A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

Andrés Eloy Blanco

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YO DENUNCIO/yo renuncio [Mi poema]
Álvaro Yunque [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
(Andrés Eloy Blanco)

Seres humanos que pomposamente os auto-proclamáis inteligentes
¿de qué tanto presumís, pobres humanos?
¿quienes han osado inocular del inconsciente en vuestras mentes
ese mantra de que el mundo es ese vientre
que a vosotros pertenece y que abarcáis con vuestras manos?

Somos, decís, hermanos y mientras este sofisma proclamáis
les negáis el agua, el pan y la sal igual que a Cristo
¡malditos egoístas! pues dónde y cuando, habráse visto,
tanta maldad hacia aquellos que supuéstamente amáis,
a denunciarlo ahora aquí no me resisto.

Ese mundo cruel del que ahora yo quiero decir adiós,
repugnante y maloliente con hedor a pus de infectos granos,
nacionalistas, sectarios, cristianos, budistas, radicales o mahometanos,
¡decirme la razón por qué sin compasión matáis invocando a dios
sin que se os encojan las conciencias y tiemblen vuestras manos!.

Hoy miro al cielo y no obtengo solución,
que me permita intuir que garantice transformar a estos gusanos
en personas humanas de noble condición. Aquí pido perdón
si con mi aseveración
he ofendido a los gusanos y, si fuera preciso, también a los humanos.

Aquí y ahora mismo yo denuncio
y a mi condición de ser humano, yo renuncio.
No deseo pertenecer a esa estirpe que a los niños mata antes de nacer,
que a gran parte de los supervivientes de inanición condenáis a fenecer,
¡me niego a que mi foto nunca más aparezca en este anuncio!.
©donaciano bueno

Si tuviéramos que denunciar y/o renunciar a todo lo que no nos gusta, seguramente nos quedaríamos solos y aún así tendríamos que autodestruirnos.

MI POETA SUGERIDO:  Álvaro Yunque

COPLAS A LA POESIA DE LA CALLE

Poesía de la calle,
Cosa de todos, sin dueño;
Yo te aprisiono un segundo,
Sólo un segundo en mi verso.

Poesía de la calle,
Torna a la calle de nuevo;
De todos sé y de ninguno,
¡Cómo una ramera, verso!

FRENTE AL ENJAMBRE NEGRO

Frente al enjambre negro de los hombres
Que por las calles van con febril paso,
Cada quien tras un sueño diferente;
una angustiante idea me ha asaltado:
¡Pienso en el más feliz de todos ellos,
Es un montón de sueños fracasados!

CONVENTILLO

Costra en los muros y opacos los vidrios:
Faz de leproso es su fachada.
Tuberculosos, deformes y anémicos
Su puerta, boca inmunda, traga.

Oh, lo que hacer no pudiera un milagro
Lo hizo la codicia humana:
¡Consiguió que no fuesen de todos
Ni el aire ni la luz ni el agua!

LAS VIDRIERAS

¡Ah, el espectáculo de las vidrieras
con ese algo felino de la mujer coqueta!

¿No piensas que el hambriento pueda ante ti pararse
Tú, vidriera que exhibes deliciosos manjares?
¿Ni tú que exhibes ropas calentitas de abrigo
Piensas que un hombre pueda contemplarte con frío?

Vidrieras malvadas,
Sois hembras sin espíritu, sólo sois lindas caras
Con eso de la hembra que provoca
Para dejar deseos tras sí, deseos que odia.

Vidrieras malignas, cuántas veces
Me mostrasteis un libro, y aunque ansiaba leerle,
Por no haber el dinero que exigíais -¡mancebas! ­
Me alejé de vosotras.
Mas me alejé con algo… ¡no sé!… ¿sombrío, turbio?
Que violaba el sagrado de «lo mío y lo tuyo».

¡Cristal de vidriera, me viene por instinto
Este impulso que siento de partiros!

REFLEXION BIBLICA

«Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz»
Antiguo Testamento
El Génesis, Lib. 1,5.

Frente a la calle rumorosa en donde
Pródigo el sol dardea;
Se abre voraz, boca de fría sombra,
El portón de una iglesia,
Que parece la entrada
De una ancestral caverna.
Y dijo Dios: Sea la luz;
¿Y fue la luz? ¡Y aún hay tinieblas!
¿O será que «la luz que Dios nos hizo»
Se ha quedado en la calle sin entrar a su iglesia?

