AMIGOS DEL ALMA [Mi poema] Pablo de Olavide [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Los amigos de la infancia, Forman parte de la historia Más tarde llega el amor Al otoño hay que esperar Hay algo más fuerte que los amigos en la #adolescencia? Share on X |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Pablo de Olavide
La esperanza
¡Oh día grande de la luz eterna!
¡Día sin fin!, la noche en ti no alterna,
quizá va a despuntar tu primer rayo,
yo te espero sin ansia ni desmayo;
se acabarán mis males pasajeros,
y empezarán los bienes verdaderos.
Yo aspiro a un trono de inmortal grandeza,
trono que nunca acaba cuando empieza,
y debo con mis méritos ganarlo;
yo he sido delincuente, debo expiarlo.
Yo me dirijo a celestial destino,
fuerza es sufrir las penas del camino.
¿Qué importa que esta vida deleznable
se pase en la amargura,
si de vida mejor y perdurable
puedo ganar con ella la dulzura?
El mal dura muy poco, y con la muerte
en corona de gloria se convierte.
Miserere. De ecos de Olavide
Señor: misericordia; a tus pies llega
el mayor pecador, mas ya contrito,
que a tu infinita paternal clemencia
pide humilde perdón de sus delitos.
A mis oídos les darán entonces
con tu perdón consuelo y regocijo,
y mis huesos exámines y yertos
serán ya de tu cuerpo miembros vivos.
Porque, si tú quisieras otra ofrenda,
ninguna te negará el amor mío,
pero no quieres tú más holocausto
que un puro amor y un ánimo sumiso.
Señor, pues amas y deseas tanto
a tu siervo salvar, dispón benigno
que en la inmortal Jerusalén del alma
se labre de tu amor el edificio.
Dijo el Señor al que es el Señor mío:
(Dixit Dominus Domino meo)
Siéntate a mi derecha hasta que haga
que, puestos a tus pies tus enemigos,
servir de apoyo puedan a tus plantas.
Hará el Señor que de Sión augusta
de tu ínclita virtud salga la vara,
que en medio de tus mismos enemigos
los venza, los domine y los abata.
Esta vara es el cetro de tu imperio,
y lo empuñó tu mano soberana
cuando todo el poder, toda la gloria,
de mi eterna virtud mi amor te pasa.
En medio de las luces y esplendores
que en el cielo a mis santos acompañan,
pues te engendré en mi seno antes que hiciera
al lucero magnífico del alba.
El Señor lo afirmó con juramento,
y nunca se desmiente su palabra;
tú eres, le dice, Sacerdote eterno,
Melchisedech el orden te prepara.
El Señor que te tiene a tu derecha,
en el día fatal de su venganza,
redujo a polvo y convirtió en ceniza
a los más grandes reyes y monarcas.
Juzgará las naciones. De ruinas
al universo llenará su saña,
porque destrozará muchas cabezas
que su ley violan y su culto atacan.
En el torrente que el camino corta
se detendrá para beber de su agua,
y por eso de gloria revestido,
alza la frente y su cabeza exalta.