosados dedos
para dar tiempo al mutuo reconocimiento.

Si, al pisar las hojas,
retrasa uno la llegada
o solo actúa
como una puntada más,
un extra sin importancia,
prescindible y pasajero.

SI DICEN QUE ME HE MUERTO NO HAGAS CASO [Mi poema]
Benjamín Prado [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ayer yo me enteré que había muerto
y ya me han enterrado,
me toco y no me doy por enterado,
posible me ha mirado a mi algún tuerto
que andaba algo sonado.

Que hay veces que estás muerto y no te enteras,
pensando, andas en Babia,
y entonces se desata en ti esa rabia
-ocurre esta impresión de higos a peras-
la mente aquí es muy sabia.

Permitan no lo crean, que me ría,
si alguno lo ha creído,
o lo hace porque está muy confundido
-si digo lo contrario mentiría-
o es que él está bebido.

Si dicen que me he muerto no hagan caso,
prometo les aviso,
que el hecho debe ser algo preciso:
morir es consecuencia de un fracaso,
o bien, porque dios quiso.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Benjamín Prado

EL TERRORISTA 

Soy un hombre que lleva el infierno en las manos.
Soy la justicia,
el dueño de la muerte.
Soy el que va a enseñaros a leer el dolor,
a descifrar su oscuro jeroglífico.

Mi Dios
que puso tinta roja en las amapolas;
que sumó luz y música para crear los ríos,
me manda castigaros.

A vosotros
que sois los hijos de la usura,
la raíz negra de las cosas blancas.
A vosotros
que habláis
con palabras que son sombras de la serpiente;
que vendéis cielos
y compráis banderas
y destruís los ídolos para adorar sus ruinas.

Mi Dios
que pensó el oro musculoso del tigre;
mi Dios que hace y deshace este reino de arena,

me da el poder,
me envía a destruiros.

Ya se acercan las llamas.
Ya cae la lluvia roja.
Ya sale la verdad de entre mis manos.
Ha llegado el momento.
Dios elige a sus mártires
como el puñal inventa al asesino.

4 de octubre en Landmark Hotel

-Si es un sueño no quiero que nada me despierte
-decías con El ángel que nos mira en la mano
y corriendo bajo la lluvia- decías
la tormenta es un tigre,
el tigre tiene un movimiento de árbol
que va entrando en la noche.

Bajo la lluvia,
a solas con tu vida entre cielos e infiernos,
entre nada ya es suficiente y demasiado no basta,
mirabas caer la oscuridad en los parques
-como un sonido de campanas sobre el agua-
y decías una canción es sólo
la forma de salir de un callejón sin salida,
mirabas la oscuridad,
con tu corazón perseguido por los leones,
con tus plumas azules y tus sortijas árabes.

20 años después, mientras me hablas
de pequeñas ciudades -me pregunto
si un recuerdo es algo que conservamos
o algo que hemos perdido-, de pequeñas ciudades junto al mar,
yo comprendo que sólo fuiste un sueño. Y como dice
Delmore Schwartz en una canción de Lou Reed,
en nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades.

La última playa es fría y tiene una luz extraña,
una luz blanca hecha de pájaros caídos.
20 años después, desde este mundo
de las cosas tal como son, tenemos
nuestras propias preguntas. y respuestas
que huyen de tu nombre
como animales asustados por un trueno.

El sueño es dulce, sientes
grandes ruedas de fuego en el calor del día.
y Lou Reed también dice
que si cierras la puerta
tal vez la noche dure para siempre.
De «Cobijo contra la tormenta» 1995

VII – Una noche te dije…

-Una noche te dije: -Quien no tiene secretos
nunca tendrá piedad.
Llovía, pero abriste una ventana.
La tormenta era azul dentro del bosque.
La mancha roja de las rosas
se extendía
por el corazón de los jardines.
y el mundo era un mundo de otra época:
como la vez que estábamos en una casa abandonada
viendo un incendio antiguo.
De «Asuntos personales» 1991

IX – Conduciendo bajo la lluvia…

Conduciendo bajo la lluvia,
la luna es del color de los coches que pasan.
Atrás queda el pequeño
hotel de carretera junto a un bosque.
Conduciendo bajo la lluvia,
en los jardines públicos brillan ángeles fríos.
Atravesando calles
tranquilas,
soledad edificada.
Conduciendo de vuelta hacia nosotros mismos.
La última frontera es nuestro corazón.
De «Asuntos personales» 1991

Asomado al balcón que soy yo porque te amo…

Marsella, 1986

Asomado al balcón que soy yo porque te amo,
pasas por mis recuerdos
igual que se atraviesa una casa vacía.
Frente a mi soledad
se alza seriamente
un viejo panorama de edificios sin luna:
luces suaves
de esta madrugada
con gente triste y niebla en las glorietas.
Luces brillantes de la madrugada.

Te quedas en Madrid. A mí me esperan
casas cerca del mar,
ese cansancio azul de los hoteles,
los cuartos alquilados
donde alguien ha muerto alguna vez.
No pasarán,
los días,
tan despacio.

Pero vendrán las lluvias,
la nostalgia creciendo
como crece el amor en épocas de guerra.
Alguien recordará, seguramente,
el largo invierno del ochenta y seis.
De «El corazón azul del alumbrado» 1991

Conversación en la isla

-Escribir un poema es intentar desatarse,
adivinar en qué mano está la moneda
-dije yo-. Tú mirabas
el sol igual que un fuego encima de la isla
y yo dije: -La poesía empieza
cuando ya has olvidado qué es lo que te asustaba
pero aún tienes miedo.
Yo veía
las torres blancas. Tú dijiste: -Es raro,
nos gustaría huir
pero nadie nos sigue.

Junto al agua,
partiendo nuestras vidas,
cortándonos las manos al coger los cristales,
tú dijiste: -La poesía es todo
lo que hay entre un disparo y el animal herido.
Parecías
tan lejos, tan a salvo
de ti y de mí;
distinta igual que siempre,
rota y vuelta a armar de una manera nueva.

El sol se fue. La noche
se acercaba y yo dije: -¿Recuerdas que jugábamos
a poner nuestros años
al lado de la Historia? Por ejemplo:
aprobaste Latín y Armstrong llegó a la luna…
Y tú dijiste: -El fuego
de los días,
la suma
de las horas,
las letras de «Armstrong llegó a la luna»…
Estábamos tan solos,
tan cansados,
como perros perdidos en medio de la lluvia,
como hombres mirando la noche desde una casa vacía.

Vi las últimas luces de la costa y el cielo
extraño encima de la playa. -A veces
-dije- no hay más que eso
y algún sitio donde ir pero ningún sitio donde quedarte
y palabras que son las piezas del abismo
y recuerdos igual que disparos en una diana.

Luego llegó la luz, el ruido azul
de la mañana,
mientras tú decías:
-Te di mi corazón y quisiste mis sueños,
te di mis sueños pero quisiste mi esperanza.
y yo dije: -Sí, es eso. Eso es todo:
una sola mujer y un millón de maneras de perderla.
Me miraste. Dijiste: -¿Y después? Y yo dije:
-Nada. Después no hay nada.
Después de eso
tenemos que estar juntos para siempre.

Nos quedamos callados,
junto al agua,
mientras la luz rompía el orden de la noche,
mientras el mar se estrellaba contra los nombres de las ciudades.
Mirando el sol sobre las torres blancas.
Cada uno observando su corazón moverse
lo mismo que un pez rojo en la oscuridad de un río.

La sombra de las torres se parecía a mi vida.

Cada uno protegido por su propio dolor,
como ángeles mirando una tormenta desde el fondo del cielo.
De «Todos nosotros» 1998

Ecuador

Hace falta la noche para ver las estrellas.

Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón-
una verdad aún sin realidad;
busco en la tinta verde de todo lo que escribo
un planeta sin nombre o una jungla perdida.

Y hace falta la noche.

Yo me siento en las sombras,
prendo un fósforo,
tallo mis esmeraldas, construyo mis panales.
Todo es igual y todo es diferente.

La vida,
que fue un río,
es ahora un océano,
el pasado es la arena y el agua es el futuro.

Hace falta la noche.

Todo está en mí
lo mismo que un clavo en la madera:
cada paso en la nieve,
cada luz apagada,
cada piel encendida.

El corazón azul del alumbrado

W. H. Auden 1907-1973

Esta oscuridad tranquila de verano
-ríos de estaño suave, con la luna
sobre el capó de un coche
solitario y luz niquelada en las sombras
artificiales del jardín- descubre
casi siempre en nosotros cierta inclinación
a la melancolía.

Hay una calle larga,
helada por la nieve de los globos eléctricos,
que vuelve
y el latido
del frío entre los árboles
igual que un corazón disciplinado.

Era mil novecientos
setenta y tres, septiembre con inmensas
tardes color de acero y la vida
en mis primeros años de estudiante:
el sol
olvidado en el campo de deporte
hacia el final del día
o la hermosura
incongruente del laboratorio.