ANIMAL PENSATIVO

Pobre amigo filósofo, tu marchas por la calle pensando,
Qué tontera, pensando en cosas graves,
En cosas que te impiden reír de lo que ocurre
A las bestias y hombres que atiborran la urbe.

Oye aquí un caballero y una dama disputan,
– rufián el caballero, la dama prostituta ­
aquí ante una pizarra de carreras, cien jóvenes
hablan, con qué energía, de caballos y jockeys.
Allí rueda un ruido y una bocina atruena
Y allí ruge un confuso murmullo de marea.
Esto, amigo filósofo, esto sí es divertido;
Pero tú nada escuchas, nada ves, ¡pobre amigo!

A ti quizás, oh amigo, te entristecen las cosas
Que a los demás divierten y, satisfechos, gozan;
Porque tu, pobre amigo, ya has perdido la gracia
De Dios, porque has perdido la divina ignorancia;
Tu hacia los libros fuiste lleno de ardor; oh amigo,
Y has vuelto pesaroso, callado de los libros;
Tú, curioso, quisiste saberlo todo,
Y hoy sabes tanto que te hallas solo, solo.
La vida de la urbe tan grotesca y risible
Tu espíritu acongoja, por eso marchas triste,
Por eso en estas calles, dominio de la injuria
Y el ruido, paseas tu orgullo y tu amargura
Y en medio de animales que no piensan, oh, amigo,
Eres un melancólico animal pensativo.

FAROL

Tiene el flaco gigante sólo una pierna: es rengo;
Y las sombras escruta con un sólo ojo: es tuerto.
¡Y cumple el mutilado con su deber, empero!

EL MURALLON DE LA PENITENCIARIA

Tan monótono, triste y frío
– Es una hoja de la ley, –
Lo vi, que compasivamente
Le escribí un nombre de mujer.

PARABOLA DEL TROPEZON

Camino contemplando una estrellita.
Tropiezo con un farol de gas que ya no brilla.

Pienso: ¡Vaya un destino
Más estúpido el mío!:

Por ir mirando cosas eternamente nuevas,
Siempre tengo que darme contra las cosas viejas.

ENDECHA A UN ADOQUIN

Noble adoquín: Cuán miserable
Con vos compórtase el destino
Que, a ser pisado te condena
En una calle cuando, ungido
Estar podríais por la fama.
¡Sobre los hombros de un ministro!

ORO CALIDO

Yo, poeta sin dinero
Esta mañana de estío;
Me echo a andar por la avenida
Que llena de oro un sol lindo.

Y, oh sol, me lleno de tu oro
Las manos y los bolsillos,
Yo, que sin un sólo cobre,
Salí esta alborada exiguo,
Sol, me hallo por tu oro pleno
De ilusión y salud: ¡Rico!

Oro de sol, cálido oro,
Oro de sol encendido:
A ti nadie te acapara,
No hacen monedas contigo.
En la Bolsa no eres nadie,
En el banco eres un mito
Y en las casas de comercio
Un intruso entrometido.
Éntrate, oh sol, oro cálido
Por nariz, ojos y oídos,
Llena el pecho de los hombres
Y hazlos buenos y verídicos.
Éntrate oh sol, sol de oro,
Limpia, más que su bolsillo,
Limpia su alma de la roña
Del otro oro, oro frío.
Dadles salud e ilusiones;
Y hazlos, como a mí, tan ricos
Que canto y corro contento,
Sin un cobre en los bolsillos.

¡Échate sobre estos hombres
flacuchos y pequeñitos;
llénales de ideas, sangre,
músculos y amor: Sol lindo,
vuelve a amasar estas sombras
y has otra vez hombres vivos,
Oh, sol de oro, oro cálido
De esta mañana de estío!

UNA FAMILIA DE INMIGRANTES POR LA AVENIDA DE MAYO

Rumbo al oeste va por la Avenida
Esta ruda familia de italianos.
A la cabeza el padre, un hombrachote
Que lleva un chiquitín entre los brazos,
Detrás de él dos muchachas, dos gringuitas
De trenzas rubias y de ojos garzos,
Detrás la madre cuyo vientre elévase
Con la promesa de algún nuevo vástago
Y aun detrás cansadamente, marchan
Dos chicuelos cogidos de la mano;
Y golpean los rudos zapatones
Y exhiben los vestidos aldeanos
Aquellos inmigrantes que contemplan
Todo con grandes ojos asombrados.
Y hay no se qué simpática energía
En esos rostros por el sol tostados,
En esos montañeses animosos
Que del norte de Italia se arrojaron;
Y se hunden ahora en Buenos Aires,
Rumbo al oeste, con tozudo paso,
Tal vez a dar con la fortuna, hallada
En lustros de dolores y trabajo,
O en lustro de trabajo y de dolores
Tan sólo a dar con la miseria acaso.

