ROMANCE DEL PERRITO FIEL [Mi poema]
Roberto Obregón [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Fue un día de enero,
que al amanecer,
sacaba el cabrero
el rebaño a pacer.
Contaba las cabras
todas una a una
para que ninguna
pudiera perder.
Óscar, el perrito
con mucho salero
marcaba el sendero
que había que coger.
Durante el trayecto
que juntos andaban
el pastor silbaba
al perrito fiel.
Óscar obediente
saltaba y brincaba
y raudo obligaba
al redil a volver.
Tocando insistente,
del cencerro el bajo
gritando al badajo,
saltando al correr.
Llegado al terreno
donde ellas pastaban
ambos reposaban
hasta atardecer.
Del monte al cortijo,
y así día a día,
la monotonía
llego a aborrecer.
Un día el cabrero
mientras descansaba
en alto soñaba
el rebaño vender.
Lo haré con placer,
pensaba el cabrero
y con el dinero
que he recoger
negocio he de hacer
saliendo triunfal
y así el capital
le haré yo crecer.
Mientras dormitaba
Óscar escuchaba
fingiendo callaba
con miedo a creer.
Fue tanto el impacto
que desde ese día
la melancolía
con él hizo un pacto.
Óscar meditaba
y se entristecía
qué futuro habría,
si le abandonaba.
Un día el cabrero
por más que buscaba
a Óscar no encontraba
al anochecer.
¿Óscar, donde estás,
gritaba el cabrero,
está anocheciendo
y vamos a volver?
Mirando a lo lejos
en un escondrijo
encontró un cobijo,
a Óscar creyó ver.
Se acercó en silencio,
le cogió en sus brazos
y vio en su regazo
que iba a fenecer.
Con gran desconsuelo
le cerró los ojos
irrumpió en sollozos,
y puso a llover.
Hizo un pequeño hoyo
con su propia mano,
con gesto cristiano
la tierra a verter.
Desde aquella fecha
en el mes de enero
vuelve allí el cabrero
a su amigo a ver.
“Recuerda mi amigo,
mi fiel compañero,
que nunca el dinero
me hará ya olvidar,
la vida contigo,
el mismo sendero,
de pena me muero
y me pongo a llorar”.
En ese lugar,
junto a ese camino
donde Óscar reposa,
ha brotado un pino
con forma de rosa,
como si el destino
quiera sombra dar
y así perfumar
a este fiel amigo.
©donaciano bueno

Estos humildes versos, en forma de romance, se los dedico a Óscar, el auténtico protagonista de este relato, que murió de tristeza, fiel a su amo un día sin fecha en un lugar sin nombre. Se fue cuando creyó que su amo ya no lo necesitaba. El nombre del cabrero no tiene importancia en esta historia. Aunque el mejor amigo del hombre debiera ser el hombre ya se sabe….

MI POETA SUGERIDO:  Roberto Obregón

Las Inscripciones.

La señal de la aurora
la traían en su corazón
POPOL VUH II, CAP. VI

1
No podemos encender la hoguera
Mojado está el bosque
podridos están los troncos
No podemos quebrar los colmillos del frío
Arrancar
Y recobrar nuestros huesos entumecidos
En la humedad del agua
nos ha tocado prender la hoguera
En la oscuridad de la noche
nosotros somos la región más espesa
A oscuras sesionamos bajo la helada
Y conferenciamos sobre nuestro qué hacer
De cómo allí los muertos continúan
jugando un gran papel en la guerra
De qué manera se escogen entre todos
Quiénes llevarán a la espalda el mayor peso
en los ratos
de agudo peligro
Acérquense los del fuego
los enamorados de la vida
Nos calentaremos con estos nuestros corazones
Hechos leña bajo este rudo temporal
Pero contentos

9
Ya sé que te deshojas, carnal,
por mí. Te abres y te diseminas.

Pero eso y la sabiduría de tu instinto,
la alcoba siempre perfumada para mí,
la copa de ararat, las grabaciones
de música oriental,
las sábanas cada noche pulcras y tibias,
esta riqueza y la otra, la de tu corazón,
para mí ya no tienen precio porque yo mismo
ya no estoy aquí.

