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Ale Oseguera

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SE FUE SIN VER [Mi poema]
Ale Oseguera [Poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Se fue la luz,
aquella que alumbraba nuestros días,
la misma, que pintaba de alegrías
la capa de acetato que al trasluz
soñando tú veías.

Se fue y a oscuras
a todos nos dejó, sin que pidiera
perdón. Y que a la duda la impidiera
dejando estar a duras y a maduras
en busca una quimera,

plagado de amarguras,
a tientas con su sombra y con su miedo
consciente del que quiero y que no puedo,
relleno de remiendos y costuras
en medio de un enredo.

Queriendo ver,
consciente de que ver ya no podría
al mundo tal como él lo soñaría,
sin nada que esperar ni que exponer
al tiempo que moría.
©donaciano bueno

Natural. Qué #triste final, no...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Ale Oseguera

HABITAR EL POEMA

Yacen tus recuerdos muertos bajo mi almohada,
pero no hay suficiente carne debajo de la cama
para satisfacer mis ganas
de tragarme el mundo.

No hay objeto o animal
vivo o muerto en este cuarto
que pueda habitar el poema.

El verso está buscando
proclamarse libre y soberano
llevar traje de gala y lentejuela,
fundar una nación libre de estrellas.

Pero no hay olor ni tarea en esta cárcel
que pueda alojarse en el poema.

No hay noción y el calendario
es un antiguo aeroplano
dispuesto a colisionar con el recuerdo,
tres fósforos conmemorando nuestra guerra:
el del presente continuo,
el del futuro siempre unidos,
el del nunca más te volveré a engañar.

No hay en ningún ladrillo
de esta fortaleza de barro
vestigios de esperanza
que puedan habitar el poema.

Éramos nosotros el poema.

Y con la escasa carne fresca
que hay debajo de la cama
busco convertirte en la amenaza
que ansía devorar Saturno.

Calmar lo insaciable,
estafar a legiones de amantes,
obviar los relámpagos sordos
que anuncian tu tormenta sobre mí.

Porque sin ti,
del universo
solo queda el desastre de tu piel calcinada.

Y sin ti
nunca más habrá verso que pueda,
ni mínimamente,
habitar cualquier poema.

MI ROSTRO ES UN MAPA DE MI CUERPO

(fragmento)

¿Hay esperanza después de asumir que somos la herida del cuerpo?

Mi cara es un mapa de mi cuerpo.
Montañas bermejas,
márgenes inabarcables,
caudales eternos,
cristal y jade.

Mi cuerpo es un secreto a voces.
Una bomba molotov con la mecha aún intacta.
El poema en la arena que nadie leyó.

Mi rostro es el logotipo de una aerolínea
que no se atreve a aterrizar en mi nariz.

Mi cuerpo es el rostro de unos ojos
que no distinguen colores,
la guarida de las perras,
un transbordador cruzando el Aqueronte.

Por eso lo ato,
para que no lo veas,
para que otros no lo aten,
para hablar en las 400 lenguas del cenzontle
para que no le temas.

HIJAS DE LA SERPIENTE

“¡Vamos a cortarle la cabeza a la serpiente!”
gritaron.
No sabían que la deidad era bicéfala
y que callarla requería más
que la insolencia del cuchillo.

Es peligrosa la ingenuidad de quienes creen
que bajo tierra
sólo hay muertos en vela.
No conocen el valor de una semilla,
no ven nuestros rostros en las paredes del abismo.

Enterrar un árbol
no es cavar su tumba.

Las hijas de la serpiente nacen bajo tierra.
Se alimentan de su madre,
la cabeza cercenada por el hombre.
Dedican su vida a amamantar al árbol,
a afilar la obsidiana.
En el día marcado para el nacimiento del huevo,
abrirán la grieta-puente en el rojo cielo corazón del planeta,
y unirán finalmente

a las hijas de la tierra
con las hijas de la muerte:

las dos cabezas de serpiente.

ESPACIO LIMINAL

Yo soy de alguna orilla, de otra parte.
Rosario Castellanos
Dentro de la orilla, en el azul profundo: el espacio liminal.
Se encuentra pasado el túnel de Itoloca. Profundidad: desconocida.
Decían que nadie podía habitar aquí.
«Nadie puede habitar allí»: bajo la presión del azul piel,
sobre la oscuridad del río aire,
entre las estrellas de patas largas.

Pero en el espacio
liminal hemos escrito
transparencias para
niños ciegos, sueños
para los
insomnes fieles y
cuerpos sin
color para los
espíritus. Usamos la
escalera como vía de
tren y recorremos la
frontera punta
a punta.
Descansamos al
borde de la escalera.
Trabajamos el
espacio liminal que es
la escalera.
Un puente de vacíos
entre origen y
destino.
Nadie nunca ha
vuelto al origen.
Nadie nunca ha visto
el destino.
En el espacio liminal
escribimos
nuestros mitos en las
cáscaras de los frutos
que no volvimos a
plantar. Y esperamos
sin sentarnos,
deseamos sin
doparnos, dormimos
con los ojos
trenzados.
En el espacio liminal
un día se mide en luz.
Así nos envejecen los
pies: se convierten en
manos. En el espacio
liminal todo cuerpo
es un puño, la
posibilidad de la
obsidiana, la
esperanza del árbol,
la materialización del
nuevo Sol.
Decían que nadie
podía habitar aquí:
«Nadie puede habitar
allí, allí no hay aire».
Y sin embargo,
nuestros cuerpos,
nuestras vidas.

Resbalan mis hijos por entre mis piernas.
Seña de identidad: una sola sangre.
Arrastro el testigo hasta la esquina de la noche y en vasos
medio fríos, medio
húmedos, disuelvo los nombres por explorar.
Un último trago a mi apellido antes de la siguiente luna:
otro anticonceptivo, otra calada, otro verso.
A veces tengo que sangrar abundantemente para saber que estoy viva.

EL MUSEO DE LA MEMORIA

Aprendemos del vivir en el Museo de la Memoria
como quien aprende de la muerte en las Enciclopedias:
sin olfatear jamás el cadáver.

Reproducimos el retrato, firma el tiempo.

De la tienda de souvenirs elegimos la sinfonía del eco primigenio
y le prendemos fuego nomás sacarla del empaque.
Que no vengan los de antes a cobrar las deudas,
que no vengan a manchar sunuestra obra.

Chilla distante el fundador oculto del Museo de la Memoria,
y suena distorsionado el pregón de quien le sucedió.
que luego repetimos en voz baja:

No serás el eco del tirano
No repetirás del victorioso el error

Pero nadie da sus nombres.
La música es hermosa, mas la letra erra.
Así que nos preguntamos:

¿Acaso yo escribí el diálogo?
¿Acaso yo encendí la mecha?

En las postales del cuadro más visitado del Museo de la Memoria,
una leyenda:

“Tanto mata quien raja la panza de la vaca
como quien le ata las patas
y quien aprende a comer.”

(Aquí también erra la letra.)

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