A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Antonio César Morón

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YO ERA UN NIÑO CANTANDO EL «CARA AL SOL» [Mi poema]
César Moro [Poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

 

Prometo, no fui yo quien lo pidiera,
-yo era un niño cantando el "Cara al Sol"*-,
una especie incipiente de español
al que un día robaron la cartera
y hoy se siente cual fuera un esquirol.

Los curas, los maestros, mis mentores,
servir a Dios, la Patria, los preceptos.
Habríamos de ser siempre correctos
rindiendo fiel tributo a los mayores
en fila, refinados y perfectos.

Debíamos cantar "Prietas las filas"
jurando a la bandera respetar,
tres marías había que estudiar*
cuidando de guardar en las mochilas
el pan y la justicia y no pecar.

Aún suenan en mi mente aquellos gritos
¡viva España! y el himno nacional,
y hoy pretenden ponerme a mi un bozal.
Si canto me aventuro a escuchar pitos,
y tildan de que soy un carcamal.
©donaciano bueno

Y yo qué #culpa tengo si a mi me enseñaron a cantarlo? Share on X

*las tres marías (Religión, Gimnasia y FEN) *Cara al sol es el himno de la Falange.

MI POETA SUGERIDO: César Moro

La leve pisada del demonio

En el gran contacto del olvido
A ciencia cierta muerto
Tratando de robarte a la realidad
Al ensordecedor rumor de lo real
Levanto una estatua de fango purísimo
De barro de mi sangre
De sombra lúcida de hambre intacto
De jadear interminable
Y te levantas como un astro desconocido
Con tu cabellera de centellas negras
Con tu cuerpo rabioso e indomable
Con tu aliento de piedra húmeda
Con tu cabeza de cristal
Con tus orejas de adormidera
Con tus labios de fanal
Con tu lengua de helecho
Con tu saliva de fluido magnético
Con tus narices de ritmo
Con tus pies de lengua de fuego
Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas
Con tus ojos de salto nocturno
Con tus dientes de tigre
Con tus venas de arco de violín
Con tus dedos de orquesta
Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo
Y vaticinar la pérdida del mundo
En las entrañas del alba
Con tus axilas de bosque tibio
Bajo la lluvia de tu sangre
Con tus labios elásticos de planta carnívora
Con tu sombra que intercepta el ruido
Demonio nocturno
Así te levantas para siempre
Pisoteando el mundo que te ignora
Y que ama sin saber tu nombre
Y que gime tras el olor de tu paso
De fuego de azufre de aire de tempestad
De catástrofe intangible y que merma cada día
Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la
sospecha que tuerce la boca del tigre que en las
mañanas escupe para hacer el día
De “La tortuga ecuestre” 1936-1939

La nieve es blanca

La nieve es blanca
la lana añosa la idea lanosa
mi amada hermana rencorosa
toda la sangre del mundo
hierve
en frío
Pese a la muerte mi hermana
por la blancura
con la edad
la idea se convierte en lana
soporte de nieve
de la sangre
Pero la luz vive
eterna
nada la detiene
ni la muerte ni la edad
ni la idea
Pero la nieve la refleja
y todo está dicho en la luz
el amor diverso divino
es sólo un acto de luz
si veo bebo
nadie podrá
agotar la luz ni la sed en mí
en el corazón de la luz
su hijo
De «Amour à mort»
Versión de Aldo Pellegrini

La vida escandalosa de César Moro

Dispérsame en la lluvia o en la humareda de los torrentes que
pasan
Al margen de la noche en que nos vemos tras el correr de nubes
Que se muestran a los ojos de los amantes que salen
De sus poderosos castillos de torres de sangre y de hielo
Teñir el hielo rasgar el salto de tardíos regresos

Mi amigo el Rey me acerca a su tumba real y real
Donde Wagner hace la guardia a la puerta con la fidelidad
Del can royendo el hueso de la gloria
Mientras lluvias intermitentes y divinamente funestas
Corroen el peinado de tranvía aéreo de los hipocampos relapsos
Y homicidas transitando la terraza sublime de las apariciones
En el bosque solemne carnívoro y bituminoso
Donde los raros paseantes se embriagan los ojos abiertos
Debajo de grandes catapultas y cabezas elefantinas de carneros
Suspendidos según el gusto de Babilonia o del Transtévere
El río que corona tu aparición terrestre saliendo de madre
Se precipita furioso como un rayo sobre los vestigios del día
Falaz hacinamiento de medallas de esponjas de arcabuces
Un toro de significativa alegría muerde el seno o cúpula
De un templo que emerge en la luz afrentosa del día en medio
de las ramas podridas y leves de la hecatombe forestal

