¿POR QUÉ SUEÑO CUANDO SUEÑO…? [Mi poema]
Ketty Alejandrina Lis [Poeta sugerido]

Inicio » Amor » ¿POR QUÉ SUEÑO CUANDO SUEÑO…? [Mi poema] Ketty Alejandrina Lis [Poeta sugerido]

¡Gracias por leer esta publicación, ¿deseas comentar?  haz click en el botón de la izquierda!

MI POEMA… de medio pelo

 

¿Por qué sueño cuando sueño,
por qué muero cuando vivo,
por qué vivir no consigo
y me siento tan pequeño
si yo no sueño contigo?
Dime amor, ¿por qué razón
postrado estoy en tu lecho,
se convierte en obsesión
y acto seguido el despecho
le invade a mi corazón?

¿Dónde está el amor que amé?
¿quién eres para decir
si es que debo de vivir
o a mi recordarme qué
deberé por ti sentir?
¿A qué puerta o qué ventana
debo llamar al amor
para encontrar su frescor
al comenzar la mañana
sin que me cause dolor?

Decid, soñador Morfeo,
el único dios que adoro,
si es verdad lo que yo veo,
tesoro en que me recreo,
por favor, yo a ti te imploro.
Tu eres mi beldad, mi amante,
compañera en esta lid
pues que tu eres mi adalid
y yo soy un aprendiz
saca este amor adelante.
©donaciano bueno.

MI POETA SUGERIDO:  Ketty Alejandrina Lis

Pausa

a Any Lagos

La furia
en el trueno.
El tornado
tronando
tornando
al miedo inicial.
La desprotección
despeina
desde la raíz
hasta la copa yerma.
Y sin aviso previo
una pequeñísima pluma
corona
la corona de gotas
de la frente.

A la deriva

a Elena Cabrejas

Hemos padecido demasiado
con el desamparo
de los símbolos.
Los matices y los ritmos continúan
aunque ahogan
de vacíos.
El corazón
es una durísima coraza
y en la cabeza sobrenada
la nada
sobre un camalote a la deriva.

El anuncio

La noche
se ha paralizado
detrás
de un lienzo
roto
y se va disgregando sobre zona
sísmica.
Noche-horas.
Teléfono-horas.
¿Sientes, también
este universo
de ceniza y lava?

MAGGIE

Las creencias, por la erosión, palidecen.
Evtuchenko

El viento vuela las cortinas
como un ala ciega
que tropieza una y otra vez
contra la dura aspereza de las ramas
delirio caminando codo a codo
los ojos bien abiertos de no ver
oh dulce Maggie.
Sábanas sin amor
la ternura lejos lejos
el pelo suave revuelto en llamarada
el cuerpo quieto corriendo en llamarada
y esos gritos subiendo peldaño por peldaño
la escalera que baja al calabozo de ollas y sartén.
¿Es hora de encender el horno?
No, es temprano todavía
si en las casuarinas
en la vereda
en el tiempo sin cordura detenido
no se escucha otra cosa que el silencio de la siesta
pero la siesta hoy estuvo en especial pesada
y ayer fue igual
y mañana también princesita de los charcos
subida a un globo para asar la carne con ciruelas.
Hay que pelar papas
¿cuántas?
y todo para qué
ni en el centro ni en la orilla de este mundo existo para nadie
casi polvo mis huesos.
Las fotos velan la caja de cartón
ya es agosto y pronto volverá a zumbar en los oídos
el escándalo de calor color y olor de octubre
de la mano de la rama madre
ciudad pequeñita Santa Fe
dormida entre las azulinas flores de los paraísos
en octubre siempre lo que no fue bueno
en octubre
en octubre lo mejor
en aquellos saltos a la cuerda
Barrio Roma
calles
tierra
nada que recuerde a la Via Apia vigilando
el regreso en triunfo o en derrota.
Qué haría de haber sido una diosa
adorablemente inmóvil
el templo dedicado ya lo tengo
la mudez es porosa como el mármol
el altar se escucha a la hora de la cena
los señores «cenadores» en sillas ordinarias
no en curules
sin manto y en ojotas se sentarán más tarde
a masticar callados
a lamentar las causas de la decadencia
buscando dentro de la propia mismidad
culpables por afuera de sí mismos.
Roma
por qué ese nombre a un barrio
de calles y veredas anchas
anodinas
si en la capital del que fue una vez imperio son angostas
como la figura increíble de Juan L.
La noche de esta noche ha de estar como siempre repleta de TV
se comerá sin que importe en absoluto
si el aceite es de uva o de maíz
o de oliva si le place a los héroes de incienso y terracota
Princesita de los charcos
refugiada en un rincón del monumento a los caídos
o mejor en el Templo de los Dióscuros
aceptando del César la ofrenda sin perfumes
–mirá vos pobre Maggie quién diría
perdida en otro mundo como está
si en las casuarinas
en las veredas
en la casa
en el tiempo sin cordura detenido
no se escucha otra cosa que silencio de la siesta.

