A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
AMOR EQUIVOCADO [Mi poema]
Luisa Sigea [Poeta sugerido]
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MI POEMA... de medio pelo |
¡Ay, amor, quién fuera tu asistente Desearía acceder a esa tronera, Todo lo que tengo para lograr yo diera, Y de esta forma deshacer esa quimera |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Luisa Sigea
CANCIÓN DE LA SEÑORA LUISA SIGEA DE VELASCO, DECLARANDO:
habui menses vacuos et noctes laboriosas, et numeravi mihi.
Pasados tengo hasta aora
muchos meses y largos
tras un desseo en vano sostenido
que tanto oy dia mejora
quanto los más amargos
y más deseperados e tenido;
lo que en ellos sentido
no puedo yo contallo;
el alma allá lo cuente;
mas ella no lo siente
tan poco que no calle como callo;
¡oh grande sentimiento!
que a vezes quita al alma el pensamiento,
y quando esto acaece,
según veo las señales
ya creo que el remedio está cercano;
la vida se amortece,
no se sienten los males
tanto como sy esté el cuerpo mas sano;
pero todo es en bano,
que al fin queda la vida
y torna el alma luego
en el contumbrado fuego
a ser muy más que antes encendida;
así que en fantasias
se me passan los meses y los dias,
en fantasias y cuentos
la vida se me pasa;
los dias se me van con lo primero,
las noches en tormentos,
que el alma se traspassa
hechando quenta a un quento verdadero
queal es desde que espero
el fin de mi desseo;
¡quántas avré pasadas
de noches travajadas
sufriéndolas por ver lo que aun no veo!
éstas muy bien se quentan,
mas ¡ay que las que quedan más me afrentan!
En sto un pensamiento
me acude a consolarme
de quantos males solo dél recibo
pensando en mi tormento
no oso e alegrarme
según que se me muestra tan esquivo;
con todo allí recibo
con tan nuevo consuelo,
y aunque parece sano
no osso hechalle mano,
que a quien vive en dolor todo es recelo,
y al fin helo por bueno
y huelgo de acoxerle aca en el seno.
Esta es una esperanza
que viene acompañada
de razon, que por mi parte no ha faltado,
que avrá de hazer mudanza
en la fortuna ayrada
que a tantos años contra mí durado,
y aunque fuera hado
ó destino invencible
de cruda abara estrella,
muriera el poder de ella
con el de la razon que es más terrible,
y con su ser perfecto
traeran de mi desseo buen afecto;
mas ¡¡ay!! no sean aquesto
consolaciones vanas
que así como se sienten no esperadas
ansí se ban tan presto
que dexan menos sanas
las almas donde fueren gasajadas;
las noches travajadas
agenas de alegria,
los dias, meses y años
llenos de graves daños
avré de pensar siempre noche y día;
si en esto el remedio se halle
no sentiré el travajo de esperadle;
porque no seas de las gentes creyda
canción conmigo queda,
que yo te encubriré mientras que pueda.
Un fin, una esperanza, un como
Un fin, una esperanza, un como. ó quando;
tras sí traen mi derecho verdadero;
los meses y los años voy pasando
en vano, y passo yo tras lo que espero;
estoy fuera de mí, y estoy mirando
si excede la natura lo que quiero;
y así las tristes noches velo y quento,
mas no puedo contar lo que más siento.
En vano se me passa qualquier punto,
mas no pierdo yo punto en el sentillo;
con mi sentido hablo y le pregunto
si puede aver razón para sufrillo:
repóndeme: sí puede, aunque difunto;
lo que entiendo de aquel no se dezillo,
pues no falta razón mi buena suerte,
pero falta en el mundo conocerse.
En esto no ay respuesta, ni se alcanza
razón para dexar de fatigarme,
y pues tan mal responde mi esperanza
justo es que yo responda con callarme;
fortuna contra mí enrristró la lanza
y el medio me fuyó para estorvarme
el poder llegar yo al fin que espero,
y así me hace seguir lo que no quiero.
Por sola esta ocasion atrás me quedo,
y estando tan propinquo el descontento,
las tristes noches quento, y nunca puedo,
hallar quento en el mal que en ella quento;
ya de mí propia en esto tengo miedo
por lo que me amenaza el pensamiento;
mas passe así la vida, y passe presto,
pues no puede aver fin mi presupuesto.
Cintra
Poema latino
Est locus occiduas ubi sol æstivus ad oras…
Guardan un sitio las hesperias playas
Do, en ebúrnea carroza conducido,
Cuando vence la noche al claro día,
Su radiante corona el sol estivo
Desciñe, y los corceles fatigados
Baña del ponto en los cristales fríos.
Un valle, do murmuran frescas aguas,
Cercan peñascos hasta el cielo erguidos,
El mar dominan y tocar parecen
La etérea cumbre tres enhiestos picos.
Y si no orlaran su cabeza nubes,
Dijérase que en ellos sostenido,
Como en pilares de diamante inmobles,
Del cielo estriba el eternal zafiro.
Moran allí los Faunos saltadores,
Y el antro de las fieras escondido
Penetra el cazador, de astucia armado,
Que hiere con la madre al cachorrillo.
Sus verdes hojas desplegando el roble
De la intrincada selva en el recinto,
Sombra y morada placentera ofrece
A Silvanos y Sátiros lascivos.
El haya crece allí, crece la encina,
Y el álamo de Alcides escogido,
Y el peral, el cerezo y el castaño
Con las flexibles ramas del corylo.