Una tarde oímos la noticia
por la radio.
La ciudad extendía sus hospitales blancos;
las carreteras estaban vacías;
lejos
de su muerte, el público llenaba los estadios
y reía en los cines.
Entre nosotros, alguien comentó las palabras
torpes del locutor:
aquel poeta
norteamericano nacido en Inglaterra.

Con los años, querríamos
ocupar nuestro sitio en los poemas
suyos que nos estaban destinados,
por ejemplo En memoria de W. B. Yeats,
El escudo de Aquiles o Un paseo
después de anochecer .

Pero íbamos a hablar de la melancolía.
Cuando la claridad
suelta viejos leones dorados en la mente,
viejos leones tibios que cruzan con sigilo
el corazón azul del alumbrado.
De «El corazón azul del alumbrado» 1991

El viajero

para Javier Egea

Te acompañaban siempre los violines.
Tus poemas estaban en ti como los peces
en el fondo de un río.

Eso es lo que vi en ti:
peces en el desierto,
música amenazada.
Te vi hacer bosques y subir montañas,
te vi cavar abismos con tus manos.
No supe dónde ibas.

Te vi buscar la sombra entre la luz,
te vi buscar la muerte entre la vida,
y no pude entenderte.

Yo no sé qué has ganado, pero sé qué has perdido:
tu música,
tus peces,
tus montañas azules.

No puede ser feliz quien entierra un tesoro.
No puede ser feliz
quien envenena el agua de su vida.
De «Un caso sencillo» 1986

En el camino

Han pasado diez años y es un día de invierno.
Tú caminas por las avellanedas.
y vas junto a esos sauces amarillos que avanzan
por los ríos con luna.

No será como ahora, no tendrás veinte años;
la nieve irá acercándose a tu casa
y el aire verde moverá en tus ojos
sus bosques de cristal y de silencio.

Recuérdalo, hubo un río.
Los árboles vivían
en el imán del agua.
Por la noche, escuchábamos gotear en las sombras
la canción de los búhos.

Y, luego, la corriente se llevó nuestras caras.
No sabemos a dónde. No sabemos por qué.

Aún estamos aquí.
Pero, de pronto,
han pasado diez años
y tú y yo somos dos desconocidos.
De «Un caso sencillo» 1986

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AMIGO MÍO, CUANDO ME VAYA [Mi poema]
Pilar Quirosa-Cheyrouze [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

¡Ay, amigo del alma! cuando me vaya
me llevaré conmigo los sentimientos,
aquellos que fingimos, resentimientos,
y los que se pasaron más de la raya.

Los que a veces pusimos en entredicho
cuyos pelos dejamos por la gatera,
que pasamos por alto, por la pechera,
o traicionados fueron por el capricho.

Aquellos que, egoístas, nos reprochamos,
los que nunca debieron ser atendidos,
que quedaron sin sangre, muy mal heridos
y aun sufriendo de lepra que los curamos.

Comprender has que arriba yo estaré solo,
mi consuelo es tenerte siempre conmigo,
abrazarte con fuerza, mi fiel amigo,
cual fluido que nace de un mismo polo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Pilar Quirosa-Cheyrouze

CATARSIS

Cómo escribir un poema
que se deslinde de la nostalgia,
que desconvoque, para siempre,
la plasmación de la herida,
y se haga fuerte y raudo y vital
para la supervivencia.

Cómo gritar a los imperativos
que se desglosen en pretéritos
imperfectos pero humanos,
que no tiemblen ante la mansa caída
de las hojas del castaño,
que sean lava y al mismo tiempo
compás de espera, página abierta,
ternura y remanso.

Cómo barajar el efímero tiempo,
el reloj derrotado por el paso de las horas,
el dolor que crece y se retuerce
en meandros, cómo escribir un poema.

Cómo decirle a la tristeza
que controle la lluvia gris de la mirada,
que despoje al azul universo
de las palabras no dichas,
que encuentre el génesis desvelado
en su historia dormida y dilatada.

Cómo encauzar la catarsis de estos versos,
si la noche no me enlaza con sus manos.

Cómo escribir un poema
esperando el regreso de la luz,
la única estancia habitada.

MOONLIGHT

Cuando decida el alba
prender la llama,
la noche se habrá colado
por esa abertura
que permanece intacta.

Por ese pasadizo inagotable
que frecuenta latidos de sal,
de bosques y templados horizontes
de mares y otros sueños.

Por esta única ventana, huésped
y desafío que la tarde te regala,
la tarde que se libera y te acompaña,
anuncio de otros días
que ya es cercana noche,
tacto y presencia,
el deseo de estar vivo.
(Del libro “Estela Sur”)

PARÉNTESIS

Cómo ver el ocaso de la luz
en esta tarde de marzo,
cuando se tiene la certeza
de que existe otra mirada.
Un camino de largo recorrido

para ver crecer la yedra
desde un nuevo fotograma
la misma sed contenida
en habitadas estancias.

Otras horas, sí,
donde crezca el mensaje
a golpe de latido,
la rendija por donde escapen
los perfiles del sueño.

En este intento
de rellenar huecos
y esperar, aclamada
entre paréntesis,
la celebración de la vida.

Aunque se resista a navegar
esa lágrima leve,
escorada en cada despedida,
dinamitando los vacíos del tiempo
a los pies de esta Iglesia.
(del poemario Estela Sur)

EPICENTRO

No he conocido
más instantes
que el placer de la palabra,
ese puente levadizo
tendido hacia el abrazo.

Así permaneciera para siempre
la vida detenida,
el vértigo.
amor y fuente, precipicio
de las horas.

Donde las ascuas
se incendiaran
al sur de una mirada
y la luz inundara el principio
del verbo y se hiciera carne,
besos y espuma.
A las puertas de tu piel.

Único tiempo posible
para firmar el armisticio.

LLUVIA

Cae la lluvia en la mañana
de un domingo de septiembre,
en la vaguada y en la estancia
de sentimientos contenidos,
aliviando el peso de unos ojos
que saben de exactas magnitudes
y del azar de otras horas.

Y adivinan la sorpresa
vertida por los signos,
la inmediatez de la escasa luz
que se manifiesta, serenamente,
en latidos de equilibrio.

Para reencontrarnos de nuevo
en cada estación del tiempo.

MEDITERRÁNEO

Conservo el recuerdo del un mar antiguo
que desciende hasta la orilla
y es clamor de algas y arena.

Ya es memoria el rito del agua
que es talismán de las horas
y es canto y definitivo mensaje,
iluminado de estelas olvidadas.

Desde tiempos ancestrales,
donde caben los días
y se aposentan todos los instantes
que nos hablan de otras noches
henchidas de juegos y plenilunios.

De siluetas y de olor a salitre
en aquellos muelles que acompañaban
al fulgor de las estrellas.

Pues era azogue, y era pavesa, eco nítido,
pebetero de luz,
enlazando las ascuas del horizonte.

Tras la ventana, hay constancia,
esta noche se precipitan las cenizas del tiempo.

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EL CRUCIGRAMA [Mi poema]
Antonio Carvajal [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Que el alma no se rinde, se resiste,
haciéndose preguntas pasa el tiempo,
intenta adivinar por qué viniste
y nunca comprendió por qué te fuiste,
¡maldito contratiempo!

Se planta ante la duda y a menudo
intenta resolver ya el crucigrama,
tratando deshacerse de ese nudo,
sabiendo que el saber lo tiene crudo,
pues va de rama en rama.

Revisa las palabras una a una
tratando completar horizontales,
si verde y ovalada, es aceituna,
si es rico, eso es que tiene una fortuna.
Y así las verticales.

Y sigue así el sudoku, que él lo intenta,
de tanto adivinar ya se atraganta.
Quizás sea mejor que ponga en venta
al alma que a su espíritu alimenta
pues que ésta es una santa.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:   Antonio Calvajal

(Premio Nacional de Poesía)

Idilio

Dicen todos: Ellos son,
ellos cantan, ellos miran
la aurora de las acequias,
el ruiseñor que origina
tristezas de amor, extrañas
y suaves melancolías.
¡Cuánta flor han deshojado,
cuánta mirada cautiva,
cuánto encaje de hilo limpio,
cuánto beso sobre el día
que como un pozo de brasas
se enciende y los aniquila!

…no son ellos; ya no son
más que tórtola en la encina,
más que el agua del venero,
más que la flor de alegría,
más que una vara de nardos
llameante a maravilla,
el torso bello y desnudo,
la boca que les destila
ámbares, rosas, jazmines
y una palabra no dicha,
palabra sola que son,
amor, amor… Y la brisa
los lleva, blancos y puros,
los lleva a las altas cimas,
los lleva a las luces ebrias,
hacia las estrellas fijas…

A veces el amor tiene caricias…

A veces el amor tiene caricias
frías, como navajas de barbero.
Cierras los ojos. Das tu cuello entero
a un peligroso filo de delicias.

Otras veces se clava como aguja
irisada de sedas en el raso
del bastidor: raso del lento ocaso
donde un cisne precoz se somorguja.

