A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

DECLARACIÓN DE AMOR [Mi poema]
Bárbara Butragueño [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Soy un poeta que escribe
poemas para sus nietos,
pidiendo que se estén quietos
que a su ritmo no les sigue,
y que a veces no consigue
que le guarden sus respetos.

De entre todos ellos uno
más inquieto es caprichoso,
y otro más, tierno y mimoso,
mas tranquilo no hay ninguno.
Cada cual a cual más tuno
muestra un lado más hermoso.

Una, Geno, siete añitos,
y otros cinco que ha Martina,
Hugo, dos, con gasolina
pues me abruma con sus gritos.
Que los tres, más rebonitos,
cada cual tiene su esquina.

Si discuten, que es frecuente,
no me inquieto ni me altero,
pues que a todos yo les quiero
como el río a su afluente.
Todo aquí es muy diferente
mas ninguno tiene un pero.
©donaciano bueno

#Los nietos, esa bendición de Dios...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Bárbara Butragueño

paso.página

cállate es hora de retomarte quiero
que andes sin sentido que recojas
hojitas del suelo las pongas
nombre y juegues al viento
es hora regresar al lugar donde
se afilan los espejos y nada
es previsible y sabe a martes
cállate baja a la calle deja
que la noche te arrastre con
urgencia deja que tus manos se
astillen no hay bolsillos suficientes
para esconderte esta vez.

mudanzas
hoy es un día de mudanzas

un día extraño lleno de cajas y cosas por todas partes.

el papel de embalar me da ganas de llorar.

no muevo objetos. no toco nada.
no hay asunción en mí.
manejo nociones que desconozco, nociones
que no son mías, que no he hecho propias
y por eso todo se me resbala de las manos y cae
pero cae sin caer del todo
sin emitir el sonido que necesito
para tener la certeza de algo.

creo itinerarios y horarios.
programo cosas que no quiero programar.
soy operática y absurda.
y sólo quiero romperlo todo y guardar un luto profundo,
un luto que me purgue de todo esto,
que me limpie de tanta distancia y tanto pasado
mezclado con trementina
y vapores de aguarrás

todo está tan lejos.
y yo, aquí, perfectamente ensamblada
como una maquinaria precisa,
dispuesta para este suicidio lento
de cajas de cartón y coches que esperan.

mi pasado cabe en dos maleteros.
todo lo que fui se guarda y se entierra.

y siento la presión de los lienzos combados
de las fotos que no revelé,
de la cama que ya no deshago
y me voy
me voy
y sé que todo se va conmigo pero no junto a mí
sé que me dejé atrás. que me fui sin mí. sin nada.

y por eso ahora llevamos guantes de plástico
y decimos palabras vacías y nos tratamos como de lado,
como si quisiéramos hablarnos de lejos
como si nos saludáramos desde el andén con el tren en marcha

el lienzoA en la cajaB
los pincelesB en la cajaC
todo perfectamente empaquetado y listo
como una res que espera el matadero

y lloro

lloro desconsoladamente
sobre las cajas y los plásticos y los lunes

lloro mientras nos marchamos
sin reivindicarnos
sin hacernos ni siquiera un poquito de justicia
nada

.como dos desconocidos.

.21.de.diciembre.
y la misma terrible rosa repitiéndose en las paredes

ANNE SEXTON

sonrío
aunque estoy extrañamente callada.
mis manos guardan silencio. todo en mí parece ralentizarse.

los acontecimientos vienen a mi cuerpo y a mis uñas apurados, pero al llegar a mí se detienen y me cruzan de puntillas, como si trataran de no romper nada.
así está bien.
me gusta esta especie de embalse que hay alojado en mi plexo solar.
hay aguas tibias que detienen la urgencia del tiempo.
algo que amansa a mis fieras
sin maleficios ni sacrificios nocturnos.

pero hay una certeza de algo que no llega. algo que me inquieta desde abajo.
tengo que ocupar mi tiempo en cosas que no veo y desconozco. las siento a mi alrededor pero no sé dónde están.

me digo:
cruzarme la sangre.
dejar de vivir proyectada.
dejar de lanzarme al mundo como un hueso de albaricoque, algo mordido hasta la extenuación.

de dónde este desconcierto último. esta desocupación.
no quiero ver aquello que me llama.

mis últimas filas están repletas
pero el eco de la sala sigue anunciando masacres.

hay un humo como de jardín oriental envolviendo mis pechos
y un orgasmo de la tercera dinastía aguarda sobre la mesa de jade.

soy un estúpido animal que menstrúa.

tengo que dejar de gritar en las avenidas como una fiera crisoelefantina

reconstruirme a la manera de un iceberg

contratar monjes budistas que apacigüen mis jardines,
que extraigan todo los pájaros muertos de mi sangre

conclusión:
moción de censura a mis manos
a esta estúpida necesidad de verte de besarte de tacharte de fingirte

no hay voto de calidad que valga.

.dejar.de.vivir.proyectada.hacia.delante.como.un.gusano.de.tiempo.

Debe usted saberlo

yo nací lejos del umbral
desconozco, así, su gesto
el canto sereno
con el que otros hablan
las grandes palabras
que a una se le ahuecan
como pájaros mojados
en la boca

durante años he visto hombres
que manejaban con premura el diccionario
y conocían el sentido exacto
de la palabra culpa

y les bastaba

pero a mí, que el vocablo se me enquista
y me cava el pecho como un descendimiento
todo me parece un vagar empedernido
por el líquido articular del dígase amor propio
dígase egoísmo
dígase umbral eterno entre las cosas.

Yo sólo busco callar el bisbiseo
alcanzar la paz de lo rotundo
hacer callar
al maldito perro
de la indefinición.

Y todo porque
tener un cuerpo limpio
requiere hacer hogar de la virtud
y no morar la periferia

y de ahí este
quemar con pavor los diccionarios
y exigir conocer, no ya el sentido:
el intervalo la linde
la fina línea que separa
pongamos el amor del egoísmo
y su oscura simetría.

Mi congoja no es más que una forma cauta de certeza.

Abres la boca y miras dentro

con la firme voluntad
de entender algo. Debe
de estar allí escondido
el sordo repicar
de tanta angustia un reloj
una máquina de ritmo
impertinente
que te ata con esta
extraña fuerza
a la cordura.

Desde hace algún tiempo
visitas con frecuencia
la mentira y su oscura
catedral. Y sería
faltar a la verdad decir
que no te has familiarizado
poco a poco casi
sin saberlo
con esa falta de exigencia
hacia ti misma
con ese rumor constante
que brota fieramente
de la grieta
que ahora llevas en la cara.

Te has dejado ir como
quien baila con delicadeza
una música indescifrable
y de pronto
advierte
que se encuentra
en la otra punta de la sala.

Ahora
con el cuerpo aborrecido
con la piel
transida de inminencia
contemplas con pavor
y en ángulo perfecto
de setenta y cinco grados
esa última fisura
que queda por colmar.

La culpa es una forma de avaricia
un modo agotador de atesorar virtud.

Ya no sé qué es máscara
y qué es rostro.

Has entrado en mis ciudades arrasadas

tanteando los objetos con tu hábil mansedumbre
y me miras como quien grita que viene en legión a hacerse himno
a romper mi fuselaje
a temblar con sus dedos la pureza que me queda.
Como si pudieras volverme cierta
me besas rompes las alambradas quemas la cáscara vacía
y hay algo de lumbre en tu mirada algo de bestia delicada con vocación de jungla.
Y te digo sí porque cercas el origen de las sombras y me haces agua y no desierto
porque en tu cuerpo la música es hondura
grieta entre la sal
y dices que vienes a hermanarte en mi fervor como un latido
y lo dices sin terror ni trayectoria
sin cemento ni herrumbre ni egoísmo
ni grandeza inventada ni fractura.
Pulsas mi cuerpo en su oscura transparencia
mi cuerpo sin fuego sublevado ni hueco que me nombra
y ahora limpios los establos por fin soy luz desde la luz
cadáver sin urgencia.
Tú me haces hallazgo.
Tú me haces claridad ardiendo el pulso ciego de las cosas.

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ME INDIGNA LA INDIGNACIÓN [Mi poema]
Eugenio Montejo [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Me indignan los que viven de promesas
que suelen anunciar lanzando al viento,
e ignoran lo que afecta al sufrimiento,
que ingenian al albur desde sus mesas
donde hallan complacencia a su sustento.

Me ofenden las farsantes, sanguijuelas,
que ofrecen su verdad para ir al cielo,
consciente de esa farsa, ese señuelo;
ocurre mientras clavan sus espuelas,
se van, ríen de ti, toman el pelo.

Burgueses que fingiendo de indigentes
se aplican al libar de sus manjares,
proclaman que tú estás en sus altares
y llaman a los pobres, pobres gentes,
e incluso son lamento en sus cantares.

Exiguos, afligidos e inocentes
los mismos que, son carne de cañón,
directos van sangrando al corazón
pues tienen en su haber el don de gentes
y engañan de tocar al mismo son.

Fingiendo que son míseros, los ricos
lamentan que el planeta se nos muere,
trabajo no hay, ni elige el que uno quiere,
se rasgan sus vestidos, villancicos
cantando, te dirán el miserere.

Lamentan de la vida su injusticia
al tiempo que ellos son defraudadores.
Suspiros van regando, que favores
no pueden regalar, pues su codicia
se niega a ver solo obras son amores.
©donaciano bueno.

#Solamente hacen el papel de Plañideras! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Eugenio Montejo

Escritura

Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.

No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.

Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.

Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.

Algunas palabras

Algunas de nuestras palabras
son fuertes, francas, amarillas,
otras redondas, lisas, de madera…
Detrás de todas queda el Atlántico.

Algunas de nuestras palabras
son barcos cargados de especias;
vienen o van según el viento
y el eco de las paredes.

Otras tienen sombras de plátanos,
vuelos de raudos azulejos.
El año madura en los campos
sus resinas espesas.

Palmeras de lentos jadeos
giran al fondo de lo que hablamos,
sollozos en casas de barro
de nuestras pobres conversas.

Algunas de nuestras palabras
las inventan los ríos, las nubes.
De su tedio se sirve la lluvia
al caer en las tejas.

Así pasa la vida y conversamos
dejando que la lengua vaya y vuelva.
Unas son fuertes, francas, amarillas,
otras redondas, lisas, de madera….
Detrás de todas queda el Atlántico.

LA POESÍA

La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.

Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.

LOS AUSENTES

Viajan conmigo mis amigos muertos.
Adonde llego, van por todas partes,
apresurados me siguen, mi preceden,
gentiles, cómodos e incómodos,
en grupos, solos, conversando, paseando.
A mi paso se mezclan sus huidizos colores
hasta envolverme en un lento crepúsculo…
Tantos y tantos, cada quien en su estatua,
y en torno siempre las máscaras del sueño.
Y mi estatua también a su lado, flotando.
Muertos de nunca habernos muerto,
de estar en algún tiempo, en algún parque,
juntos y apartes, conforme, inconformes,
mudos, charlando, con voces, sin voces,
es verdad ya ni vivos ni muertos:
algo intermedio que tampoco es estatua,
aunque tengamos ya de piedra los ojos
y unos y otros nos sigamos, corteses, polémicos,
contentos de estar en la tierra y de no estar en ella,
en eternas tertulias donde, se hable o no se hable,
todo queda para después o para antes,
para cuando no sabíamos que después era entonces
ni que nuestra sombra de pronto levitaban
visibles e invisibles en el aire.

Un instante de nuevo me reúno con ellos,
conversando otra vez esta tarde, tan tarde,
en un Café de ruidos urbanos, suburbanos…
Es decir, bebiendo sin beber, un poco abstemios,
pues los muertos no beben, pero beben a veces,
juntos y alegres, aunque no tanto, sino alegres,
con un trago o ninguno, pero con un trago,
creyendo que el tiempo ya pasó y no ha pasado,
y por eso pasó sin pasar, es decir, nunca pasa.
Cada quien con un whisky sin hielo o con hielo,
más cálido que frío, sin instante un instante,
con el recuerdo que nada recuerda esta tarde
y por eso se acuerda ahora de todo…
Bebiendo con ellos que fuman y charlan,
que parten y vuelven, dialogan, discuten,
hablando por hablar y a veces por no hablar,
hasta decirnos qué de Picasso hay en la ausencia,
cuánto cubismo en la manera de alejarnos,
el modo de mirarnos con ojos verticales
y saludarnos con la mano a la inversa,
la forma de beber un solo vaso roto
que ya no tiene vidrio ni licor ni volumen,
el modo de no beber creyendo que se bebe
y seguir todos juntos ahora que estoy solo.

RETORNOS

El tiempo es redondo y atormenta…
Voy mirando toda mi vida
bajo la huella de una carreta.
En el próximo pueblo hay un rostro
al que he conocido hace siglos;
salvo la lluvia y el polvo,
salvo el tacto en los espejos,
me reconocerá por el caballo
y los cascos llenos de nieve.

Todas las formas del paisaje
pasarán del negro al verde
y otra vez del verde al negro,
según las vueltas de la rueda…
Y en los galopes se hará el viento
con los vapores del misterio,
cuando los ojos del auriga
palpen las piedras del camino,
cada vez que sueño y cabalgo,
mientras vuelvo y desaparezco.

ALFABETO DEL MUNDO

En vano me demoro deletreando
el alfabeto del mundo.
Leo en las piedras un oscuro sollozo,
ecos ahogados en torres y edificios,
indago la tierra por el tacto
llena de ríos, paisajes y colores,
pero al copiarlos siempre me equivoco.
Necesito escribir ciñéndome a una raya
sobre el libro del horizonte.
Dibujar el milagro de esos días
que flotan envueltos en la luz
y se desprenden en cantos de pájaros.
Cuando en la calle los hombres que deambulan
de su rencor a su fatiga, cavilando,
se me revelan más que nunca inocentes.
Cuando el tahúr, el pícaro, la adúltera,
los mártires del oro o del amor
son sólo signos que no he leído bien,
que aún no logro anotar en mi cuaderno.
Cuánto quisiera al menos un instante
que esta plana febril de poesía
grabe en su transparencia cada letra:
la o del ladrón, la t del santo
el gótico diptongo del cuerpo y su deseo,
con la misma escritura del mar en las arenas
la misma cósmica piedad ‘
que la vida despliega ante mis ojos.

LOS ÁRBOLES

Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.
Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
Todo en ellos es vago, fragmentario.
Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé qué hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo.

LA TIERRA GIRÓ PARA ACERCARNOS

La tierra giró para acercarnos,
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño,
como fue escrito en el Simposio.
Pasaron noches, nieves y solsticios;
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive
llegó a Nebraska.
Un gallo cantó lejos del mundo,
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del Simposio.
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AL CUBO LA BASURA [Mi poema]
Rossalinna Benjamin [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

El día en que me muera habréis de echarme
al cubo la basura,
allí donde la noche siempre oscura
hará que nadie pueda ya encontrarme
y aun menos ningún cura.

Lo mismo que si fuera un pordiosero
tirado en una esquina,
que nadie ha de parar cuando camina,
le observa con cuidado el barrendero
por si le contamina.

No quiero que me muestren sus respetos
ni rinda nadie honores,
y a aquellos que aun me guardan sus rencores
que sean si es que pueden muy discretos
y excusen mal de olores.

Mas quiero que me entiendan cuanto digo
no crean que es despecho,
que allí cuando me encuentre ya desecho
mirarme no podré más al ombligo
decir ni buen provecho.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:   Rossalinna Benjamin

(XIV Premio Literario Letras de Ultramar 2018)

Un poema se respeta

El poema siempre debe ser precavido,
y no, esto no es paranoia,
es que ningún poema que se respete puede andar por ahí desarmado,
por más tranquila que se vea la página en la que habita…
nadie sabe qué puede suceder en cualquier momento,
y un poema indefenso
frente a cualquier peligro -por inofensivo que sea
o parezca-,
sería un poema muy estúpido.
El poema nunca debe correr riesgos sin sentido.

El poema debe ser independiente,
libre y autosuficiente,
pero nunca megalómano ni pagado de sí mismo,
un poema que se respete huye de la pedantería,
porque sabe que es una ridiculez.
El poema debe estar seguro de sí,
conocer su valor y respetarlo y defenderlo frente a todo…
frente a todos.

Un poema que se respete debe ser o un completo subversivo,
o serenamente respetuoso.
sin bajar la mirada jamás,
debe hacer las debidas reverencias
y cumplir con las formalidades pertinentes,
pero sin perder su esencia, ni su garbo, ni comprometer su dignidad…
pues no hay nada más impropio y repugnante
que un poema adulador…
aún para aquellos a quien va dirigida su lisonja.

Un poema que se respeta o no dice nada
o sólo insinúa, dejando un poco a la imaginación,
levantando así muchas opiniones diversas, encontradas,
coincidentes, confusas,opuestas,
o dice tanto que lo dice todo
y asì deja a todo el mundo sin palabras.

Textos megalómanos con ínfulas poéticas.
Pseudoensayos

Cuerpo en el tocador

¡Corran, gentiles, hay un cuerpo en el tocador!
En tu fondo frío se ven venir morbosos y asustados
me gozo imaginando mis contusiones
llaga fresca
torrente rojo desde mi cara al lavabo
Atreviéndose viscosamente hacia el otro abismo bajo la puerta.
¡Ah, espejito, espejito! ¿No es hermosa tal rotura?

Craaackkkk sostenido de las bisagras…
Turbada delicia del drama en ciernes
Sadismo atento mi cuello en su ajena curvatura
hacia mis manos que se frotan bajo el chorro tibio.
Espejito, espejito…¿no es hermosa tal tortura?

