A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Benjamín Prado

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SI DICEN QUE ME HE MUERTO NO HAGAS CASO [Mi poema]
Benjamín Prado [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Ayer yo me enteré que había muerto
y ya me han enterrado,
me toco y no me doy por enterado,
posible me ha mirado a mi algún tuerto
que andaba algo sonado.

Que hay veces que estás muerto y no te enteras,
pensando, andas en Babia,
y entonces se desata en ti esa rabia
-ocurre esta impresión de higos a peras-
la mente aquí es muy sabia.

Permitan no lo crean, que me ría,
si alguno lo ha creído,
o lo hace porque está muy confundido
-si digo lo contrario mentiría-
o es que él está bebido.

Si dicen que me he muerto no hagan caso,
prometo les aviso,
que el hecho debe ser algo preciso:
morir es consecuencia de un fracaso,
o bien, porque dios quiso.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Benjamín Prado

EL TERRORISTA 

Soy un hombre que lleva el infierno en las manos.
Soy la justicia,
el dueño de la muerte.
Soy el que va a enseñaros a leer el dolor,
a descifrar su oscuro jeroglífico.

Mi Dios
que puso tinta roja en las amapolas;
que sumó luz y música para crear los ríos,
me manda castigaros.

A vosotros
que sois los hijos de la usura,
la raíz negra de las cosas blancas.
A vosotros
que habláis
con palabras que son sombras de la serpiente;
que vendéis cielos
y compráis banderas
y destruís los ídolos para adorar sus ruinas.

Mi Dios
que pensó el oro musculoso del tigre;
mi Dios que hace y deshace este reino de arena,

me da el poder,
me envía a destruiros.

Ya se acercan las llamas.
Ya cae la lluvia roja.
Ya sale la verdad de entre mis manos.
Ha llegado el momento.
Dios elige a sus mártires
como el puñal inventa al asesino.

4 de octubre en Landmark Hotel

-Si es un sueño no quiero que nada me despierte
-decías con El ángel que nos mira en la mano
y corriendo bajo la lluvia- decías
la tormenta es un tigre,
el tigre tiene un movimiento de árbol
que va entrando en la noche.

Bajo la lluvia,
a solas con tu vida entre cielos e infiernos,
entre nada ya es suficiente y demasiado no basta,
mirabas caer la oscuridad en los parques
-como un sonido de campanas sobre el agua-
y decías una canción es sólo
la forma de salir de un callejón sin salida,
mirabas la oscuridad,
con tu corazón perseguido por los leones,
con tus plumas azules y tus sortijas árabes.

20 años después, mientras me hablas
de pequeñas ciudades -me pregunto
si un recuerdo es algo que conservamos
o algo que hemos perdido-, de pequeñas ciudades junto al mar,
yo comprendo que sólo fuiste un sueño. Y como dice
Delmore Schwartz en una canción de Lou Reed,
en nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades.

La última playa es fría y tiene una luz extraña,
una luz blanca hecha de pájaros caídos.
20 años después, desde este mundo
de las cosas tal como son, tenemos
nuestras propias preguntas. y respuestas
que huyen de tu nombre
como animales asustados por un trueno.

El sueño es dulce, sientes
grandes ruedas de fuego en el calor del día.
y Lou Reed también dice
que si cierras la puerta
tal vez la noche dure para siempre.
De «Cobijo contra la tormenta» 1995

VII – Una noche te dije…

-Una noche te dije: -Quien no tiene secretos
nunca tendrá piedad.
Llovía, pero abriste una ventana.
La tormenta era azul dentro del bosque.
La mancha roja de las rosas
se extendía
por el corazón de los jardines.
y el mundo era un mundo de otra época:
como la vez que estábamos en una casa abandonada
viendo un incendio antiguo.
De «Asuntos personales» 1991