En general, adopta una manera
belicosa, de horcas y cuchillos,
de lanza en ristre o de falcón en mano.

Pero es lo más frecuente que te hiera
con ojos tan serenos y sencillos
como un arroyo fresco en el verano.

Aldaba de noviembre

Una tristeza dulce y anterior
al suspiro y las lágrimas,
anterior al idilio de la tarde
azul y el jacaranda,
invade la memoria con su música,
su brisa, su nostalgia:
Es la tristeza de mirar el cielo
cautivo entre las ramas.

Amor mío te ofrezco mi cabeza en un plato…

Amor mío te ofrezco mi cabeza en un plato:
desayuna. Te ofrezco mi corazón pequeño,
y una vena fecunda que tu lengua de gato
ha de lamer, ya claras las arrugas del ceño.

Otra copita y basta: Amor mío, qué rato
más feliz tu mordisco, como un nudo de sueño,
Yo escalo las paredes, tú apacientas un hato,
y yo balo en la sombra como cabra sin dueño.

Para ti no es la sombra, para ti es sólo el día,
mi Amor nunca tocado por un dedo de bruma,
mi Amor nunca dejado por la indemne alegría.

Te ofrezco un dedo rosa y unos labios de espuma,
Amor mío; te ofrezco la lengua que tenía
cuando dije tu nombre y era el eco una pluma.
«Tigres en el jardín» 1968

Anunciación de la carne

Envuelto en seda y nardos, encajes y rubíes,
vino el ángel del cielo a verme una mañana;
yo encadenaba plumas de ensueño en mi ventana
con un candor desnudo de lino y alhelíes.

Su corte de querubes y jilgueros turquíes,
cambiaba por mi leche, mi miel y mi manzana;
el beso y la mejilla eran de nácar grana,
de tibios surtidores y absortos colibríes.

Se deslizó en mis venas como pez por el río
y, al tiempo que en su torre daba el reloj la hora,
mané sangre y luceros mezclados con rocío.

Me cerró las heridas su boca que enamora
y abrazando mi cuerpo transitado en su brío,
me dijo: «Eres hermoso». y se fue con la aurora.

Bajo continuo

Como en la muchedumbre de los besos
tantos pierden relieve -sólo el beso
inicial y el postrero por los labios
recibidos perduran-, estas flores
que el año nuevo entrega: Con el blanco
del almendro en su abrigo contra el norte,
la voz del macasar, no su presencia;
hoy, esta rosa. ¿La aguardabas? Huele
como la adolescencia y sus deseos.
Pero en medio se abrieron las cidonias,
los ciruelos, manzanos y perales,
tantos y tantos, rojos, rosas, blancos,
y apenas los mirabas: Como el gozo
de unos brazos constantes de certeza
te acogieron, te acogen, y recuerdas
sólo el primer calor, sólo la boca
que te ha dicho, al partir esta mañana:
«No vuelvas tarde».

Pasas por los campos:
Entre las hojas con su verde intenso,
aún canta la blancura de los pétalos.
Es la felicidad que da sus trinos,
sus trémolos, su leve melodía,
sobre un bajo continuo de sosiego,
de paz, de vuelta al labio no sabido
en la forma, en la flor que te formule.

Cantar de amigo

Di, noche, amiga de los oprimidos,
di, noche, hermana de los solidarios,

¿dónde dejaste al que ayer fue mi amigo,
dónde dejaste al que ayer fue mi hermano?

-Verde le dejo junto al mar tranquilo;
joven le dejo junto al mar callado.

Capricho

Un capricho celeste
dispuso que velado
de lágrimas quedara
el nombre del amor;

la alondra, que lo tuvo
casi en sus iniciales,
lo perdiera en el canto
primero que hizo al sol;

la raya temblorosa
del horizonte, herida,
repitiera la llaga
que el eco le dejó;

la lumbre de otros ojos
amortecida, apenas
para el silencio nido,
para el sollozo flor.

Si oscuro fue el capricho,
y signo fue del cielo,
voluble halló una pluma,
rebelde un corazón:

no sometió la sangre
al llanto sus latidos
y desveló el secreto
con risas en la voz.

Como carne apretada a nuestros huesos…

Como carne apretada a nuestros huesos
nos envuelve el amor más solo y puro,
que, apartados del mundo y su conjuro,
vivimos un festín de fiebre y besos.

Este recinto prieto, donde presos
unánimes nos damos un seguro.
este campo solar y nido oscuro
abona en gracia vida y embelesos.

Contagiados de mundo, sin embargo,
lucha es la vida con caudal de grito,
y a veces un sollozo y un letargo.

Y es que el dolor destroza nuestro mito
y el dulce amor nos sabe tan amargo
como la sed de un páramo infinito.

Correspondencia

Fosa común de pájaros y fuentes
eran tus ojos en la tarde ardida.
Había un brillo cruel de luz mordida
en tus labios sin besos y en tus dientes.

Ayer dos corazones coincidentes,
hoy dos bordes sangrantes de una herida,
mañana doble sombra de guarida
de sierpes y de lobos impacientes.

Tú, aquí; él, por ahí: Porque no es buena
la vida, no: No es justa y no es sagrada
para quien muerde el fruto de la ciencia.

Esa ciencia que nace de la pena
de no verse mirada en su mirada,
pedir amor y recibir paciencia.

Aldaba de noviembre

Una tristeza dulce y anterior
al suspiro y las lágrimas,
anterior al idilio de la tarde
azul y el jacaranda,
invade la memoria con su música,
su brisa, su nostalgia:
Es la tristeza de mirar el cielo
cautivo entre las ramas.

Ebriedad de sol

Vente conmigo a esta caliente fosa,
al hueco en que un arcángel nunca anida:
es foso de leones o manida
de sangre, no de pétalos de rosa.

Aquí los huesos silban, y qué hermosa
es su canción de besos y de herida.
El relámpago apenas tiene vida
en tanta huesa amante y cavernosa.

Ay, ven conmigo. Duérmete a mi lado.
El gusano no puede con el sueño,
vino es la muerte de metal fundido.

Tierra en la tierra ya, nuestro costado
será un arpa que tañe el Sol -su dueño-
para darle al Amor nuestro sonido.

Bajo continuo

Como en la muchedumbre de los besos
tantos pierden relieve -sólo el beso
inicial y el postrero por los labios
recibidos perduran-, estas flores
que el año nuevo entrega: Con el blanco
del almendro en su abrigo contra el norte,
la voz del macasar, no su presencia;
hoy, esta rosa. ¿La aguardabas? Huele
como la adolescencia y sus deseos.
Pero en medio se abrieron las cidonias,
los ciruelos, manzanos y perales,
tantos y tantos, rojos, rosas, blancos,
y apenas los mirabas: Como el gozo
de unos brazos constantes de certeza
te acogieron, te acogen, y recuerdas
sólo el primer calor, sólo la boca
que te ha dicho, al partir esta mañana:
«No vuelvas tarde».

Pasas por los campos:
Entre las hojas con su verde intenso,
aún canta la blancura de los pétalos.
Es la felicidad que da sus trinos,
sus trémolos, su leve melodía,
sobre un bajo continuo de sosiego,
de paz, de vuelta al labio no sabido
en la forma, en la flor que te formule.

A ti, siempre alegría

Es el pagaros gloria tan subida
que cuanto más os pago, más os debo.

A ti, siempre alegría
si jazmín amanezcas
o canario en la jaula
de mi ventana seas.
Pero más si tu cuerpo
en mi amor se concreta,
de una herencia celeste
suavísimo albacea.

Mucho más cuando carne
de mi carne te entregas
y ante tus labios pálidas
son todas las anémonas,
si luna, porque clara;
si mar, porque serena;
si vegetal, por ser
prisión para la estrella.

Pues te debo alegría
y esperanza y certeza
y ser quien soy sin ti
no puede ser sin mengua,
tómame por rehenes
de mi amorosa deuda
y canario en la jaula
de tu ventana sea.

Y todavía, entonces,
¿cómo no te debiera
el alpiste y el agua
y la lechuga tierna?
Tenme como un jazmín
silvestre que, a tu vera,
se nutra de suspiros,
mi amor, mientras sesteas.

A veces el amor tiene caricias

A veces el amor tiene caricias
frías, como navajas de barbero.
Cierras los ojos. Das tu cuello entero
a un peligroso filo de delicias.

Otras veces se clava como aguja
irisada de sedas en el raso
del bastidor: raso del lento ocaso
donde un cisne precoz se somorguja.

En general, adopta una manera
belicosa, de horcas y cuchillos,
de lanza en ristre o de falcón en mano.

Pero es lo más frecuente que te hiera
con ojos tan serenos y sencillos
como un arroyo fresco en el verano.

Idilio

Dicen todos: Ellos son,
ellos cantan, ellos miran
la aurora de las acequias,
el ruiseñor que origina
tristezas de amor, extrañas
y suaves melancolías.
¡Cuánta flor han deshojado,
cuánta mirada cautiva,
cuánto encaje de hilo limpio,
cuánto beso sobre el día
que como un pozo de brasas
se enciende y los aniquila!