Una mujer se apiada
me presta su sombra
otra, mas bella aún, me echa unos polvos
un travesti moviendo la cabeza incrédulo
me pone su oscura mascara
resignada coloreo mis labios a mordidas
y levanto la mirada temiendo lo inevitable…
se alejan decepcionados y murmuran en el pasillo:
¡Bah! No hay ningun cuerpo.
Apenas una infeliz retocándose el ser para afrontar la burla
de las sobras de esta existencia puta y su piedad
de pacotilla
¡Qué tontería!
Me aligero.

Mi puño contra tu estampida
escupe a chispazos la única sangre que correrá
por las patéticas venas de esta noche sin rugidos.
En la angustia fractal de tu certeza rota…
Se va ensayando de a poco esta belleza obligada
¡Maldito, espejito!
¿Eso soy, esta grieta?

TENGO EL ALMA HECHA DE PASOS PERDIDOS

Hoy he visto vagar miles de ojos
iguales a mí,
manos y cuerpos como mi vida,
tersas demandas como mi nombre,
muertes parecidas a los agujeros negros
de todos mis días,
y de este día
que ya no me aguarda
Y me abandona una vez más
recluida en el espejo.

Hoy sin quererlo
he presenciado la historia,
he vertido sobre la tarde
caminantes parecidos a mis ansias
cuando tenían lunares mis antojos
y ojos grises subrayados mis memorias…

Tengo el alma hecha de esos pasos perdidos,
de esos círculos de polvo desesperado,
de esas manchas inmensas
en las mejillas de las sombras,
de ese nunca saber hacia dónde…

Me he sentado otra vez
frente al mismo fuego que mi imagen empañada
y he preguntado
¿Por qué hoy todos los vacíos se me parecen?
han crepitado las llamas,
desafiando al silencio
y he visto con desazón
cada hilo de humo que se desvanece
como quien se ve morir
en su hermano siamés,
y he visto a las nubes huir,
más tenues que nunca
como miradas borrosas
iguales a mí.

POEMA AL HOMBRE DE LA CASA

En casa eres el único con permiso para roncar y dormir a pierna suelta
hasta la hora que quieras
tu cuarto es el único con cerradura y derecho a cerrarse
Mujeres que han hecho el juramento de lealtad y culto a Cover Girl te desarrugan las noches
y enredan las suyas en tus sábanas, que después me toca a mí volver decentes
Puedes levantar la voz a decibeles sobrehumanos, poner mala cara
y maldecir como un marinero ebrio
Mis amigos te temen y mis amigas también…
y mientras yo espero confiada la magia de photoshop,
un sapo azul que le simpatice a mis padres
tanto como para devolverme el principado que perdí con mi primera menstruación…
mientras los que hacen gritar la moda se olvidan de mi tipo,
el acné y la celulitis se ensañan conmigo
y yo ruego piedad a los espejos: Tú eyaculas.

Disfraz de una mujer sin miedo

Me encontré a mordidas con la noche.
Paladeando los jirones que mis dientes le arrancaron no sentí nada.
Ni culpa, ni asco, ni miedo.

La había retado a duelo y vino puntualmente,
armada de su más espesa cabellera,
y yo apenas con el mismo tedio que ha bebido hasta el dolor todas mis ganas.

Entonces mi muerte, con su natural falta de tacto, cayó
desde sus propios hombros, desnucándose,
justo al lado de mi bostezo más reciente.
Y me quedé sola a las claras… hastiadamente sola,
sin temores.

Y ahora me pregunto,
¿Qué diablos es una mujer sin miedo?
¿A dónde puede ir sin ese estúpido fantasma metiéndole prisa hasta los huesos?

No me queda más remedio que quedarme.
Atrapada en mi contorno quedarme,
tragarme, con el café ya frío, la porción de nada que me toca,
y el octavo analgésico de este absurdo día que he metido a la fuerza
en el resentimiento del reloj,
y que ahora fluye por mi rabia su densa somnolencia.

Y me excuso y finjo (como casi todas las demás) estar esperando o estar desesperada.
Y soy un poco menos yo y me resigno
a esta máscara vacía
que se calza unas mentiras razonables y sale a probarse frente al mundo disfrazada de mujer,
perseguida
por temores sin sentido, que se engañan también con su falsa vestidura.

Así logro descubrir en la fuga otro eco del deseo,
de la carne que se hiere con el filoso resplandor de la belleza
en la puerta de cualquier baño para damas.

No puedo hacer más que negarle la sonrisa
y bajando la cabeza ignorarla,
pasar corriendo a su lado sin disculpas,
hasta el cristal más cercano a tratar de creerme.
Y luego olvidar esa belleza inoportuna y perderme,
perderme en mi disfraz de asustadiza…
simplemente perderme en la pantalla blanca,
y escribir para mí esta mentira rota.

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PERDÓN POR SER SINCERO [Mi poema]
Jorge Valdés [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Lamento haber hablado, lo lamento,
lamento haber soltado lo que pienso,
mejor me hubiera ido echando incienso,
decir que ando vacío de argumento.

Lamento no ser fiel y ser rastrero
y no, como es normal, ir por las ramas
diciendo si algo lo odias cuánto lo amas,
con la mendacidad ni un solo pero.

Lamento por fingir ser tolerante
y a aquel que me engatusa ir sonriendo,
mendaz, y a la falacia resistiendo,
de tanto mendigar ser ya un farsante.

Ponerle a mi cerebro un carcelero
diciendo que padezco de migrañas,
fingir cuando me irritan las patrañas,
les pido aquí perdón por ser sincero.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:   Jorge Valdés

Aquel ahora

Las posibilidades de volverte a encontrar
eran remotas. Una entre un billón. Y habiendo
infinitos lugares dispersos por los números
de un cálculo improbable, quién imaginaría
que te iba a ver en esa cantina, transformándote
en luz de aquel entonces feliz, o eso quisieron
creer años atrás aquellos dos que fuimos.

Estabas allí, tú de pronto y sin aviso
previo, con una tímida sonrisa, recargada
en el hombro de un tipo de aspecto deleznable
que podría haber sido yo. No reconociste
mi rostro entre la gente del bar. Aunque tal vez,
supongo, pretendías saber adónde y cuándo
miraste mis facciones, en qué sitio más joven
hiciste un alto, bajo qué extrañas circunstancias
coincidiste con alguien que se me parecía
de lejos. Pero no recordaste, si acaso
lo intentabas, a quien le prometiste un sueño
que no ibas a cumplir, cuando nos despedimos
tras una ventanilla. De vuelta en este ahora,
tu cara era la misma donde vi el resplandor
del ángelus y el tacto de un crepúsculo gris
y hermético. Llevabas rubor en las mejillas
y el cabello más negro que alguna vez tocaron
mis manos por el valle lunar de tu cintura.

La bienaventuranza fue nuestra compañera
de viaje a las estrellas tan próximas al hambre
de nuestros corazones y su dolor difuso.
Era la edad del bronce pulido de tus pechos.
Las noches fueron lentas palabras inaudibles
del mundo que brotaba sin encajes. Bebíamos
la vida entre los versos de una poeta árabe
y bailaba desnuda la luz en la terraza.

Tú entonces te encendías y el viento iba contigo
por algún callejón a sórdidas tabernas,
levantando tu falda minúscula, mostrándome
las rutas que de súbito me alzaban al misterio.
Sin duda eras feliz de forma ingobernable.
También lo fui. Lo fuimos. Te dije, lo recuerdo
como si fuera ayer, que un dios haría suyos
los rasgos de tu nombre y el vino tu sabor
de almendra y paraíso. Sigues igual, incluso
me has parecido más hermosa, quizá menos
alegre que la imagen que de ti conservé
todo este tiempo en vano. Detrás de tu mirada
no encontré el resplandor de aquella chica insomne,
sino una palidez ceniza de rescoldos
que aún parecen guardar el vértigo del fuego.
No puedo asegurarlo. Y ya tan poco importa.

La mesa

Para Wisława Szymborska

Me contemplo en las caras ocultas de la noche
sin rasgos de mi acento del sur, sin evidencias
de ser el extranjero que alarga un punto móvil
sobre una servilleta doblada en dos. Estoy
en medio de personas de las que no sé nada
y que hablan de lugares apócrifos, de valles
desterrados del tiempo, distancia o geografías;
me observo desde mi soledad, desde afuera
del aire, de las formas del sillón que soporta
el peso de las vidas que tuve y me contienen
al pie de nuestra mesa. Me reconozco aquí,
con la ingenua cautela con la que se vislumbran
animales fantásticos en un libro de viajes
cuya última página no depara emociones,
ni algún final feliz que salve la memoria
de un bar donde la dicha se mire al otro lado
de esta sombra entre tantas estólidas fronteras.

Cruz del sur

Arden las hojas del otoño
en la humedad crepuscular
de Buenos Aires. Contra un parque
dividido por tres colinas,
la opacidad de su belleza
busca en follajes la mirada
que acompañó la luz. Las lámparas
doradas guardan sus memorias
y encienden sombras en el césped.

Al atardecer se disponen
el horizonte de cortezas
y el suave tacto de los ojos
para construirse otra estancia
con los pájaros. En silencio
subes las calles y regresas
al canto de la noche. Queda
entre tus labios el murmullo
que al abandono pronunciaste,
la rozadura de palabras
dejadas en la soledad
de un cuarto cálido, ya oscuro.

Áspera en su constelación,
la Cruz del Sur abre sus puntas
mientras aguardo tu llegada
porque no eres tú quien ha vuelto
a resplandecer junto al eco,
sino tus huellas hondas, tenues
fragmentos de un espejo en llamas
que te observó al entrar a ciegas
en las membranas del deseo.

El cubista

Para Luis Alberto de Cuenca

Aquel cuadro de Klimt que te gustaba
tocar en las facciones de Sofía,
o la Venus con brazos que era Helena;
Beatriz, con su blancura Modigliani
reclinada en un manto que ni Goya;
o Ángela, morena de Rivera;
la Romero de Torres, la gitana
Esperanza que hablaba con el fuego.
O Pilar, melancólica y fragante
con sus gasas de baile a lo Toulouse
Lautrec. Adónde se habrán ido aquellas
muchachas que son ya tan sólo un cuadro
abstracto de neón, algún dibujo
trazado con sanguina sobre lienzos
de un espectro que tiñe su agonía.
Con quién habrán partido, en qué momento
se hicieron humareda, por qué diablos
vinieron hasta aquí sin ser llamadas.
De «Los Alebrijes» 2007

El desastre

El ángel de pasión dejó tu casa
con un desorden tal que no sabías
por dónde comenzar: copas vacías,
ceniza por doquier. Y su amenaza

rotunda de carmín: “En la terraza
te aguardo. Un beso. Adiós”. Tú conocías
la forma de cumplir sus profecías.
Temblaste al recordar: “Todo lo arrasa

un ángel si al partir te sobrevuela”.
te diste apresurado a la tarea
de hacerla remontar por tu memoria,

sus manos en tu piel, su duermevela.
Pensaste: “Si es amor, pues que así sea”
y fuiste a abrir la puerta giratoria.

El fotógrafo y la modelo

El tiempo que fue siempre tu enemigo
se detuvo en tu imagen. Ya eres esa
chica de calendario, la princesa
sin fábulas, el ángel que consigo
colgar de cualquier nube. De oro y trigo
la luz ensortijada en tu cabeza,
la arena que se acaba en donde empieza
la línea de tu sexo. Estás conmigo
y no tienes tristezas ni pesares
ni citas por cumplir. Sólo reposas
inmóvil en el cuadro, entre palmeras
de plástico y heladas mariposas
robadas del Cantar de los cantares.
No sabes que no has muerto. Si supieras.

El olivar

No diré la oración que se pronuncia
en otras ocasiones como ésta.
Yo he venido a enterrarte. Y mi silencio
es el otro lugar a donde has ido.
Porque no hay más verdad que tu memoria
y nada por decir que no conozcas.
Acaso alguna imagen te devuelva
la sombra original, agua de jarro
en labios de tu sed, tal vez las flores
que incendiaban la estancia con luz pura,
la terca evocación de sus corolas
detrás de un ventanal, entre las líneas
de Ungaretti o Cernuda que olvidamos.
Pero todo es real y es diferente
el aire que respiro aquí, tan fuera
de tu aliento y sus raíces. Mañana
llamarán por teléfono y seguro
alguien dirá que no, que no has llegado.
Seguirá el valle gris con sus olivos
resecándose al sol como si nada
tuviera sucesión, y será en vano
que pregunten por ti. Tú habrás partido.

Ex-libris

He vuelto a releer aquellos versos
que hablaban del amor y que leímos
la noche que ardió Troya y nos perdimos
al fondo de sus negros universos.

He oído en cada página los tersos
acentos de tu piel donde creímos
haber bebido al sol en sus racimos
y al mar que reflejaba en sus diversos

murmullos nuestro ascenso al precipicio.
se puede oler la luz de esos momentos
Al tacto de un doblez. Queda un indicio

debajo de las líneas subrayadas,
un hálito de ti, tus dedos lentos
abiertos en esquinas despobladas.

Formas migratorias

para Katia Alemann

Aprendimos a amar a cuentagotas
esas pequeñas pausas que el chubasco
viste para inundar puertas afuera
la soledad, la rama entre violeta
y ocre de las tardes, el murmullo
semántico del cielo. En este orden
hemos desdibujado la distancia,
la longitud sin proporción, las líneas
que relacionan a las cosas. Breves
lagunas de aire, esos segundos quiebran
el ambiguo concepto de equilibrio
que en el agua subyace y se sostiene
al igual que otra voz dentro del fuego.
Cuando escampa y la tarde se armoniza
en su limpia explosión de veladuras,
aprendemos los mínimos rumores
donde irrumpen cenizas desmemorias.
Con ellos construimos este cuarto
que está lleno de música y de vítreos
aromas de jazmín o extranjería.
Nociones y raigambres que se agolpan
y edifican un óvalo sonoro,
un punto de llegada, otro pretexto
condenado a palpar nuestra garganta
para oírnos decir: amo esta lluvia
cuando cesa y podemos escucharla
recoger un país bajo la tierra.
De «Jardines sumergidos»

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YO TAMBIÉN ESTOY EN FACEBOOK [Mi poema]
Roberto Appratto [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Natural, yo también estoy en facebook,
no pregunten pues nunca sé por qué,
ni persigo tener miles de ‘amigos’
y mi tiempo no tengo que perder.

Casi toda la gente lo rellena
con historias carentes de interés,
he visto a…,he estado en…,dale a ‘me gusta’,
me interesa hagas link en esta web.

Otros hay, los que suelen subir fotos
que animan a leerles y hacer clic,
el misterio conduce a lograr votos
de un tema sin enjundia para ti.

Adictos hay que miran cada día,
otros, vagos, alguna vez al mes,
publican si pudor su tontería
y vuelta a tontería responder.

Si buscas o si a ti lo que interesa
es un sitio en que puedas degustar
comida de diseño, no hamburguesa,
da la vuelta buscando otro lugar.

Acepto que ya me haya condenado
excluyendo seguro de esa web;
prometo a quien me muestre equivocado
que vuelvo aquí la pluma del revés.
©donaciano bueno

#Acaso es criticable no estar en Facebook...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Roberto Appratto

De «Lugar perfecto» (2011)

1
La riqueza instantánea de un poema
brilla durante, al margen de las circunstancias,
con el sonido en negrita y bien a la vista.
El resto del día no hay nada que decir
salvo un gesto de vacilación emocionada,
una pérdida de sentido de tanto repetirlo
con la convicción absoluta de que cambió
el orden de lo que sabías, la línea imaginaria
que va de ahí a la historia personal,
hasta el deseo. Esa riqueza:
inevitable.

2
En otros tiempos yo miraba El crucero del amor
y Simon & amp; Simon los domingos de noche, en familia,
en el living. Era una continuidad segura, una cosa
detrás de la otra y en sí misma. Me acuerdo de la música
de El crucero del amor cuando presentaban a los actores:
“su capitán”, “su cantinero” y después venían
Simon& amp;Simon investigadores
y empezaba un caso policial en tono ligero,
que seguíamos, lamentando los cortes comerciales. Era
los domingos de noche, era una capa de la noche
iluminada por dentro, preservada en lo más íntimo.
En esos momentos las voces del capitán y de la azafata
resonaban en silencio, en el hueco que el domingo de noche
dejaba a la altura de las circunstancias: ése es un tiempo
que se aparta de otros sólo por eso, por el brillo particular,
por ejemplo, del recuerdo de Bernie Koppell
como medico de a bordo, el mismo que hacía de agente de Kaos
en El agente 86. Lo concreto de lo que era
ayuda a ver la vida alrededor. Simon &Simon era en California,
en un entorno de playa permanente y ropa ligera:
la música en los puntos dramáticos era la ficción absoluta
de la madurez en dictadura, el campo visual en blanco y negro
al final de cada semana del ochenta.
Como si todo estuviera dicho y sólo quedara repetir
El crucero del amor y Simon& amp;Simon una y otra vez,
casi sin respirar. Como si la vulgaridad se hiciera visible
sobre las ruinas del gesto cotidiano, y todo eso
para llegar al lunes.