EL TIEMPO, EL RELOJ … Y YO [Mi poema]
Andrés Eloy Blanco [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Que el tiempo ya hace tiempo que no existe,
de aquel viejo reloj ya ni me acuerdo,
comprendo que aunque vivo aun esté triste,
a estar allí olvidado se resiste,
al ver que sin su ayuda no me pierdo.

Y es que hoy ya ese artilugio está obsoleto,
perdido en el desván junto a otros trastos,
quizás ande a la espera de otro reto
consciente de que el tiempo no está quieto,
sucede como ocurre con los astros.

Que el tiempo es un concepto relativo
se sabe que él existe si lo mides,
te dice tente tieso mientras vivo
y yo que no lo añoro no consigo
que entienda no me sigas, que me olvides.

Pues yo rompí con él las relaciones
el día en que dejé de trabajar,
no atiendo a su insistir ni a sus razones,
tampoco han de ayudar sus bendiciones,
dispuesto a relajarme y esperar.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Andrés Eloy Blanco

A FLORINDA EN INVIERNO

Al hombre mozo que te habló de amores
dijiste ayer, Florinda, que volviera,
porque en las manos te sobraban flores
para reírte de la primavera.

Llegó el Otoño: cama y cobertores
te dio en su deshojar la enredadera
y vino el hombre que te habló de amores
y nuevamente le dijiste: —Espera.

Y ahora esperas tú, visión remota,
campiña gris, empalizada rota,
ya sin calor el póstumo retoño

que te dejó la enredadera trunca,
porque cuando el amor viene en Otoño,
si le dejamos ir no vuelve nunca.

La barca del pasado

Y ahora, vuelvo los ojos
hacia la síntesis del Canto,
hacia la barca del Pretérito,
de parda vela y el bauprés sangrado,
tu propia barca, donde tú venías,
piloto de ti mismo, timonel de tu barco,
donde venía la Patria recién nacida,
como Moisés entre sus mimbres, por donde Dios quiso llevarlo.

Caracas fue la cuna
y Angostura la eternidad.
Por los montes andaba la Patria sin bautismo,
cuando llegó a los llanos, curva de caminar,
y entre tus aguas se fundió contigo
y fue contigo un solo llanto y un solo rugido tenaz.
Y bajaste con ella. Te cabalgó. Su trenza
era la espiga del escudo y tú eras el caballo sin paz.

Surcaste las tierras crucificadas
y en Angostura le diste tu agua lustral
y seguiste con ella: ¡allá va la República!
y en las bocas se hace veinte patrias más
y se asoma a tus veinte labios
cuando se va acercando al mar
y el mar alza en hostias su mejor espuma
y en las veinte bocas te pone sal.

Padre del Agua, Orinoco de las Siete Estrellas:
cayó en tus aguas mi parábola
como un llanto en el fondo de una mano abierta.
Si el mar te bautiza con la sal del mundo,
Río de la Patria de las Siete Estrellas,
mi Parábola desnuda,
mi llanto manado de una herida nueva,
te caiga en el fondo y a la mar se vaya
y en el mar se espume y suba en la niebla
y en la nube viaje
y en la montaña llueva
y salte en la fuente y a tus aguas torne
y arda en el brasero de tus Siete Estrellas…

(Aguas del Orinoco, noviembre de 1927)

Caminos

Dijo un preso:
—Por la cañería
se podría enviar un mensaje
que caería en el río
y desembocaría en la mar;
en el mar lo encontraría un barco
y el barco empezaría a izar velas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podría el barco de la mar
meterse por el río, meterse por la cloaca
y una tarde cualquiera, la mar de dos azules
surgiría en el patio, empavesada.

Dijo un preso:
—Por el tubo del agua
se podría meter este grito admirable
que iría al acueducto
y de allí a las montañas emplumadas de nubes
y las montañas empezarían a moverse
con sus nubes de espuma en sus olas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podría la montaña
verterse en el raudal,
correr al acueducto, colarse por el tubo
y una tarde, del grifo nos podría saltar
la nube más azul del mundo.

