TE BUSCARÉ ALGÚN DÍA [Mi poema]
Pablo Núñez [Poeta sugerido]
Pablo Núñez [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Te buscaré algún día, aunque tú no me creas, Donde sea que estés yo allí te buscaré, Y así pasen los días sentado en mi terraza, si tú hoy me quisieras otra vez engañar, |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Pablo Núñez
CAPE COD MORNING, 1950
Edward Hopper
Ella no sabe que al mirar los árboles
está observando en realidad su vida.
La aburrida mañana de Cape Cod
adquiere el esplendor que solo tienen
algunos sueños antes de cumplirse.
La casa es ella misma; la ventana,
la coraza que fue poniendo el tiempo.
Es hora de frenar esa deriva
de los años perdidos, de la espera.
Y por eso el vestido y el peinado,
la extraña paz, discreta la hermosura.
Después vendrá la tarde, mientras tanto
los árboles son hombres que no engañan;
el horizonte ?su callada luz?,
un símbolo de todo lo que empieza.
LOS NÚMEROS TENACES
Ojeo una baraja de mi infancia.
Me entretengo fijándome en las cifras
que tan bien nos sabíamos entonces:
once rebotes Larry Bird; dos metros
con catorce del «Jefe» Robert Parish;
doce asistencias Earvin «Magic» Johnson
?juegan mis Lakers de amarillo y púrpura?;
y más de treinta puntos Michael Jordan.
El salto de Spud Webb?uno sesenta
y nueve, ya lo ves, y qué gigante?
e inquebrantable el pívot Patrick Ewing
(cómo iba yo a pensar que veinticinco
años después vendría a mí su imagen,
al pasar por la Séptima Avenida
junto al famoso «Garden» de los Knicks).
Y, claro está, los números tenaces
que hoy llaman la atención y que algo duelen:
tan solo Abdul-Jabbar ?cuarenta y uno?
me supera en edad. Qué raro es todo.
Qué pronto se hace tarde para el juego.
QUIZÁ TODO CONSISTA
Quizá todo consista, si me apuras,
en saber distinguir lo que no quieres,
en desechar sin miedo los absurdos,
en tratar de engañarte cuanto menos
mejor. Que las sirenas continúen
cantando lo que quieran para otros.
Ignóralas y simplemente deja
las cosas que no sirven a tu espalda,
abandonadas, muertas, y prosigue
sin perder ni un minuto hacia la orilla
de esa playa que sabes que te espera.
VERBIER
Una tarde de invierno, en Verbier, todos juntos,
dejábamos pasar lentamente las horas,
en una sobremesa de sol, gin-tonic, risas.
Teníamos enfrente, allá lejos, inquietas,
unas montañas llenas de los ecos del tiempo.
Miré el perfil radiante, las laderas, las cumbres,
donde a veces, de pronto, la nieve se hace sombra.
Recuerdo que alguien dijo:
«Las llaman las montañas de la muerte».
EL POETA VIO EL ROSTRO
El poeta vio el rostro de su padre
en el cristal sombrío reflejado.
También empiezo a no ser yo el que espera
en el espejo incierto, interrogante.
Mejor mi padre fuera y no el borroso,
desconocido afán de estar a tiempo.
De: Tus pasos en la niebla. Editorial: Renacimiento.