3
Las últimas palabras de mi madre
tal vez un día antes de su muerte
(casi no hablaba) en el CTI del Hospital Italiano,
una sala antigua donde unas cortinas separaban
cada cama de la de al lado. Ella permanecía
casi todo el día con los ojos cerrados, derrotada
a los 83 años recién cumplidos. Así que
cuando entré a verla, ya de tardecita, después
de hablar con mis hermanos afuera, y me acerqué
a la cama para saludarla, pensaba, como se piensa en esos casos,
y como la ya prolongada enfermedad nos había acostumbrado a pensar,
quién era esa madre, qué había sido, qué quería decir
madre después de tantos días de internada y de tantos años
de ser madre, qué era, mientras le agarraba la mano
libre de cables, con cuidado, la relación entre hijo y madre,
eso estrictamente personal que había entre ella y yo: ella,
Noemí Davison, tirada en la cama, notoriamente enflaquecida,
y con una mueca de dolor que, de alguna manera, reproducía
la mueca de risa que siempre había tenido,
aun cuando no hubiera nada de qué reírse, y que amabilizaba sus rasgos,
o los hacía cómicos a su pesar. Ella era un cuerpo quieto
al cual yo llegaba, entonces, un viernes,
para estar al menos un rato, unos minutos, como las dos semanas
anteriores, exactamente desde su cumpleaños, el 10 de julio,
cuando, de niño, tomaba chocolate caliente en el festejo:
estar con mi madre, con la mano agarrada, era tratar de hablar,
de hacer valer de algún modo ese tiempo
como el tiempo entero de ser hijo. La luz intensa del recinto,
general, convertía en público lo privado, dejaba a la vista
la vacilación afectiva, la distancia que me suspendía frente a su rostro
y su pelo gris, nunca del todo blanco. Estaba con los ojos abiertos,
pero no se sabía qué veía, qué era el mundo que se le veía encima,
y ahí estaba yo, el hijo menor, ante la suavidad que la rodeaba,
un aire leve que le impedía levantar la voz, y mucho más
devolver la presión de los dedos de ese tipo, de cuarenta y nueve años,
a quien, tal vez, no reconocía como su hijo: un aire
de no esperar nada de nada, ya “casi sin resto”, como me había dicho
el médico de guardia: un espacio de silencio profundo que rompió
para decir “mijito”, muy despacio, pero también muy claro. Como
una prueba, un juego que disimulara la gravedad de la situación ,
y a la vez incluyera el tiempo de hijo y madre que estaba en la escena,
le pregunté qué hacía yo en la vida. Literatura, dijo, sin dudar
ni un segundo, sílaba por sílaba. Eso fue lo que dijo esa noche,
lo que quedó entre ella y yo, como si fuera poco. Cuando salí a la calle,
a la oscuridad del parque, vi que me había quedado solo,
a la intemperie, con las últimas palabras de mi madre:
el saber secreto de mi madre, que, desde entonces,
deja al presente en una línea sólida que muestra lo que hubo,
el sonido del tiempo restante para ser hijo y hacer literatura
en la intimidad del fresco de la noche. Para eso, entonces,
sin olvidarse de nada.

SIN PALABRAS (2014)

La información que depositan unos zapatos en el suelo,
La imagen de unos zapatos en el suelo
es lo que el mundo dice de sí mismo
es lo que queda cuando todo lo demás
desaparece. El cuadro nítido de otra cosa
que no son los zapatos en el suelo, pero en el mismo tono.
es cuando pasan partes enteras de pasado
para dejar sólo eso, como un juego de la respiración
entre estar y no estar. Esos zapatos
tienen un aire de ya vistos, ya
pronunciados en momentos de desolación. En este punto
vuelvo a mirarlos.

El niño que todos llevamos dentro:
la imagen misma de la desolación.
La mirada concentrada en un punto medio
entre lo que no es y lo que no puede ser.
El niño que todos llevamos dentro gana tiempo
dando vueltas por un bosque, su propio bosque:
la belleza kitsch de un crepúsculo dibujado,
la narración de un pasado idílico
con voz de niño, pero sin audio.
La desolación es respirar sin moverse de ahí,
del aspecto de niño que llevamos,
pero en singular:
no es el que juega a la pelota
ni el que dice de vez en cuando un chiste
ni el que sonríe en una foto de la escuela.
Mucho menos el que pinta como Picasso.
Tampoco el que se reconoce en un espejo
puesto por Lacan.
Este niño es la desolación que llevamos dentro
porque no tiene otro lugar donde estar
que dentro del llanto por lo que perdió
o lo que cree que perdió, que le sacaron
y lo echa de menos. El llanto es lo singular
lo que cada uno de nosotros lleva dentro
por más que quiera taparlo con experiencia analítica
o con palabras emocionadas.
El llanto no deja hablar durante un rato
durante el cual el niño se apodera de nosotros
Lo único que se puede hacer entonces es silencio
para escuchar al niño. Escribir viene después.

LOS PÁJAROS

(inédito)
para Horacio Fiebelkorn

Cada poema es una pequeña historia que avanza
hasta encontrar su fin. Una historia de los sonidos
de esa historia que empieza de golpe,
como una luz que no estaba. Es
lo que tiene que ser. Unos signos
que no son lo que dicen,
algo acerca de un pájaro y de los giros del pájaro,
sino una síntesis del día cuando todo se ha ido
y el cuerpo sabe dónde empieza a perderse,
cómo cerrar la mano para que no se escape nada.
Eso siempre y cuando se escriba bien:
la puntuación y el sonido se levantan al mismo tiempo
apenas uno piensa en lo que más le importa. Las imágenes
van a destiempo, se cruzan con su propio vuelo
y el pájaro da el tono del impacto en el palo,
porque así lo quiere. La historia termina
pero la voz sigue pensando en el pájaro.

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AL ATARDECER DE UN DÍA [Mi poema]
Juan Carlos Onetti [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Al atardecer de un día
en que al sol nada le achanta
yo voy, carretera y manta,
silbando una melodía.

Yo voy, nadie lo diría,
a cuestas con mi pasado,
con el cielo algo nublado
y mi pena y mi alegría.

Camino lento y pausado
consciente lo que me espera.
A mi lado en la ribera
la yerba ya se ha secado.

A veces de tanto en tanto,
escaso estoy de sustento,
me detengo, suena el viento,
mientras sigo, miro y canto.

Que el cantar es mi consuelo
que al desencanto mitiga,
va calmando su fatiga,
no atiende a ningún señuelo.

Mañana será otro día,
me digo, si es que hay mañana,
el viento con su desgana
sufre de melancolía.
©donaciano bueno

#Como la vida misma...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan Carlos Onetti

Balada del ausente

Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramente pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si Él tiene compromisos
Si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad,
Confortarse hermanado
Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio
Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas
Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.
No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, sólo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo
Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivir y esperar.
Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido con ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre de los dedos
Como si la hubiera traído desde allí
Como si la salobre mentira se espesara
Como si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,
A cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas, no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.

Cenizas

Montevideo es un lugar muy lejos
donde no puedo mentir, y alguien siempre
me está esperando.
Juan Carlos Onetti en su exilio español.

Llueve
en la ciudad que mira al Monte.
entumecida por la ventisca helada
y la terrible soledad
de los hombres.
Borrosa existencia
como los colores
de la bandera roída
que tirita en la proa de la chalupa
mientras se mece
en las aguas mudas del Plata.
Desarticulando mitos y temores
se pierde el viento
en un día de cenizas
lo gris contra lo gris.

Montevideo

Montevideo es mi ciudad, fui para allí a vivir con cuatro años,
y cuando estoy fuera siento nostalgia.

Montevideo

Vistes tu cuerpo de siglos,
silencioso y gris.

Ciudad oxidada,
el pasado es polvo.

En tus muros,
el pueblo hace poesía.

Anónimas angustias se desplazan,
miradas distraídas y lejanas,
la memoria germinando
recuperando historias que nos pertenecen
perpetua tristeza.

Museo de Blanes, Rosedal del Prado y Tango llorón.

Y EL PAN NUESTRO

Sólo conozco de ti
la sonrisa gioconda
con labios separados
el misterio
mi terca obsesión
de desvelarlo
y avanzar porfiado
y sorprendido
tanteando tu pasado
Sólo conozco
la dulce leche de tus dientes
la leche plácida y burlona
que me separa
y para siempre
del paraíso imaginado
del imposible mañana
de paz y dicha silenciosa
de abrigo y pan compartido
de algún objeto cotidiano
que yo pudiera llamar
nuestro

Querida Litty

Desde hace meses
con inusitada frecuencia
no me deja el cartera cartas tuyas.
Será amnesia del hombre
o tal vez las apile
en un rincón limpio
de su cuarto de soltero
solterón
y algún día me las traiga
cinta rosa
todas juntas
como un banquete
para el olvidado hambriento
que puede imaginarse
desde ahora
una clara catarata
de ternuras y recuerdos.

Balada del ausente

Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramente pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si Él tiene compromisos
Si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad,
Confortarse hermanado
Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio
Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas
Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.
No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, sólo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo
Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivir y esperar.
Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido con ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre de los dedos
Como si la hubiera traído desde allí
Como si la salobre mentira se espesara
Como si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,
A cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas, no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.

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CARNAVAL [Mi poema]
Juan Liscano [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Mi mundo, el que enseñaron de pequeño,
-apenas si fue ayer-
se fue sin que acabara de entender,
y a veces me pregunto si fue un sueño,
que vino y que murióse en el empeño,
en un atardecer.

Pues miro hacia el pasado y lo comparo
con lo que hoy se me dice,
y encuentro, la verdad, se contradice.
Si a alguno hay que lo sepa pido amparo,
me mira y me responde soy muy raro
y el cambio lo bendice.

Posible es que eso sea natural,
me esté volviendo viejo,
pues miro y no me encuentro en el espejo
queriendo descubrir a aquel chaval
y ver que todo ha sido un carnaval,
borrando su reflejo.
©donaciano bueno

#La vida es un soplo o algo más...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Juan Liscano

Niño

(A Reinaldo Pérez Só)

Inmóviles mujeres vegetales
en torno al lecho
mueven sus grandes abanicos.
El niño mira el mapa
del muro empapelado,
cuenta una y otra vez las vigas
hasta confundirse,
hasta perderse y quedarse dormido
entre las húmedas sábanas de su fiebre.
Hojas flabeladas, laciniadas.
Seis palmeras para el juego
y las enfermedades
suscitan presencias
de vainas caídas, canoas
para las aventuras marítimas;
esbeltos talles anillados,
altas serpientes
erguidas en la selva.
Oleaje del patio bajo las palmas,
mar de baldosas hasta donde llega
el olor de fiera y hormiguero
de las selvas nubladas.
La desaparecida casa resurge, entera,
en cualquier parte del recuerdo.

LOS DÍAS

Un día se distingue de otro
tan solo en apariencia
de pasar o de empezar
Los días se acogen
en un mismo espacio
en un mismo tiempo
y somos sus testigos
Se espejan se reconocen se encadenan
componen una temporada de ecos
efímera
y no tenemos más.

OTROS SUCESOS MENORES

Contados tantas veces
en el espejo
de voces femeninas:
la saliva
los humores
las encías
el hambre
las blanduras llorosas
y el sueño maternal

Contados erosionados
gastados
basta
De aquel tiempo
Solo subsiste
la desmemoria
y su don de imaginar.

JOVEN ROSTRO MILENARIO

Me asomo al agua corriente de su cara
a la cambiante luna de su espejo
la estoy mirando, la miro al fondo
parece otras en ella misma
sus rostros pasan, se arremolinan
se van a pique surgen de nuevo:
el de la infancia afortunada
dueña de guardas y de siervos
el de la joven voluntariosa
que pudo quemar sus edad en un gesto
el maternal y lleno sin una sombra
el que equivocó los signos
el que tiznó el deseo
el del acecho, el de las trampas
el naufragado, el amanecido
el que miró la muerte y la locura
con los ojos del vidrio o de la llama
el que brilló entre las tinieblas
el que despuntó un día.

Rostro sin tiempo el suyo
modelado por los dedos de la tormenta.
Joven rostro milenario
que destruye y reconstruye su apariencia
como el tiempo
como la noche
como el fuego
como el agua que siempre da frescura
y al pasar se va quedando en agua, siempre.
En sus mejillas rozo su infancia.
Su juventud
persiste en su cabellera.

El tiempo hirió su nariz de ave serrana.
Carbón de luna brilla en sus ojos.
Sus párpados tienen el peso de sus alas
las huellas de sus caídas.
El júbilo y la tristeza se besan en su boca.

Asomado al río de su rostro
miro profundamente
pasar en su semblante todas sus caras.
Ríe, se alza un vuelo, tiembla el follaje
la empaña algún eclipse
oscurece
cae una estrella
resplandece otra vez
resplandece ahora mi risa sobre su risa
mi rostro asciende sobre sus rostro
sus labios son el reflejo de mis labios.

Entonces aflora el rostro doble de la dicha.

MANOS EN EL ZODIACO

Tan sólo con un gesto
puedes abrir las puertas más herméticas,
quebrantas los muros con un dedo,
cortas la coraza de mi duda
con el filo de tu uña más pequeña,
llenas de ti el aire que respiro
cuando tus manos hablan, cantan
cuando tus manos tocan, anuncian o desnudan
no sé qué lumbres, qué frutas, qué esculturas.

Tus dedos danzan la pequeña bailarina que fuiste,
danzan la primavera, las fiestas de la infancia,
danzan la adolescencia hecha a tu imagen,
la juventud de un largo y sólo día,
y aquella crepuscular historia
del corredor secreto de la alcoba prohibida
de la llave del castigo
—la llave siempre a punto de sangrar—
con que abriste la puerta rechinante
de un miedo curioso, retenido.

Eran sombras en suspenso, rincones poblados,
maderas denunciando las pisadas,
polvo como arenal de soledades
y de pronto el tajo, el relámpago,
el brinco de un tigre de silencio
la herida aullante, desmelenada, venosa,
el pavor con sus mil lenguas trabadas
y la fuga, el aire hecho añicos,
entre espejos deformantes, muros dehiscentes,
corredores asaltados por un viento andrajoso
que amontona desperdicios contra las paredes.

Niña hechizada: para huir de un secreto
rompiste vidrieras de seculares ventanas
y empujando de un golpe tu vida
caíste en la noche, en la grama nocturna,
bajo los presagios de la luna;
te arrojaste a la calle, al día caliente,
a las tormentas próximas del verano,
cuyos torbellinos de arena y de espuma negras
cubrieron tu adolescencia enamorada,
la alcoba maldita, la casa abandonada,
la primavera rota en mil cristales.

En la piel de tus palmas
el verano puso montes para ocultarte,
sequías para asfixiarte, desiertos para perderte.
En la piel de tus palmas
el estío aventó su mies solar,
los rubios granos de las bayas
que en los mediodías extenuados
estallan con ruidos de cáscaras partidas.
En la piel de tus palmas
¡cuánto camino veraniego volcado en una playa,
cuánta escondida senda caída en un abismo,
cuánto riachuelo convertido en cauce seco,
cuánta fuente clavada, cuánto volcán, cuánta ceniza,
cuántos arbolillos de fuego en el viento de la desdicha!

El otoño advino sobre el dorso de tus manos
a espaldas del feroz estío
y exprimió sus uvas, sus lunares de oro,
sus racimos de lumbres y follajes.
Las horas eran colinas ondulantes
llenas de nuestra nostalgia o de nuestro anhelo.
Una quietud apasionada y sin nombre
nos juntó en una misma entrega lúcida.

El otoño: resina que gotea de una herida,
monte de fermentos y de olores amargos,
dunas del crepúsculo, playas del equinoccio.
Pudiste alzar la copa con la frente en alto,
beber, a veces, junto con el vino,
algún reflejo de astro, alguna exhalación.
Pudiste contemplar en paz las huellas,
las obras que tu deseo o tu esperanza levantaron
contra lo que sin cesar nos deshace:
rompientes y mareas, ventiscas y tormentas,
cuernos del Tiempo, rebaños del Tiempo enfurecido,
simplemente lluvia, lluvia interminable del Tiempo.
Estabas ante tus obras y también ante tus derrotas:
ecos, rompecabeza de sonidos, de recuerdos,
imágenes que volvían a la superficie del sufrimiento
como un atroz ahogado que los légamos soltaban.

Entonces el otoño se hinchaba de gritos.
No era ya la estación templada
—rojo fulgor milenario de las yedras—
ni era prado tibio el dorso de tus manos,
sino la escarcha, la helada, el crudo invierno,
caídos de un golpe sobre la estepa del recuerdo
donde errantes y solitarias aullaban
las bestias insomnes de tu pena y de mis celos.
El otoño clavaba en mí sus dientes,
hincaba en mí tus uñas,
tus diez carámbanos de hielo,
tus diez cortantes láminas de vidrio,
tus diez hojillas de nácar afilado.
Me revolvía mugiente, cavernoso,
era preciso pelear por la dicha,
pelear contra el Tiempo, arrancarte del ayer,
empezarte otra vez, cubrirte con todo el humus mío;
ronco , gimiente, sordo, intemperante,
hasta que al cabo de las nieves holladas,
al término de los meses amoratados por el frío
se escuchaba un despertar cristalino,
el regreso de los vuelos, de las fuentes
y los dedos volvían a bailar
los invisibles triunfos de polen
la estación de la primavera recóndita
y era, en otoño, otra vez el verano,
una tórrida vendimia gozosa,
los mediodías llameantes,
las parras transformadas en trigales,
los climas confundidos en los labios,
el solsticio de estío sangrado por tus palmas,
las líneas de fuego del destino,
el calendario como rueda de cambiantes luces,
estrella giradora de los vientos:
¡y tus manos en el centro del trémulo zodíaco!

MAREA VIVA

Como la ola pero no como la mar inacabable
como la ola solamente que nace y se derrumba
como la ola que muere de su propio impulso
que se expande rugiente y se estrella espumea destella
hasta abolirse en la ribera o regresar a su origen
como la ola que es un temblor del tiempo
tú y yo sobre la playa
frente a las olas
en el tiempo que nos destruye y nos repite.

Más tarde
después
cuando no estemos
¿verán otros ojos este mismo movimiento
con los ojos de quienes lo contemplamos ahora?
¿podremos asomarnos a aquella mirada?
¿tendrá la nostalgia en otros labios
sabor a salitre
como ahora la tiene en tus labios?
¿despedirán las aguas descendentes
este profundo macerado olor sulfuroso
levemente carnal y carnívoro
que evoca despojos de líquenes de algas de mariscos?
Si así fuese: ¿lo sabrán nuestros polvos
lo sabrá nuestra muerte?