IX – Conduciendo bajo la lluvia…

Conduciendo bajo la lluvia,
la luna es del color de los coches que pasan.
Atrás queda el pequeño
hotel de carretera junto a un bosque.
Conduciendo bajo la lluvia,
en los jardines públicos brillan ángeles fríos.
Atravesando calles
tranquilas,
soledad edificada.
Conduciendo de vuelta hacia nosotros mismos.
La última frontera es nuestro corazón.
De «Asuntos personales» 1991

Asomado al balcón que soy yo porque te amo…

Marsella, 1986

Asomado al balcón que soy yo porque te amo,
pasas por mis recuerdos
igual que se atraviesa una casa vacía.
Frente a mi soledad
se alza seriamente
un viejo panorama de edificios sin luna:
luces suaves
de esta madrugada
con gente triste y niebla en las glorietas.
Luces brillantes de la madrugada.

Te quedas en Madrid. A mí me esperan
casas cerca del mar,
ese cansancio azul de los hoteles,
los cuartos alquilados
donde alguien ha muerto alguna vez.
No pasarán,
los días,
tan despacio.

Pero vendrán las lluvias,
la nostalgia creciendo
como crece el amor en épocas de guerra.
Alguien recordará, seguramente,
el largo invierno del ochenta y seis.
De «El corazón azul del alumbrado» 1991

Conversación en la isla

-Escribir un poema es intentar desatarse,
adivinar en qué mano está la moneda
-dije yo-. Tú mirabas
el sol igual que un fuego encima de la isla
y yo dije: -La poesía empieza
cuando ya has olvidado qué es lo que te asustaba
pero aún tienes miedo.
Yo veía
las torres blancas. Tú dijiste: -Es raro,
nos gustaría huir
pero nadie nos sigue.

Junto al agua,
partiendo nuestras vidas,
cortándonos las manos al coger los cristales,
tú dijiste: -La poesía es todo
lo que hay entre un disparo y el animal herido.
Parecías
tan lejos, tan a salvo
de ti y de mí;
distinta igual que siempre,
rota y vuelta a armar de una manera nueva.

El sol se fue. La noche
se acercaba y yo dije: -¿Recuerdas que jugábamos
a poner nuestros años
al lado de la Historia? Por ejemplo:
aprobaste Latín y Armstrong llegó a la luna…
Y tú dijiste: -El fuego
de los días,
la suma
de las horas,
las letras de «Armstrong llegó a la luna»…
Estábamos tan solos,
tan cansados,
como perros perdidos en medio de la lluvia,
como hombres mirando la noche desde una casa vacía.

Vi las últimas luces de la costa y el cielo
extraño encima de la playa. -A veces
-dije- no hay más que eso
y algún sitio donde ir pero ningún sitio donde quedarte
y palabras que son las piezas del abismo
y recuerdos igual que disparos en una diana.

Luego llegó la luz, el ruido azul
de la mañana,
mientras tú decías:
-Te di mi corazón y quisiste mis sueños,
te di mis sueños pero quisiste mi esperanza.
y yo dije: -Sí, es eso. Eso es todo:
una sola mujer y un millón de maneras de perderla.
Me miraste. Dijiste: -¿Y después? Y yo dije:
-Nada. Después no hay nada.
Después de eso
tenemos que estar juntos para siempre.

Nos quedamos callados,
junto al agua,
mientras la luz rompía el orden de la noche,
mientras el mar se estrellaba contra los nombres de las ciudades.
Mirando el sol sobre las torres blancas.
Cada uno observando su corazón moverse
lo mismo que un pez rojo en la oscuridad de un río.

La sombra de las torres se parecía a mi vida.

Cada uno protegido por su propio dolor,
como ángeles mirando una tormenta desde el fondo del cielo.
De «Todos nosotros» 1998

Ecuador

Hace falta la noche para ver las estrellas.

Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón-
una verdad aún sin realidad;
busco en la tinta verde de todo lo que escribo
un planeta sin nombre o una jungla perdida.

Y hace falta la noche.