Dijo un preso:
—Por el alambre de la luz
se podría meter esta hermosa palabra
que cruzaría las calles, cantaría en los postes,
llegaría a la dínamo, donde están los obreros
y al campo donde están los labriegos de bruces
y empezarían ellos a sentir que de pronto
se les iban poniendo las cabezas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podrían ellos
meterse por el cable de la luz,
saltar sobre los postes, atravesar las calles
y una noche, a la hora de Silencio,
nos caería en las manos una palabra azul
con medio despertar y medio sueño.

Dijo un preso:
—Así también podría
meterse el sol en uno de sus rayos
y traerse los campos y los ríos
y el azul de todos los horizontes
y todo el bendito azul del Universo
y apearse por entre las nubes
y se nos partirá en dos la noche
con la grieta de un día
hasta ser, para siempre, nosotros,
los hombres del alma amanecida.

Y dijo el preso que no lloró nunca:
—Ya eso ocurrió y ocurrirá de nuevo;
aquí está el sol metido en agua fresca;
aquí está el huerto, aquí está el horizonte
y aquí el camino que no tiene atajo.

Todos volvimos la cabeza.
Estaba recio y limpio en la sombra del patio
y nos mostró, bajo el sol de su risa,
sobre el país de su pecho
la voluntad de sus manos.

Abril de 1929

Canto de los hijos en marcha

Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras;
que no vengan todos a pasar la noche
rumiando pesares, mientras tú me lloras;
que no esté la sala con los cuatro cirios
y yo en una urna, mirando hacia arriba;
que no estén las mesas llenas de remedios,
que no esté el pañuelo cubriéndome el rostro,
que no venga el mozo con la tarjetera,
ni cuelguen las flores de los candelabros
ni estén mis hermanas llorando en la sala,
ni estés tú sentada, con tu ropa nueva.
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras.

Lléname la casa de hombres y mujeres
que cuenten el último amor de su vida;
que ardan en la sala flores impetuosas,
que en dos grandes copas quemen melaleuca,
que toquen violines el sueño de Schuman;
los frascos rebosen de vino y perfumes;
que me miren todos, que se digan todos
que tengo una cara de soldado muerto.

Lléname la casa
de flores regaladas, como en una selva.
Déjame en tu cuarto, cerca de tu cama;
con mis cuatro hermanas, hagamos consejo;
tenme de la mano, tenme de los labios,
como aquella noche de mi padre muerto,
y al cabo, dormidos iremos quedando,
uno con su muerte y otro con su sueño.

Madre, si me matan,
que no venga el coche para los entierros,
con sus dos caballos gordos y pesados,
como de levita, como del Gobierno.

Que si traen caballos, traigan dos potrillos
finos de cabeza, delgados de remos,
que vayan saltando con claros relinchos,
como si apostaran cuál llega primero.
Que parezca, madre,
que voy a salirme de la caja negra
y a saltar al lomo del mejor caballo
y a volver al fuego.
Madre, si me matan,
que no venga el coche para los entierros.

Madres, si me matan,
y muero en los bosques o en mitad del llano,
pide a los soldados que te den tu muerto;
que los labradores y las labradoras
y tú y mis hermanas, derramando flores,
hasta un pueblo manso se lleven mi cuerpo;
que con unos juncos hagan angarillas,
que pongan mastranto y hojas y cayenas
y que así me lleven hasta un cementerio
con cerca de alambres y enredaderas.
Y cuando pasen los años
tráeme a mi pedazo, junto al padre muerto
y allí, que me pongan donde a ti te pongan,
en tu misma fosa y a tu lado izquierdo.
Madre, si me matan,
pide a los soldados que te den tu muerto.

Madre, si me matan, no me entierres todo,
de la herida abierta sácame una gota,
de la honda melena sácame una trenza;
cuando tengas frío, quémate en mi brasa;
cuando no respires, suelta mi tormenta.
Madre, si me matan, no me entierres todo.

Madre, si me matan,
ábreme la herida, ciérrame los ojos
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la que me muero.

Llora en un pañuelo que no tenga encajes;
ponme tu pañuelo
bajo la cabeza, triste todavía
por las despedida del último sueño,
bajo la cabeza como casa sola,
densa de un perfume de inquilino muerto.