EL CORAZÓN ES UN ESTADO DE INTEMPERIE

A Jorge Ariel Madrazo

Se necesita un corazón abierto
no cubierto
ante las múltiples
cruzadas líneas fuerza del poema.
No hay razón para humillarse repitiendo
no hay razón para no cambiar de discurso velozmente
si está la cerca
a una distancia corta
en el punto de aliño en que es refugio y cueva.
Todo aquel que se ha bañado alguna vez en la laguna Estigia
<y todos nos hemos bañado alguna vez<
reconoce su amarga fetidez desde el ángulo más cándido
o más ríspido.
En qué lugar del ser o del planeta
habrá un discurso terso o linealmente claro
que defina la infinitud de la angustia existencial
en la incomprensible finitud de la existencia.
Tocar no alcanza
no
tocar la mano
un dedo
apretar la frente
en el calor del hombro largo de un amigo
no
tampoco alcanza.
Por qué hablar del corazón entonces
como de un músculo que es funcional y late.
Han observado su forma no su fondo.
El corazón es un estado de intemperie
en permanente ruego.
Desatemos de un golpe la piel de la cabeza
pequeño robot
separemos lo vasto de las piezas
arrojemos un poco al viento
un poco a mar abierto
abramos una brecha
aremos con furia en el mejor amor
un trecho de latidos y palpitaciones
¿lo esencial? fue escrito por Pound en sus Cantares
con rabia
bellamente
sin usura
donde el poema
impenetrable mascarón de proa
revela un pozo cargado de sentidos
se sube a su alto faro
configura
transfigura
bebe de su propia majestad
y es fiel vigía.
El corazón es ese estado de intemperie
donde nace y se mece la Poesía
por eso
nada digo si digo que al tronco lo sostienen las raíces.
Todo digo si digo que el poema
aun sin sostenerse
me sostiene.
Sólida
sigilosa hija de la luz
perfil ojos alados inclinándose en un abrazo amparador
pósase a una brizna del aliento
se retira
vuelve a posarse. Y una ranita de agua
observa y bebe del cuenco de su mano.

BAJO CONTINUO

A Marta Cwielong

La tarde parece andar morosa en el Torreón del Monje
luego un lago
lejos
lujo del verano
en el rosal solitario calle abajo
varilla de ámbar encendida por el mar cercano y rumoroso
y arriba
vaho y vida entre los músculos
olor salobre
áspero.
La tarde parece patinada en ocre
por un fogoso foco que espléndido circunda el círculo lunar
más allá de la escala que espera para alzar su vuelo sin un rumbo estable
subida al velamen de los barcos.
Cerca un chiquillo solitario
el sueño suave
la cara sucia
tristeza
en la fotografía de la adolescente
con sombrilla de encajes y pamela blanca
un caballo galopando
al conjuro liviano de los bosques
su espíritu herido de morado en la serena blandura de la arena.
Lo salvaje del caballo se estremece
se asoma a una casi noche enrojecida
donde debiera lucir el arco iris
para esta joven que mira desde un pasado sin retorno.
Dónde habrán ido sus criterios
dónde sus contradicciones
porque bien pudo compartir
el rígido ritual de la mesa familiar
y hacer secretamente el amor a la hora de la siesta
al amparo de los árboles del parque
del agua clara saltarina de la fuente
en un «palacio entre luz humosa».
Es posible también que haya celebrado su boda ante un altar
abarrotado de figuras
a veces valiosa presencia de lo artístico
siempre inútiles
y ser una elegante dama en Buenos Aires, Londres o París
aunque su cuerpo se ha desintegrado igual
con la custodia de un ángel de mármol de Carrara
comprado carísimo en Italia.
Perdió de todos modos la burbuja del misterio
lloró de todos modos la huida del misterio
al entrar en los sueños dulces
turbios
que en las mañanas se deshacen.
Fue ciertamente hermosa y quizá murió muy joven
o quizá soportó la ancianidad cegando el cristal de sus espejos.
¿Su libro preferido habrá sido la romántica historia de ‘María’?
Por qué la taiga si hasta ayer parecía florecer la primavera
prometiendo sembrar un cielo de jazmín
sobre sus párpados
¿Tal vez pudo internarse
en la profunda y bella fronda de La Sonata a Kreutzer?
Es posible que en algún momento un ojo zarco detrás de los azogues
espesa tundra interna
demiurgo en sí
haya escuchado el latido del océano
presumiendo
apresurando
la certeza de que no había demasiadas diferencias
salvo una simple y lineal cuestión de circunstancias
con aquella muchachita marchita y tan callada
que tanto se esmeró en cuidar su guardarropas
a quien le regalaba sus prendas de interior
algunas de sus blusas
algunas de sus faldas
y sus zapatos viejos.
Su sola transparencia
cardo ancestral
perdida zarzamora
sólo puede mirar el andar bullicioso las madrugadas
asomada al paredón interminable de la Recoleta.
Es posible