…no son ellos; ya no son
más que tórtola en la encina,
más que el agua del venero,
más que la flor de alegría,
más que una vara de nardos
llameante a maravilla,
el torso bello y desnudo,
la boca que les destila
ámbares, rosas, jazmines
y una palabra no dicha,
palabra sola que son,
amor, amor… Y la brisa
los lleva, blancos y puros,
los lleva a las altas cimas,
los lleva a las luces ebrias,
hacia las estrellas fijas…

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LA VIDA A CONTRAPIÉ [Mi poema]
Miguel D'Ors [Poeta sugerido]New

Miguel D’Ors

MI POEMA …de medio pelo

 

La vida es una estafa. Es evidente.
Que aquí no pintas nada.
Pues naces sin saberlo, de repente.
Sin nadie preguntar ni ser consciente
ya estás en la manada.

Tus padres, que te quieren, te repiten
que debes de aprender,
preciso no es que insistan, que te griten,
y menos provocarles que se irriten
pues que has de obedecer.

Después tendrás que oír de los que saben
que aprendas un oficio,
y si eres aplicado que te alaben,
cuidando que una fosa no te caben,
de andar sin beneficio.

Trabaja sin cesar, joven, trabaja.
Que en busca de un empleo
tendrás que dar la vuelta a la baraja
y ver como tu sueldo resquebraja
haciéndote un mal feo.

Te toca echarte novia. Y el azar
se cruza en tu paseo,
y empiezas a saber lo que es amar
e ignoras que pudieras naufragar
en medio del mareo.

Los hijos, ¡ay los hijos! vienen solos,
quizás cuando no esperas,
pues Dios pudiera estar haciendo bolos
cantando una canción con Los Manolos
pidiendo al olmo peras.

Y hoy vienen a decirme que me vaya,
mi tiempo ya ha pasado.
Son ellos que han pasado de la raya.
Me tratan cual si fuera una cobaya.
un clavo se ha oxidado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Miguel D’ors

(Premio de la Crítica de poesía castellana (1987)

Fatum

Ese niño que llega, cartera remolona,
botines desatados, al colegio de Sánchez
no sabe que sus pasos felices por Sevilla
-luz, patios, calles, cales- le acercan a Collioure.

París, rue Vaugirard. Ese muchacho
gris y desmadejado que avanza hacia el otoño
verleniano del hondo Jardín de Luxemburgo
no sabe que camina hacia Collioure.

Por la alameda de oro -Soria pura-,
lentos enamorados demorándose,
mirándose en el Duero -Soria pura-. La novia,
con manos inocentes,
sacude la ceniza -tiza acaso-
del hombro del poeta, que no sabe
que tan dulces senderos le llevan a Collioure.

El señor que, enlutado como un cirio,
con su bastón y pasos soñolientos
-domingo provincial- sube a los olivares
de Baeza no sabe que sube hacia Collioure.

El viejo arrebujado en sus recuerdos
que mira cómo pasan,
vertiginosos, los naranjos por la ventana
del coche, y los aspira -Levante azul-, no sabe
que por aquella ruta de flores y palomas
y muchachas se está acercando a Collioure.

Un súbito frenazo, la puerta abierta, el frío
látigo de la lluvia. Sale a la noche y anda
entre voces anónimas, oscuras,
y olor a bajamar. La lluvia. Unas preguntas
francesas, tan extrañas como un sueño, la lluvia,
los papeles, la lluvia, los gendarmes mojados
alzando la cadena fronteriza.
Igual que un sueño todo.
Francia, ya clareando, y aquel cartel: COLLIOURE,
nombre jamás oído. No sabe que allí estaba,
desde siempre, esperándole su muerte.

De: Codex 3

Tal es la inspiración

Los antiguos hablaron de la Musa.
Del Numen Don Manuel Josef Quintana
(naturalmente, entre signos de admiración).
Otros de ángel, de duende, de un dedo celestial
y otros mil artilugios
que en un pérez -afirman levantan un Poeta.

La experiencia prefiere dejarse de cumplidos:
obstinada, nos habla
más bien de madres locas, de padres coroneles,
de palizas borrachas
o largas tardes grises meditando la lluvia
en la ventana de la soledad

como si cada verso tuviera en su pasado
un niño con las alas malheridas.

COSAS QUE NO SOPORTO EN UN POEMA

Que suceda en Lisboa.
Que se proponga ser original.
Que hable de los dorados cuerpos de los etcétera.
Que diga Espacio o Punto (e incluso sin mayúsculas).
Que lleve algún versito
metido para adentro, o abuse del azul.
Que las manías de Cernuda emule.
Que le pueda gustar a Octavio Paz.
Que esté escrito en Valencia.
Que sea mío.

CONTRASTE

Ellos que viven bajo los focos clamorosos
del éxito y poseen
suaves descapotables y piscinas
de plácido turquesa con rosales
y perros importantes
y ríen entre rubias satinadas
bellas como el champán,
pero no son felices,
y yo que no teniendo nada más que estas calles
gregarias y un horario
oscuro y mis domingos baratos junto al río
con una esposa y niños que me quieren
tampoco soy feliz.

Amandiño

Amando, Amandiño, que eras de Corredoira,
cómo vuelve esta noche, con qué mágica luz,
aquel baño silvestre, y nuestras cabriolas
desnudas por el prado salpicado de bostas,
y aquella canción tuya, amigo agreste, bucanero de siete años
-«Ay, ay, ay, bendito es el borracho»-,
bajando por las hondas carballeiras
desmedida, insistente y en pelotas.
De aquel verano todo se ha perdido
menos aquella hora
maravillosamente sediciosa.

Después
tú te quedaste por tu mundo, libre de calendarios;
yo me adentré en el olor intacto de los nuevos libros.
De ellos salía el camino que -cursos, gentes ciudades-
me ha traído hasta esto.

Y ahora que contemplo mi vida
y me vienen ganas de darle una limosna,
le pregunto a los años
qué habrá sido de ti, Amandiño, amigo de un verano;
qué habrá sido de mí.

Insisto

Mi vida: tantos días
que no estuve en El Cuzco
ni en Siena ni en Grenoble,
tantos aviones rubricando el cielo
en los que yo no iba, tantas voces
cuyo calor jamás
tocó mi corazón.
Sólo el tiempo, vacío,
sólo el tiempo, esta estepa
desesperada, sólo
ver los martes, los miércoles, los jueves,
ver cómo se suceden, implacables,
los tubos de Colgate.

Ella

Es misteriosa como el tiempo y el mercurio,
delirante y exacta, álgebra y fuego.
Cuando nadie la espera, coronada de escarcha
baja tarareando con pies maravillosos
por entre los helechos. Muchos enamorados
consagraron su vida a llamarla, elevaron
laboriosos palacios para ella
y no condescendió ni a una mirada.
No sirve para nada y son millones
los que viven por ella. Cuando piensas
que prefiere los locos y vagabundos, pasa
del brazo de un ministro o Mr. Eliot.
Es papeles manchados de tinta y es el mundo
con hogueras y robles, despedidas, los Andes,
la luna azul y Concha Valladares. Su rostro
constantemente cambia, inconstante. Y no cambia.
Bécquer la confundió con el Amor
y es una forma de no ser feliz.

Caballos en la nieve

Que esta página salve aquel momento:
la senda de hojarasca
que sonaba encharcada a nuestro paso
bajo la rumorosa cúpula del hayedo
{ahora aspiro ese aroma fecundo del otoño),
y el remoto fulgor de la nieve temprana:
Okolín y Sayoa. Arriba campas frías
-aquel áspero viento que llegaba de Francia-
con bordas en ruinas. Bajo el gris invernizo,
por un alto helechal con nieve polvorosa
-todo como una foto en blanco y negro-,
repentino, al trote,
unos caballos de greñudas crines.
Símbolo de otra cosa lejana (y de muy dentro)
que yo desconocía, y desconozco,
los dejo en estos versos. Aunque nunca consiga
saber qué significa un trote de caballos
sacudiendo la nieve de unos helechos negros.

Calendario perpetuo

El lunes es el nombre de la lluvia
cuando la vida viene tan malintencionada
que parece la vida.

El martes es que lejos pasan trenes
en los que nunca vamos.

El miércoles es jueves, viernes, nada.

El sábado promete, el domingo no cumple
y aquí llega otra vez -o ni siquiera otra:
la misma vez- la lluvia de los lunes.

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Norberto García Hernanz

DON DE LA SONRISA

Insobornable y temido fin,
querida suerte, dos puntos,
espero ausentarme tranquilo
cuando se cumpla mi tiempo
y festejar el desapego
con el don de la sonrisa.

Por supuesto, si es posible,
mucho mejor en la sierra,
susurrando una canción
de nadie y nunca,
besando mi frente la brisa
y sin hacerme preguntas.