Desde lo profundo del otoño marino
te invito a subir hacia el día futuro clarísimo
en que alguna pareja enlazada
semejante a la nuestra
al contemplar las olas que rompen destellan espumean se abolen
pensará en la muerte uniforme general
pensará en la suya y en quienes más tarde
podrán perpetuar la mirada con que se aman ahora
la mirada con que también ven moverse las olas
en el tiempo sin duración que las repite y las destruye.

Acaso sientan ellos entonces vivir su eternidad.
Acaso la sentirán como si fuera el firmamento
acaso empiecen a ascender hacia su nebulosa
como las aguas vivas del mar en tiempos de equinoccio.
Poemas del libro Carmenes (1993).

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MI CASA YA NO ES MI CASA [Mi poema]
José Rafael Pocaterra [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Ayer volví a mi casa y ya no es mía
que aquella que dejé me la han cambiado,
no existen ni paredes ni el forjado,
tampoco existe luz, no hay celosía
y todo está nublado.

Mi casa ya no es casa, que es un antro
que ruge cuando nace ya la noche,
se siente complaciente en su derroche
haciendo carantoñas con su llanto,
mi casa es un fantoche.

La casa que era mía es de un okupa,
la tuve que dejar, robando el viento,
no atiende a la razón ni al sentimiento
fue un acto de traición yendo a la grupa
de un falso juramento.

Mi casa aunque de adobe, era mi casa,
que en ella yo nací, la tengo afecto,
pues nunca la encontré ningún defecto,
no acierto a comprender qué es lo que pasa
si yo hice lo correcto.

Y hoy vienen a decir que al ser de adobe
no tiene algún valor y la desprecian
los vientos sin piedad que al mundo arrecian,
y encuentran natural que alguien la robe
y me la menosprecian.

Me siento cual si fuera un indigente
sin manta en que cubrirme, que me arrope,
haciéndome entender que soy miope.
me debo comportar como otra gente
fingiendo que galopo a otro galope.
©donaciano bueno

#Robar la inocencia es un crimen...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  José Rafael Pocaterra

CARTA DE INTENCIÓN:

No me salves de nada, poesía.
Abandóname desnudo a la intemperie.
No me concedas claridad. No me interrogues.
Voy sobre la cuerda inestable de mi equilibrio
y estoy al tanto de lo que me espera.
Niégame página en blanco donde puedan retozar
los tibios conejos de mi infancia.
No me aturdas cuando llegue la noche.
Quiero vivir en paz en esta selva húmeda
sin claros ni caminos.
No me consueles cuando vengo de regreso,
ocúltame palabras para decir hastío.
Permíteme vivir mi carne como si fuera mía
y déjame ser el ángel caído de mi cielo.
Sé de los lugares donde enseñas
a pisar las uvas de la ausencia.
Conozco la sílaba informe de mi tiempo.
Concédeme ser la sed en mi diluvio.

Pertenencia

Hojeo un atlas
para descubrir
la forma de Birmania.

Más tarde
salen a mi encuentro
esas líneas que tanto
nos inquietan: la palabra
no es el sitio del resplandor

En la montaña frente a mi pueblo
a esta hora
la noche también existe
y un pájaro celaje la contempla.

El sueño me seduce
mirándote en las fotografías.

Acaricio formas de la ausencia,
esa otra manera tuya de poseerme.
*
Te amo
sólo por ventana.

Estoy asomado esta tarde
a un olor que ya no existe.

Tu patio sin mí
es sólo tierra
una sed transeúnte
un anillo sin dedo.

¿Qué puede una ventana
sin una infancia que la mire?

29 de agosto, 1929

He vuelto; es la tarde
igual a las que vi en mi infancia:
el mismo cielo, azul cobarde;
la misma fronda; la fragancia
de esta tierra tan colorada
con sus hormigueros en ansia
de alzar su casita acabada
por las lluvias del fin de agosto.

Tu sepultura aquí cavada
-metros y centímetros- ¡que angosto!
y la losa cuán maltratada…
¡pobre mi madre que tan poco
debió a la alegría del mundo!
estas rosas aquí coloco
y que surgen de lo profundo
de mis recuerdos ¡cuán en balde!
¡ni que versos de gemebundo
ni que grito de Pérez Bonalde!

Eras mi madre, eras el todo
y contigo enterramos eso:
el origen, el verbo, el modo;
desde la cólera hasta el beso,
desde el defecto hasta el portento…
¡cómo me siento, en vida, ileso,
sin merecerlo, cómo me siento
desde el espíritu hasta el hueso
más tuyo que nunca lo fuera!

Ni cuando hinchaba mi proceso
en la fibra de tu cadera,
ni cuando ciego busqué el pecho
que nunca pudo amamantarme,
o te miraba desde el lecho
en el sopor del despertarme
aquella mañana riente
en el cascaron aldeano:
te acercaste tan dulcemente
con unas flores en la mano…
porque yo estaba desgraciado
¡fue aquellas fiebres que venciste
sin dormir, tu rostro inclinado
sobre mi faz de niño triste…!
y te recuerdo en esos días
y te evoco perfectamente,
con tus crenchas que tú partías,
negrísimas, sobre la frente.

¡Y solo ahora puedo verte
con ojos inverosímiles
desdibujados por la muerte
en siempre mas vagos perfiles!
¿Cómo eras, madre, cómo eras
cuando tenías veinte abriles
o tus sesentas primaveras?

Te reconstruyo en tu agonía
y la visión, brusca, se trunca
¡no te me vayas todavía,
quédate, madre, ahora o nunca!

Imprecación

Ya no gimo, me tuerzo
como una zarza seca bajo el cierzo
que la destroza, y con la rama rota,
endeble, enferma, inútil y mezquina,
torturada sacúdese y azota.

Horizonte racional

…Y quedar solitario
en el largo sendero
por donde todos van.

Y quedarse a la vera,
pensativo y callado,
envuelto en silencio
que nadie habrá de turbar.

Como una parcial muerte
sin tiempo ni distancia;
nube que se detiene
sobre el trazo fugaz
del enorme camino
por donde todos van.

Cierra, cierra los ojos.
¡Nunca mires atrás!

Codicilo

Bajo el montón de tierra en que cautivo
quedaré al fin ¿a que poner mi nombre
por vanagloria de lo que fui, vivo?
Basta trazar con mano presurosa
en mármol, en cemento, en cualquier cosa:
“Este fue un hombre”.

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Omar López

Cazador de sueños I y II

Amberense (*)
El perro negro rasca la orilla empetrolada
cinco hermanos apedrean la tarde
piedras de emboquilladas
que el río deglute.
Tendió la madre seis trapos al último sol.
La casucha tiene un jardín de latas y restos de naufragios.
Sembrada una media bicicleta
negrito de porcelana con una pierna amputada
banderín justicialista
un ojo de buey
un buey sin ojos
árbol seco
un sauce llorón que pronto secará
motor de auto destripado
pasto seco y chatarra
olor a kerosén
una flor silvestre y polvorienta.
El Docke dormita entre yuyales
y postes de luz quebrados con cables caídos
como tendones cortados
y el viento araña los desvencijados tinglados.
Arriba de una medianera de la fábrica abandonada
un gato revisa la soledad
el perro negro se bate a duelo con los moscardones
que atacan su maltrecha cola.
Una radio afónica relata el clásico del domingo
sopla un viento del sur con olor a resina
y sobre la vieja y moribunda barraca Amberense
un bote azul y oro cruza la media tarde remando contra la ausencia.

Inquietan apenas los lejanos bocinazos
que ruedan por el Puente Avellaneda.
El río es una enorme ballena de luto
volcada de bruces sobre el aceitoso lecho.
No se escuchan voces
sólo leves murmullos
de los desmantelados paquidermos
que apenas se mantienen a flote
y custodian jubilados marineros
que por la noche luchan en la popa contra su nostalgia.
Una orilla es el exilio
otra el olvido
las divide un río de traiciones.

A veces la niebla las une
y entonces
se juntan los fantasmas
con sus mujeres desdentadas
los escuálidos hijos a cuestas
y los perros orilleros.
Se deslizan río adentro de la ciudad
que los vomita y
no llevan velas
se iluminan con el grito
brillan sus ojos inocentes
trepan los sueños por sus manos de hollín.
Van todos juntos
piqueteando la bruma de la ignorancia de los hombres maniquí.
Cargan el ancla para clavarla
en el corazón de la injusticia.
*Vieja fábrica del 1900
Publicado en libro Cazador de sueños, al otro lado del puente. 2005

EMIGRANTE SIN PAPELES [Mi poema]
Claudio Rodriguez [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Poema del amor que hace caricia,
de un halo de inquietud y de misterio,
un nicho al que cuidar del cementerio,
vestido transparente de novicia,
de un hacha al roble recio.

Un dios al que adorar y una plegaria,
que avanza cual va el cántaro a la fuente,
comprueba que le arrastra la pendiente
del hecho que es la vida tan precaria
y nada complaciente.

Un canto a la emoción sin ataduras,
el sueño, la amistad y la esperanza,
de aquello que en la vida no se alcanza,
allí donde el penar siempre está a oscuras
sin peso en la balanza.

Tratando de libar todas las mieles
de apenas cuatro letras y un fonema
buscando así salvarse de la quema,
igual que un emigrante sin papeles
o un remo que no rema.
©donaciano bueno

#Sin rumbo fijo a la deriva...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Claudio Rodriguez

Clávame con tus ojos esa nube

Clávame con tus ojos esa nube
y esta esperanza de hombre que me queda.
¿Por dónde yo si estaba en la alameda
de tus ojos mintiendo cuando estuve?

Disciplina de todo lo que sube.
De lo que mira y ve, mientras se enreda
su triste agilidad, como en la rueda
de tus campos del cielo que no anduve.

Y es por seguir cegueras sin mancilla
por lo que tanta bruma nos separa
y hace del resplandor su maravilla,

su clavel mudo. ¡Y qué ajenos al daño
después, cuando tus ojos son la clara
locura de no verme siempre extraño!

Adiós

Cualquier cosa valiera por mi vida
esta tarde. Cualquier cosa pequeña
si alguna hay. Martirio me es el ruido
sereno, sin escrúpulos, sin vuelta
de tu zapato bajo. ¿Qué victorias
busca el que ama? ¿Por qué son tan derechas
estas calles? Ni miro atrás ni puedo
perderte ya de vista. Esta es la tierra
del escarmiento: hasta los amigos
dan mala información. Mi boca besa
lo que muere, y lo acepta. Y la piel misma
del labio es la del viento. Adiós. Es útil
norma este suceso, dicen. Queda
tú con las cosas nuestras, tú, que puedes,
que yo me iré donde la noche quiera.

Nuevo día

Después de tantos días sin camino y sin casa
y sin dolor siquiera y las campanas solas
y el viento oscuro como el del recuerdo
llega el de hoy.

Cuando ayer el aliento era misterio
y la mirada seca, sin resina,
buscaba un resplandor definitivo,
llega tan delicada y tan sencilla,
tan serena de nueva levadura
esta mañana…

Es la sorpresa de la claridad,
la inocencia de la contemplación,
el secreto que abre con moldura y asombro
la primera nevada y la primera lluvia
lavando el avellano y el olivo
ya muy cerca del mar.

Invisible quietud. Brisa oreando
la melodía que ya no esperaba.
Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Grave placer el de la soledad.
Y no mires el mar porque todo lo sabe
cuando llega la hora
adonde nunca llega el pensamiento
pero sí el mar del alma,
pero sí este momento del aire entre mis manos,
de esta paz que me espera
cuando llega la hora
-dos horas antes de la media noche-
del tercer oleaje, que es el mío.

Canto del caminar

…ou le Pays des Vignes?
Rimbaud

Nunca había sabido que mi paso
era distinto sobre tierra roja,
que sonaba más puramente seco
lo mismo que si no llevase un hombre,
de pie, en su dimensión. Por ese ruido
quizá algunos linderos me recuerden.
Por otra cosa no. Cambian las nubes
de forma y se adelantan a su cambio
deslumbrándose en él, como el arroyo
dentro de su fluir; los manantiales
contienen hacia fuera su silencio.
¿Dónde estabas sin mí, bebida mía?
Hasta la hoz pregunta más que siega.
Hasta el grajo maldice más que chilla.
Un concierto de espiga contra espiga
viene con el levante del sol. ¡Cuánto
hueco para morir! ¡Cuánto azul vívido,
cuánto amarillo de era para el roce!
Ni aun hallando sabré: me han trasladado
la visión, piedra a piedra, como a un templo.
¡Qué hora: lanzar el cuerpo hacia lo alto!
Riego activo por dentro y por encima
transparente quietud, en bloques, hecha
con delgadez de música distante
muy en alma subida y sola al raso.
Ya este vuelo del ver es amor tuyo.
Y ya nosotros no ignoramos que una
brizna logra también eternizarse
y espera el sitio, espera el viento, espera
retener todo el pasto en su obra humilde.
Y cómo sufre cualquier luz y cómo
sufre en la claridad de la protesta.
Desde siempre me oyes cuando, libre
con el creciente día, me retiro
al oscuro henchimiento, a mi faena,
como el cardal ante la lluvia al áspero
zumo viscoso de su flor; y es porque
tiene que ser así: yo soy un surco
más, no un camino que desabre el tiempo.
Quiere que sea así quien me aró. -¡Reja
profunda!- Soy culpable. Me lo gritan.
Como un heñir de pan sus voces pasan
al latido, a la sangre, a mi locura
de recordar, de aumentar miedos, a esta
locura de llevar mi canto a cuestas,
gavilla más, gavilla de qué parva.
Que os salven, no. Mirad: la lavandera
de río, que no lava la mañana
por no secarla entre sus manos, porque
la secaría como a ropa blanca,
se salva a su manera. Y los otoños
también. Y cada ser. Y el mar que rige
sobre el páramo. Oh, no sólo el viento
del Norte es como un mar, sino que el chopo
tiembla como las jarcias de un navío.
Ni el redil fabuloso de las tardes
me invade así. Tu amor, a tu amor temo,
nave central de mi dolor, y campo.
Pero ahora estoy lejos, tan lejano
que nadie lloraría si muriese.
Comienzo a comprobar que nuestro reino
tampoco es de este mundo. ¿ Qué montañas
me elevarían? ¿Qué oración me sirve?
Pueblos hay que conocen las estrellas,
acostumbrados a los frutos, casi
tallados a la imagen de sus hombres
que saben de semillas por el tacto.
En ellos, qué ciudad. Urden mil danzas
en torno mío insectos y me llenan
de rumores de establo, ya asumidos
como la hez de un fermentado vino.
Sigo. Pasan los días, luminosos
a ras de tierra, y sobre las colinas
ciegos de altura insoportable, y bellos
igual que un estertor de alondra nueva.
Sigo. Seguir es mi única esperanza.
Seguir oyendo el ruido de mis pasos
con la fruición de un pobre lazarillo.
Pero ahora eres tú y estás en todo.
Si yo muriese harías de mí un surco,
un surco inalterable: ni pedrisca,
ni ese luto del ángel, nieve, ni ese
cierzo con tantos fuegos clandestinos
cambiarían su línea, que interpreta
la estación claramente. ¿ y qué lugares
más sobrios que estos para ir esperando?
¡Es Castilla, sufridlo! En otros tiempos,
cuando se me nombraba como a hijo,
no podía pensar que la de ella
fuera la única voz que me quedase,
la única intimidad bien sosegada
que dejara en mis ojos fe de cepa.
De cepa madre. Y tú, corazón, uva
roja, la más ebria, la que menos
vendimiaron los hombres, ¿cómo ibas
a saber que no estabas en racimo,
que no te sostenía tallo alguno?

-He hablado así tempranamente, ¿y debo
prevenirme del sol del entusiasmo?
Una luz que en el aire es aire apenas
viene desde el crepúsculo y separa
la intensa sombra de los arces blancos
antes de separar dos claridades:
la del día total y la nublada
de luna, confundidas un instante
dentro de un rayo último difuso.
Qué importa marzo coronando almendros.
Y la noche qué importa si aún estamos
buscando un resplandor definitivo.
Oh, la noche que lanza sus estrellas
desde almenas celestes. Ya no hay nada:
cielo y tierra sin más. ¡Seguro blanco,
seguro blanco ofrece el pecho mío!
Oh, la estrella de oculta amanecida
traspasándome al fin, ya más cercana.
Que cuando caiga muera o no, que importa.
Qué importa si ahora estoy en el camino.

Como si nunca hubiera sido mía…

Como si nunca hubiera sido mía,
dad al aire mi voz y que en el aire
sea de todos y la sepan todos
igual que una mañana o una tarde.
Ni a la rama tan sólo abril acude
ni el agua espera sólo el estiaje.
¿Quién podrá decir que es suyo el viento,
suya la luz, el canto de las aves
en el que esplende la estación, más cuando
llega la noche y en los chopos arde
tan peligrosamente retenida?
¡Que todo acabe aquí, que todo acabe
de una vez para siempre! La flor vive
tan bella porque vive poco tiempo
y, sin embargo, cómo se da, unánime,
dejando de ser flor y convirtiéndose
en ímpetu de entrega. Invierno, aunque
no esté detrás la primavera, saca
fuera de mí lo mío y hazme parte,
inútil polen que se pierde en tierra
pero ha sido de todos y de nadie.
Sobre el abierto páramo, el relente
es pinar en el pino, aire en el aire,
relente sólo para mí sequía.
Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio éste del cuerpo, éste
de no poder ser hostia para darse.

Cómo veo los árboles ahora…

Cómo veo los árboles ahora.
No con hojas caedizas, no con ramas
sujetas a la voz del crecimiento.
Y hasta a la brisa que los quema a ráfagas
no la siento como algo de la tierra
ni del cielo tampoco, sino falta
de ese color de vida con destino.

