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»FRANCISCO de QUEVEDO y LUCIENTES
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Tan duro era ese niño de pelar
que puesto a hacer perder la compostura,
-si adulto se diría un caradura-,
dejaba sin aliento al verbo amar
pues no paraba nunca de incordiar...

La vida me he tragado a borbotones,
cansada de aguantar ya no es traviesa,
que soy lo que se dice una compresa
insulsa, sin atisbo de pasiones,
que va soltando el lastre que le pesa.

A esa bendita plaza,
del corazón simbiótico de la ciudad más linda,
a los pies desnudos del Pichincha,
esa alhaja de plata
¡coso de leyendas confidente
de dimes y diretes de la gente!
mística y creyente....

Camino sin caminar,
voy mirando más no veo,
¡qué dificil es pensar
y aún más dificil soñar
entre tanto desespero!

Aire, aire que penetra
las paredes de mi alma,
aire que le trae la calma
a ese magma analfabeta
de aquesta mi mente inquieta.

Desnudo estoy mirándome al espejo
cual Dios me trajo al mundo,
me veo y no conozco, ya estoy viejo,
escuálido, encorvado, cual pellejo,
perdida la mirada e iracundo.

(o el hombre que no deseaba envejecer)
Esta es la historia inventada de un hombre que, setentón,
soñaba con regresar a los años de su infancia.
Voy a parar, se decía, las manillas del reloj
y con mi dedo meñique retrasar sin dilación
hasta lograr situarle justamente en mi lactancia.

Una flor, esa será mi flor
la que un día renazca en mis cenizas,
cuando el cuerpo termine ya hecho trizas
y no sienta ni pena, ni dolor
Una flor tan llena de color...

Pues yo he sido ante todo un liberal,
un hombre que se jacta de respeto,
no juzgo qué hacen otros, me da igual,
solo exijo conmigo ser leal
que en sus vidas lo sepan no me meto.

Pensaba que la alegría
nacía del sentimiento
y pasado ese momento,
mi corazón se encogía.
Pensaba que la alegría...

¿Por qué no me advertiste
que estabas construyendo de arena un castillo en tu mirada
con una puerta abierta apuntando al firmamento
y dos lindas ventanas con vistas a la playa?...

Creer en utopías es normal,
creer y disfrutar imaginando
que el sueño ha de llegar, siempre abrazando,
un día de esa fuente a su brocal
siguiendo en esa lucha hasta el final
y siempre a la ilusión cuidar regando.

Sueño que bajo del cielo
recostado en una nube
que me desliza hacia el suelo
y de pronto, sin permiso, va y me sube.

Regálame una luna de cristal
con tu cara pintada en el espejo.
No preciso del marco, me da igual,
lo que ansío es de tu alma es su reflejo.

Qué coño a mi me importa, si eres negro
o blanco o amarillo, me da igual,
tampoco si lesbiana, homosexual,
ni sufro, ni me afecta, ni me alegro
que quieras ser un meme en carnaval.

Los hombres, los humanos, inhumanos,
los mismos, los que siempre hacen la guerra
metiendo van a hermanos bajo tierra
cual fuera se tratara de gusanos,
fingiendo que el dolor a ellos aterra.

Supuso que él andaba enamorado
pues que eso no se sabe, se supone,
lo notas pues te pones colorado
mas otro más alegre hay que se pone.

Yo soy simple un turista de la playa,
de ese inmenso solar lleno de arena
donde hay gente desnuda que se baña
y se tumba después al sol que quema.

Llamarlo poesía es una broma,
si aceptas no rimar es tu derecho,
sin métrica el poema está barbecho,
un plato a degustar que no hay quien coma.

Confieso que he vivido…
plácidamente recostado en una nube,
obsesionádamente observando cómo ésta baja o sube,
haciendo caso omiso a lo que a mi alrededor ocurre....

Campos yermos de Castilla
la de humildes humerales,
de surcos horadados sobre gredas rectilíneas
por el arado romano, labriegos que esparcen las semillas,
pardas tierras baldías de centenos y trigales.