Dispérsame el vuelo de los caballos migratorios
En el aluvión de escorias coronando el volcán longevo del día
En la visión aterradora que persigue al hombre al acercarse la
Hora entre todas pasmosa del mediodía
Cuando las bailarinas hirvientes están a punto de ser decapitadas
Y el hombre palidece en la sospecha pavorosa de la aparición de-
finitiva trayendo entre los dientes el oráculo legible como sigue:

Una navaja sobre un caldero atraviesa un cepillo de cerdas
de dimensión ultrasensible; a la proximidad del día las cerdas se
alargan hasta tocar el crepúsculo; cuando la noche se acerca las
cerdas se transforman en una lechería de apariencia modesta y
campesina.
Sobre la navaja vuela un halcón devorando un enigma en forma de
condensación de vapor; a veces es un cesto colmado de ojos de
animales y de cartas de amor llenas con una sola letra; otras veces
un perro laborioso devora una cabaña iluminada por dentro. La
oscuridad envolvente puede interpretarse como una ausencia de
pensamiento provocada por la proximidad invisible de un estanque
subterráneo habitado por tortugas de primera magnitud.

El viento se levanta sobre la tumba real
Luis II de Baviera despierta entre los escombros del mundo
Y sale a visitarme trayendo a través del bosque circundante
Un tigre moribundo
Los árboles vuelven a ser semillas y el bosque desaparece
Y se cubre de niebla rastrera
Miríadas de insectos ahora en libertad ensordecen el aire
Al paso de los dos más hermosos tigre del mundo..
De «La tortuga ecuestre» 1936-1939

Llamado a los tres reinos

Hablo a los tres reinos
al tigre sobre todo
más susceptible de escucharme
a las limaduras a la carbonilla
al viento que no se sitúa en ninguno de los tres reinos
para la tierra habría que usar un lenguaje de cieno
para el agua un lenguaje de ventosa
para el fuego apretar la poesía en un torno y romper el cráneo
atroz de las iglesias

Hablo a los sordos de orejas tumefactas
a los mudos más imbéciles que su silencio impotente
huyo de los ciegos pues no podrán comprenderme
todo el drama sucede en el ojo y lejos del cerebro

Hablo de un cierto encanto incomprensible
de un habito desconocido e irreducible
de ciertas lágrimas secas
que pululan sobre el rostro del hombre
del silencio que resulta el gran grito del nacimiento
de este instinto de muerte que nos subleva
a nosotros los mejores de entre los hombres
cada mañana se hace tangible bajo la forma de una medusa
sangrante a la altura del corazón.

Hablo a mis amigos lejanos cuya imagen confusa
tras una cortina de estrépito de cataratas
me deleita como una esperanza inaccesible
bajo la campana de un buzo
simplemente en la soledad de un claro de bosque.
De «Le château de grisou»1939-1941

Oh furor el alba se desprende de tus labios

Vuelves en la nube y en el aliento
Sobre la ciudad dormida
Golpeas a mi ventana sobre el mar
A mi ventana sobre el sol y la luna
A mi ventana de nubes
A mi ventana de senos sobre frutos ácidos
Ventana de espuma y oleaje
Sobre altas mareas vuelven los peñascos en delirio y la alucina-
ción precisa de tu frente
Sobre altas mareas tu frente y más lejos tu frente y la luna es tu
frente y un barco sobre el mar y las adorables tortugas
como soles poblando el mar y las algas nómadas y las que
fijas soportan el oleaje y el galope de nubes persecutorias
el ruido de las conchas las lágrimas eternas de los coco-
drilos el paso de las ballenas la creciente del Nilo el polvo
faraónico la acumulación de datos para calcular la velo-
cidad del crecimiento de las uñas en los tigres jóvenes la
preñez de la hembra del tigre el retozo del albor de los
aligatores el veneno en copa de plata las primeras huellas
humanas sobre el mundo tu rostro tu rostro tu rostro
Vuelven como el caparazón divino de la tortuga difunta envuelto
en luz de nueve
El humo vuelve y se acumula para crear representaciones tangi
bles de tu presencia sin retorno
El pelo azota el pelo vuelve no se mueve el pelo golpea sobre un
tambor finísimo de algas sobre un tambor de ráfaga de
viento
Bajo el cielo inerme venciendo su distancia golpeas sin sonido
La fatalidad crece y escupe fuego y lava y sombra y humo de
panoplias y espadas para impedir tu paso
Cierro los ojos y tu imagen y semejanza son el mundo
La noche se acuesta al lado mío y empieza el dialogo al que asistes
Como una lámpara votiva sin un murmullo parpadeando
y abrazándome con una luz tristísima de olvido y de casa
vacía bajo la tempestad nocturna
El día se levanta en vano
Yo pertenezco a la sombra y envuelto en sombra yazgo sobre un
lecho de lumbre.
De «La tortuga ecuestre» 1938-1939