Yo me siento en las sombras,
prendo un fósforo,
tallo mis esmeraldas, construyo mis panales.
Todo es igual y todo es diferente.

La vida,
que fue un río,
es ahora un océano,
el pasado es la arena y el agua es el futuro.

Hace falta la noche.

Todo está en mí
lo mismo que un clavo en la madera:
cada paso en la nieve,
cada luz apagada,
cada piel encendida.

El corazón azul del alumbrado

W. H. Auden 1907-1973

Esta oscuridad tranquila de verano
-ríos de estaño suave, con la luna
sobre el capó de un coche
solitario y luz niquelada en las sombras
artificiales del jardín- descubre
casi siempre en nosotros cierta inclinación
a la melancolía.

Hay una calle larga,
helada por la nieve de los globos eléctricos,
que vuelve
y el latido
del frío entre los árboles
igual que un corazón disciplinado.

Era mil novecientos
setenta y tres, septiembre con inmensas
tardes color de acero y la vida
en mis primeros años de estudiante:
el sol
olvidado en el campo de deporte
hacia el final del día
o la hermosura
incongruente del laboratorio.

Una tarde oímos la noticia
por la radio.
La ciudad extendía sus hospitales blancos;
las carreteras estaban vacías;
lejos
de su muerte, el público llenaba los estadios
y reía en los cines.
Entre nosotros, alguien comentó las palabras
torpes del locutor:
aquel poeta
norteamericano nacido en Inglaterra.

Con los años, querríamos
ocupar nuestro sitio en los poemas
suyos que nos estaban destinados,
por ejemplo En memoria de W. B. Yeats,
El escudo de Aquiles o Un paseo
después de anochecer .

Pero íbamos a hablar de la melancolía.
Cuando la claridad
suelta viejos leones dorados en la mente,
viejos leones tibios que cruzan con sigilo
el corazón azul del alumbrado.
De «El corazón azul del alumbrado» 1991

El viajero

para Javier Egea

Te acompañaban siempre los violines.
Tus poemas estaban en ti como los peces
en el fondo de un río.

Eso es lo que vi en ti:
peces en el desierto,
música amenazada.
Te vi hacer bosques y subir montañas,
te vi cavar abismos con tus manos.
No supe dónde ibas.

Te vi buscar la sombra entre la luz,
te vi buscar la muerte entre la vida,
y no pude entenderte.

Yo no sé qué has ganado, pero sé qué has perdido:
tu música,
tus peces,
tus montañas azules.

No puede ser feliz quien entierra un tesoro.
No puede ser feliz
quien envenena el agua de su vida.
De «Un caso sencillo» 1986

En el camino

Han pasado diez años y es un día de invierno.
Tú caminas por las avellanedas.
y vas junto a esos sauces amarillos que avanzan
por los ríos con luna.

No será como ahora, no tendrás veinte años;
la nieve irá acercándose a tu casa
y el aire verde moverá en tus ojos
sus bosques de cristal y de silencio.

Recuérdalo, hubo un río.
Los árboles vivían
en el imán del agua.
Por la noche, escuchábamos gotear en las sombras
la canción de los búhos.

Y, luego, la corriente se llevó nuestras caras.
No sabemos a dónde. No sabemos por qué.

Aún estamos aquí.
Pero, de pronto,
han pasado diez años
y tú y yo somos dos desconocidos.
De «Un caso sencillo» 1986

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HABLEMOS EN PLURAL [Mi poema]
Amílcar Bernal [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Hablemos en plural, de todo el mundo,
de aquellos que gobiernan los que menos,
que a todo lo que ocurre son ajenos,
y a mi siempre me vuelven iracundo,
al verles sus talegos ya tan llenos.

Hablemos de las gentes, los gobiernos
que antaño eran del pueblo, repicaban,
y si alguien no creía criticaban,
y hoy solo se dedican a jodernos
y a ver que nos mentían y trepaban.