Y a los campos, al mar, a las montañas,
muy por encima de su clara forma
los veo. ¿Qué me han hecho en la mirada?
¿Es que voy a morir? Decidme, ¿cómo
veis a los hombres, a sus obra, almas
inmortales? Sí, ebrio estoy sin duda.
La mañana no es tal, es una amplia
llanura sin combate, casi eterna,
casi desconocida porque en cada
lugar donde antes era sombra el tiempo,
ahora la luz espera ser creada.

No sólo el aire deja más su aliento:
no posee ni cántico ni nada;
se lo dan, y él empieza a rodearle
con fugaz esplendor de ritmo de ala
e intenta hacer un hueco suficiente
para no seguir fuera. No, no sólo
seguir fuera quizá, sino a distancia.
Pues bien: el aire de hoy tiene su cántico.
¡Si lo oyeseis! Y el sol, el fuego, el agua,
cómo dan posesión a estos mis ojos.
¿Es que voy a vivir? ¿Tan pronto acaba
la ebriedad? Ay, y cómo veo ahora
los árboles, qué pocos días faltan…

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AMOR A PRIMERA VISTA [Mi poema]
Heli Ramirez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Al chopo, al que amamanta la ribera,
algunas hojas verdes le han salido,
después de un largo invierno, tensa espera,
al tiempo que arribó la primavera
ya todo ha despuntado, está florido,
será hasta que dios quiera.

El mismo, el que arrogante apunta al cielo
y observa atardecer tras la colina,
sus hojas arrastrando por el suelo
igual que el que reparte una propina,
buscando así calmar su desconsuelo
en medio la neblina.

El chopo, el que no oculta la maleza
esbelto cual lo hiciera un estilista,
grabado con ternura en su corteza
y siempre en buen estado de revista,
amor del que rezuma su belleza,
pues fue a primera vista.
©donaciano bueno

Como la #vida misma...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Heli Ramirez

No nací para morir antes de estar muerto

De las ilusiones que me hago a alguna llego.

Yo no nací para morir antes de estar muerto. Olvídese. Así
como no me quedé en la pared de una esquina pegado de grafiti
en fondo de pantalla para un video.

Nada está perdido para mí.
Y fuera de la consigna “plata o muerte”
que a veces tan burda suena cuando
se escucha desde la comodidad o desde un mediado estar
me he planteado otras consignas para ser
feliz entre la realidad cotidiana siempre de reina cruel
cuando se está encajonado entre
un Mínimo de salario que no entrega
una noche de fiesta ni aunque se le
amenace y de la amenaza se pase al
hecho de dejarlo en las afueras de la
ciudad de basura en una bolsa negra…, al
Mínimo. Claro. Con mayúscula.   ¿Muy viniendo traición?
Cuidado con ese muerto que quiere hablar.

La Colina

La colina es de cuatro o cinco cuadras
en adobe pelado el frente de las casas.
De lejos las calles son huecos obscuros
los muros se tragan el sol de un trago
Por un lado baja una quebrada
que en invierno se vuelve un río
Fue en una época el último montoncito de casas
en la parte alta de la ciudad hacia el norte
con rastrojo y piedras a los lados
Encima del barrio hay un puente sobre la quebrada esa
bajo ese puente a más de uno le han dado en la cabeza
y nadie ha dicho que ha visto espantos o ha oído quejidos
En la ciudad a los espantos les da miedo salir
Desde el picacho un viento acaricia el cuerpo del barrio
La primer casa de tabla y cartón fue
y siempre que pasaba un ventarrón se llevaba
dos o tres techos
Las gentes de noche corriendo
quitándole el techo al ventarrón
para seguir durmiendo
La voz en alto en las calles pendientes sin caber
entre las casas.

Uno es algo

Y no me diga que uno es nada en la vida. ¿Somos nada? Somos.
Yo soy.
Es imposible no ser algo. Uno es algo.
¿Que uno es nada si no se tiene un peso en el bolsillo
ni tarjeta en un cajero?
De acuerdo. Muy estúpido sería decirle que no. No tenemos un
peso, ni tarjeta para meter en la ranura de un cajero,
pero de ahí a que somos nada, mal me huele esa idea.
Y para que se muerdan las uñas: eso tiene solución en uno de esos
pensamientos que llaman malos bien parado en la mente
por una carretera sembrada en pinos de ilusiones.
Y no me diga que así lo quiso el destino.
A la una, a las dos, o a las cuatro de la tarde o del amanecer
uno es lo que quiera ser o sea
a no ser que de pereza nos quedemos sentados…
sentados a esperar que el billete
del cielo caiga por un hueco en el techo
a la sala del rancho.
Yo sí tengo muchas cosas que ser para hacer.

El miedo en un grito

Otra explosión se oye y disparos se escuchan
para que la tarde de falda gris
después de una ráfaga seguida de cansancio
llene su rostro la tarde de miedo
y los labios de quienes salen a buscar el bus o el metro
para sus casas huérfanos de alegría en la tarde,
despeguen los labios con segueta y se murmuren un
«buenas tardes» para perderse entre el miedo en un grito
al escuchar historias parecidas a las suyas
sobre los hombros en el bus o el metro al salir de la
tarde de falda gris y entrar a la noche de mirada negra
y despertar al amanecer de peludo horizonte…,
peludo horizonte.

Un día para otro su sombra

La vida cambia de un día para otro su sombra,
y otras son las ambiciones en un tiempo
que no se sabe a cuántos días equivaldrá;
Con oscuridad o claridad le rompo
el ojo ciego al destino que posa de duro.
Así las cosas, defiendo mi espíritu;
que mi espíritu no se vaya a doblegar.
Si lo logro,
hago fiesta.
Severa rumba hago.

(LA COLINA –uno- (fragmento)

La colina es de cuatro o cinco cuadras
en adobe pelado frente a las casas.
De lejos las calles son huecos oscuros …
Por un lado baja una quebrada
que en invierno se vuelve un río
Encima del barrio hay un puente sobre la quebrada esa
bajo ese puente a más de uno le han dado en la cabeza
y nadie ha dicho que ha visto espantos o ha oído quejidos
En la ciudad a los espantos les da miedo salir
Desde el picacho un viento acaricia el cuerpo del barrio
La primer casa de tabla y cartón fue
y siempre que pasaba un ventarrón se llevaba dos o tres techos
Las gentes corriendo
quitándole el techo al ventarrón
para seguir durmiendo…

LA COLINA –dos- (fragmento)

…Pero
cómo no
hoy por hoy
pasa por allí la setentayuno a
[…] De En la parte alta abajo. Ed. Acuarimántima. Medellín. 1979)].

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Octavio Paz

Nombras el árbol, niña… –

A Laura Elena

Y el árbol crece, lento,
alto deslumbramiento,
hasta volvernos verde la mirada.
Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
y el espacio se vuelve
un transparente campo de batalla.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
brilla en las hojas, habla entre las piedras
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y la ola amarilla,
la marea de sol,
en su cresta nos alza,
en los cuatro horizontes nos dispersa
y nos devuelve, intactos,
en el centro del día, a ser nosotros.

EL POBRE Y EL FARISEO [Mi poema]
Mabel Fontau [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

A un lado del tablero el fariseo
en nombre de los pobres oprimidos
gozando sin cesar de los suplidos
comienza a mover ficha. El otro, el reo,

dejando allí patente su ignorancia
dejándose llevar por la desidia
le observa de soslayo con envidia
haciendo dejación de su ganancia.

Los dos están desnudos frente a frente,
haciendo una pirueta de repente
el falso y el que fue el tonto del haba.

El listo le despista al indigente
pasándose un pañuelo por su frente
en tanto en un descuido se la clava.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:   Mabel Fontau

Un soplo

Un pájaro de sombra se desliza
sobre el rostro feliz de mi paisaje.
El misterio latente en el follaje
cubre mi atardecer con luz plomiza.

En penumbras la vida sintetiza
su secreto de urdimbre en un encaje
de pasiones y amor. La piel salvaje,
luego un soplo en el fuego. Y la ceniza.

Un mundo de horizonte inalcanzable.
Y en la red del enigma indefinido,
el alma escribe su continua historia.

Con su fe en el Amor inconmensurable,
que es su esencia y su luz frente a un olvido
del que solo el amor tiene memoria.

De Epifanía del silencio, 2018.

ANÓNIMO

Me entrego a tu mirada, a tu regazo
anónimo de sombra y, sin abrigo,
desnudo mi alma en ti, lector amigo.
Más allá del silencio o el rechazo,

atesoro tu encuentro, y lo bendigo.
La fuerza emocional es como un lazo,
mis versos guardan tu virtual abrazo.
Y algo de mí, se quedará contigo,

mis sueños, mis amores, mis heridas…
Un vuelo de vivencias compartidas.
Y tu eco resonando en mi existencia.

Ese plural latido abre un espacio
de vínculo interior, quizá, el prefacio
hacia otra realidad de la conciencia.

LA CALMA

Momentos borrascosos de la vida.
De pronto el mundo es solo un laberinto
de oscuras sensaciones. Y el instinto
se agita en el vaivén de un mar suicida.

Y se espera el derrumbe o la embestida
porque da igual. Todo es indistinto.
El alma no abandona su recinto,
y es su voz la que encuentra la salida.

Y el tiempo es un factor sin importancia.
Los sueños se han perdido en la distancia.
La muerte es el contacto con la ausencia.

Después llega la calma. Todo pasa.
Hay un dulce silencio que me abraza.
Y un espacio infinito de conciencia.

DESIERTO

Siempre encuentra un hueco
para llegar a mis torres
y esperar la mañana
Incansable
vuelve la tristeza golpeando sus nudillos
sobre los bordes de mi corola abierta
que se deshoja lentamente
Sólo el tiempo sabe del perfume amargo
de esas noches cómplices
cuando el alma entrega el azul de sus sueños
en cada batalla
Y el fantasma gris revela un señuelo de luz
que nunca amanece
Me absorbe la noche
lacrada por esta luna desierta de versos
que no se atreve a saltar al agua

Las sombras remontan su silencio de pájaros

Y el color del espacio se ahoga
en el pulso de cada palabra
que no he pronunciado.

GOLPE A GOLPE

Golpe a golpe nos marca la existencia,
aunque ya conocemos de antemano
su ley, su irreversible adiós humano,
nos pega, nos sacude la conciencia

con su garra puntual cada sentencia.
Y este sueño de espejos que se han ido
desnuda nuestras sombras, nuestro olvido,
nos muestra en el cristal la propia ausencia.

La desmemoria cubre nuestro paso,
seguimos, y olvidamos el zarpazo.
Tal vez ese recurso nos consuele.

Seguimos en la fiesta y la gozamos
un tiempo, y cuando menos lo pensamos
nos llega un nuevo golpe. Y siempre, duele.

LAZOS

Anochece y se aquieta el ruido agreste
del mundo, se silencian los sentidos.
Las súplicas, los ruegos, expandidos
como estrellas del ámbito celeste,

vibrantes en el aire, son latidos
de luz, de alta energía sobre pestes
y oscuridad, devoradoras huestes
de esta global comunidad de heridos.

La energía se eleva, y se convierte,
por nuestra fe, en el amor más fuerte,
la Luz que nos enlaza. Y estos lazos

de amor y de oración, ante lo adverso,
nos ayudan a no bajar los brazos,
y abrirlos a la Luz del universo.
De «Alquimia del sueño» – diciembre de 2020

INEFABLE

En la cuesta encendida de la tarde
se reclina mi sombra. Hay algo triste
en su adiós silencioso, y el cielo arde
con esa última llama que persiste.

Y se entrega a la noche sin alarde.
El profundo vacío me desviste,
mi sombra aquieta su temblor cobarde
y camina hacia el sueño, donde existe

la inmensidad de luz, el infinito
destino misterioso que está escrito
en las almas, el punto en que desflora

su pasaje hacia un nuevo amanecer.
El sueño de morir y renacer
en la luz inefable de otra aurora.

LLUVIA

De rodillas, la tierra ante tu riego
bendice cada gota recibida,
tu fuente es salvadora de la vida
en sus bosques diezmados por el fuego.

¡Que llueva! Te cantaban nuestros juegos
de la infancia, como una bienvenida.
Hoy, en esta ciudad adormecida
tu música acompaña nuestros ruegos.

Y tu llanto piadoso late dentro
del corazón, que espera su reencuentro
con el amor distante, en la otra orilla

de este sueño en que todo vive ausente,
preso en la nube de un tiempo presente,
que no es un sueño, es una pesadilla.

PRIMAVERA 2020

¿Sabrá de este dolor la primavera?
¿Notará que la vida es diferente?
No encontrará ningún rostro sonriente,
ningún beso o abrazo, donde quiera

que llegue su mirada floreciente,
muñecos insensibles… Si supiera,
cuánto amor contenido hay en espera.
Tal vez, ella lo sabe o lo presiente.

Y sufre ella también esta añoranza.
Pero viste a las ramas de esperanza
y nos derrama el sol en los balcones.

Nos da un beso en la frente con su brisa,
enciende en nuestros ojos, la sonrisa,
y abre el abrazo en nuestros corazones.

ÍNTIMO

En mi espacio entrañable se han quedado:
una niña jugando a la rayuela,
los jazmines de un patio perfumado,
y la gracia andaluza de una abuela.

Chopin y su vals triste en un teclado,
la lección y el tranvía hacia la escuela,
una plaza y un beso enamorado,
y un llanto que con rimas se consuela.

Las huellas de una vida, su memoria
de siembras y de frutos, una historia
de amor y duelo, un íntimo universo.

El espacio anochece, y lo que ha sido
y lo que es hoy, se irá todo al olvido,
también, cada palabra y cada verso.

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HOY HABLO YO, SIN MÁS [Mi poema]
Carlos San Diego [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Hoy hablo yo. Así como soy. Que pienso
según lo que mis padres me enseñaron.
No importa si ellos fueron los que erraron.
Pues sepan sus errores los dispenso
sabiendo como sé que ellos me amaron.

El mismo, el que faltaba para el duro
que nunca alzó la voz, siempre escuchando,
atento a los demás le fueran dando
con miedo a alguna coz, metiendo un puro,
rogando solo a Dios y al mazo dando.

Pues tú, quién eres tú para decirme
aquello que es el bien o que está mal,
criticas si es que soy un animal
o debo de cambiar y echarte incienso
so pena de tirarme a un lodazal.

Que yo ya me he cansado de pedirte
permiso hasta ese día en que me muera
dejando que me robes la cartera.
Hoy vengo, sin que deba repetirte,
que solo llevo a mi ego por bandera.
©donaciano bueno

Si ven que eres educado algunos se aprovechan de ti, o no? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Carlos San Diego

LA SEMILLA DE LA SANTA

Lo que es la carne
es lo que lame la abeja.

Sigue abierta al pie del jobar
algunos días.

Ni ala volando rompe.

Las flores
nunca deja de ser un honor.

Tantéamela en el melado.

Tantéala.
Óyela como una flauta carnívora.

Tócala
em el rocío que hierve entre los pétalos.

antes de sacárselo con la palabra.

EL LIBRO DE GUADARRAMA

La distancia no salva a nadie.

Después de esa palabra
persuadido de sus ecos

me senté demasiado distante
como cola de cometa
que hace años pasó

Pregunté de puerta en puerta
donde está el onoto y la arcilla de rostro

El mismo de donde partí
hace años

Vivir es ausentarse.

Lo que no llegamos a ser.

Lo que llegamos a dibujar con la sombra de la
mano.
Cenizas del camino de la mente.

La distancia la perdimos.
Lo que vale es el tiempo.

Mare mare

Se acerca el día en que darás a luz.
Será parto natural en la casa de Chimire.

Amanece.
Está amaneciendo.

Ya la partera se persignó.
La abuela es como el árbol
obrera del infinito.

Aída
dame un poquito de café.

Voy a ver qué me pide la contemplación del paisaje.

Aída
mujer
¿viste?

Viste que aparecieron
esos vestidos colgados de los muñones de espíritus
como moños multicolores.

Ropa que musita destellos espléndidos en los labios del viento.

Sus rayas
son cuerdas musicales que purifican a quien alcance a portarlos.

Aída
dame otro poquito de café.
Dame aunque sea guarapo.

Tócame.
Las manos de una preñada
fertilizan la memoria.

Ahora anda a la orilla de la casa.
Estás en gestación y la abuela escucha tu voz.

Dímele que voy a agarrar un vestido
para poner a salvo tu vientre.

Si de tu mirada pudieras ver tus ojos
segurito entenderías que desde hace días se anuncia lluvia.

No quiero que el viento frío del pajal
se le meta en la mollera a mi niña.

Sí.
Nomás uno de esos vestidos que dejó la abuela
guindados de las manos de los dioses

dímele Aída
y le guardas su café.

Así esté frío
guárdaselo.
Pónselo en la horqueta de esa ramita.

Yo voy a prepararle güimas con hoja de mazorca de maíz.

Cuando nazca la niña

su bendición será la alegría de los colores de esos vestidos
con que la mujer del viento tiene siglos bailando mare mare.1

Por eso Aída

la niña se llamará Shiñña2

turpial
canto de luz.

Naava tümueera3
nootü4 viste el espíritu.

Compadecida
protegerá la buena salud

en luna nueva y en luna creciente o en luna menguante.

La danza del pezón

Mira a los cerros de la Mesa de Guanipa
Sin vestido.
Sin alas.

Así quieta.
Respirando.

Allí está la etnia que amontonó el polvo
para succionar miel y leche
así digan que es petróleo.

Es vertical y amplia
negra bañada por la luz canela de un sol verde

Guanipa
más que una irrupción en el pecho
es agua dulce del seno descubierto sin la pena de algún robo.

Oye su ceremonia.

Trasladando la tierra
a veces pienso que es un baile de mujer himba5
trasladando a la tierra.

Nomás óyela.
Disfrútala.

Yo la oigo en los pasos de la semilla
cuando la humedad comienza a amamantarla.

Tiene una paciencia de iguana en silencio.
Se desplaza con una simpatía de silbido.