Si vienen mujeres, diles, sin sollozos:
-¡Si hablara, qué lindas cosas te diría!
Ábreme la herida, ciérrame los ojos…
Y una palabra: JUSTICIA
escriban sobre la tumba
Y un domingo, con sol afuera,
vengan la Madre y las Hermanas
y sonrían a la hermosa tumba
con nardos, violetas y helechos de agua
y hombres y mujeres del pueblo cercano
que digan mi nombre como de su casa
y alcen a los cielos cantos de victoria,
Madre, si me matan.

Las uvas del tiempo

Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca…
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas esta alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujeres ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.

Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una perdida.

Píntame angelitos negros

¡Ah mundo! La Negra Juana,
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí señor.

—Ay, compadrito del alma,
¡tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le acataba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendrá dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del Cielo.

—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.

Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.

Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.

Si al cielo voy algún día,
tengo que hallarte en el cielo,
angelitico del diablo,
serafín cucurusero.

Si sabes pintar tu tierra,
así has de pintar tu cielo,
con su sol que tuesta blancos,
con su sol que suda negros,
porque para eso lo tienes
calientito y de los buenos.
Aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay una iglesia de rumbo,
no hay una iglesia de pueblo,
donde hayan dejado entrar
al cuadro angelitos negros.
Y entonces, ¿adónde van,
angelitos de mi pueblo,
zamuritos de Guaribe,
torditos de Barlovento?

Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintas angelitos
acuérdate de tu pueblo
y al lado del ángel rubio
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

EL RÍO DE LAS SIETE ESTRELLAS

(Canto al Orinoco)

Una Pumé, la Hija de un Cacique Yaruro,
fue conmigo una noche, por las tierras
verdes, que hacen un río de verdura
entre el azul del Arauca y el azul del Meta.
Entre los gamelotes
nos echamos al suelo, coronados de yerbas
y allí, en mis brazos, casi se me murió de amores
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.

Quiero recordar un poco
aquella hora inmortal entre mis horas buenas:
Sobre la sabana los cocuyos
eran más que en el cielo las estrellas,
no había luna, pero estaba claro todo,
no sé si eras mi alma que alumbraba a la noche
o la noche que la alumbraba a ella;
estábamos ceñidos y hablábamos y el beso
y la palabra estaban empapados de promesas
y un soplo de mastranto ponía en las narices
ese amor primitivo del caballo y la yegua.
Ella me contaba historias
de su nación, leyenda
que se pierden entre los siglos
como raíces en la tierra,
pero de pronto me cayó en los brazos
y estaba urgente y mía, coronada de yerbas,
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.
Fue en el momento en que evocamos
al Orinoco de las Fuentes, al Orinoco de las Selvas,
al Orinoco de los saltos,
al de la erizada cabellera
que en la Fuente se alisa sus cabellos
y en Maipures se despeina;
y luego hablamos del Orinoco ancho,
el de Caicara que abanica la tierra,
y el del Torno y el Infierno
que al agua dulce junta un mal humor de piedras,
y ella quedó colgada de mis labios,
como Palabra de carne que hiciera vivo el Poema,
porque le dije, amigos, mi Parábola,
la Parábola del Orinoco,
la Parábola del Volcán y las Siete Estrellas.

Y fue así: La Parima era un volcán,
pero era al mismo tiempo un refugio de estrellas.
Por las mañanas, los luceros del cielo
se metían por su cráter,
y dormían todo el día en el centro de la Tierra.
Por las tardes, al llegar la noche,
el volcán vomitaba su brasero de estrellas
y quedaban prendidos en el cielo los astros
para llover de nuevo cuando el alba viniera.

Y un día llegó el primer llanto del Indio;
en la mañana del descubrimiento,
saltando de la proa de la carabela,
y del cielo de la raza en derrota
cayó al volcán la primera estrella;
otro día llegó la piedad del Evangelio
y del costado de Jesucristo, evaporada la tristeza,
cristalina de martirio e impetuosa de Conquista,
cayó la segunda estrella.

Después, recién nacida la Libertad,
en su primera hora de caminar por América,
desde los ojos de la República
cayó al volcán la lágrima de la tercera estrella.
Más tarde, en el Ocaso del primer balbuceo,
en el día rojo de La Puerta,
nevado del hielo mismo de la Muerte
cayó el diamante de la cuarta estrella;

Y en la mañana de la Ley,
cuando la antorcha de Angostura chisporroteó sobre la guerra,
despabilada de las luces mortales,
sobre el volcán cayó la quinta estrella.