DÍAS CORTOS

El sol salió
cinco segundos exactos
esta tarde.
Ante el plomo derramado,
el oro puro decoró,
en un grácil baile de naranjas,
el retablo del ocaso.

Se vio un dios
en la ventana de una nube
festejarlo y alabarse por crear,
tan de la nada,
tal efecto.

Después, todo supo a hielo de la noche,
regresándose al olvido cualquier luz.

A DON JOAQUIM TORRA [Mi poema]
Ana Rossetti [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Te incrustaron rencor desde pequeño,
tanto odio te inyectaron en tus venas
que hoy te impiden romper ya esas cadenas
truncadas por el tiempo en un mal sueño.

Que el viento cuando sopla persistente
no hay quien pare y a veces te avasalla,
ni impide que traspase una muralla,
que oídos hace sordos a la gente.

Las ideas que un día te inculcaron,
esa etapa inocente de la infancia,
debieron de evitar esa arrogancia,
contando eras mejor. Se equivocaron.

Aquellos que en la fobia hicieron fuerte
culpables han de ser del estropicio,
lograron conducirte al precipicio
así fuera dijeran de quererte.

Pues nadie eres, Quim Torra, no eres nada,
que el mal, el que hoy tú sufres o padeces
no se cura ni a base de sandeces,
para el cáncer no existe una pomada.

Y es que, amigo, la muerte nos iguala,
que allí acaban banderas y naciones,
metidos nuestros cuerpos en cajones
solo esperan la tierra de la pala.

Por si acaso te sirve de consuelo,
en tu nicho serás cuando te mueras
otra más entre tantas calaveras
y unas hojas podridas por el suelo.

Más te hubiera valido ser amable
con los otros, distintos, diferentes,
intentando halagar con tus presentes
tapándole a tu boca antes que ella hable.

Mal hijo, pretendiste irte de casa,
traicionaste a tus padres, pobre Torra.
Tu madre, libre Dios, no fue una zorra
mas debió aderezar a tu argamasa.
©donaciano bueno

#Qué mérito tiene. Presumir, de qué? Share on X

A don Joaquim Torra (actual Presidente de la Generalidad de Cataluña) con el debido respeto, el mismo que él conmigo no ha tenido al tildarme de bestia carroñera, víbora, hiena con con una tara en el ADN, por el simple hecho de hablar en español. (La llengua i les Besties). No estaría de más, diera un repaso a «La hoguera de las vanidades». Me reafirma en que la creación de los diversos idiomas es un arma concebida para separar y no para comunicarse, como algunos intentan hacernos creer.

MI POETA SUGERIDO:  Ana Rossetti

Los jadeos de Lelia

De quién es, de quién esa serpiente
que por mi espalda sube,
de quién los dedos
que geométricos hilan jardines en mi piel.
Tus dedos… Oh, tus dedos
-de libélulas, enjambres por mi falda-
hasta que palidezcan sean mordidos;
tu sabor en mi boca se aventure
y en mi lengua se asiente.
Tus dedos… Oh, tus dedos
-de mis collares cómplices-
finjan en mi garganta asesinatos;
mi pelo, con su lluvia madreselva,
gozoso, de fragancia, los salpique.
Oh, tus dedos, corpúsculos rosados,
poros estremecidos, dime dónde,
dónde el helecho enreda su voluta,
en qué raro lugar acecha la respuesta
de mi sangre sellada.
Soy sauce agazapado, con las rodillas tensas,
con las manos crispándose en mis muslos,
intacto el rostro, el labio, mis ojos descifrando
del cielo los relieves, las estrellas.
Tus dedos… Oh, tus dedos,
falta una mariposa, un quemante aleteo
emboscado en mi piel, élitros faltan.
Rebusco en mi joyero los ojos extraviados
y aliento cimbreante, y la adiestrada mueca
de ansiedad, y escondiendo mi hastío,
mi fracaso, acreciento tu triunfo.
De quién es, de quién esa serpiente
que sube por mi espalda…
…acaso tu lengua.

HUBO UN TIEMPO

Hubo un tiempo en el que el amor era un
intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado, reelaborado durante
insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz, corregida mil
veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del
júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso, el tiempo del
amor sin nombre, hasta casi sin rostro, que merodeaba,
como un beso prometido, por el punto más umbrío de la
escalera.

SI RECORDARAS, AMOR MÍO…

Si recordaras, amor mío, qué es lo que te aguarda tras las
seguras paredes de la espera.
Si recordaras cómo ¡y qué cruelmente! el deseo atendido
oculta su puñalada de decepción.
Si recordaras que, una vez que la pasión estalla, el secreto
deja de ser escudo y huída,
no me insistirías para que te mostrara, para que te ofreciera,
para que te otorgue.
Sino que te resignarías a sobrevivir dentro de mí en el dúctil
territorio de los sueños, donde todos los modos de ternura
que puedas inventar son permitidos, toda tempestad música
y ningún temor es irrevocable.
Si recordaras, Amor mío, qué es lo que te aguarda tras las
seguras paredes de mi corazón,
no me obligarías a levantarme en armas contra ti, a detenerte,
a desmentirte, a amordazarte, a traicionarte…
antes de que te me arrebaten, dulce silencio mío,
mi único tesoro, insensato e irreductible sentimiento.

ACLARACIÓN

La poesía dice: tú o yo. Pero no habla de ti o de mí.
Dice tú o yo, pero es tú y yo y él y ella
y todos y cada uno nosotros,
pues en cada pronombre hay una suma.Multitud de identidades se comprenden
en la aparente y apaciguadora singularidad.
La poesía dice yo, tú, él, ella…
y a todos y a cada uno de nosotros nos designa
borrando los contornos de las almas.

Todos y cada uno
somos incluidos y explicados.

Todos somos a la vez ella, él, tú y yo.

LOS OJOS DE LA NOCHE

Terminando el rosario a nuestros dormitorios
subiremos donde el ángel maligno,
que quiere atormentarnos, nos espera.
La espalda en la pared, cuidando que las ropas
no escondan nuestros ojos mucho tiempo,
la fragante franela nos ha vestido al fin.
Y sabemos, tras el vuelo fruncido
del tibio cubrecama, quién se oculta.
Al mínimo ruido en el contiguo cuarto
irrumpiremos, entre las tenues sábanas
de cruda muselina, anhelantes,
buscándonos.
Y nos sorprenderán
e irremisiblemente seremos castigados,
devueltos al horror de las alcobas.
Pero, abrázame ahora. Febriles confortémonos
que el miedo vendrá, en breve, dispuesto a aniquilarnos.

A un joven con abanico

Y qué encantadora es tu inexperiencia.
Tu mano torpe, fiel perseguidora
de una quemante gracia que adivinas
en el vaivén penoso del alegre antebrazo.
Alguien cose en tu sangre lentejuelas
para que atravieses
los redondos umbrales del placer
y ensayas a la vez desdén y seducción.
En ese larvado gesto que aventuras
se dibuja tu madre, reclinada
en la gris balaustrada del recuerdo.
Y tus ojos, atentos al paciente
e inolvidable ejemplo, se entrecierran.
Y mientras, adorable
y peligrosamente, te desvías.
De «Los devaneos de Erato» 1980

Chico Wrangler

Dulce corazón mío de súbito asaltado.
Todo por adorar más de lo permisible.
Todo porque un cigarro se asienta en una boca
y en sus jugosas sedas se humedece.
Porque una camiseta incitante señala,
de su pecho, el escudo durísimo,
y un vigoroso brazo de la mínima manga sobresale.
Todo porque unas piernas, unas perfectas piernas,
dentro del más ceñido pantalón, frente a mí se separan.
Se separan.
De «Indicios vehementes» 1985

Cibeles ante la ofrenda anual de tulipanes

Que mi corazón estalle! / Que el amor a su antojo, /
acabe con mi cuerpo. «
Amaru

Desprendida su funda, el capullo,
tulipán sonrosado, apretado turbante,
enfureció mi sangre con brusca primavera.
Inoculado el sensual delirio,
lubrica mi saliva tu pedúnculo;
el tersísimo tallo que mi mano entroniza.
Alta flor tuya erguida en los oscuros parques;
oh, lacérame tú, vulnerada derríbame
con la boca repleta de tu húmeda seda.
Como anillo se cierran en tu redor mis pechos,
los junto, te me incrustas, mis labios se entreabren
y una gota aparece en tu cúspide malva.