Vertical y amplia.

Ocres pezones.
Coro de püddai.6

Corazón rojo.
Cuerpo de inciensos.
Humo bermejo de granos triturados.

Guanipa de África.
África de Guanipa.

Neekara7 kari’ña
Kari’ña negra.

Son los cerros tus pezones.
Caminas y se mueven.
Mana el agua que el oro crudo quisiera imitar.

Leche y miel para quienes no dejan de vivir.

Son esas murallas color de parto
esa artesanía levantada por la Virgen
entre la garganta y la pluma del pecho en los farallones

tus pezones de progenitora

alma de cocuyo
ecología para la próxima familia.

Carretera de Cantaura

Te transito cuando persigo una traducción de la plenitud.
La soledad sabe que en esto hay bastante estupidez.

El viajero tiene sólo un punto
el de partir.

Si pregunto por la estación de servicios El Río
si pregunto por La Madama
si pregunto por el Puente del Ahorcado

la paja lagartija se retuerce y me deja la jumaza.

Carretera vieja
qué tecnología te restaura
sin que te arranque del rostro un ojo con una cuchilla.

Yo te quiero con tus huesos.

Yo te quiero con tus huecos que conozco de memoria
a cualquier hora de la noche.

Con el Crucero de Campo Mata pastando de las estrellas.
yo te quiero.

Yo te quiero con el nido de palitos secos
que uno a uno recogió el turpial a donde habíamos olvidado el amor
para ornamentar los postes del tendido eléctrico.

Yo te quiero como caminas.
Alegre.
Medio abandonada y sin mucho tráfico.

Sólo así viaja por aquí La Candelaria.

Yo la espero tumbado sobre el asfalto
imaginando carantoñas en las constelaciones del firmamento.

Ella viene.
Ríe a carcajadas como entrando a una celebración.

Caminamos por esa vía despejada
hasta lo más cerquita de la corte celeste.

Siento que me duermo como un niño.
Cuando despierto estoy en la misa de los pájaros.

Detrás del viento

Hay días en los que la vida como que se arrepiente de vivir.

Es una criaturita frente al reloj
iluminada por el reflejo mortecino de una vela

no sabe qué hacer con estar viva.

Aparecen sus hilitos de telaraña.

El vuelo de un pájaro
la salva de ser estatua inútil.

El vuelo de un pájaro
es el único movimiento de la fe
que cae al vacío sin romper el hilo umbilical.

La vida es el corto vuelo
de volar y aprender a volar.

El nido nunca desaparece.
Es el refugio de este pájaro que tenemos entre cuerpo y alma.

Ahí ahí
hasta donde te llego

mujer de mi vida.

Silbido de suelo que retoña en la madrugada.

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MAÑANA ES OTRO DÍA [Mi poema]
Ramón López Velarde [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

La calle andaba oscura y el sosiego
fingía hacer de rey en ese ambiente,
-la calle si está oscura no se siente-,
lo mismo al que es vidente o el que está ciego
ni es bella que es durmiente.

Ajeno a lo que ocurre anda algún gato,
que el gato si está oscuro no se aburre
pues sabe percibir lo que transcurre,
disfruta del lugar pasando el rato
por si algo se espachurre.

El mal, siempre es el mal, el que al acecho,
se encuentra en su papel cuando está a oscuras,
dispuesto a disfrutar entre espesuras
no tiene corazón, que a lo hecho pecho,
que es tiempo de locuras.

Que ayer salí a la calle y era negro,
tan negro era el futuro que veía
que tuve que volverme ¡madre mía!
y hoy ya vuelvo a salir, ¡cuanto me alegro!
pues hoy ya es otro día.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Ramón López Velarde

Día trece

Mi corazón retrógrado
ama desde hoy la temerosa fecha
en que surgiste con aquel vestido
de luto y aquel rostro de ebriedad.

Día trece en que el filo de tu rostro
llevaba la embriaguez como un relámpago
y en que tus lúgubres arreos daban
una luz que cegaba al sol de agosto,
así como se nubla el sol ficticio
en las decoraciones
de los calvarios de los Viernes Santos.

Por enlutada y ebria simulaste,
en la superstición de aquel domingo,
una fúlgida cuenta de abalorio
humedecida en un licor letárgico.

¿En qué embriaguez bogaban tus pupilas
para que así pudiesen
narcotizarlo todo?
Tu tiniebla
guiaba mis latidos, cual guiaba
la columna de fuego al israelita.

Adivinaba mi acucioso espíritu
tus blancas y fulmíneas paradojas:
el centelleo de tus zapatillas,
la llamarada de tu falda lúgubre,
el látigo incisivo de tus cejas
y el negro luminar de tus cabellos.

Desde la fecha de superstición
en que colmaste el vaso de mi júbilo,
mi corazón obscurantista clama
a la buena bondad del mal agüero;
que si mi sal se riega, irán sus granos
trazando en el mantel tus iniciales;
y si estalla mi espejo en un gemido,
fenecerá diminutivamente
como la desinencia de tu nombre.

Superstición, consérvame el radioso
vértigo del minuto perdurable
en que su traje negro devoraba
la luz desprevenida del cenit,
y en que su falda lúgubre era un bólido
por un cielo de hollín sobrecogido

El adiós

Fuensanta, dulce amiga,
Blanca y leve mujer,
Dueña ideal de mi primer suspiro
Y mis copiosas lágrimas de ayer;
Enlutada que un día de entusiasmo
Soñé condecorar,
Prendiendo, en la alborada de las nupcias,
En el negro mobiliario de tu pecho
Una fecunda rama de azahar.
Dime ¿es verdad que ha muerto mi quimera,
El idólatra de tu palidez
No volverá a soñar con el milagro
De la diáfana rosa de tu tez?
(Así interrogo en la profunda noche
mientras las nubes van
cual pesadillas lóbregas, y gimen,
a distancia, unos huérfanos sin pan.)
De las cercanas torres
bajo el fúnebre son
de un toque de difuntos, y Fuensanta
clama en un gesto de desolación:

«¿No escuchas las esquilas agoreras?
¡Tocan a muerto por nuestra ilusión!
Me duele ser el cruel
y quitar de tus labios
la última gota de la vieja miel.
«Mas el cadáver del amor con alas
con que en horas de infancia me quitaste,
yo lo he de estrechar
contra mi pecho fiel, y en una urna
presidirá los lutos de mi hogar.»
Hemos callado porque nuestras almas
Están bien enclavadas en su cruz.

Me despido… Ella guía,
Llevando, en un trasunto de Evangelio,
En las frágiles manos una luz.
Pero apenas llegados al umbral,
Suspiro de alma en pena
O soplo del Espíritu del mal,
Un golpe de aire marea la bujía…
Aúlla un perro en la calma sepulcral…
Fue así como Fuensanta y el idólatra
Nos dijimos adiós en las tinieblas
De la noche fatal.

El son del corazón

Una música íntima no cesa
porque transida en un abrazo de oro
la Caridad con el Amor se besa.

¿Oyes el diapasón del corazón?
Oye en su nota múltiple el estrépito
de los que fueron y de los que no son.

Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mi su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.

Soy la fronda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.

Soy la alberca lumínica en que nada,
como perla debajo de una lente,
debajo de las linfas. Scherezada.

Y soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.

Y la nueva delicia, que acomoda
sus hipnotismos de color de tango
al figurín y al precio de la moda.

La redondez de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con un clamor pagano y nazareno.

¡Oh, Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía
y a son marino, el son del corazón!

Hormigas

A la cálida vida que transcurre canora
con garbo de mujer sin letras ni antifaces,
a la invicta belleza que salva y que enamora,
responde, en la embriaguez de la encantada hora,
un encono de hormigas en mis venas voraces.

Fustigan el desmán del perenne hormigueo
el pozo del silencio y el enjambre del ruido,
la harina rebanada como doble trofeo
en los fértiles bustos, el Infierno en que creo,
el estertor final y el preludio del nido.

Mas luego mis hormigas me negarán su abrazo
y han de huir de mis pobres y trabajados dedos
cual se olvida en la arena un gélido bagazo;
y tu boca, que es cifra de eróticos denuedos,
tu boca, que es mi rúbrica, mi manjar y mi adorno,
tu boca, en que la lengua vibra asomada al mundo
como réproba llama saliéndose de un horno,
en una turbia fecha de cierzo gemebundo
en que ronde la luna porque robarte quiera,
ha de oler a sudario ya hierba machacada,
a droga ya responso, a pabilo y a cera.

Antes de que deserten mis hormigas, Amada,
déjalas caminar camino de tu boca
a que apuren los viáticos del sanguinario fruto
que desde sarracenos oasis me provoca.
Antes de que mis labios mueran, para mi luto,
dámelos en el crítico umbral del cementerio
como perfume y pan y tósigo y cauterio.

Hoy como nunca, me enamoras y me entristeces

Hoy como nunca, me enamoras y me entristeces;
si queda en mí una lágrima, yo la excito a que lave
nuestras dos lobregueces.

Hoy, como nunca, urge que tu paz me presida;
pero ya tu garganta solo es una sufrida
blancura, que se asfixia bajo toses y toses,
y toda tú una epístola de rasgos moribundos
colmada de dramáticos adioses.

Hoy, como nunca, es venerable tu esencia
y quebradizo el vaso de tu cuerpo,
y sólo puedes darme la exquisita dolencia
de un reloj de agonías, cuyo tic-tac nos marca
el minuto de hielo en que los pies que amamos
han de pisar el hielo de la fúnebre barca.

Yo estoy en la ribera y te miro embarcarte:
huyes por el río sordo, y en mi alma destilas
el clima de esas tardes de ventisca y de polvo
en las que doblan solas las esquilas.

Mi espíritu es un paño de ánimas, un paño
de ánimas de iglesia siempre menesterosa;
es un paño de ánimas goteado de cera,
hollado y roto por la grey astrosa.

No soy más que una nave de parroquia en penuria,
nave en que se celebran eternos funerales,
porque una lluvia terca no permite
sacar el ataúd a las calles rurales.

Fuera de mí, la lluvia; dentro de mí, el clamor
cavernoso y creciente de un salmista;
mi conciencia, mojada por el hisopo, es un
ciprés que en una huerta conventual se contrista.

Ya mi lluvia es diluvio, y no miraré el rayo
del sol sobre mi arca, porque ha de quedar roto
mi corazón la noche cuadragésima;
no guardan mis pupilas ni un matiz remoto
de la lumbre solar que tostó mis espigas;
mi vida es solo una prolongación de exequias
bajo las cataratas enemigas.

A UN IMPOSIBLE

Me arrancaré, mujer, el imposible
amor de melancólica plegaria,
y aunque se quede el alma solitaria
huirá la fe de mi pasión risible.

Iré muy lejos de tu vista grata
y morirás sin mi cariño tierno,
como en las noches del helado invierno
se extingue la llorosa serenata.

Entonces, al caer desfallecido
con el fardo de todos mis pesares,
guardaré los marchitos azahares
entre los pliegues del nupcial vestido.

HUÉRFANO

Huérfano quedará mi corazón
alma del alma, si te vas de ahí,
y para siempre lloraré por ti
enfermo de amorosa consunción.

Triste renuncio a las venturas todas
de tu suave y eterna compañía,
hoy que se apaga con la dicha mía,
el altar que soñé para mis bodas.

Y el templo aquel de claridad incierta
y tú, como las vírgenes vestida,
brillarán en la noche de mi vida
como la luz de la esperanza muerta.

EN UN JARDÍN

Al decir que las penas son fugaces
en tanto que la dicha persevera,
tu cara es sugestiva y hechicera
y juegan a los novios los rapaces.

Al escuchar la apología que haces
del mejor de los mundos, se creyera
que lees a Abelardo… En voz parlera
dialogas con los pájaros locuaces.

De pronto, sin que tú me lo adivines,
cual por un sortilegio se contrista
mi alma con la visión de los jardines,

mientras oigo sonar plácidamente
los trinos de tu plática optimista
y el irisado chorro de la fuente.

ELOGIO A FUENSANTA

Tú no eres en mi huerto la pagana
rosa de los ardores juveniles;
te quise como a una dulce hermana

y gozoso dejé mis quince abriles
cual un ramo de flores de pureza
entre tus manos blancas y gentiles.

Humilde te ha rezado mi tristeza
como en los pobres templos parroquiales
el campesino ante la virgen reza.

Antífona es su voz, y en los corales
de tu mística boca he descubierto
el sabor de los besos maternales.

Tus ojos tristes, de mirar incierto,
recuérdanme dos lámparas prendidas
en la penumbra de un altar desierto.

Las palmas de tus manos son ungidas
por mí, que provocando tus asombros
las beso en las ingratas despedidas.

Soy débil, y al marchar por entre escombros
me dirige la fuerza de tu planta
y reclino las sienes en tus hombros.

Nardo es tu cuerpo y tu virtud es tanta
que en tus brazos beatíficos me duermo
como sobre los senos de una Santa.

¡Quién me otorgara en mi retiro yermo
tener, Fuensanta, la condescendencia
de tus bondades a mi amor enfermo
como plenaria y última indulgencia!

ELLA

Esta novia del alma con quien soñé en un día
fundar el paraíso de una casa risueña
y echar, pescando amores, en el mar de la vida
mis redes, a la usanza de la edad evangélica.

Es blanca como la hostia de la primera misa
que en una azul mañana miró decir la tierra
luce negros los ojos, la túnica sombría
y en un ungir las heridas las manos beneméritas.

Dormir en paz se puede sobre sus castos senos
de nieve, que beatos se hinchan como frutas
en la heredad de Cristo, celeste jardinero;

tiene propiedades hondas y los labios de azúcar,
y por su grave porte se asemeja al excelso
retrato de la Virgen pintado por San Lucas.

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MI MADRE ERA VALIENTE [Mi poema]
Ernesto Frattarola [Poeta sugerido]New

MI POEMA …de medio pelo

 

Mi madre siempre estaba sonriente
si alguno le llamaba, sonreía,
tenía mucho genio, lo sabía,
mas siempre terminaba complaciente
mostrando su alegría.

Mi madre era valiente, muy valiente,
las cuatro perras gordas que tenía
con mimo las guardaba por si un día
hubiera de a penurias hacer frente
y así a nadie pedía.

Mi madre concibió hasta cinco hijos,
la niña se murió tempranamente,
después cuando yo aun era adolescente
mi padre se marchó, cuatro canijos
dejó el cuerpo presente.

De aquello ya hace tiempo y hoy me acuerdo
pues siempre su retrato está a la vista,
ella hizo de su vida una alquimista,
-yo solo la seguí siendo algo lerdo-,
ni madre era muy lista.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO:  Ernesto Frattarola

El tiempo en mis ciudades

Es extraño el tiempo en mis ciudades,
como el sudor pegado a las paredes del verano.
El tiempo es como el sol, como la arena.
Un vidrio viejo con manchas dactilares.

Mi reloj busca un lugar donde pasar la noche,
un refugio seguro contra el ruido.
Una mesa para que trepen las hormigas
impacientes, lentas, atropelladas, escuálidas.

A veces pienso en ello las cuarenta y ocho horas del día,
los veinticuatro minutos del cielo,
las treinta semanas en la sala de espera,
los trescientos sesenta y seis años que dura un beso.

A veces cambio de habitación de hotel
sin motivos y sin huellas en la alfombra.
Me traslado del segundo piso al undécimo,
visito los huesos desnudos de mis antepasados
y regreso a la incubadora sobre una grúa con cara de nada.
Esta casa caliente como un útero
como una madre
como un nicho
como un recuerdo
como esta habitación de hotel en la planta once,
donde dormiré esta noche larga de tigres dolientes.

Es extraño el tiempo en mis ciudades,
como un jueves sin ascensor en el pasillo,
como una vía de aceite en las arterias.
Esta zarza que no sabe consumirse a solas.
Esta sábana que sueña conmigo entre las dunas.
Este juego sucio de pistas falsas y final incierto.

Memorias del viento

No pasa nada.
No pasa nadie.

El viento ya murió.

Crujen rescoldos de ciudad en la ciudad oscura.
Crujidos y luego nada.
Vigas de hierro, papel pintado,
puertas tullidas, pétalos falsos,
crujen en un crujir de lamentos.
Aullidos lejanos
parten el cielo en pedazos.
El cielo encapotado, bajo.
Sólo el silencio guarda silencio.
(El viento ya murió).

Ascensores varados entre muelles grises.
Si suben
no saben
o bajan.
Escaleras de cera caliente,
pasamanos de astillas de vidrio.
Únicamente el hueco.

Hedor a cadáver de automóvil.
Humo en la guantera.
Esqueletos quietos,
disfrazados de óxido,
esperan la mordedura de la muerte.
Restos de dientes y sangre seca en las aceras.
Nadie las pisa.
Nadie las pasa.

A lo lejos, una cara.
A lo lejos, una sombra
se difumina.
No pasa nada.

El viento, ya sabes…

Jump

Lanzó su cuerpo al vacío
alegremente.
Y olvidó de pronto,
tal vez para siempre,
la soga abrazando sus tobillos hermosos.

No Jump

Miedo a la muerte.
A una cuerda consciente y cansada.
Los ojos, sólo los ojos
asomados a un espejo de agua quieta.
Y aquí estoy.
Arriba.
Abajo.

CRISTAL

Mi fe en la humanidad.

Mi cuerpo: el de hoy.
Mis hombros y mis vértebras.
Mis gafas.

La comida que mastican mis hijas
mientras yo grito, mientras yo me callo.

La rodilla derecha de mi madre.

Las camisas que se han quedado estrechas.
Las ganas de gustar.

Los días que se fueron.
Las noches que me quedan.
El reloj heredado de mi padre.

Todo lo que se rompe me concierne.

PRÓTESIS

A mi madre
le han puesto una rodilla de titanio.

Tiene ochenta y un años y una gran cicatriz.

Camina por la casa.