Hablemos de los pobres, los que mandan
tan prestos a cuidar sus intereses,
antaño tan plebeyos y hoy burgueses,
aquel falso camino lo desandan
diciendo tonto tú que les creyeses.

Hablemos de los parias, la batuta
de aquellos que dirigen esta orquesta
al tiempo vivirán a mesa puesta
poniendo sus veneno en la cicuta
al ver como a los otros los apesta.

Hablemos del Gobierno sin tapujos
que insisten que nos vienen a salvar,
y empiezan con impuestos a gravar
para ellos disfrutar de muchos lujos
a costa que nos puedan arruinar.

Mejor hablar de fútbol, de mujeres
tirándole a este mundo pedorretas,
con bromas haciendo uso de mil tretas,
guardando a buen recaudo los placeres
mandando al que gobierna a hacer puñetas.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Amílcar Bernal Calderón

El azar y la duda

A Marcela Salgado

La vida es un sendero
donde la Duda construye una verdad. Se muere
uno de saber lo justo. ¿Se podría
llevar a la muerte la almohada? Tiene
razón quien afirma
que dos más dos es cuatro. ¡Hasta ahí!
Lo demás es alta matemática,
cifras del Azar que es el dueño de todo. Por culpa
de la esfericidad de la tierra
el lugar más lejano de uno es uno mismo
y a la vez el más cercano; entonces
entre más se aleja uno de un amor
más se acerca a él.
Hablaba de la vida, creo
porque tengo experiencia en respirar y gracias
a eso vivo.

Crepúsculo blanco

A don Migueu, que vio la misma garza
que voló en mi sueño.

¿Adónde van las garzas?
A habitar los manchones de la tinta regada
del crepúsculo; vuelan
a licuarse en el luto de los árboles negros,
a aprender el idioma de las ramas más altas,
las palabras de hielo, la neblina que tapa
con su muro sin roca los colores del alba. Van las garzas, la tarde
agoniza. Se estila
—es de garzas costumbre—
acostarse entre nubes y flotar casi ausentes
en las ramas del aire; no ser viento
ni ala por las próximas horas;
no ser pluma ni prisa. Ser la noche que vino
disfrazada de nieve
a enredar en el árbol los cordajes del sueño.

Voyeur

Cuando huye la luna por mis ojos
que en la ventana,

y los autos se alejan en las luces
rojas
como sangre cobarde,

cuando la luna
llega
acercando su rostro a la ventana
y
mira huir a los autos en sus luces
rojas,
como noches de sangre,

cuando tarde
me encuentro en la ventana con la noche
y juntos
apostamos carreras sin movernos
como lunas cobardes,
puntos de luz hacia su mundo incierto
van en los autos que mis ojos cuentan
como ocasiones para huir que tuve
y no abordé.

Foto fija

A Adolfo Anuff, que va a cumplir años.

El gato y el ratón salen cada uno a la luz
por primera vez
el mismo día, a la misma hora,

el gato desde un rincón abrigado
como una caricia de durazno,
……………………………………….el ratón
desde una oscuridad de escalofrío,

y cada uno gasta en el otro
su primera mirada. Están
en la casualidad de la misma foto,
cada curiosidad como un espejo de la otra,
extasiados.

Se asombró el gato ante la certeza del ratón
y el ratón de lo mismo. El universo
de cada uno fue del otro en el primer atisbo de la luz. Y
podría jurarse
que el mundo fue inventado dos veces, una
para cada mirada.
………………………..Y después fue la vida.

Escrito fuera de casa

De cuántas aguas está hecho mi aguacero,
qué caminos
de nubes y huracanes
un día se encontraron
en este barrizal. Y aquí la lluvia.
Cae
—un asunto de presiones y velocidades del viento
tan previsible como la siguiente primavera—
esta lluvia políglota
fabricada con vientos de todos los mundos,
con polvo de mil y una batallas,
con ecos de gritos que nunca quisieron sobrepasar
las cortinas de tul de cada lecho.
Llueve arena de todos los desiertos,
viajera pertinaz, cometa
de todos los agostos, todo
lo cósmico y alado en mi aguacero
vive —oh—
y sería perfecto si no fuera
—mierda—
porque me vine sin paraguas.