Cierta secta feminista se da consejos prematrimoniales

«…Trabajada despiadadamente por un autómata
que cree que el cumplimiento de un cruel deber es
un asunto de honor.»
Andrea de Nerciat

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Démonos prisa desvalijándonos
destruyendo el botín de nuestros cuerpos.
Al enemigo percibo respirar tras el muro,
la codicia se yergue entre sus piernas.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
No deis pródigamente a la espada,
oh viril fortuna, el inviolado himen.
Que la grieta, en el blanco ariete
de nuestras manos, pierda su angostura.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Ya extendieron las sábanas
y la felpa absorbente está dispuesta.
para que los floretes nos derriben
y las piernas empapen de amapolas.
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Antes que el vencedor la ciudadela
profane, y desvele su recato
para saquear del templo los tesoros,
es preferible siempre entregarla a las llamas.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Expolio singular: enfebrecidas
en nuestro beneficio arrebatemos
la propia dote. Que el triunfador altivo
no obtenga el masculino privilegio.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Con la secreta fuente humedecida
en el licor de Venus,
anticipémonos,
de placer mojadas, a Príapo.
y con la sed de nuestros cuerpos, embriaguémonos.

Y besémonos, bellas vírgénes, besémonos.
Rasgando el azahar, gocémonos, gocémonos
del premio que celaban nuestros muslos.
El falo, presto a traspasarnos
encontrará, donde creyó virtud, burdel.
De «Los devaneos de Erato» 1980

Creí que te habías muerto, corazón mío…

Creí que te habías muerto, corazón mío,
en Junio.
Creí que, definitivamente, te habías muerto:
sí, lo creí.
Que, después de haber esparcido el revoloteo púrpura
de tu desesperación, como una alondra caíste en el
alféizar; que te extinguiste como el fulgor atemorizado
de un espectro; que como una cuerda tensa te rompiste,
con un chasquido seco y terminante.
Creí que, acorralado por tus desvaríos, traicionado por
los todavías, alcanzado por las evidencias, exhausto,
abatido, habías sido derribado al fin.
Y contigo, se desvanecieron los engarces entre
sentimientos, imágenes, suposiciones y pruebas.
Se me fueron abriendo las costuras de la memoria: ya
me estaba acostumbrando a vivir sin ti.
Pero tus fragmentos estallados se han ido
buscando, encontrando, cohesionándose como gotas de
mercurio, sin cicatriz ni señal.
Y ahí estás, otra vez inocente, sin acusar enmienda ni
escarmiento, guiando, dirigiendo, adentrando en ti el
peligro, como si fueras invulnerable o sabio, como si,
recién nacido apenas, ya fueras capaz de distinguir, en
el mellado filo del clavel,
la espada

Cuando mi hermana y yo, solteras, queríamos ser virtuosas y santas

Y cuando al jardín, contigo, descendíamos,
evitábamos en lo posible los manzanos.
Incluso ante el olor del heliotropo enrojecíamos;
sabido es que esa flor amor eterno explica.
Tu frente entonces no era menos encendida
que tu encendida beca*, sobre ella reclinada,
con el rojo reflejo competía.
Y extasiadas, mudas, te espiábamos;
antes de que mojáramos los labios en la alberca,
furtivo y virginal, te santiguabas
y de infinita gracia te vestías.
Te dábamos estampas con los bordes calados
iguales al platito de pasas
que, con el té, se ofrece a las visitas,
detentes y reliquias en los que oro cosíamos
y ante ti nos sentábamos con infantil modestia.
Mi tan amado y puro seminarista hermoso,
¡cuántas serpientes enroscadas en los macizos de azucenas,
qué sintieron las rosas en tus manos que así se deshojaban!
Con la mirada baja protegerte queríamos
de nuestra femenina seducción.
Vano propósito.
Un día, un turgente púrpura,
tu pantalón incógnito, de pronto, estirará
y Adán derramará su provisión de leche.
Nada podrá parar tan vigoroso surtidor.
Bien que sucederá, sucederá.
Aunque nuestra manzana nunca muerdas,
aunque tu espasmo nunca presidamos,
bien que sucederá, sucederá.
Y no te ha de salvar ningún escapulario,
y ni el terrible infierno del albo catecismo
podrá evitar el cauce radiante de tu esperma.

*Beca: especie de manto de seda o paño, que colgaba del cuello
hasta cerca de los pies, y que en algún tiempo usaron
sobre la sotana los eclesiásticos que tenían alguna dignidad.
De «Los devaneos de Erato» 1980

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ACERCA DE LA EXISTENCIA [Mi poema]
Isabel Pérez Montalbán [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

(soneto inglés)

Vivir es construirse una quimera
tratando de soñar a cada instante,
buscando a una persona que te quiera,
andando sin parar hacia adelante.

Vivir es preguntarse qué es la vida
consciente no hay respuesta, a cada rato,
fingiendo que te das a la bebida
tratando de evitar pagar el pato.

Pensando en descubrir tu trascendencia
mas yendo de fracaso en más fracaso,
incluso si recurres a la ciencia,
consciente nadie a ti ya te hace caso.

La vida tiene un halo de misterio
y acaba en su lugar, el cementerio.
©donaciano bueno

#La vida es bella o no tanto...? Share on X

MI POETA SUGERIDOIsabel Pérez Montalbán

CLASES SOCIALES

Los pobres son príncipes que tienen que reconquistar su reino.
Agustín Díaz-Yanes.
Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto

Con seis años, mi padre trabajaba
de primavera a primavera.
De sol a sol cuidaba de animales.
El capataz lo ataba de una cuerda
para que no se perdiera en las zanjas,
en las ramas de olivo, en los arroyos,
en la escarcha invernal de los barrancos.
Ya cuando oscurecía, sin esfuerzo,
tiraba de él, lo regresaba níveo,
amoratado, con temblores
y ampollas en las manos,
y alguna enredadera de abandono
en las paredes quebradizas
de sus pulmones rosas
y su pequeño corazón.

En sus últimos años volvía a ser un niño:
se acordaba del frío proletario,
(porque era ya substancia de sus huesos),
del aroma de salvia, del primer cine mudo
y del pan con aceite que le daban al ángelus,
en la hora de las falsas proteínas.

Pero su señorito, que era bueno,
con sus botas de piel y sus guantes de lluvia,
una vez lo llevó, en coche de caballos,
al médico. Le falla la memoria
del viaje: lo sacaron del cortijo sin pulso,
tenía más de cuarenta de fiebre
y había estado a punto de morirse,
con seis años, mi padre, de aquella pulmonía.
Con seis años, mi padre.

ME ACUERDO DE OLVIDARTE

Tus hijos no te olvidan,
decía la corona funeraria entre claveles rojos
de rojo combatiente y comunista,
de rojo terminal que se desangra.
Y de la catarata altísima del tiempo
hacía mucho tiempo que te habían tirado
desde tu propio olvido.

Mientras caías, yo —desde mi olvido
salado y mi distancia— preguntaba por ti,
buscándote en trayectos de memoria,
en pasados color de viejo siena.
Urdía mi estrategia de preguntas
al asalto de algún pariente tuyo,
que me contaba de otro.

He sabido conductas de algún otro,
de una historia senil tiznada de carbón
y corrosivo escape.
Me hablaban de alguien parecido a ti:
un hombre ya mayor que se perdía
dando vueltas y vueltas en su barrio de siempre.

Un paseante que volvía siempre
confuso del enredo de la calle,
con el susto de un ciego acechando en los ojos,
con la velocidad clavada al corazón.
Alguien inerme de pronto en la prisa
desconocida de su acera,
que regresaba de milagro, muerto
de miedo y de torpeza y de vejez
hasta entrar aliviado al calor de su casa.

Ese otro eras tú mismo en esa casa
de otra ciudad que la suerte te impuso
después de echarte de tu hogar
campestre con geranios en el patio.
Y aunque no te gustaba el nuevo piso,
al calor del brasero y las noticias
ibas guardando el recuerdo y las dietas.
Te ibas blindando de infancia y de códigos
preventivos que solo tú entendías
en el cansancio largo de vivir.

Mirabas el horizonte de vivir
y latía el cansancio y la amargura
que te implantaron los doctores
en esos hospitales de todos los remedios.
Tantos años adictos a la medicina
y al reposo absoluto de los huesos
ya te estaban sobrando.
Por eso aquella tarde cediste como el junco
que un huracán venciera. Y te caíste
a lo tonto, queriendo y sin querer.

Eran serrín tus huesos sin querer,
polvo de noventa años de batalla.
Era tu cuerpo un planeta raquítico
que no se distinguía en el espacio.
Así que no sirvieron ya las curas
en aquel sanatorio de la sierra.
Y te fuiste apagando lentamente,
consumiendo el contagio de los días
y las noches primaverales.

En las muertes primaverales
el sicario aparece por la noche
para no detener la floración.
De madrugada vino, por tanto, la agonía,
me han contado de ti o de algún otro,
pero no supe nada hasta que el timbre
sangrante del teléfono me despertó a las nueve.
No me avisó el presentimiento.
Parecía mentira: era domingo.

Cualquier día de mayo y de domingo
no resulta propicio para el luto.
No fue fácil saltar de golpe la distancia
que había entre tu muerte y mi armadura.
Viajé a través del sol. Junto a la carretera
vi prados de amapolas
y vi a una niña antigua jugando de tu mano.
Pero no quise ver la mano
sin vida del cadáver que tal vez eras tú.
No te hubiesen gustado los bonitos elogios
que pronunció solemne
el cura de tu barrio, que no te conocía.
Entre claveles rojos de comunista viejo,
estaba tu ataúd frente al altar.
No te habría hecho gracia,
si no hubieras perdido la memoria de ti,
que te adornaran con misas y flores.
Con aquella corona: Tus hijos no te olvidan.