Debajo de la piel
guarda el ruido de todos los serruchos,
las lágrimas de los primeros pasos,
la ausencia del ausente.

Y una rodilla metálica y fría
como mi corazón.

XX

Escribo desde ayer y ya me estoy muriendo.

Siempre he llegado tarde.

Este siglo me acoge
como un padre acoge a un hijo bastardo.
Este siglo ya sabe de mi deformidad:

mi cuerpo y mi deseo no coinciden.

Mi hora está vacía.

Mis ojos degollados.
Mi hambre sin hogar.
Mis estrías.

Llegué a la vida ayer,
y ya me estoy muriendo.

PEAJE

Di hola.
Pon las largas.
Acelera.

Di adiós.
Nunca se sabe.

DOS CARTAS

Nunca te haría daño.

Pero ya sabes lo que dice House:
todos los padres joden a sus hijos.

Así que me arrepiento
de tantas cosas que ni sé nombrar.
Tu nombre, sin embargo, sí lo sé:
tu nombre, vuestros nombres,
son parte de la sangre de mi nombre.

Sin saber qué es querer, yo te he querido.
Te seguiré queriendo cuando muera.

Pero sé que esperabas más de mí.
No he sido la persona que mereces.

No quise hacerte daño.

Nunca te dejaré.

Me tengo que marchar.

LENTE

La vejez era esto:
verme como me ven.

Yo y otros: un cristal.
Transparente, imbatible.
Fronterizo.

Verme como me ven.

El espejo no cuenta la verdad.
El reloj es un ruido.
Yo no soy yo:
yo soy lo que tú dices.

Tú dices que ya es tarde.

EXILIO

Los pueblos son ficciones.
Las personas también.

Un saco de minutos y mentiras.

Un circo de unicornios.
Un hambre y una sed.

Caminamos en círculos
hacia una tierra que no está en los mapas.

La muerte es nuestra verdadera patria.

CV

La edad,
la invalidez.

La casa como un miembro trasplantado.

Las piedras en la boca,
la mudez.
Lo lento, lo improbable, lo fatal.

A quién le sirvo yo.

Para qué sirvo yo,
una sombra de palabras sin sombra.

IGUAL

Cada día más quieta
la calle, más callada
la certeza.

Ya ni el viento nos busca.

Y todo se parece tanto a todo
que nada importa nada.

ECO

Digo lo que no importa.

Intento nombrar
lo que no existe.

Y no sirve de nada.

Y me pregunto si algo
le habrá servido alguna vez a alguien.

Cuarto menguante.

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MIRAR NO ES VER [Mi poema]
Julio Flórez [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mirar no es ver, pero es imprescindible,
pues para ver preciso hay que mirar,
yo miro, aquí no debo de ocultar,
mas ver, lo que se dice, no es posible
rechazo lo que observo, que es horrible,
quiero tirarme al mar.

Que miro a Dios que dicen que él existe,
y en ello insisto e insisto y me recreo,
por más que me propongo no le veo,
quizás es que disfruta en el despiste
o espera, de encontrarlo ya desiste,
o quiere hacerme un feo.

Yo sé que vivo aquí, que aquí no vivo,
¿mas dónde vivo yo? saber quisiera,
pues llevo en la entre ceja una alambrera,
tan densa que medir no es de recibo,
me impide percibir lo que percibo
de puertas para afuera.

Que yo vivir, vivir, yo no he vivido,
a nadie yo encontré que me quisiera,
me siento en una celda prisionera,
lo mismo que la sombra ando perdido
desnudo para abajo, desvalido,
a lomos de una fiera.

Posible es que vivir yo no he sabido,
y es ahora, que ya tanto estoy sufriendo,
me encuentro en la nostalgia resistiendo
sabiendo que la vida me he bebido,
llegando ya el final tan desabrido
pues sé me estoy muriendo.
©donaciano bueno

#Para ver lo que hay que ver, mejor...? Share on X

MI POETA SUGERIDO: Julio Florez

Todo nos llega tarde

Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!
Nunca se satisface ni se alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte.

Todo puede llegar: pero se advierte
que todo llega tarde: la bonanza,
después de la tragedia: la alabanza
cuando ya está la inspiración inerte.

La justicia nos muestra su balanza
cuando sus siglos en la Historia vierte
el Tiempo mudo que en el orbe avanza;

y la Gloria, esa ninfa de la suerte,
sólo en las viejas sepulturas danza.
Todo nos llega tarde….¡hasta la muerte!

Gotas de ajenjo

Tú no sabes amar: ¿acaso intentas
darme calor con tu mirada triste?
El amor nada vale sin tormentas,
sin tempestades el amor no existe.
Y sin embargo ¿dices que me amas?
No, no es amor lo que hacía mí te mueve;
el Amor es un sol hecho de llama,
y en los soles jamás cuaja la nieve.
¡El amor es volcán, es rayo, es lumbre,
y debe ser devorador, intenso,
debe ser huracán, debe ser cumbre…
debe alzarse hasta Dios como el incienso!
Pero tú piensas que el amor es frío;
que ha de asomar en ojos siempre yertos,
con tu anémico amor… anda, bien mío,
anda al osario a enamorar los muertos.

Mis flores negras

Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
en el fondo de ésta alma que ya no alegras,
entre polvo de ensueños y de ilusiones
brotan entumecidas mis flores negras.

Ellas son mis dolores, capullos hechos
los intensos dolores que en mis entrañas
sepultan sus raíces cual los helechos,
en las húmedas grietas de las montañas.

Ellas son tus desdenes y tus rigores;
son tus pérfidas frases y tus desvíos;
son tus besos vibrantes y abrasadores
en pétalos tornados, negros y fríos.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas
en que presa en mis brazos te adormecías,
mientras yo suspiraba por las auroras
de tus ojos… auroras que no eran mías.

Ellas son mis gemidos y mis reproches
ocultos en esta alma que ya no alegras;
son por eso tan negras como las noches
de los gélidos polos… mis flores negras.

Guarda, pues, este triste, débil manojo
que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
Guárdalo; nada temas: es un despojo
del jardín de mis hondas melancolías.

Todo nos llega tarde…
Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!
Nunca se satisface ni alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte.

Todo puede llegar: pero se advierte
que todo llega tarde: la bonanza,
después de la tragedia: la alabanza
cuando ya está la inspiración inerte.

La justicia nos muestra su balanza
cuando su siglos en la Historia vierte
el Tiempo mudo que en el orbe avanza;

Y la gloria, esa ninfa de la suerte,
solo en las sepulturas danza.
Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!

Abstracción

A veces melancólico me hundo
en mi noche de escombros y miserias,
y caigo en un silencio tan profundo
que escucho hasta el latir de mis arterias.

Más aún: oigo el paso de la vida
por la sorda caverna de mi cráneo
como un rumor de arroyo sin salida,
como un rumor de río subterráneo.

Entonces presa de pavor y yerto
como un cadáver, mudo y pensativo,
en mi abstracción a descifrar no acierto

Si es que dormido estoy o estoy despierto,
si un muerto soy que sueña que está vivo
o un vivo soy que sueña que está muerto.

Idilio Eterno (fragmento)

Mi último beso de pasión te envío;
mi postrer lampo a tu semblante junto!»
y en las hondas tinieblas del vacío,
hecha cadáver, se desploma al punto.

Entonces, el mar, de un polo al otro polo,
al encrespar sus olas plañideras,
inmenso, triste, desvalido y solo,
cubre con sus sollozos las riberas.

Y al contemplar los luminosos rastros
del alba luna en el oscuro velo,
tiemblan, de envidia y de dolor, los astros
en la profunda soledad del cielo.

Todo calla… el mar duerme, y no importuna
con sus gritos salvajes de reproche;
y sueña que se besa con la luna
en el tálamo negro de la noche.

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UÑA Y CARNE [Mi poema]
Guillermo Valencia [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Bebimos del mismo agua transparente,
cruzaron nuestros pies los mismos charcos,
salimos a la mar, los mismos barcos,
unimos nuestras vidas con un puente.

Sembrando del cariño la simiente,
poniendo a nuestras caras sendos marcos,
sin mucho que decir, de gestos parcos,
firmamos la amistad hasta hoy vigente.

Los mismos que aferrados a una llama
cual pájaros tornando al que fue el nido
asidos al extremo de esa rama,

seguimos, uña y carne, su latido,
al borde de un amor que se derrama,
felices aún de habernos conocido.
©donaciano bueno

#Amistad, divino tesoro...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Guillermo Valencia

Los camellos

Dos lánguidos camellos, de elásticas cervices,
de verdes ojos claros y piel sedosa y rubia,
los cuellos recogidos, hinchadas las narices,
a grandes pasos miden un arenal de Nubia.

Alzaron la cabeza para orientarse, y luego
el soñoliento avance de sus vellosas piernas
bajo el rojizo dombo de aquel cenit de fuego-
pasaron, silenciosos, al pie de las cisternas…

Un lustro apenas cargan bajo el azul magnífico,
y ya sus ojos quema la fiebre del tormento:
tal vez leyeron, sabios, borroso jeroglífico
perdido entre las ruinas de infausto monumento.

Vagando taciturnos por la dormida alfombra,
cuando cierra los ojos el moribundo día,
bajo la virgen negra que los llevó en la sombra,
copiaron el desfile de la melancolía.

Son hijos del Desierto: prestóles la palmera
un largo cuello móvil que sus vaivenes finge,
y en sus marchitos rostros que esculpe la Quimera
¡sopló cansancio eterno la boca de la Esfinge!

Dijeron las Pirámides que el viejo sol rescalda:
“Amamos la fatiga con inquietud secreta..”
y vieron desde entonces correr sobre una espalda,
tallada en carne, viva, su triangular silueta.

Los átomos de oro que el torbellino esparce
quisieron en sus giros ser grácil vestidura,
y unidos en collares por invisible engarce
vistieron del giboso la escuálida figura.

Todo el fastidio, toda la fiebre, toda el hambre,
la sed sin agua, el yermo sin hembras, los despojos
de caravanas…, huesos en blanquecino enjambre…,
todo en el cerco bulle de sus dolientes ojos.

Ni las sutiles mirras, ni las leonadas pieles,
ni las volubles palmas que riegan sombra amiga,
ni el ruido sonoroso de claros cascabeles
alegran las miradas al rey de la fatiga.

¡Bebed dolor en ellas, flautistas de Bizancio,
que amáis pulir el dáctilo al son de las cadenas;
sólo esos ojos pueden deciros el cansancio
de un mundo que agoniza sin sangre entre las venas!

¡Oh, artistas! ¡Oh, camellos de la llanura vasta
que vais llevando a cuestas el sacro Monolito!
Tristes de Esfinge! iNovios de la Palmera casta!
¡Solo calmais vosotros la sed de lo infinito!

¿Qué pueden los ceñudos? ¿Qué logran las melenas
de las zarpadas tribus cuando la sed oprime?
Sólo el poeta es lago sobre este mar de arenas,
sólo su arteria rota la Humanidad redime.

Se pierde ya a lo lejos la errante caravana
dejándome -camello que cabalgó el Excidio…
¡Cómo buscar sus huellas al sol de la mañana,
entre las ondas grises de lóbrego fastidio!

¡No! Buscaré dos ojos que he visto, fuente pura
hoy a mi labio exhausta, y aguardaré paciente
hasta que suelta en hilos de mística dulzura
refresque las entrañas del lírico doliente.

Y si a mi lado cruza la sorda muchedumbre
mientras el vago fondo de esas pupilas miro,
dirá que vio un camello con honda pesadumbre
mirando, silencioso, dos fuentes de zafir

Las dos Cabezas

Omnis plaga tristitia cordis est et
omnis malitia, nequitia mulieris.
El Eclesiástico

Judith y Holofernes
(Tesis)

Blancos senos, redondos y desnudos, que al paso
de la hebrea se mueven bajo el ritmo sonoro
de las ajorcas rubias y los cintillos de oro,
vivaces como estrellas sobre la tez de raso.

Su boca, dos jacintos en indecible vaso,
da la sutil esencia de la voz. Un tesoro
de miel hincha la pulpa de sus carnes. El lloro
no dio nunca a esa faz languideces de ocaso.

Yacente sobre un lecho de sándalo, el Asirio
reposa fatigado, melancólico cirio
los objetos alarga y proyecta en la alfombra…

Y ella, mientras reposa la bélica falange
muda, impasible, sola, y escondido el alfanje,
para el trágico golpe se recata en la sombra.
***
Y ágil tigre que salta de tupida maleza,
se lanzó la israelita sobre el héroe dormido,
y de doble mandoble, sin robarle un gemido,
del atlético tronco desgajó la cabeza.

Como de ánforas rotas, con urgida presteza,
desbordó en oleadas el carmín encendido,
y de un lago de púrpura y de sueño y de olvido,
recogió la homicida la pujante cabeza.
En el ojo apagado, las mejillas y el cuello,
de la barba, en sortijas, al ungido cabello
se apiñaban las sombras en siniestro derroche

sobre el lívido tajo de color de granada…
y fingía la negra cabeza destroncada
una lúbrica rosa del jardín de la noche.
***
Salomé y Joakanann
(Antítesis)

Con un aire maligno de mujer y serpiente,
cruza en rápidos giros Salomé la gitana
al compás de los crótalos. De su carne lozana
vuela equívoco aroma que satura el ambiente.

Danza todas las danzas que ha tejido el Oriente:
las que prenden hogueras en la sangre liviana
y a las plantas deshojan de la déspota humana
o la flor de la vida, o la flor de la mente.

Inyectados los ojos, con la faz amarilla,
el caduco Tetrarca se lanzó de su silla
tras la hermosa, gimiendo con febril arrebato:

«Por la miel de tus besos te daré Tiberiades,»
y ella dícele: «En cambio de tus muertas ciudades,
dame a ver la cabeza del Esenio en un plato.»
***
Como viento que cierra con raquítico arbusto,
en el viejo magnate la pasión se desata,
y al guiñar de los ojos, el esclavo que mata
apercibe el acero con su brazo robusto.

Y hubo grave silencio cuando el cuello del Justo,
suelto en cálido arroyo de fugaz escarlata,
ofrecieron a Antipas en el plato de plata
que él tendió a la sirena con medroso disgusto.

Una lumbre que viene de lejano infinito
da a las sienes del mártir y a su labio marchito
la blancura llorosa de cansado lucero.

Y -del mar de la muerte melancólica espuma-
la cabeza sin sangre del esenio se esfuma
en las nubes de mirra de sutil pebetero.

Cigüeñas Blancas (fragmento)

De cigüeñas la tímida bandada,
recogiendo las alas blandamente,
pasó sobre la torre abandonada,
a la luz del crepúsculo muriente;

hora en que el Mago de feliz paleta
vierte bajo la cúpula radiante
pálidos tintes de fugaz violeta
que riza con su soplo el aura errante.

Esas aves me inquietan; en el alma
reconstruyen mis rotas alegrías;
evocan en mi espíritu la calma,
la augusta calma de mejores días.

Afrenta la negrura de sus ojos
al abenuz de tonos encendidos,
y van los picos de matices rojos
a sus gargantas de alabastro unidos.

Vago signo de mística tristeza
es el perfil de su sedoso flanco
que evoca, cuando al sol se despereza,
las lentas agonías de lo Blanco.

Con la veste de mágica blancura,
con el talle de lánguido diseño,
semeja en el espacio su figura
el pálido estandarte del Ensueño.

Y si, huyendo la garra que la asecha,
el ala encoge, la cabeza extiende,
parece un arco de rojiza flecha
que oculta mano en el espacio tiende.

A los fulgores de sidérea lumbre,
en el vaivén de su cansado vuelo,
fingen, bajo la cóncava techumbre,
bacantes del azul ebrias de cielo…

Hay un Instante…

Hay un instante del crepúsculo
en que las cosas brillan más,
fugaz momento palpitante
de una morosa intensidad.

Se aterciopelan los ramajes,
pulen las torres su perfil,
burila un ave su silueta
sobre el plafondo de zafir.

Muda la tarde, se concentra
para el olvido de la luz,
y la penetra un don süave
de melancólica quietud,

como si el orbe recogiese
todo su bien y su beldad,
toda su fe, toda su gracia
contra la sombra que vendrá…

Mi ser florece en esa hora
de misterioso florecer;
llevo un crepúsculo en el alma,
de ensoñadora placidez;

en él revientan los renuevos
de la ilusión primaveral,
y en él me embriago con aromas
de algún jardín que hay ¡más allá!…

Leyendo a Silva

Vestía traje suelto de recamado biso
en voluptuosos pliegues de un color indeciso,
y en el diván tendida, de rojo terciopelo,
sus manos, como vivas parásitas de hielo,

sostenían un libro de corte fino y largo,
un libro de poemas delicioso y amargo.
De aquellos dedos pálidos la tibia yema blanda
rozaba tenuemente con el papel de Holanda

por cuyas blancas hojas vagaron los pinceles
de los más refinados discípulos de Apeles:
era un lindo manojo que en sus claros lucía
los sueños más audaces de la Crisografía:

sus cuerpos de serpiente dilatan las mayúsculas
que desde el ancho margen acechan las minúsculas,
o trazan por los bordes caminos plateados
los lentos caracoles, babosos y cansados.

Para el poema heroico se vía allí la espada
con un león por puño y contera labrada,
donde evocó las formas del ciclo legendario
con sus torres y grifos un pincel lapidario.

Allí la dama gótica de rectilínea cara
partida por las rejas de la viñeta rara;
allí las hadas tristes de la pasión excelsa:
la férvida Eloísa, la suspirada Elsa.

Allí los metros raros de musicales timbres:
ya móviles y largos como jugosos mimbres,
ya diáfanos, que visten la idea levemente
como las albas guijas un río trasparente.