imaginar en ese rostro terso de la adolescente
fotografiada con sombrilla de encajes y pamela blanca
rojas ramas en el roble
que sostienen la saliva volátil de los vivos
la soledad esteparia de los muertos
aunque la magnitud del tiempo se pierda sin consuelo
en la zona movediza de un desierto fugaz
donde la historia de cada historia personal se esfuma
en la hora del estruendo sin estruendo
en la hora del silencio con silencio
en los bordes imprecisos de la noche
madrugada al caer
mientras los arbolitos de la calle están sin sus tutores
esqueletos de hierro
pintados sin imaginación de negro
basural de latas vacías de cerveza o coca cola
Tristeza
galope fantasmal en la fotografía de la joven
que alguna vez caminó por las mismas veredas que nosotros
pura transparencia hoy su rostro
a pesar de la bella sombrilla de encajes y la pamela blanca.

CALOBE

Una vieja y aún bella mujer
que se mece y en su balanceo
parece que canta un extraño canto
al sendero calmo de la luna andando sobre los tejados
cuece en su marmita un ajado cuento
que cuenta una historia
una historia de aura expandida
y en el cuento que cuenta vibra
se desborda
la plana estructura de honda negrura
temerosa como la mirada de un ciervo acosado
desde el día en que Diana acertó su flecha
tiró la esperanza a los tigres
y ellos se ensañaron
le enseñaron
a esconder sin piedad la inocencia.
Calobe su nombre
hermoso como un dios
encerrado en sí mismo como un sueño
de hinojos detrás de una pared escindida por la duda
de no saber con certeza
nunca saber cómo es
por dónde se desliza
la mansa liviandad de la coherencia.
Por entonces Londres
apretaba su agonía hasta hacer saltar sus dientes
¿una sirena? Correr correr hasta el refugio
en orden
primero niños y mujeres
luego a despejar escombros. Y no llorar
que no hay un solo sitio en la ciudad para más lágrimas
París era cualquier cosa menos una fiesta
Arco de Triunfo sin triunfo
pasos de ganso de horror
alfabeto en sombras
donde la Torre seguía altiva como siempre
y la sangre
lirio partisano hacia los cuatro vientos
se abría en una flor carnosa
carnívora
morada desnudez en la inútil nave de los templos
¿La radio? Equivalía a muerte
lluvia
barro en las trincheras
los que no tenían que pasar pasaron línea Maginot
y el puño cerrado
delgado spitfire más acá del océano .
olvidó la perilla en el golpe
«–cállese, le digo, cállese carajo
Escocia está lejos tan lejos de aquí
cerca está tan cerca de obuses y muerte
y una carta no podría reemplazar a Will
primo-hermano-amigo aún de pie
envuelto en tu tartán el kilt al viento».
Severa obstinación de los alisos.
La vieja y aún bella mujer
mira el horizonte sin ver su marmita
resplandece mientras en las sienes
pega con saliva hojas de rosal
bueno al parecer para aliviar jaquecas
¿el lago Dallas seguiría siendo un lago?
¿el río Lossie seguiría siendo un río?
Cima enhiesta amada Cairn Kitty
volveré
algún día volveré
aunque las guerras siempre presentan sus facturas
y a un ser humano
lo mutan a un golpe memoria y nostalgia.
Calobe su nombre
Calobe
Calobe
No obstante en su placa de bronce
intemperie sellada de olvido y , distancia
viejamente fue escrito Alejandro Bassús
al costado de dos sucias flores de plástico
una mariposa sin destino fijo
y el piar de un pájaro.

Lacrimosa

No duele el golpe.
El tiempo duele
debajo de la capa
decadente
ácida.
No acusa el tiempo.
Acusa la intemperie
de la llama
que debió protegerse de los vientos
y tímida
decrece.
No humilla.
No hunde la intemperie.
Vence
la masa de proyectos
olvidados.
¡AY!
a Ana Maria Cué
Son bandadas
de alas desplegadas
pegadas a la piel
al pelo
a los pies.
Son bandas
negro – negro
lila- rojo
negras alas
alzadas
sobre el pelo
los pies la piel
y la garganta.

Si te gusta #Ketty_Alejandrina_Lis... Share on X

Autores en esta página

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

Artículos: 2990
Subscríbete!
Notificar a
guest

0 ¡Ardo en ascuas por conocer tu opinión! ¡Anímate a comentar!
El más votado
El más nuevo El más antiguo
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Echa un vistazo a la siguiente publicación
Nació con esa cara de inocente,creció para servir…
0
Me encantaría tu opinión, por favor comenta.x