De súbito

Un tipo con cara de malo del cine pasó por mi noche
metiendo suspenso, el miedo sembrando. ¡Qué tipo
con cara de malo del cine, qué susto, su vaho
deja sin sonrisa los rostros pintados, borra la alegría,
torna suspensivo lo que antes un punto
final era y basta! Un miedo con cara
de tipo que punto
suspensivo fuera, del todo maligno,
llegado nocturno, sigilo y vampira
mente acolmillado y con cara de cine
con resucitados y muertos que vuelven
por alcohol a casa,
un tipo profunda
mente escalofrío con cara de malo
pasó por la calle
que besa mi mundo.

Cromáticas

La diferencia entre el negro y el gris
es sólo una pincelada de tristeza;
entre el rojo y la sangre: la guerra;
entre el amarillo y el sol es la gota
de un cansado sudor.

Entre el anaranjado y la sed
sólo existe una fruta de distancia,
entre el verde y la alegría
un largo desierto,
entre el violeta y el morado
un error de la luz.

Entre el azul y el cielo
la diferencia son las mentiras sobre dios;
entre el ocre y el ladrillo
la casa sencilla de un pueblo pintado
con óleo y pasión;
entre el beis y el marrón
el olor del tabaco, el café de las dos.
El espacio entre la transparencia y el vacío
con sangre y deseo
lo llena el amor.

La diferencia entre pintar y soñar
es el color.

Tic tac

Junto al reloj antiguo,
……………………………..que suena
como lluvia de instantes sobre el techo del mundo,
uno espera contando latidos
como si viviera.

Junto al reloj digital,
……………………………..que es mudo,
condenado al silencio uno espera
cual si en el siguiente momento vacío
habitara la muerte.

Oh, mi corazón,
este triste reloj que no logra
mi sangre entender.

Enfermarás

Enfermarás
cuando empiece tu tiempo a cansarse
del horror de posar detenido
al borde de esa edad tras cuyo salto
comienza el infinito.

Enfermarás de resultados definitivos,
de flechas que aún yacen en el blanco
tras haber hecho las dianas posibles;
de sumas exactas y escasos residuos;
de no más abrazos,
de no más deseo.

Enfermarás
de visiones de hijos difusos,
de amores en sueños con punto final;
de la invalidez de todos tus permisos,
del desahucio de todas tus bacterias;
de la declaratoria oficial de nulidad de todos tus principios.

Enfermarás en el momento en que los jueces de impuestos
decidan no acosarte más;
cuando la más empecinada de tus locuras condescienda
a negociar con la razón monótona del prójimo;
en el último instante
del último mes de todas tus cuotas mensuales.

Enfermarás con el último bolsillo vacío
de usura y derroche;
tras beber en las manos del hastío, como en un desierto,
los ríos venenosos,
y haber escuchado completa la música: haberla bailado
al son del recuerdo,

enfermarás

y tendrás envidia
de quienes se quedan y pueden amar,
de quienes aún consiguen ser novios de alguna,
de los que no suelen sufrir de los males
que pudren el tiempo,
de los tranquilos que ya no serás,
de los que dirán las siguientes palabras,
los versos de nunca.

Y morirás de ti mismo sin serlo,
porque fuiste quizás sólo el sueño
de torpes demiurgos, ni Juan ni su intento,
de regreso al azar de un origen que traza futuros
que no te conciernen,
como el ciego que toca la tierra
con bastones de duda y tropiezos
avanzando de oscuro hacia negro volviéndose foto,
palabras en cartas, olvido y silencio.

Y después todo.