Allí la vida llora y la muerte sonríe
y el tedio, como un ácido, corazones deslíe…
Allí, cual casto grupo de núbiles Citeres,
cruzaban en silencio figuras de mujeres

que vivieron sus vidas, invioladas y solas
como la espuma virgen que circunda las olas:
la rusa de ojos cálidos y de bruno cabello,
pasó con sus pinceles de marta y de camello,

la que robó al piano en las veladas frías
parejas voladoras de blancas armonías
que fueron por los vientos perdiéndose una a una
mientras, envuelta en sombras, se atristaba la luna…

Aquesa, el pie desnudo, gira como una sombra
que sin hacer ruido pisara por la alfombra
de un templo… y como el ave que ciega el astro diurno
con miradas nictálopes ilumina el Nocturno

do al fatigado beso de las vibrantes clines
un aire triste y vago preludian dos violines…
***
La luna, como un nimbo de Dios, desde el Oriente
dibuja sobre el llano la forma evanescente
de un lánguido mancebo que el tardo paso guía
como buscando un alma, por la pampa vacía.

Busca a su hermana; un día la negra Segadora
-sobre la mies que el beso primaveral enflora-
abatiendo sus alas, sus alas de murciélago,
hirió a la virgen pálida sobre el dorado piélago,

que cayó como un trigo… Amiguitas llorosas
la vistieron de lirios, la ciñeron de rosas;
céfiro de las tumbas, un bardo israelita
le cantó cantos tristes de la raza maldita

a ella, que en su lecho de gasas y de blondas,
se asemejaba a Ofelia mecida por las ondas:
por ella va buscando su hermano entre las brumas,
de unas alitas rotas las desprendidas plumas,

y por ella… «Pasemos esta doliente hoja
que mi ser atormenta, que mi sueño acongoja,»
dijo entre sí la dama del recamado biso
en voluptuosos pliegues, de color indeciso,

y prosiguió del libro las hojas volteando,
que ensalza en áureas rimas de son calino y blando
los perfumes de oriente, los vívidos rubíes
y los joyeros mórbidos de sedas carmesíes.

Leyó versos que guardan como gastados ecos
de voces muertas; cantos a ramilletes secos
que hacen crujir, al tacto, cálices inodoros;
metros que reproducen los gemebundos coros

de las locas campanas que en el día de difuntos
despiertan con sus voces los muertos cejijuntos
lanzados en racimos entre las sepulturas
a beberse la sombra de sus noches oscuras…
***
…Y en el diván tendida, de rojo terciopelo,
sus manos, como vivas parásitas de hielo,
doblaron lentamente la página postrera
que, en gris, mostraba un cuervo sobre una calavera…

y se quedó pensando, pensando en la amargura
que acendran muchas almas; pensando en la figura
del bardo, que en la calma de una noche sombría,
puso fin al poema de su melancolía:

exangüe como un mármol de la dorada Atenas,
herido como un púgil de itálicas arenas,
unión la faz de un Numen dulcemente atediado
a la ideal belleza del estigmatizado!…

Ambicionar las túnicas que modelaba Grecia,
y los desnudos senos de la gentil Lutecia;
pedir en copas de ónix el ático nepentes;
querer ceñir en lauros las pensativas frentes;

ansiar para los triunfos el hacha de un Arminio;
buscar para los goces el oro del triclinio;
amando los detalles, odiar el universo;
sacrificar un mundo para pulir un verso;

querer remos de águila y garras de leones
con qué domar los vientos y herir los corazones;
para gustar lo exótico que el ánimo idolatra
esconder entre flores el áspid de Cleopatra;

seguir los ideales en pos de Don Quijote
que en el azul divaga de su rocín al trote;
esperar en la noche las trémulas escalas
que arrebaten ligeras a las etéreas salas;

oír los mudos ecos que pueblan los santuarios,
amar las hostias blancas; amar los incensarios
(poetas que diluyen en el espacio inmenso
sus ritmos perfumados de vagaroso incienso);

sentir en el espíritu brisas primaverales
ante los viejos monjes y los rojos misales;
tener la frente en llamas y los pies entre lodo;
querer sentirlo, verlo y adivinarlo todo:

eso fuiste, ¡oh poeta! Los labios de tu herida
blasfeman de los hombres, blasfeman de la vida,
modulan el gemido de las desesperanzas,
¡oh místico sediento que en el raudal te lanzas!
***
¡Oh Señor Jesucristo! por tu herida del pecho
¡perdónalo! ¡perdónalo! desciénde hasta su lecho
de piedra a despertarlo! Con tus manos divinas
enjuga de su sangre las ondas purpurinas…

Pensó mucho: sus páginas suelen robar la calma;
sintió mucho: sus versos saben partir el alma;
¡amó mucho! circulan ráfagas de misterio
entre los negros pinos del blanco cementerio…
***
No manchará su lápida epitafio doliente:
tallad un verso en ella, pagano y decadente,
digno del fresco Adonis en muerte de Afrodita:
un verso como el hálito de una rosa marchita,

que llore su caída, que cante su belleza,
que cifre sus ensueños, ¡que diga su tristeza!…
***
¡Amor! dice la dama del recamado biso
en voluptuosos pliegues de color indeciso;
¡Dolor! dijo el poeta: los labios de su herida
blasfeman de los hombres, blasfeman de la vida,

modulan el gemido de la desesperanza;
fue el místico sediento que en el raudal se lanza;
su muerte fue la muerte de una lánguida anémona,
se evaporó su vida como la de Desdémona;

ebrio del vino amargo con que el dolor embriaga
y a los fulgores trémulos de un cirio que se apaga…
¡Así rindió su aliento, bajo un sitial de seda,
el último nacido del viejo Cisne y Leda!…

A la Memoria de Josefina

I
De lo que fue un amor, una dulzura
sin par, hecha de ensueño y de alegría,
sólo ha quedado la ceniza fría
que retiene esta pálida envoltura.

La orquídea de fantástica hermosura,
la mariposa en su policromía
rindieron su fragancia y gallardía
al hado que fijó mi desventura.

Sobre el olvido mi recuerdo impera;
de su sepulcro mi dolor la arranca;
mi fe la cita, mi pasión la espera,

y la vuelvo a la luz, con esa franca
sonrisa matinal de primavera:
¡Noble, modesta, cariñosa y blanca!

II
Que te amé, sin rival, tú lo supiste
y lo sabe el Señor; nunca se liga
la errátil hiedra a la floresta amiga
como se unió tu ser a mi alma triste.

En mi memoria tu vivir persiste
con el dulce rumor de una cantiga,
y la nostalgia de tu amor mitiga
mi duelo, que al olvido se resiste.

Diáfano manantial que no se agota,
vives en mí, y a mi aridez austera
tu frescura se mezcla, gota a gota.

Tú fuiste a mi desierto la palmera,
a mi piélago amargo, la gaviota,
¡y sólo morirás cuando yo muera!

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LA FERIA LAS VANIDADES [Mi poema]
David Leo García [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Mis versos son una excusa
para repetir te quiero,
son flores en el florero
inspirados de una musa.
Ni una palabra confusa
ni una estrofa titubeante,
ni un huir hacia adelante,
que este amor no es temporero,
no hay que poner ningún pero
que es franco, limpio y galante.

No es más rico el que más tiene
ni es más sabio el que más sabe,
pues presumir, eso es grave,
si a la verdad no se atiene.
Cuando la duda va y viene
y no deja de ser duda,
la verdad se hace muy cruda
y convierte en un lamento
o es un triste aditamento
que se esconde o se desnuda.

Que un verso es un alegato
que le arrastra la corriente,
si no ve, sabe o presiente,
mientras sueña pasa un rato.
No es sujeto a desacato
de quien dicta las verdades,
que han de tornar nimiedades
cuando llegue el mes de abril
poniéndose de perfil
cual feria de vanidades.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  David Leo García

TRAGAPERRAS

Caminas hacia ella y desentierras
con la bolsa, la vida. A su vacío
corazón te insinúas, a su trío
improbable de números te aferras.

Forzado a disponer de tu albedrío,
tragas tu perra vida en tragaperras;
más guerras no conoces que las guerras
a puño abierto en pie contra el hastío.

Aquí urdirán mañana alguna juerga
cuando ya te hayas ido y ya se haya
cursado tu deber de haber perdido.

Charlarán los mortales en su jerga
mientras un hombre vuelve mientras calla
con la forja vacía hacia el olvido.
(Poema tomado de Urbi et orbi.)

LUNES. NOCTURNO

Sosteniendo las bolsas de basura
como la piel de tóxicos delfines.
Seleccionando de entre la basura
que son los meses, de entre la basura
que son los planes, toda la basura
más digna de acabar en la basura.
Así van los vecinos de mi calle,
todos saliendo al toque de corneta
entre aires y pijamas de galaxias.

Y llegará el camión. Todo el estrépito
pasará como amnesia por la calle,
exterminante ángel de uniforme.
Quedo lívido yo. Se me ha olvidado
con estiércol ungir mi puerta rígida.
En nuestra casa
falta la sombra de su primogénito
sentada en el sofá, nuestro deleite,
nuestro arcángel de mondas de naranja.
(Urbi et Orbi)

AGUA CORRIENTE

Tanto arreglar grifos para ver correr el agua, el agua
que riegue tu simbología de las cosas que perecen, el agua
que preste agua a tu sed incalculable, el agua
que te ayude a mirarlo todo por vez primera,
como si no hubieras pestañeado jamás,
como si los objetos hubieran dejado de inventarse,
esperando, no ya ser hasta siempre, sino haber sido desde siempre, agua
para comunicar tus órganos, para limpiarte el cráneo y convencerte
de que no eres objeto ni lavabo y convencerte
de que tienes que cumplir tus días de hombre, agua
para beber, para procurarte una eternidad,
como si ser eternos nos eximiese de ser torpes,
como si por ser eternos no se nos fueran
a estrellar los vasos de agua contra el suelo.
(Demanda de Sol)

Corazón de ninguno

Desiertos en parcelas, acotados,
nos tienen en reserva. Cada jueves,
con la sangre dormida en un oficio,

se quebrará tu lápiz en la página
y añadirá más grava a la llanura
formada por las tizas, los cosméticos
que perdiste soplándolos,
la astilla lastimándote un tobillo
y las piedras lanzadas a balcones
de piedra, de ninguno, trituradas.

Y, ya que lo preguntas, te diré
que en la raíz de tu desierto
tienes el primer vaso y el siguiente

y todos los que al suelo, cuando niña,
arrojaste admirada de que todos
cayeran como tienen que caer

hasta mostrar sus interiores secos,
su fe caliente en el cristal molido.

Calor y frío

Creo que nos contiene el golpe corto
de la puerta que cierras para evitar el frío.

Pide más frío el pomo de metal.

Y sin embargo arde
la dispersión de los añicos
cuando un vaso se rompe.

Caliente la violencia, vivir sin un análisis
de la temperatura del abrazo
o el gesto que dirigen los quietos ingredientes
mezclados en su justa proporción.

Y frías las hormigas,
las sueltas limaduras de la noche
que buscan un azúcar
también vuelto migajas.

Interiorizo ese trayecto seco
para buscarte, yo
que sólo te conozco por tu aroma.

Al fin estoy contigo. Y es caliente
discutir o la radio de noticias
sin orden, olas de información
clausurando tu casa.

El frío, que comienza en cualquier parte,
acaba en ti. Yo traigo el frío
cuando escribo la historia que nos une.

Y el calor que inauguras
termina en aire. Tiene la habitación el soplo húmedo
de una herida debajo de la ropa.

Nos rendiremos con las sienes juntas.
No puedo conocerte, pero intuyo
que el hogar es el aire
discreto que se mueve
cuando cierras los párpados.

Con lentitud de hoguera vas durmiéndote.
Un golpe en tu conciencia puede quemar la casa.

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Ruth Valdés

Esa parte que me hace falta

Vi a mi padre
la mañana previa
a que me dejara por siempre.
Lo abracé;
ya no estaba muy consciente que digamos.
Nunca lo dije antes,
pero lo sentí tan leve,
tan frágil
que podría haberlo levantado
con un pequeño fragmento
del pensamiento.
Algo en mí se destruyó
en ese momento.
Y desaparecí.

Hasta la presente fecha,
en este deplorable día,
aún no me encuentro.
(Del libro Kudoku Shi – Muerte Solitaria, 2019)

UN PIROPO, POR FAVOR! [Mi poema]
Luis Carlos López [Poeta sugerido]New

MI POEMA… de medio pelo

 

Yo he vivido esperando que las damas
me lanzaran al paso algún piropo,
y hoy me paro a pensar y me sofoco
si es que acaso no anduve por las ramas,
pues miro y no me toco.

Cada día soñando, tensa espera,
me dijeran: ¡chaval, tú eres muy guapo!.
Y en respuesta, trataran cual guiñapo.
Ni una sola yo hallé que me quisiera,
pues miran como un trapo.

Y hoy las damas se sienten ofendidas
y a escuchar las lisonjas no se avienen.
Ignorantes, ¡no saben lo que tienen!.
Pues debieran mostrarse agradecidas
¡mejor que se serenen!

Yo que escaso ando ya de mereceres
y no espero de nadie algún halago,
me pregunto si es justo lo que hago
cuando aun echo un piropo a las mujeres
o acaso es que la cago.
©donaciano bueno

#La muerte del piropo? ¡Qué pena! Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Luis Carlos López

A mi ciudad nativa

Noble rincón de mis abuelos: nada
como evocar, cruzando callejuelas,
los tiempos de la cruz y de la espada,
del ahumado candil y las pajuelas…

Pues ya pasó, ciudad amurallada,
tu edad de folletin… Las carabelas
se fueron para siempre de tu rada…
iYa no viene el aceite en botijuelas!

Fuiste heroica en los años coloniales,
cuando tus hijos, águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.

Mas hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno les tiene a sus zapatos viejos…

 A UN CONDISCÍPULO

“El hombre es digno
de sus propias obras”.

Baronesa de Wilson

¡Qué situación la tuya!… ¡Qué situación la mía!
Los dos fuimos alumnos de griego y de latín
y desde aquellos años de olímpica alegría,
tú no pasaste nunca de ser un adoquín.

Mas hoy, por un prodigio quizás de hechicería,
ya eres académico, tu casa es un jardín,
y sabiamente preñas de duros tu alcancía,
mientras que tu cofrade no guarda ni un chelín…

Después surgió el político. Yo apenas soy un cero.
Viajas en automóvil. Y yo por mi sendero
cabalgo en rocinante sin humos de chofer.

Y yo, cuando te encuentro, con qué efusión te acojo
—siempre andas por la calle más serio que un cerrojo—
con una de las cáusticas sonrisas del Voltaire.

 A UN PERRO

Todo es igual y lo mismo.

Fenelón

¡Ah, perro miserable,
que aún vives del cajón de la bazofia,
—como cualquier político— temiendo
las sorpresas del palo de la escoba!

¡Y provocando siempre
que hurtas en el cajón pleno de sobras
—como cualquier político— la triste
protesta estomacal de ávidas moscas!

Para después ladrarle
por las noches, bien harto de carroña,
—como cualquier político— a la luna,
creyendo que es algún queso de bola…

¡Ah, perro miserable,
que humilde ocultas con temor la cola,
—como cualquier político del día—
¡y no te da un ataque de hidrofobia!

 A MI CASA

¡Pobre casa de mis antepasados!
Si pudiera comprarte, si pudiera
restaurar tus balcones y tejados,
y por el caracol de tu escalera

subir a tus salones empolvados,
para en tu soledad, casona austera,
revivir episodios olvidados,
teniendo en tu zaguán loro y portera…

Pero tú, caserón en esqueleto,
refugio de vampiros y lagartos,
donde penetra el sol hecho una brasa,

¡qué sabes de las cuitas de un biznieto,
de un biznieto aburrido y sin dos cuartos,
que no puede comprarte, pobre casa!…

Adiós

…abandonémis lares
marcando rumbo hacia
remotos climas.
Núñez de Arce

¡Adiós, rincón nativo!… Me voy y mi pañuelo
parece un ave herida que anhela retornar,
mientras singla el piróscafo bajo el zafir del cielo,
cortando la infinita turquesa de la mar.
¡Nunca podré olvidarte, noble y heroico suelo
de mis antepasados!… No te podré olvidar
ni aun besando a una chica que sepa a caramelo,
ni aun jugando con unos amigos al billar…
Pero al imaginarme que yo no pueda un día
tomar a tu recinto, ¡con qué melancolía
contemplóte a lo lejos, romántico rincón!…
Porque, ¡ay!, todo es posible, no exótico y extraño,
si el destino de pronto me propina un buen baño
para darle una triste pitanza a un tiburón…

Versos para ti

y sin embargo, sé
que te quejas
Bécquer

…Te quiero mucho. Anoche, parado en una esquina
te vi llegar… Y como si fuese un colegial,
temblé cual si me dieran sabrosa golosina…
— Yo estaba junto a un viejo farol municipal.
Recuerdo los detalles, cualquier simple detalle
de aquel minuto: como si fuese un chimpancé,
la sombra de un mendigo bailaba por la calle,
gimió una puerta, un chico dio a un gato un puntapié…
Y tú pasaste… Y viendo que tú ni a mí volviste
la luz de tu mirada jarifa como un sol,
me puse más que triste, tan hondamente triste,
¡que allí me dieron ganas de ahorcarme del farol!…

Noche truculenta

Para libar el jugo de agrios vinos
– no dejes ver la pierna,
muchacha – los marinos
vendrán dentro de poco a la taberna.
Son de brusco perfil, biceps de acero,
niños enormes de cuadrada espalda
y andar patojo. – Pero,
¿le arreglarás la falda?
Con sus jarrones de licor, sus dados
y sus cachimbas se darán al juego
carnavalescamente iluminados
por la epilepsia del candil. Y luego
terminarán rugiendo una salvaje
canción sensual. – Del cafetín me salgo,
porque – ¡bájate el traje! –
lo que es aquí pasa algo.

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