En la otra orilla del mar, ceñido a la fiera,
mi hermano revuélcase a los pies de la muerte.

Y a mi hermano, ¿quién otro sino yo
tendría que darle una manita?

No hables. Este que ves ya no es Roberto.

Déjame, pues, partir.

Tu paraíso para mí sería un calabozo.

Suelta las amarras. Aparta la dádiva
de tu aliento.

Permite que me vaya. Me iré sólo.

Paso a paso regresaré en la oscuridad,
orientándome por el resplandor de las hogueras.

II
(paréntesis para hablar de mi poesía)

De mí alguien ha dicho que mi verso
es exquisito
Que lo diga Pedro Saad h. que estaba presente.

Deliciosa, decían, la metáfora, rítmica la corriente
del subsuelo.

Complejo el pensamiento urdido.

Y yo, qué pienso?…

No sé. Posiblemente tengan razón.

Creo -es nada más un creer-

que de mi poesía bien podría hacerse
el arco
con que una gacela traza la mañana.

La pulpa de unos labios, deshechos en silencio,
en la oscuridad.

Ojo de agua
en la garganta agrietada de una pradera.

Llamarada para fundir cadenas, consumir cepos.

Por los menos, señores, yo me he esmerado en hacer una red
para la vida.

Claro, claro. A pesar de todo lo bueno que hay en ella
no sería extraño que al convertir mi poesía
en puente (puente por el que pase el alma de mi pueblo)
nada habría de raro
que debajo estuviera defecando algún cristiano.

Puerta de sacrificio.

Fina es la lámina,
casi transparente.

La lámina de azúcar
que separa tus labios.

Por allí se fue mi corazón
relamiéndose las heridas.

La piedrecita

Las palabras, al tocarlas el aire,
crecen como las terneras.
Con los años maduran y se ahondan
y también pueden nacer muertas.
Según.

La palabra nos revela
la consistencia del espíritu.
Es una cosa delicadísima,
en boca del mentiroso
pone al desnudo el hueso
de un alma ingrata.

La palabra puede servir de bumerang,
de trampa, de alfiler, de escondite,
de lanza con unta remojada en veneno.
Depende.

La palabra, igual que la energía atómica,
en buenas manos es la salvación
y es perdición en una oscura conciencia.

Al impacto de la palabra
puede derrumbarse un ídolo de multitudes.
Los tiranos le temen
y el culpable prefiere no usarla.

Como monedas echamos las palabras
en la mente del niño
para que con el tiempo
su pensamiento sea un tesoro.

La palabra es la prenda más íntima
que entregamos a la mujer
para que nos crea, se confíe a nosotros.
Si se pudre es señal de que mentimos.

La palabra húmeda, vital como la tierra,
murmurada a ras del silencio,
bien puede ser ungüento libidinoso
o el lazo de un complot que urge a la nación.

Cierto. No sólo de pan vive el hombre.
La palabra también sustenta,
siendo lo que es:
producto de mis manos, de las tuyas.
¡Y no hay tales!

El aprendíz de profeta,

La profecía es otro oficio
que debemos aprender nuevamente.

1
Mis manos,
mis pies
a los grandes sueños
habéis encadenado.
Mi corazón, mi sangre
he plantado con tu queja,
mis ojos
llenos de visiones
mis manos,
llenas de guijarros.
Mis manos,
mis pies,
a los grande sueños
habéis encadenado
habéis encadenado…

2
A la campiña se va,
si a uno le amanece doliendo
el hombre y su historia;
cuando él ya ha muerto
y no ha vuelto a nacer,
se va cuando todos
tienen atada la lengua
y se niegan a cantar.
Hay que apoyarse
en los muros de la noche
y el sueño de las campanas.
Despertaremos la ciudad,
la levantaremos,
educaremos sus ojos a la luz.

3
El viento medra,
bajo los árboles mojados.
Salid al patio,
mirad
mirad:
he metido
mi mano en la charca.
He ahí que ella
os mostraba una profundidad
reflejando
la altura de la estrella.
¿Para esto el largo oficio de la lluvia?
¿El paciente esmerilar, en búsquedas
de una luz intrínseca, en nuestro metal?
Dejadme,
dejadme abrir un pozo
al pie de las grandes montañas.
Sentaos a esperar
sobre el anciano tronco de vuestro pasado,
que yo os traeré de beber en mis manos.