PUENTE ROMANO

He tardado treinta años
en nombrarte sin miedo ni vergüenza.
Treinta años sin saber
cómo quererte o cómo hablarte.
Sin acertar ni atreverme siquiera
a decir me has abandonado, madre.

Pero nunca te odiaba.
Me decían que habías muerto
en el centro de un río,
que te arrojó tu propio impulso
desde un puente romano hasta el caudal.
Y yo, que era muy niña,
me conformaba entonces.
Porque los niños ignoran la muerte.
Solo notan la ausencia
y aprenden a borrar con goma blanca
el lápiz de la risa y el abrigo.

Luego crecí deprisa. Con la herrumbre
me salieron el pecho y los demonios.
Y fui para buscarte a un cementerio
—en zona no sagrada, prevista para herejes—
y no encontré tu lápida tan limpia,
pues te habían sacado de tu tumba
mucho antes de que yo llegase.
Que ya nadie pagaba tu reposo
y sin aval los muertos se confiscan,
pierden su propiedad y sus derechos.

No obstante, conseguí un certificado
oficial de difunta con la fecha incorrecta:
por él me concedieron una beca de estudios.
Sin vida me has servido
como un seguro contra incendios.
Desde tu fosa común me mirabas
tomar apuntes y comprarme libros,
y tal vez te sentías complacida
como cualquier madre al final de un curso
cuando su hija le trae buenas notas.

Me pregunto por qué te quisiste morir
tan de pronto y tan joven todavía,
qué síndrome o locura
nubló la transparencia del camino
y te condujo a los barrancos,
al término interior de los relojes
y a las profundidades
de una corriente caprichosa.
¿Por qué? ¿Por qué aquella mañana
te despertó el estrépito y la furia?
¿Fue mi llanto de niña enloqueciéndote
el que te abrió la puerta de la calle?
¿Fue mi llanto la luz al fin de un túnel?
¿Quién alumbró tus pasos por el frío
y te indicó el lugar exacto de caer?
¿Quién te quitó la ropa y te subió al pretil?
¿Quién te empujó?
¿Quién me empujó al río de la orfandad?

He tardado treinta años de preguntas
en pensar demasiado y sin hacerlas,
ya que nunca has venido a contestarme.
He tenido vergüenza de estar sola.
Y he mentido y he dicho
que eran otras las causas de tu muerte.
Con infantil tijera recortaba
a mi medida tu memoria estéril.
Y no puedes culparme
por la amnesia de ti, por mi mal modo
de inventar tu silencio vagabundo.

Soy grande ahora. Tu adulta presencia
ya no me haría un daño irreparable.
He bajado a las minas más profundas,
al anónimo lecho de los muertos más pobres,
a la cripta más honda de los parias.
He bajado a sacar tu cadáver sin rostro,
a extraer tu dolor,
tu corazón herido y putrefacto
y el útero que nueve meses
podría examinar tus restos
de madre y de mujer suicida,
y deducir las pruebas semiocultas.

Pero nadie investiga.
He querido saber, he preguntado.
He visitado el barrio y la náusea
donde vivimos: la casa pequeña,
el mundo todavía más pequeño,
la libertad pequeña en la cocina.
Así he visto el cansancio tirando de tus brazos,
el hormigón de las horas tapiando el horizonte,
y cerca el río como una autopista
en la que hundirse y estrellarse.
Pero nadie investiga, nadie recuerda ya
los días y el escombro
oscureciéndose en los cuartos,
la cena escasa, el sueño intermitente
de los hijos, la fiebre y el hombre lejos.

Te desentierro igual que a un fósil,
te recompongo, retiro los líquenes
y abrazo con cuidado tu esqueleto.
Que tu osamenta diga lo que tú no dijiste:
los motivos de fuga y de abandono
sepultados durante tantos años
de orgullo olvidadizo.
¿Es que te golpeó tan brutal la desgracia?
¿Es que tus hijos talaron los árboles
de tu cordura y tu alegría?
Madre, ¿acaso sin dientes yo mordí
tu placenta con tal desolación
que no cicatrizó tu vientre nunca?
Si como dicen me parezco
a ti igual que una sombra,
¿vas a llevarme por tu río
hasta el mar que vierte en la noche?,
¿vas a decirme alguna vez
qué hicimos mal tus huérfanos
que mereció un castigo tan injusto?

Porque tú desconoces esta herencia
de oscuridad sin fin que nos dejabas.
Y antes de abandonar el nido,
a través de las lágrimas miraste
que tus niños dormían
con la respiración convulsa y débil
que precede al espanto más terrible.
¿Estaba tu mirada tan violeta de invierno
que no notaste la espesura gris
de nuestro desamparo?
¿No oías nuestros gritos hundiéndose
en el pozo de nieve de aquel amanecer?

Tú ignoras que el propio padre esparció
un puñado de niños por la extensión del tiempo,
caídos a su suerte, como granos
diseminados por los surcos.
Yo aparecí de improviso un mal día
en la resaca grande de una guerra,
en la gran casa de unos combatientes
vencidos cara al sol,
en la última cosecha de una familia grande.

Yo no te quise nunca, ya que tú no existías,
pero tampoco pude odiarte.
En el temblor del agua te imagino
muriéndote, muy pálida,
abandonada al cauce y la tragedia,
lavando tu tristeza en la rutina
caudalosa del fondo.
Me dejaste viviendo en los márgenes negros
de la lluvia perpetua y de la pólvora
como en un vertedero de criaturas.
Para siempre humillada, me quedé
quieta en la orilla, viéndote morir.

Con siete años estuve a punto
de ahogarme en un afluente de tu río.
¿Fueron tus brazos desde el fango
los que tiraban de mi cuerpo frágil
hacia abajo, negándome el oxígeno?
¿O me salvaste tú, sosteniéndome a flote
para que no sufriera el plomo de la asfixia?
Rescatada de la corriente,
fui solo un bulto que arrojaron
sobre cerezas de hule, encima del mantel
extendido en la hierba.
Mientras volvía a la vida, alguien dijo
que mi destino era el agua: la búsqueda
o el accidente del agua, la caja
y la sepultura del agua.

Muchas veces soñé pesadillas de fiebre
cuando el aire pautado me faltaba.
Y en medio de los oscuro abrí los ojos
y no estabas delante ni detrás
ni aparecida entre los muertos.
Madre, yo no sé perdonar
ni rezar por las noches ni creer
que existes invencible en otra vida,
inmaculada de golpes rabiosos
y anestesiada como un ángel.
No lo creo y por eso no has bastado
treinta años de extravío,
desnuda a la intemperie de los ácidos,
para apartarme de treinta mil fuegos
provocados con tu mecha de ausente.

No te maldigo. Cuento ahora
el peligro en el tiempo y las lentejas
maternas que jamás tuve en mi plato.
Cuento cosas tendidas de un alambre
con descargas eléctricas. Soy la nocturnidad.
Y bebo leche que no es tuya.
Y me pregunto qué lluvia láctea
te sedujo en el frío de noviembre,
en ese día equivocado y cruel.
En ese día, ¿qué santa oración
de funerales cantaron los tuyos,
si ni la Iglesia quiso concederte
sagrada sepultura y paz cristiana?
¿Por qué no me contestas?

Por lo visto mi voz no es tan hermosa
como la de la muerte. Y no la escuchas.
Porque no hay madres resurrectas.
No es verdad el consuelo de los rezos.
No es posible saldar toda la culpa
errante de las ánimas benditas.
Y yo no te recuerdo ni al mirar
tus fotos o las mías: no apareces
como un fantasma al trasluz de la tarde,
no me desvela el sueño tu murmullo.
No llegas y me dices niña,
mírame, porque nunca te he dejado.

No es verdad que te quiero sobre todo.
Es mentira la sangre.

El padre

Tengo una foto con el padre.
Está borroso y con ceniza
como una antorcha que se extingue.
Lleva gafas de sol y traje oscuro.
No le conozco los ojos al padre,
ni la espalda ni el puerto natural
donde anclan las caídas de los niños.
Pero me abraza y finge ser un padre.

Es domingo en la foto. Venía de visita
con las hermanas, internas tristes
de un colegio de huérfanos.
Me envidiaban la risa, los juguetes,
el globo azul colgado en la ventana.
Y mi estuche de lápices sin punta.

El padre se sentaba en el salón
a discutir con mi padre adoptivo
la casa en construcción de mi futuro,
mi vida en obras, mis papeles.
El hombre se bajaba del andamio,
le faltaban ladrillos, la mezcla se espesaba.
Volcaba sus disculpas como piedras.
Su silencio era simple material de derribo.