Uno o cualquiera

Copiado con la incertidumbre de la cal en el agua
como letra de pez
transparente y esquiva;
solo en su rol de sombra que se aferra
a la línea tortuosa de una cara obligada;
ajustando su horario a los pasos de un alba
contagiada de oscuro, va
el habitante de una sordera tan honda como el lecho del plomo
en la saeta de las cartas sin ruta que dan contra los muros
o enviado al fin del mundo
para dar la noticia del error que otros callan;
asediado por orgasmos adonde no llega el deseo
—saliva repudiada por el labio—;
dueño de herencias que extraños derrocharon
como agua vertical o de espejismo:
hielo.

Nuevo para los siempre presentes en la extranjería de la historia;
un tipo de vigilar, dicen de él los de su propio espejo;
el de los pasos tardos —piensa el ciego del bastón mudo
sobre el césped negro de su imaginación—;
ajeno para el pan como el suspiro pómez de la piedra muerta
pero muy conocido para el perro de nadie
y el vestido que baila su ajena alegría
en la fiesta de los sábados de cada nunca.

Por ese,
línea ahora perdida en el borrón, luz en la luz,
razón en lo cierto, sangre en la intención de la daga, el confundido
por todo lo visible, ese cualquiera,
inverso como un eco, torcido como el índice de la vejez,
siempre a punto de nada, el favorito
de los rostros anónimos, voten,

voten por él

para que sea proscrito de las listas
confeccionadas con las cifras personales de los que prestan su perfil
para la salvaguarda de los asuntos del estado,
de la fe,
de la prostitución de los oficios.

Rincones

El gato y el ratón salen cada uno a la luz
por primera vez
el mismo día, la misma hora,

el gato desde un rincón abrigado
como una caricia de durazno,
………………………………………..el ratón
desde una oscuridad de escalofrío,

y cada uno gasta en el otro
su primera mirada. Están
en la casualidad de la misma foto,
cada curiosidad como un espejo de la otra,
extasiados.

Se asombró el gato ante la certeza del ratón
y el ratón de lo mismo. El mundo
de cada uno fue el otro en el primer atisbo de la luz. Y
podría jurarse
que el mundo fue inventado dos veces
en la misma mirada,

y después fue la luz.

Ojos de faro negro

De la noche salieron los gatos
en su paso de nubes oscuras, huyeron
de la noche los hondos ronquidos,
los búhos
que alquilaron disfraz de pingüino, los pasos
de los celadores —dormida
su pistola los acompañaba.
…………………………………..Partieron
los que mueren a diario
de la vida nocturna
ni raudo ni lento, si acaso
como manda el reloj que repite
latidos eternos; se fueron
las putas
del andén alcahuete a la una
de la madrugada, la luna
alumbraba en sus pechos. No quedan,
cuando el alba encandila su miedo
de sol primerizo, vestigios
de la tinta vestida de viento
que es noche y recodo
de ojos cerrados.
………………………O apenas
quedo yo, por recuerdos tomado,
de nostalgia en nostalgia mirando
—la ventana me cede dioptrías—
cómo pierde la noche su tiempo,
su tinte y su alma,
y me deja en el centro de todo
sin nada a la vista, uno,
non
disfrazado de tango y vampiro
sobre el borde de todo,
vacío
de luz y miradas,
soledad que amanezco pensando
en la luz de unos ojos perdidos.

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MI POETA INVITADO:  Benjamín Prado

Hablemos, parlem 

Hablemos sin cuchillos en las manos
Hablemos sin quemarnos las banderas
Con razones, sin sangre en las aceras
Con libertad, sin ira, como hermanos
Hablemos de palabras, no de idiomas
Digamos "te respeto", "no te vayas"
Sin ver puntos finales donde hay comas
Sin ver desiertos donde solo hay playas
La justicia consiste en ser iguales
La igualdad, en poder ser diferentes
La esperanza, en querer mover montañas
Que aprendan a pensar en nuestra gente
Abrir ventanas, sin romper cristales,
Hay sitio para todos en España.