Y en la noche del Delirio,
desprendida de Casacoima, Profetisa de la Tiniebla,
salida de la voluntad inmanente de Vivir,
estrella de los Magos, cayó la sexta estrella.

Y un día, en el día de los días, en Carabobo,
bajo el Sol de los soles, voló de la propia cabeza
del Hombre de cabeza estrellada como los cielos
y en el volcán de la Parima cayó la última estrella.

Pero ese mismo día
sobre la boca del volcán puso su mano la Tiniebla
y el cráter enmudeció para siempre
y las estrellas se quedaron en las entrañas de la Tierra.

Y allí fue una pugna de luz,
una lucha de mundos, un universo en guerra;
y en los costados de su tumba,
horadaban poco a poco su cauce las siete estrellas;
que si no iban hacia el cielo
se desbastaban con sus picos la trayectoria de las piedras.
Hasta que llegó una noche
en que rotos los músculos del gran pecho de tierra,
saltó de sus abismos, cayó en una cascada,
se abrió paso en la erizada floresta,
siguió el surco de las bajantes vírgenes,
torció hacia el Norte, solemnizado de selvas,
bramó en la convulsión de los saltos,
y se explayó por fin, de aguas serenas,
con la nariz tentada de una sed de llanuras,
hacia el Oriente de los sueños
el Orinoco de las Siete Estrellas.

INVOCACIÓN AL DIOS DE LAS AGUAS

Dios submarino, Dios lacustre, Dios fluvial,
uno en el tritón y en la garza
y en la dulce corbeta y el áspero crucero,
Dios del agua, Señor de la Casa de Cristal,
Dios Marinero.
Expresión de agua de tus mil expresiones,
río tendido de Volturno a Cristo,
vuelo del ibis que cruza
del mascarón de Argos
al mastelero de la Santa María, Dios argonauta,
que tiendes a las manos de la Armonía
el río de tu música, largo, como una flauta.
Dios infuso en el lago blanco de la nube
alinderada de azul,
Dios de espuma en el crespo del corderillo,
Dios tormentoso en la melena del león,
Dios zahorí, estancado en la pupila del tigre,
Dios del río de estrellas que de Oriente a Occidente
cruza de noche el cielo,
Dios del agua combatiente
en el crinado Niágara y el sospechoso Dardanelo:

Tiende la diestra, donde nace el Río
y la zurda, donde desemboca
-en un cristalino arco de Brahma-
tiende el ánfora de las manos,
Señor del Agua, Viejo Comandante,
hacia los manantiales sonoros,
hacia el tibio remanso
del Orinoco de agua beligerante
brotado de tus sienes, sudado de tus poros
en el sábado de tu primer descanso!

LA ÓRBITA DEL AGUA

Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota de agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla da agua,
la mitad de lágrima de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de un ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el Río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos… Volveremos mañana

LA PARIMA Y LAS FUENTES

La Parima es el sueño faraónico
y la piedra de Moisés,
el panal negro de la Hermana,
que el Hermano Francisco no vino a conocer.
Catedral del misterio, Sierra del Sur, ignota,
lengua escondida de la voz del agua,
párpado mal cerrado de Dios, que deja ver
la hebra azul de una mirada.

Yo soñé para tu Gloria,
río de la Patria,
escribir una palabra esencial
en la hoja de la sabana,
mojando en tus fuentes oscuras
el aguijón celeste de una pluma de garza.
Pero, solo encontré mi sangre,
con su rojo tenuado por la mezcla de las lágrimas.

Sin embargo, te ofrecí venir
¡y en tu camino estoy!
Tu saldrás de tus fuentes: el Dios de la Parima,
el Dios Indio, te abrirá la puerta
de su gran casa oscura; el Viejo Dios
te dejará venir como todos los días
y en tu camino estaré yo…
Tú sales de las manos de tu montaña,
como sale un milagro de la mano de Dios,
como todas las noches, de la jaula del cielo
se escapa y va a los campos el pájaro del Sol.

ADVENEDIZOS [Mi poema]
Isaac Goldemberg [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Hoy mi jardín florido está muy triste
perdida la esperanza en el futuro
pues nadie ha de encontrar que dé ni un duro,
y al paso de los tiempos no resiste
en este ambiente oscuro.