Prestigio del amor

El amor consagra al amor
Los días sin lluvia
Y como conviene los días bellos
Para el amor y sus preferencias
Al prestigio del más viejo amor
A la lluvia de la palabra amor
Al único amor sin pena sin dicha sin retorno
Al porvenir de los dementes
A los sepultureros a los alegres compañeros de presidio
Al punzante al ardiente recuerdo del tatuaje
A mi amada muerte
A quienes dudan todavía
A los tesoros de los ciegos
A las lágrimas
Al agua al viento al fuego al amor
A la esperanza de quien destroza su amor
Al tormento del fuego y del hielo
A los primeros sucesos que han de señalar la rebelión y la
sangre
A las sábanas de los crímenes pasionales
A las bellas sábanas de los suicidas
A la más tierna culata razón del revólver
A las partidas que hasta el aire soplan
Al plomo de las balas
Para que hasta los no alcanzados
Mueren como perros envenenados
A la congoja de quienes despiertan
A las noches vacías
A mi vida perdida
A la pérdida sin dolor sin retorno sin dicha de la vida
Para que quienes aman y se envilecen en su dicha
Se levanten y lancen las primeras maldiciones
Al huracán
A las mañanas más tristes que todo
Para mejor borrar mi nombre
Para sacudir el polvo y volver al polvo
Para maldecir los instantes al parecer felices
Para el despertador cargado de pólvora
A las estatuas desnudas de la noche
Al mármol perdido
Para carecer de sepulcro
A las señales ígneas del puñal
A los solos a los únicos recuerdos sexuales
A la boca de piedra del amor
Al frío del agua la noche
Para ya nunca volver a comenzar
Al más tierno amor
De «Poemas» 1932-1937

Un camino de tierra en medio de la tierra

Las ramas de luz atónita poblando innumerables veces el área de tu frente
asaltada por olas
Asfaltada de lumbre tejida de pelo tierno y de huellas leves de fósiles de
plantas delicadas
Ignorada del mundo bañando tus ojos y el rostro de lava verde
¡Quién vive! Apenas dormido vuelvo de más lejos a tu encuentro de
tinieblas a paso de chacal mostrándote caracolas de espuma de
cerveza y probables edificaciones de nácar enfangado
Vivir bajo las algas
El sueño en la tormenta sirenas como relámpago el alba
incierta un camino de tierra en medio de la tierra y nubes
de tierra y tu frente se levanta, como un castillo de nieve
y apaga el alba y el día se enciende y vuelve la noche y fasces
de tu pelo se interponen y azotan el rostro helado de la noche
Para sembrar el mar de luces moribundas
Y que las plantas carnívoras no falten de alimento
Y crezcan ojos en las playas
Y las selvas despeinadas giman como gaviotas
De «La tortuga ecuestre» 1936-1939

Viaje hacia la noche

Es mi morada suprema, de la que ya no se vuelve
Krishna, en el Bhagavad Gita

Como una madre sostenida por ramas fluviales
De espanto y de luz de origen
Como un caballo esquelético
Radiante de luz crepuscular
Tras el ramaje dense de árboles y árboles de angustia
Lleno de sol el sendero de estrellas marinas
El acopio fulgurante
De datos perdidos en la noche cabal del pasado
Como un jadear eterno si sales a la noche
Al viento calmar pasan los jabalíes
Las hienas hartas de rapiña
Hendido a lo largo el espectáculo muestra
Faces sangrientas de eclipse lunar
El cuerpo en llamarada oscila
Por el tiempo
Sin espacio cambiante
Pues el eterno es el inmóvil
Y todas las piedras arrojadas
Al vendaval a los cuatro puntos cardinales
Vuelven como pájaros señeros
Devorando lagunas de años derruidos
Insondables telarañas de tiempo caído y leñoso
Oquedades herrumbrosas
En el silencio piramidal
Mortecino parpadeante esplendor
Para decirme que aún vivo
Respondiendo por cada poro de mi cuerpo
Al poderío de tu nombre oh poesía
Lima, la horrible, 24 de julio o agosto de 1949.