UN HOMBRE A SU MANERA [Mi poema]
Armando Uribe Arce [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Habrá que hacer un hombre a su manera,
un hombre como quiera que dios manda,
que aprenda a comprender que en esta banda
el ritmo nunca sale cual quisiera.

Resulta yo nací para ser hombre
y en esta tentativa me he enfangado.
No quiero aquí pensar que me he quedado
sin nada que ofrecer y hasta sin nombre.

Ser hombre, quiera dios que yo lo fuera,
tarea que a pechera no le alcanza,
ser hombre y ser honesto, esa balanza,
habremos de esperar a que me muera.

Amigo, piensa bien lo que te espera,
los vientos del ayer hoy han cambiado,
ser hombre está mal visto, eres gafado,
que el gallo no ha la cresta que blandiera.

Pues salgo hoy a vivir y me persiguen,
me quieren condenar hasta en la hoguera,
No sé por qué quisieron que viniera.
Me voy antes de ver si lo consiguen.
©Donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Armando Uribe Arce

A peor vida

Busco en vano la puerta: no hay umbrales
todo el suelo y lugar donde solía
jugar conmigo mismo a juegos tales
que no me atrevo a recordar hoy día.
Golpeo el suelo con el puño, fuerte
y se abre un hoyo cuyo nombre es muerte.

ARMANDO URIBE y sus 5 poemas

1
La muerte sola es caos.
¿Alguien ha visto un caos?
No tiene piernas, brazos.
Muerte en silla de ruedas.
Muerte, no tiene caso
ni suerte, y ruedas, ruedas.

2
Se dicen los adioses
finales. ¿Por qué lloras?
Es que no hallo las horas
de morir. Y no hay caso.
Marcho paso tras paso
detrás de las señoras
fatales. ¿Por qué lloras?
No me quieren los dioses.

3
Líbrame: flojo y aburrido
me saco chispas de centolla,
bestia redonda me suicido,
en este mundo ¿quién me apoya?
En este mundo, en este nido
no cabes, muerte, en esta olla.

4
Y cómo quisiera estar muerto,
en traje de muerto,
con cofia y este par
de ojos negros abiertos.

5
Es muy probable que no seas
ni aquello ni lo otro
ni esto ni lo uno.
Adiós, adiós. ¿Qué hubo?
Qué me resta.

Cómo desapareces

Cómo desapareces, cómo no estás: te busco.
Mis manos desoladas te buscan, aire o fuego.
Mi corazón te busca debajo de las piedras
donde hay pájaros muertos, caracoles.
Tú sueñas, ay, tú duermes, tú conoces el día:
tú me dices adiós y adiós es -nunca-.

Críticas a la vida política

La dictadura
no fue un error, tiene apellidos,
como colas de rata o lagartija,
y su elenco de honor para asesinos
los regocija todavía y dura
indefinidamente; no fue un malentendido
sino la voluntad de pasar una lija
de hierro por encima de los niños.

Críticas a la vida sexual

Ciudades complicadas y secretas
y los terceros pisos en penumbra!
Libros de estampas japonesas,
Grabados en los muros, y abanicos,
Borlas de terciopelo y correas de seda,
Espejo grande oblicuo.
Amarrada a los pulsos, de los pies amarrada.
Sonrisa dolorosa con rouge color violeta.
Y la grupa es un grupo de amores que retozan
Con suaves movimientos de caballo las crines al aire del aliento.
Crimen de la virtud y delicia del vicio,
Anchas manchas violáceas, moretones
Dulcísimos, saliva como jugo
De agua marina, joyas en anillos
plateados, instrumentos de torturas
vehementes, el sol nos deja ciegos
con su relámpago y su rayo que desnuca.

Críticas a la vida social

¿Y qué fue del chileno
viril, culto, vernáculo,
señor de alguna tierra,
que sabe algo de leyes,
tranquilo? Se acabó, estará enterrado:
ya no corren los trenes,
las cortinas de fierro ya se cierran,
la ciudad y los campos son como cementerio.