Las plantas que con mimo se sembraron
y que otros con sudor las protegieron
algunas sin regar ya se murieron
y hay otras que en la pena se ahogaron
o bichos se comieron.

Que aquello que se hereda no se aprecia,
lo mismo es que al caballo regalado,
y nadie ha de inquirir lo que ha costado,
y aun menos valorar la peripecia
de aquel que lo ha cuidado.

Y es que hay advenedizos que hoy opinan
ser centro el universo de esta historia
dejando sin pasado la memoria,
se ciscan en las plantas y se orinan
aunque ellos son la escoria.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Isaac Goldemberg

Arte poética I

El sueño es un arte poético involuntario.
Immanuel Kant

Estoy de espaldas a la vida
y ésta alza su silencio bajo el mío,
aún no rebalsa la sombra en que se plasma
porque mi despertar detrás de ella me deslumbra
y la sequedad del ruido mancha mi alma,
impidiendo que flote mi cuerpo sobre la tierra.
Adrede rehúso abrir los ojos,
sobre mi ajena angustia,
hecho pedazos, luchando grave
fuera de mí, liberto,
separado de la luz y de las sombras,
para evitar morir
como hilacha de carne en la memoria.
Lo que fuera de mí se calla
rehuyendo zafarse del vacío
se esconde encogiéndose
en imágenes de vigilia
en la última ola de palabras,
libre de voces hasta partir
como único grito de la sílaba.
Mi cuerpo, rápido y de pie
ante la pobre desazón del adjetivo,
alza el alma, no ve alejarse
al que intenta hallarse en la imagen,
desconcertado frente al rugir del verbo
obviando su corazón ajeno
a espaldas mías, entregado.

Arte po/ética con Dios en el medio

I
Arte Poética
1% de inspiración
2 de traspiración
& el resto suerte
Nicanor Parra

Detrás de todo hay una matemática,
diríase una turbulencia del tiempo
y de sus cifras.

Así como todo Dios es tanto palabra como razón,
toda poesía no es una sucesión de eventos.

Toda poesía hermana al humano
con la economía de las palabras.
Y todo Dios y todo humano cohabitan
en el mismo tiempo y en el mismo espacio,
donde todo es manejado por el todo poético.

Dioses, humanos, gatos, líquenes, algarrobos
son acumulaciones de genes poéticos.
Y todo parto poético es el big bang
entre todo espacio y todo Dios.
Entre toda nada y Su más íntima condición.

II

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios…
César Vallejo

Reducir a Dios a una sola letra de ningún alfabeto.
A ningún accidente gramatical.
Tampoco a ningún número
que sea potencia exacta de otro
o que sea exactamente divisible
por sí mismo y por la unidad.

Diseñar un Dios no regido por el azar,
ni por la creación a partir de la nada
ni de Su cuestionada existencia.

Un sistema autosuficiente debe suponer
un cerebro desde donde imaginar
una sola letra de ningún alfabeto,
un solo guarismo de ninguna numeración
un solo umbral donde asome Su ningún único rostro.

III

Sea la muerte el tropo del que no sabemos
absolutamente nada… el ejercicio diario
de versificación pura que embrutece cada sílaba.
Mario Montalbetti

Invocar a los dioses del cielo y de la tierra
a todos los rayos activos de luz
a todas las letras de derecha a izquierda
y de izquierda a derecha.

Fijar la vista en el centro de cada una
y seguirlas en sentido anverso
hasta el infinito salvo en el sueño
o en el presagio.

Desplazar la materia sin asustar al espíritu
ni volverlo inestable.

Invocar a las voces
sin nombrar la esencia de los dioses
y de las palabras.

Recordar que a quien vivió le será reclamada
la armonía infinita.

Arte poética II

La poesía tiene que ser humana. Si no es humana, no es poesía.
Vicente Aleixandre

No a la palabra que busca llegar al infinito.
Cielo y tierra se dan la mano en el verbo diario.
La tierra desnuda antes del primer ojo,
el cielo metafísico antes del primer átomo.
No a la palabra que dice una cosa por otra.
Cuerpo y alma se dan la mano en el sustantivo diario.
El cuerpo recién horneado de cara al firmamento,
el alma recién insuflada por el soplo justo.
No a la palabra que no dice nada.
El pensar y el imaginar se dan la mano en el adjetivo diario.
Imaginar con pies bien plantados en la tierra,
Pensar como quien cobra un cheque en el cielo.