Vienes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera

Apareces
La vida es cierta
El olor de la lluvia es cierto
La lluvia te hace nacer
Y golpear a mi puerta
Oh árbol
Y la ciudad el mar que navegaste
Y la noche se abren a tu paso
Y el corazón vuelve de lejos a asomarse
Hasta llegar a tu frente
Y verte como la magia resplandeciente
Montaña de oro o de nieve
Con el humo fabuloso de tu cabellera
Con las bestias nocturnas en los ojos
Y tu cuerpo de rescoldo
Con la noche que riegas a pedazos
Con los bloques de noche que caen de tus manos
Con el silencio que prende a tu llegada
Con el trastorno y el oleaje
Con el vaivén de las casas
Y el oscilar de luces y la sombra más dura
Y tus palabras de avenida fluvial
Tan pronto llegas y te fuiste
Y quieres poner a flote mi vida
Y sólo preparas mi muerte
Y la muerte de esperar
Y el morir de verte lejos
Y los silencios y el esperar y el tiempo
Para vivir cuando llegas
Y me rodeas de sombra
Y me haces luminoso
Y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
Y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
Estrella desprendiéndose en el apocalipsis
Entre bramidos de tigres y lágrimas
De gozo y gemir eterno y eterno
Solazarse en el aire rarificado
En que quiero aprisionarte
Y rodar por la pendiente de tu cuerpo
Hasta tus pies centelleantes
Hasta tus pies de constelaciones gemelas
En la noche terrestre
Que te sigue encadenada y muda
Enredadera de tu sangre
Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
Acuario encerrando planetas y caudas
Y la potencia que hace que el mundo siga en pie y guarde el
equilibrio de los mares
Y tu cerebro de materia luminosa
Y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
Y te envuelve
Y que tus pies transitan
Abriendo huellas indelebles
Donde puede leerse la historia del mundo
Y el porvenir del universo
Y ese ligarse luminoso de mi vida
A tu existencia
De «La tortuga ecuestre» 1936-1939

Visión de planos apolillados cayendo en ruinas

Les tenêbres vertes dans les soirs humides de la belle saison
Baudelaire

El incesto representado por un señor de levita
Recibe las felicitaciones del viento caliente del incesto
Una rosa fatigada soporta un cadáver de pájaro
Pájaro de plomo dónde tienes el cesto del canto
Y las provisiones para tu cría de serpientes de reloj
Cuando acabes de estar muerto serás una brújula borracha
Un cabestro sobre el lecho esperando un caballero moribundo
de las islas del Pacífico que navega en una tortuga musical
divina y cretina
Serás un mausoleo a las víctimas de la peste o un equilibrio
pasajero entre dos trenes que chocan
Mientras la plaza se llena de humo y de paja y llueve algodón
arroz agua cebollas y vestigios de alta arqueología
Una sartén dorada con un retrato de mi madre
Un banco de césped con tres estatuas de carbón
Ocho cuartillas de papel manuscritas en alemán
Algunos días de la semana en cartón con la nariz azul
Pelos de barba de diferentes presidentes de la república del Perú
clavándose como flechas de piedra en la calzada y produciendo
un patriotismo violento en los enfermos de la vejiga
Serás un volcán minúsculo más bello que tres perros sedientos
haciéndose reverencias y recomendaciones sobre la manera
de hacer crecer el trigo en pianos fuera de uso

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EL ÁRBOL TATUADO [Mi poema]
Antonio César Morón [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

He leído el mensaje que un buen día
grabaste a fuego lento en la corteza
de un pino antaño pleno de belleza.
El árbol sigue enhiesto todavía,
mas tú ya no lo estás pues no eres mía.

Debiste haber pensado antes de hacerlo,
-se sabe los tatuajes que perduran-,
e igual que desamores no se curan.
Más duro que tejer es destejerlo,
y echar lo que lograste ya a perderlo.