Críticas de miedo

Los muertos que fuimos ya se aburrieron
de estar muertos. No renacimos sino que nacimos
mal hechos unas furias, maltrechos y con caras
de ningunos amigos de nadie en absoluto.
En eso estamos. Nos barrieron
debajo de los pies con escobas de arbusto.
Luego después de lo cual nuevamente nos fuimos
a las regiones lóbregas desde donde apagamos
… las lámparas.

No comprendeís aún la vida,
¿como querríais comprender la muerte?
Empezad por la vida. Está compuesta de esta
incomprensión. La pregunta atrevida
no la perturba. (Desperécela y vierta
en su útero). Dormid con ella siesta.

Cuentan los hombres

Cuentan los hombres
que hace años hubo un crimen en el Paraíso:
algo así como un robo de manzanas.
Los culpables se enfermaron de la fruta mal habida
y fueron asistidos por los gusanos que moran en las manzanas
y la tierra fue de los gusanos.

Divagaciones

La muerte despiadada no hace excepciones: uno
por uno nos recoge del suelo en que vagamos
como hormigones negros -cuando menos pensamos
pero en nada pensamos- cuando nos llega el turno
despiadada nos coge con sus pinzas de fierro
nos traslada al lugar de nuestro entierro.

La catástrofe el holocausto el fin
del mundo el cielo y el infierno
la loca el imbécil y el estafermo
bailando en honor del delfín
que me lleva en su lomo
y en la cabeza tengo un cono
con las letras: culpable
pues me prohíben que hable.

La baja estofa y la mala ralea,
los mentecatos, los canallas
y los mediocres sus primeros hermanos
por más que mucho se laven las manos
y alcen como abanicos sus agallas,
muy mal olor que no se orea.

Siniestra sordidez, abre tus alas de paraguas,
agítate murcielago peludo,
calvo, panzón, desnudo,
rondan la cama mariposas vagas.
Este, que fue mi amigo ya no lo es.
Siniestra sordidez
de todo lo que me rodea,
todos sonriendo y portando una tea.

Los zorros y los lobos tienen sus madrigueras
pero el hijo del hombre los hijos de los hombres
¿dónde reposan dónde descabezan
sus sueños? Pesadillas. ¡Y que troten
las caballerías de los degüellos!
Que se abra el lacre de los sellos.

«No comen, ni tienen excrementos mayores:
aunque es opinión que les crecen las uñas,
las barbas y los cabellos».
¡Encantados cadáveres! Amores
sepultados ahora son pezuñas
que se mezclan con vellos.

El apagado mundo

El apagado mundo, el encendido
mundo, el eterno, el escarpado monte
que hay que subir a pie desnudo en roca
viva, sin escaleras, manto oscuro
de mineral compacto, piedra almohada,
el mundo amado, muro amargo
en torno a la espinosa nada a solas.

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Benjamín Prado

Poema a la manera -

Te abracé y la niebla perdió su nombre.
Crucé tu espalda y se abrieron las jaulas.
Entonces me hablaste, rozaste mi vida, se borraron los cuervos.
Cuando escuché tu nombre se tacharon las espadas.

Tú te llevaste los serruchos
viniste con las manos llenas de parques.
Tú me miraste y el cansancio se dio la vuelta.
Te desabroché la blusa y se cerró la tristeza.

Yo era un hombre cubierto de maleza,
yo era un hombre abrochado al desánimo,
intentaba hacerle esguinces al invierno.

La amargura tejía sus ciudades en mis cuadernos
pero llegaste para hacer sonreír a las cucharas
para tenderle una emboscada a los cuartos vacíos.

Besarte fue zarpar hacia un país sin dudas.
Yo sólo recuerdo la dirección de tu cuerpo.
Soltaste por mi cuarto los pájaros del júbilo
que volaron todos juntos como cien mil toneladas de periódicos.

Tu cara fabrica diques contra la melancolía.
La soledad son cien millones de preguntas.
Tu cintura es la respuesta a todo.