Lección de poesía

Aunque te mantenga en vela toda la noche,
lava las paredes y friega el piso
de tu escritorio antes de componer una sílaba.
Billy Collins

Sigo pensando que es otra cosa la poesía.
José Emilio Pacheco

La poesía sufrió la mayor devastación.
Fue expulsada de nación en nación.
¿Dónde estaba la justicia en esto?

Al examinar lo ocurrido,
La poesía llegó al corazón del asunto:
Podía ser que hubiese sido la víctima
por haberse dedicado a servir sus propios propósitos.

Cierto, tuvo una visión y una perspectiva del Universo,
pero permaneció oculta al humano.
Su perspectiva fue nada más
que una proyección de sí misma
y quedó bastante satisfecha de su conclusión:
no se encontraba a disposición de los humanos,
y no era sensible a sus términos,
estaba oculta y se revelaba sólo cuando lo deseaba.

La poesía era la poesía
y el humano era el humano
y ocurrió que ya casi nunca se encontraban
la una con el otro.
Esto puso al humano en su lugar,
Golpeó en la raíz de su error,
de su concepción de la realidad misma.

¿Pero por qué se dio en el humano esa aversión tan profunda?
El humano dijo que su mismísima presencia
lo había puesto en peligro
y tenía que hacerla perecer para no ser su amenaza.
Luego rehusó voltear a mirarla.

Arte poética III

Poesía no dice nada:
Poesía se está callada,
Escuchando su propia voz.
Martín Adán

La poesía hace que nazca el poema.
Es la madre del poema.
Existe sólo en el poema.

No hay poema sin poesía
ni poesía sin poema.

Sin el poema, está callada.

Estilos

Si yo soy yo porque yo soy yo y tú eres tú porque tú eres tú, yo soy yo
y tú eres tú. Pero si yo soy yo solamente porque tú eres tú,
y tú eres tú porque yo soy yo, ni yo soy yo ni tú eres tú.
Rabí Menajem Mendel de Kotzk

Mi estilo podría llamarse bipolar.

Por no buscar mi propia voz
—temor a no tener qué decir—
he escrito a través de otras voces,
como con mordaza.

Voces de personajes que no saben escribir.

Personajes que escriben con la voz del escritor.
Nunca con la voz del yo.

Es mortal el temor de no tener qué decir desde el yo.

Arte poética IV

La poesía huye, a veces, de los libros, para anidar extramuros,
en la calle, en el silencio, en los sueños.
Joaquín Sabina

Sales como alma que se lleva al Diablo,
soplan los faroles luces en boca de la noche,
desvencijadas maletas se desfondan risueñas
en el viaje que vuelve emborrachado
y entras a mansalva con dientes como dagas.
No te detengas.
Te salvarás si logras penetrar en lo oscuro,
desaparecerá tu rostro en la sangre del prójimo,
sirenas callarán frente al hueso del accidente.
Ponte en la cola.
Recoge tu boleto.

Raquel Jaduszliwer

Hay una hora en que las cosas encuentran su apego por el aire

se apegan sencillamente a lo menos pesado: sí
porque las mueve un deseo muy amplio, más vasto aún que el de volar.
Eso quiere decir
que será suspendida toda afirmación, toda constancia
y tendrá su vaivén ritual la permanencia. O quién sabe mejor
se tratará de un viaje. Un recorrido
bajo el sol más profundo que reside en la noche y aguarda la mañana
con su espada dispuesta para lo no tan claro y para lo incandescente.

Vi pasar la barca de Caronte por la alcantarilla

tras de ella iba yo buscando el óbolo
una moneda entre las aguas para mi viaje de los muertos

pero la vida, ah, la vida
con la misma precisión de las fatalidades
abajo se refleja un cielo líquido

los días precipitan. En lo alto
una moneda brilla, resplandece.?

Está esa flor urbana secuestrada

la cabeza ladeada sobre el tallo
sueña despierta con un mundo del todo vegetal.
Al respirar, las cosas, tan ajenas, se le tornarían verdes

y ese es todo su sueño, nada quisiera, nada saber
nada quisiera
más que darle la espalda a lo que la circunda
para escuchar tan sólo su propia vibración, sentir que late
debajo de la espina elemental. Así lo piensa
razona como puede en su registro
quien sabe del precámbrico
o de alguna otra era
más antigua, difusa, inconcebible.