Me cuesta imaginar qué es de tu vida
si alguna vez de mí te has acordado,
o en brazos, quién será, te has consolado,
te muestras a la vida agradecida
o sigues aun sangrando por la herida.

El pino va exhumando la resina
igual que yo las lágrimas, mi llanto,
cubriendo la tristeza con un manto,
espero mi penar cuando termina,
y acaba mi dolor con tu morfina.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Antonio César Morón

DEL NIÑO QUE HALLÓ LA FELICIDAD RODEADO DE PALABRAS

Para Arturo,
en el día de su cumpleaños

Hoy cumples cuatro años y no estaré contigo.
Cuatro marzos que fueron como un minuto leve.
Y en esta España en riesgo por COVID-19
solo puedo enviarte palabras como abrigo.

Pero debes saber que el lenguaje nos presta
(como un mágico juego que se oculta en la brisa)
la emoción cariñosa del gesto en la sonrisa.
Y aun no estando presente estará siempre esta.

Quizás no habrá juguetes, pero sí habrá palabras
que serán un regalo efímero de amor.
Con un poco de magia, les daremos color.
Y música. Y mil formas. Para que tú las abras.

Cuentan que en un planeta vivía sólo un niño.
Tenía cuatro años. Amaba las estrellas.
Podía acariciarlas porque era amigo de ellas:
luz y azules sonidos respondían su guiño.

Un día se apagó la que él más quería.
El mar y la tristeza inundaron su piel.
Durmió doscientos años en sábanas de miel.
Despertó siendo anciano. Pero ya no hubo día.

Pues el resto de soles al sentirse tan solos
apagaron su luz. Y el planeta ahora oscuro
tan frío fue en su noche e inhóspito al futuro,
que el anciano hibernó tendido entre sus polos.

Despertó siendo niño en temporal laguna.
Una estrella lucía al borde de su frente.
Y este consejo sabio inoculó en su mente:
“No te olvides de todas porque perdiste a una”.

El niño comprendió el error cometido:
dejar que la nostalgia destruyera su mundo.
De nuevo una sonrisa dedicó con profundo
amor azul a estrellas. Y en luz fue sumergido.

Y vibrando potente del suelo hacia su vida
sintió una melodía latente de canela;
una apagada luz le habló diciendo: “vuela”.
La vieja luz que ardía su estrella preferida.

El niño se elevó como una estrella más
dejando aquel planeta donde fue tan humano.
Las palabras, Arturo, siempre tienden su mano
para que no estés solo. Nunca solo. Jamás.

SOLILOQUIO DEL POETA EN LA NEW YORK PUBLIC LIBRARY

Se gastó la ilusión. Yo que tanta tenía
la predí en unos ojos de indefinible mar.
Irresponsablemente fabriqué mi agonía
cuando más feliz era; y aun pudiendo alcanzar
parnasos literarios y alejarme del mundo,
mi cuerpo sigue anclado a un recuerdo de plomo
sin más alternativa que un llanto muy profundo
ahogado en pensamiento. No sé si vino como
un contagio de auroras por hilo telefónico,
una sangre acorchada revestida de gris,
o fue solo una lágrima que en su acento más tónico
rodaba entre mis pasos deshojados de lis.
La amé como una idea cargada de materia.
Podría haberla amado con hambre de volcán.
Pero un dato rebelde me mostró la miseria
de elevar una idea robada al alquitrán.
Su risa era un perfume de sonidos volátiles.
Su voz una sentencia contagiada de amor.
Su llanto una tormenta de nenúfar y dátiles
que a toda incertidumbre bañaba en su licor.
Pero luego el silencio visitaba mi frente.
Tocaba mis pupilas haciéndolas metal
para trazar un rostro de signo intermitente
con triste olor a fango y venas de animal.
Llegó una nube negra que tejía mi aurora.
Nunca tuve una herida tan trágica y tan firme
absorbiendo delirios de experiencia motora,
paralizando el ánimo hasta desasistirme.
Llevo sobre mis labios un postre de caverna.
Me lame una rutina de piel de acordeón.
Y hacia tus ojos vuelvo, con mi tristeza eterna,
unos versos mojados en ánimo de clon.
Lo que pudo haber sido se quedó en estos versos.
Somos solo reflejo de una materia azul
que erigiéndose dios de nuestros universos,
al ritmo de su estética nos hundió en su baúl.
Es muy tarde, deseo que no comience el día.
Me bastan una sombras para sentir mi piel.
Aquí descansaré, en mi melancolía
y en cuartos alquilados y en navajas de hotel.
El tiempo se detiene. La suerte ya es ninguna.
Hay dos estalactitas que mis lagrimas riegan.
Tus ojos que eran mar se volvieron laguna.
Navego hacia una tierra donde sueños no llegan.
Donde nos llegan sueños porque no llega luz.
Así no podré verte en tierra tan oscura.
Será como un refugio que del amor marfuz
defiende al triste amante como una sepultura.
Acaso el llanto frío un mármol desvanece.
Mutilé tu recuerdo rompiéndome a mi mismo.
Ya no queda materia. Todo desaparece.
Las palabras no pueden describir el abismo.

