LEYENDO A GARCILASO [Mi poema]
Inés Montes [Poeta sugerido]
Inés Montes [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Una tarde cuando el sol Andando voy diligente Leo cantos que me animan, En sus textos yo me miro |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Inés Montes
ESCRIBO
y la serpiente canta en los senderos del sueño.
Escribo
para perderme en los caminos oscuros
que dicta la derrota.
Escribo
para que el lodo sepulte las palabras
en el silencio de las batallas.
Acuérdate de la Belleza.
Caer y desaparecer
de ti, de todo.
Escribo siempre de nuevo
como si el mundo enmudeciera
y desciendo hasta el silencio
de los muertos.
Escribo
y la serpiente canta en los senderos del sueño.
Escribo
contra mí misma
contra el dolor
que es una isla desierta.
Marítimo
“… la huida la ciega huida la mía la verdadera…”
Y arrojaré mi vestido sobre la arena aún tímida
triunfará mi pie sobre la ola
que fiera abrazará mi cuerpo.
Toda, mi piel será presa dócil
moldeable bajo tu tacto aún no sometido.
Y ya no habrá más encuentros con tu orilla
porque no me pertenezco en ella,
sólo habitará mi oído
el silencio de tus límites
y mi huida.
Y sabíamos de la llama extinguiéndose en su propio fuego
y del recuerdo siendo caballo desbocado en la memoria
del tiempo
y de la herida que profunda se abre indolente y perpetua.
Mas recorrimos juntos esa entrega,
y vivimos la noche con el desasosiego
que ofrecen los sueños inacabados,
tu noche y la mía se presentían.
Fuimos cómplices hasta el final.
Si contemplo tu cuerpo
Si contemplo tu cuerpo que es una luna blanca
esparcida sobre mis labios
y miro tu rostro atalaya de mis sentimientos,
siento tan cálido aliento
siento tu sangre que es lava rugiente
que todo me es ajeno y nada me pertenece.
Entonces el día y la noche se conjugan
en una lágrima oscura.
Siento estas manos, este cuerpo,
estos ojos invadidos por el cálido latido
de tu universo,
a merced de tus brazos de dulce cera
me estremezco en un profundo hueco sin latido
y el límite de la vida se precipita
ante mí,
ciñéndome la cintura
y es tu fulgor palabra absoluta
y es tu sangre mi eterno minuto.
Qué fría y profunda es la herida
Qué fría y profunda es la herida que me habita
qué miedo más alto y concreto
cuando cruzo el umbral de mi noche más extensa.
Qué difícil es el dolor cuando todo perece y nada queda
y me diferencia de ti y me aleja
dicha de mi silencio,
que clavada estás en mi espalda ya desnuda.
PONGO EN MI BOCA
la sal de tus labios.
Pongo en mi boca
aquel mar
que era un mar
de fulgor ensimismado.
Aquel mar
que ahora sangra
y nos desborda
cuando ya nada
puede ser inocente.
He llegado hasta aquí
para perderme
en tu herida
o morir
en los límites.
Dame hospedaje
en tu destierro.
Deja que me oculte
en todas las palabras
con las que tú
diste forma a mi alma.
Deja que tus palabras
besen mis ojos
y que cuando todo
oscurezca para siempre
ellas nos salven
de morir confundidos.
UN VIENTO suave de otoño
acaricia la tarde;
hay una calma luminosa
que invade el cielo
y el mar.
Es un diálogo de silencio
íntimo y distante.
Ese azul intenso
que marca el horizonte
es el espacio
que nos enseña
a reconocer
la vigilia de la noche
indestructible
al fondo
del día.
Es un lugar que no existe
en la superficie de las cosas
sino en el interior de ellas.
I
TU BREVE CUERPO
tu cuerpo a la deriva
descansa sobre una roca
con la pureza de los derrotados.
Despojado de todo
reducido a lo irreductible
a tu sola verdad.
Junto a ti
junto a la pura inocencia
mi voz se precipita
al borde del silencio.
Cubro mis ojos
con un aliento
de vergüenza.
Cobarde Europa
que saja la tierra
con una herida
que no concluye
y se extiende
como una llama
de fuego inalterable.
II
¿Es tu rostro
presencia exacta
del abismo
que no termina?
¿Cómo es posible
la muerte en ti
si apenas has sido?
Ya no hay juegos
ni sueños, ni tiempo
por descubrir.
La infancia varada
y tus ojos clausurados
al asombro del mundo.
Queda tu vida
derramada
en la intemperie
del exilio.