4
Miradlos. Se han pasado el tiempo
creciendo sobre la ceniza
de sus propios incendios.
Arrancad sus vestiduras y máscaras
Si son aquellos ofrecedores de mercadería
en las impostoras ferias
de nuestra historia,
envolviendo la fruta engusanada
u ocultando el puñal
bajo relumbrante lenguaje fariseo.
Miradlos,
miradlos pastar en la ceniza
de nuestros esqueletos antiguos.

5
¿Qué hace Bolívar,
en el trasfondo de nuestra historia?
Que vengan
a decir otra vez su profecía;
a decirles a nuestros pueblos
LIBERTAOS ANTES DE VEINTE AÑOS
Y yo os pediré:
Abrid,
abrid
puertas y puertas y puertas y puertas…
Corretead,
corretead al mercader
que se pasea en la acera de enfrente,
porque en los sótanos
de su adulación
vive calculando
el peso de tu carne.

6
Buscaré vuestra sombra
en los basureros
la limpiaré
y coseré
a los cuatro costados.
De la voz que se pierde
he plantado mi canción,
de esta canción
he de plantar tu espíritu.
De la semilla que arrojes
un huerto plantaré
y a él te allegarás
para llenar tu corazón.
Mientras tanto,
podéis reír,
reír,
reír…

Mis manos,
mis pies,
a los grandes sueños
habéis encadenado.

7
Asomad a vuestros ojos,
oiréis correr el agua
bajo este muro de guijarros.
Sostiénese el árbol
de profundas raíces,
continúa el viajero
que repasa los caminos,
y crece
y crece
sólo el que retorna a la fuente.
Removed,
removed los rescoldos
de acampados inmemoriales,
que tal es el secreto
de las grandes fogatas.

8
…Mis manos,
mis pies,
a los grandes sueños
habéis encadenado.
No quiero el calor
de vuestro fuego,
no quiero el agua
de vuestras tinajas.
Quiero sólo un lugar
para mi canción.
Nadie hablará del futuro,
sino de la oscuridad
que nos duele en los ojos.
Tal es el secreto
de los amaneceres.

9
Llorad conmigo,
por los que no han muerto.
Llorad,
llorad,
llorad, vosotros,
los muertos de oscuridad.
Que Jeremías
se pudra en el silencio,
que se vaya con su llanto
a la parte trasera del alma.
Yo, a pesar de la holganza
en el mundo de las alcantarillas,
a pesar de la alegría, abundancia,
lloro,
lloro
por los que están vivos.
Yo
lloro, lloro, lloro, lloro…
con mi sol
a las orillas del pantano.

10
Aprended
a ser profetas
sin hablar del futuro.
¿No pertenecen
los sueños al presente?
Os enseñaré el oficio.
Removed los basureros,
hurguemos el fuego,
abramos, violemos tumbas,
escarbemos en la ciénaga
del pensamiento humano;
escuchemos los grandes silencios;
encontraremos nuestro hallazgo:
al pastor de sí mismo.
Descansad, sentaos
junto a las brasas apagadas.
Yo os traeré agua en mis manos,
… mis manos,
mis pies,
a los grandes sueños
habéis encadenado.

Calendario

En la semilla
está la trayectoria del maíz,
el ciclo de la cosecha.
A los ojos del hombre,
es una lágrima.
Y en ella, una sonrisa amarga.

Dulce Rapiña

Eres un sarcófago viviente,
sepulcro que en la oscuridad
abre sus ramos lechosos,

agitas tus remos y crujes
devorando mi carne y mis huesos.

Fuera de ti sólo queda mi rastro
y nada que valga la pena.

PERSEVERANCIA DEL FUEGO

Mis dedos, finos y sobrios mensuradores
de la sabiduría de las cosas,

se desplazan bajo el ramoso silencio
de la madrugada

buscando esos lugarcitos en donde aún
estás despierta.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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