I

Quiero aristas suaves,
memoria sin tiniebla,
la no necesidad de una palabra
que trate de paliar el hundimiento.

Mi pobre corazón como una almendra
ante el martilleante aldabonazo
de la vida. Llorar es muy amargo.

Bajo una depresión inquisitiva
es más duro el tormento
de la noticia gris.

Yo aguanto, corazón,
resiste tú conmigo
flashes que tiranizan con su imagen.

Rudo cetro de sal
y un hormigueo roto
de picos alienantes
contagian la raíz de mi silencio.
(De Inédito)

II

Donde quiero llegar no hay ya cobijo
ni amante que en sus labios soñadores
pudiera descansar.

Hoy ha temblado el mundo
y me sumo ridículo
a un vacío estridente.

Dejé atrás el misterio.
Donde quiero llegar no hay ya cobijo.
De Inédito

III

A veces sabe a cuento
la salida del sol.
Viene flotando como en una nube
para mostrar amable una sonrisa
que me haga despertar
desatando cadenas de mis párpados.

Es sólo un ser feliz intermitente,
pues cuando el cielo cubre
su rostro de tormenta
se acelera en mi calma
un presagio de muerte
donde resbala el hielo de los nervios.
De Inédito

IV

Qué atractiva resulta la bohemia
de poetas antiguos.
Hablar es agradable de sus danzas,
sus juegos o sus ritos.

Sucede sin embargo en carne propia
que reviente un volcán
eufórico de venas
y adquiere un color hosco ese recuerdo.

Extraña melodía es la esperanza
de quien no puede andar
de haber vivido tanto.
De Inédito

V

Quien alivie su mundo con un beso
no está necesitado
de escribir un poema.

Los versos están llenos de dolor
que acumulan suspiros
carentes de caricia.

Las palabras son rocas esculpidas
que fueron desgajadas
de los sueños malditos.

Me arrojaré al vacío de tu nombre
para intentar calmar
esta ansiedad desnuda.
De Inédito

VI

Soy acequia de sed.
Por mis venas navega un fiel terror
a recordar la red de un precipicio
que rezuma de dudas.

Fuera el mundo como un destino lúgubre
que encarcela mis actos
y guarda una memoria
de mí, mas sin mi piel:

vulgar fotografía
para quien quiso alzarse a la elegancia
de sus antiguos lares hegemónicos.
De Inédito

VII

Triste recuerdo guardan
mis ojos infelices
de unas sombras nocturnas que me azotan.

Violenta podredumbre:
así huele el misterio canceroso
de imágenes que muertas
se asoman a la vida.

Bajos fondos. Me siento más humano
cuando sangre o saliva
devoran mis neuronas.

Entonces siento el miedo, la desidia
y una esperanza tenue que se ahoga
con tímido rubor,
avergonzada de asediar la carne.

Si buceo en su busca
es como un hongo el mundo que contemplo
oculto entre mis órganos;

y encuentro tan terrible su existencia
que prefiero olvidar que algunas veces
una gota de luz deshace la fatiga.
De Inédito

VIII

Porque la inspiración
se ha teñido de luto
y ha tocado mi mente
tras enterrar mi dicha,

someto mi entusiasmo por la vida
a cambio de unos versos:
un trueque peligroso pero digno
de la miel del elogio.

Si mi mente confusa
se afanase en volver de esta ruina
no se lo impediría.

Por eso es que hoy invoco
al cúmulo de musas que en la fiebre
de un día insoportable me alimentan.
De Inédito

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