Y otros dones innúmeros que al hombre
Feliz para sustento ha concedido
La bondad de los dioses inmortales,
Míranse a breve espacio reducidos.
Allí la rubia Ceres por su mano
Enseña a cultivar el suelo opimo,
Semillas lanza, y las alegres mieses
Hace luego brotar del surco hendido.
A la siniestra del florido valle
Por do al Arctos el mundo está vecino,
Alegres pastos a la grey balante
Ofrece Pan en campos extendidos.
La hespéride granada purpurea
Del hondo valle en el recinto esquivo;
Muestra el laurel sus hojas, que corona
Tejen al luchador de premio digno.
Encrespándose da sombra sagrada,
Amado de Afrodita, el leve mirto;
Hállanse al par de bien olientes flores
De Cintra en el vergel frutos dulcísimos.
Se oye el cantar de suave Filomela
Y de la viuda tórtola el gemido,
Y cuantas aves por el éter vagan
Tienen en estos árboles sus nidos.
Llenan la selva sus alegres cantos,
Rosas produce el prado, violas, lirios,
Y la menta aromosa y el romero,
El tomillo, la nepta y el narciso.
De yerba ornados, de verdor y flores
Ríen doquier el prado y el ejido;
Con flores entretejen sus coronas
Las Dríadas, los Faunos fugitivos.
Fúlgida rueda susurrante el agua
Del rudo seno de peñón altivo
A regar en corriente sosegada
El valle melancólico y sombrío;
Forma ancho estanque do las Ninfas bellas
Bañan tal vez sus cuerpos peregrinos,
Cuando la Aurora en su carroza esplende
O cuando al cielo cubre manto umbrío.
Regio alcázar elévase en la orilla
Del lago limpidísimo y tranquilo,
Y desde allí las cándidas doncellas
Prado contemplan y jaral bravío.
Desde allí sus delicias yo admiraba,
En cada objeto el ánimo embebido,
Al tiempo que la Aurora derramaba
Por tierra y cielos su esplendor divino.
Cuando el espejo líquido quebrando
Brota gallarda Ninfa de improviso,
En voz y aspecto semejante a diosa,
Que con acento blando así me dijo:
-«Salve, doncella de los dioses cara,
¿Qué miras, di, desde la torre erguida?
¿De tu princesa conocer el hado
Quieres, Sigea?»
Y respondila: -«Si los altos Dioses
Cumplir quisieran lo que yo deseo,
A mi señora en los sublimes astros
Vieras alzada.
Oh tú que en rostro, cabellera y ojos,
En leve paso y en mullido seno,
Diosa pareces que el lugar custodias,
Cándida Ninfa,
De cuya boca transparente manan
De aqueste río las serenas ondas,
Tú revelarme el celestial decreto
Puedes acaso.
Dime la suerte que a la virgen regia
Guardan los hados en futuros días,
Cuál la reserva el eternal destino
Tálamo de oro.»
Interrumpiome con rosado labio:
-«Virgen, escucha, mi verdad no dudes;
Poco ha Neptuno a las etéreas sedes
Me ha conducido.
En el alcázar del supremo Jove,
La ambrosía y néctar en doradas copas
Los inmortales, de fulgor ceñidos,
Ledos gustaban.
Ya retiradas las fragantes mesas,
Por tu señora suplicaron todos,
Para que a cuantas en virtudes vence
Venza en imperio.
Por la Princesa agradecidos ruegan
Minerva docta y el canoro Febo
Y Caliope, del Saturnio padre
Prenda querida.
A éstos amara la gentil doncella
Que sabiamente penetró sus artes;
Con aquel rostro que los cielos calma
Jove repuso:
-«Dioses, gozaos; inmutables yacen
Los altos hados de la excelsa virgen;
Si ve a otras manos empuñar el cetro,
No desespere.
Ya su lugar encontrará el destino;
Con gran fatiga a la elevada cumbre
Logra arribarse; no tolera el cielo
Débiles dioses.
Cual otras, fácil encontrara esposo,
Mas el que a ella destinó la suerte
Lugar ocupa en elevada cima,
Lejos del vulgo.
Feliz el orbe regirá domado,
Cuando a él se enlace la gentil princesa,
Y entrambos polos doblarán la frente
A tu Señora.
Vuela a anunciarle que tranquila pase
Ya sin recelo sus alegres días,
Y a repetirle el que de mí escuchaste
Fiel vaticinio.
No te acongojes, ni temor alguno
Tal vez te impida predecir los hados,
Que por su orden cuanto tú dijeres
Ha de cumplirse.»
-«El tiempo dime del augurio, Ninfa,»
(Yo repliquela) y respondiome aquesto:
«Justo es tu ruego; conocer el plazo
Justo parece.
Díjolo el padre, al terminar la fiesta:
Antes que Febo en su perpetuo giro
Raudo del Cancro al Agocero helado
Pase dos veces,
Ha de cumplirse el eternal decreto.
Feliz entonces, pues sus votos logra;
Llevar al ara la Princesa debe
Sacros perfumes.»
Dijo la Ninfa, y ocultose luego
En rápido, argentado remolino,
Surco trazando, al sumergirse, leve
En las ondas del lago, antes tranquilo.
Y yo que incierta por la infanta estaba,
Sabedora por fin de su destino,
juzgué que a revelarle, disfrazado,
Mercurio descendiera del Olimpo.
Hoy constante es mi fe; por tal augurio
Al cielo entrambas manos hoy dirijo,
Y si se cumple en mi Princesa el hado,
Pienso obtener lugar casi divino.