Dejé de verlo a los siete años.
Lo esperaba una tarde con el vestido nuevo
manchado de canela y tinte azul,
pero se hizo de noche y ya no vino.
Lo recuerdo entre el polvo de la calle,
con la mirada fósil
de lo que ya no se recuerda.
No sé si vive todavía,
pero hace mucho tiempo que está muerto.

Revolución

Compañera, sábana tendida al sol:

El porvenir será refugiarme en tus labios.
El porvenir es perder la memoria.

Con feroces pancartas creímos en la industria,
las consignas a gritos, subidas salariales
que llevaban carcoma y concesiones
al acero de nuestros sindicatos.
Hicimos muchos planes, profecías,
estudios de dialéctica
sobre aquella república marxista,
promesas de un elástico futuro
de reparto, cultura y amor libre.
Todos iguales en derechos,
para todos caviar y frutas tropicales.

Pero ahora las calles son nostalgia,
cementerios de smoking y sexo telefónico,
látigos y silicios de diseño
en bellas pasarelas parisinas.
Y un comercio de putas caribeñas.

Me acuerdo de otras calles.
Lisboa, terra da fraternidade.
En la boca de los fusiles
la gente plantaba claveles.

El día 3 de noviembre de 1992, Bill Clinton llega
al poder en EEUU, metrópoli de su imperio.

Un mar en remolino

Para la niña Julia Alberca Monzón

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
José Agustín Goytisolo. Palabras para Julia

Surges con la niñez intacta todavía:
la risa más perenne cada tarde,
en las manos algún trozo de bosque
y un montón de preguntas sobre el mundo reciente.
Tú no lo sabes, Julia, pero el mundo
tiene un sabio asignado a cada niño,
un sabio que se enferma y tose en ti.
Le gusta destaparse en sueños
para que tú lo cubras
o vigiles su fiebre y el calibre del frío.
Maestro con temor de esclavo
que, a punto de ser libre, se intuye solo y frágil
y busca un amo para siempre.

He visto que crecían tus ojos en tres años
como dos faros fijos en la costa,
dos señales simétricas de esperanza y refugio
dando entrada a las naves extranjeras.
En ellos resucito y leo como en libro cifrado
en clave de futuro misterioso.
Adivino una historia, el alimento
que das a un caracol,
los amores de paso que vendrán
a enseñarte distancias, besos, dudas, andenes
donde decir adiós. Y noches en las que no decir.

Pero no quiero hablar de cosas venideras,
pues se han roto las bolas de cristal
y ya no, no hay profetas ni verdades
que resistan enteras la explosión
de un misil enemigo en su tejado.
Te escribo porque pienso en las cosas que ignoras.
Y siempre que apareces frente a mí
me acuerdo de la forma en que crecemos
y dejamos la infancia abandonada
en baúles sin llave, con todos los vestidos
que no supieron ajustarse
al crecimiento, a las edades,
al destino del cuerpo.

Yo sé que tú no sabes, niña,
que alguna vez la vida es un tiovivo
con los caballos muertos a pedradas,
que nos suben a dar vueltas y vueltas
de frenético espanto y resistencia.
Los humanos entonces, desde islotes
cercados por un mar en remolino,
observamos que un mundo afuera gira
ajeno a nuestro giro.

No siempre se parecen los días a los días,
como una lata idéntica a otra lata
de pescado en conserva.
De pronto un viento malo y corrosivo
derrite los metales, y de las latas salen
los peores microbios para infectar lo fresco.
Y una misma palabra casi nunca es lo mismo.
Por ejemplo, conoces la palabra gusano:
gusanitos de seda o comestibles.
Pero a veces gusano se refiere
a un miembro de tu especie, a cualquier hombre
que practica el oficio canalla de no serlo.
Porque hay personas asombrosas
que se comen las frutas podridas y renacen.

Pero yo, cuando miro la belleza en tu rostro,
y noto que a cada centímetro
te haces dueña del tiempo y de sus trampas,
quisiera poseer la magia de los cuentos,
tener todas las fórmulas
para que tú nunca sufrieras,
para que encuentres al instante
un resquicio de huida si un puño te acorrala,
para que nadie te obligue a buscar
las piezas que no encajan en el puzle
que construyen tus manos impacientes,
con los ojos y algún trozo de bosque.

Si pudiera dejarte un manual de uso,
una guarida en medio de la nieve.
Si tal vez aprendiera a convertirme
en el vigía de los niños
como el guardián entre el centeno.
Así que estoy pensando en algo grande:
dar un tiro de gracia a la injusticia.
Pero no acertaré, seguramente.
Verás que los adultos se repiten
incansables en cárceles y muerte,
en errores iguales y en luchas desiguales,
en amores sin causa y violencia entre hermanos.
Se desorientan en la incertidumbre
de los años sin norte, como en un laberinto,
los adultos, yo misma.

Hoy te escribo para mañana,
para que puedas perdonarnos
la inercia de ir muriendo sin darte explicaciones,
Por las respuestas torpes, por la herencia maltrecha.
Cuando el dolor te lance sus cuchillos
y sientas que un amigo te ha fallado;
cuando adviertas en sombra una alambrada
que tienes que saltar pues te persiguen,
acepta lo difícil como un guante
que te arroja la vida, un desafío.
Que jamás el cansancio te sorprenda sin fuerzas.
Nunca digas qué largo es el camino,
no puedo más y aquí me quedo.

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EMBUSTEROS [Mi poema]
Elvira Hernández [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Porque tiene en los ojos dos goteras
que desprenden sus llantos y lamentos,
porque sabe contarte algunos cuentos
para al fin ya salir por peteneras
de tantos esperpentos.

Porque finge que tiene sentimientos
y en sus labios se advierten torrenteras,
y se aviene a saltarse la fronteras
derribando a las mismas los cimientos
que amansan a las fieras.

Porque todo a su rédito se aviene
y a su mente y razón no le hace caso,
no se adapta ni a hacer un buen repaso
aplicado siempre a lo que conviene,
su honor es muy escaso.

A ese mismo, farsante y fariseo,
que te oculta que engaña y que te miente,
el que se hace pasar por confidente
y le pones a prueba y te hace un feo
pues que es un delincuente.
©donaciano bueno

#Huir como gato escaldado...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Elvira Hernández

(Premios Círculo de Críticos de Arte de Chile 2018, Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, 2018)

Compacto

A esta hora tengo una confusión mental.
Como un televisor que no deja de retransmitirse.
No sé si soy protagonista de alguna película o de un sueño de otros.
Hoy tenemos borrón y no más cuenta nueva.
No hay ese paso adelante ni esos dos atrás.
Ni siquiera derecho a pataleo mínimo.
Prueba son los tábanos en los animales enfermos.
Los que persiguen la herida.
No sé si estoy en tiempo real en este condenado baile.
Tal vez borrada del mapa.
Me asomo a esta ventana como a una letra muerta.
El río de la vergüenza es el único que debiera ser navegable.
Pequeñas cosas flotan todavía en el aire.
No es asunto de gendarmes que el idioma esté ensangrentado.
No es asunto.
Y ya no escucho nada más.

Mantención del seto vivo

La ligustrina se mantiene en pie —compacta—
inamovible. Yo soy la que llegó a su lado a pasar el peine
por las hojas. A cortar con escalpelo sueños de grandeza.
A extraer el quiste de la tinta.

Si ella fuese Sileno ya me arrostrara el enigma
y no iría yo frente al espejo para rastrillar la cabeza roída.
A pasar el arado por esos pantanos que humean
líquido mental y de los que rara vez se sale.

En la raíz de todo está mi madre

En la raíz de todo está mi madre
como un manto de tejido bajo tierra
un sombrío huerto de hierbajos tósigos
un vuelo de mariposillas terrosas.

Los años han contribuido a su alacrán
círculos que ciñen mis días
a sus caricias púas y cruces
rastrillándome el cerebro.

Es tierra que espera por mí
tras haberme soltado la jauría
de células que me prohíjan.

Tantas noches que quise cortar mi cuello
aserruchar mis cervicales
descuartizar mis imágenes
pero a cambio me contenté
con restregar plumas
llorar tinta y otros mendrugos
y seguir ese dictado —una vez más—
meticuloso de las venas.

NO TODO LO QUE VUELA

No todo lo que vuela
es pájaro.
A veces lo que piensas
alcanza una pequeña altura.

ESTOY SACANDO ALAS

Estoy sacando alas
que no es lo mismo que
estar criando patas.

Algo más que una sutileza.

Espero algún día
por el sueño de Ícaro.
En otra dirección
un vuelo nocturno.

RELÁMPAGO ALADO

Algo cruza
algo pasa por mi cabeza
algo está en algún lado

de aquello no queda nada
ni aire vibrando en el aire.

EN LOS BAJÍOS

(Valdivia, abril)

En un pie
la garza
sostiene la tarde.

EN UNA GOTA DE AGUA

En una gota de agua
los pájaros se sacian
se refrescan
se miran.

Debemos transformarnos
se dicen.
Alguna vez fuimos dinosaurios.

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